La estela del delirio ciberpunk
Diego Saucedo Tejado
14/11/2004
No
sigo de cerca la televisión, me da miedo. Prefiero mantenerme
lejos de ella, por aquello de las radiaciones mentales. De hecho, he
seccionado el cable de antena y ahora sólo puedo ver películas
blancas y negras en el armatoste pre-bélico que tengo por dvd.
Sin embargo, estoy al tanto - aunque puedo haber sido engañado
- de la programación actual y sé de los tejemanejes de
'telahinco'a la hora de confeccionar su agenda fílmica. Hay películas
que por su chispa e ingenio, válgame el sarcasmo, merecen ser
emitidas una y otra vez, casi siempre en la sesión de tarde,
que es la mejor hora y a ser posible en fin de semana. Una de las clásicas
ya es 'Demolition Man' con Wesley Snipes y Sylvester Stallone cara a
cara. El rubio teñido contra el moreno natural. El policía
contra el asesino. El negro contra el blanco en una sociedad del futuro
(por supuesto americana, véase el Pizza Hut), excesivamente aburguesada
en el que la violencia ha dejado de ejercerse. No durará mucho
tiempo. Lo peor de todo es la película que suelen poner después.
Siguiendo con el tirón de Rambito en el futuro, el espectador
comienza a pensar en el suicidio cuando lee los créditos iniciales
de la infumable 'Juez Dredd' de cuyo director, prefiero no acordarme.
No se lo merece.
No obstante, estas películas rescatan de las vitrinas un género
mítico que sigue insuflando energía aunque constreñido
entre las barreras de la comercialidad. Hablo de la ideología
Cyber-Punk entendida como movimiento cultural. Una revolución
gestada a finales de los 70 y que se convirtió en la contracultura
de los 80. Se trataba de una nueva forma de mirar al mundo. Según
uno de sus padres fundadores, Bruce Sterling, era un esfuerzo generoso,
abierto y anárquico que buscaba conmover las bases del establishment
literario de la ciencia-ficción anglosajona, y que compartía
en ese sentido, la ética de las bandas punk de garaje de los
70.
De esta forma, el cyberpunk se transformó rápidamente
en objeto de culto, en una corriente que atraía con gran fuerza
la atención del público. Planteaba una ciencia- ficción
"de 20 minutos", extrapolando al lector a un futuro no muy
distinto ni alejado del de nuestro tiempo pero pesimista y deshumanizante.
Era allí donde sembraba todas las carencias e inseguridades del
hombre del presente, rodeándolo de un futuro apocalíptico
y aterrador en el que las maquinas se verán potenciadas en perjuicio
del hombre. El cyberpunk había emergido como forma de expresión
de una bohemia literaria que se hallaba sumida bajo la superficie, en
lo que ellos denominaban underground. Sin embargo, una vez llegado el
éxito y la fama, la propia contracultura predicada se convirtió
en cultura misma y la esencia de su movimiento quedó anulada.
La revolución que había supuesto el cyberpunk, con la
novela 'Neuromancer' de William Gibson como buque insignia, quedó
etiquetada y vendida a la productora de mejores efectos especiales.
El movimiento se vio reducido a género y salvo ciertas producciones
underground de los 80, la mayoría de las historias fueron adquiridas
por las grandes compañías y rodadas más mal que
bien, orientando el producto a un público de masas, sin demasiadas
pretensiones más allá de las lucrativas.
Como
antecedente a la filmografía cyberpunk, sería anatema
no mencionar 'Metrópolis', dirigida en 1928 por el genio germano
Fritz Lang. El expresionismo alemán de los años 20 firma
la estética de esta famosa película que hizo estragos
en su época. Planteaba un futuro que ahora se ha convertido en
pasado: el año 2000. La enorme urbe de Metrópolis dividida
en dos enormes grupos, el de aquellos que se dedicaban al ocio y a la
cultura, y el de los obreros que eran explotados en la fábrica
subterránea. Se llegó a plantear la idea de un robot,
concebido como copia metalizada de un ser humano, que hará que
arranque el motor de la historia. Sin duda, tanto por su estética
como por su recorrido se trata de un precedente que sentó sus
influencias en la posterior visión cyberpunk.
Ya en la década de los 70, surgen las primeras películas
de clara tendencia cyberpunk: plantando sus personajes en un futuro
cercano y poco esperanzador, 'Westworld'y 'Soylent Green', ambas de
1973, son las más representativas del momento. Dos años
más tarde, Norman Jewison, estrena 'Rollerball' que propone un
2018 en el que se ha superado la pobreza, el nacionalismo y también
la cultura. Para tener arengadas a las masas, se ha diseñado
un deporte en el que ningún jugador pueda vencer. Cuando uno
de ellos supera las trabas impuestas, la sociedad se tambaleará.
Esta película estuvo de actualidad hace un par de años,
cuando se estrenó el patético remake teenager con el capullo
romántico de 'American Pie' como protagonista taquillero. Sin
embargo no recuerdo su nombre, así que no habrá sido tan
taquillero.
La saga apocalíptica escrita por George Miller, 'Mad Max', se
llevó al cine generando gran sorpresa, éxito y descarriadas
pasiones. Un aniñado Mel Gibson recorría las áridas
y desoladas tierras australianas, en busca de víveres y venganza.
El petróleo será uno de los objetos de deseo de la historia,
por el que lucharán los buenos contra los malos para restaurar
la paz y el orden de las ciudades devastadas. Nostalgia, decadencia
y nomadismo son parámetros que se repiten en el esquema cyberpunk.
De concepción más distinta era el libro 'La Naranja Mecánica',
de Anthony Burguess. Sobre el lenguaje preexistente, el autor cambiaba
los fonemas de las palabras. Me veo en la obligación moral de
transcribir un bonito párrafo que capta parte de la esencia de
la novela:
<<Teníamos
los bolsillos llenos de dengo, de modo que no había verdadera
necesidad de crastar un poco más, de tolchocar a algún
anciano cheloveco en un callejón, y videarlo nadando en sangre
mientras contábamos el botín y lo dividíamos
por cuatro, ni de hacernos los ultraviolentos con alguna ptitsa
tembleque, starria y canosa en una tienda, y salir smecando con
las tripas de la caja. Pero como se dice, el dinero no es todo en
la vida.>>
La
película fue llevada al cine por Stanley Kubrick en 1979 y el
día de su estreno se armó mucho revuelo. Airadas críticas
se levantaron contra el film, pero la calidad del mismo hablaba por
sí sólo. Alejada del clásico cyberpunk, planteaba
una sociedad futura, igual de pesimista y violenta hasta el extremo,
en la que el humano alcanza su grado máximo de degeneración
como individuo. La estética de los escenarios futuristas creó
escuela en posteriores directores cyberpunk.
En 1982 llegó a nuestras pantallas 'Tron'producida por Disney
e interpretada por un increíble y trasmutado Jeff Bridges, el
nota. La película narra la vida de Flynn, un hacker muy peculiar
capaz de vivir extrañas aventuras dentro de una computadora.
Éste descubrirá un virus y se introducirá en el
interior de la máquina a través de la digitalización
de su propio cuerpo. Es allí dentro, cuando comienza realmente
su aventura.
Ese mismo año, Harrison Ford estrenaba película de culto:
'Blade Runner', dirigida por Ridley Scott. Proyectaba a la humanidad
hacia una atmosfera gris y sobrecargada en la que era difícil
respirar. Concebida en términos de thriller, el film se torna
reflexivo y adopta un tono negativo y pesimista, que se aclimatará
al arco de transformación del protagonista. Un policía
que tendrá reticencias a la hora de enfrentarse a la supresión
de cierta replicante que se cruzará en su camino.
Antes de atormentar a California con su reinado republicano, Arnold
Schwarzenegger se dedicaba más modestamente al campo de la actuación
y la exhibición muscular. En la década de los 80 y principios
de los 90 protagonizó una serie de películas - por supuesto
de acción - pero que estaban entroncadas directamente con los
argumentos más fatalistas del cyberpunk. Sin duda, las películas
más destacables de su homogénea y deplorable filmografía.
Bajo la dirección de James Cameron, en 1984 encarnó a
'Terminator', un temible robot programado por las máquinas que
venía del futuro para exterminar a la joven que engendraría
al carismático líder de los humanos futuros, John Connor.
En un giro de guión, la segunda parte de la película cambiaba
radicalmente la concepción ética del personaje de Terminator.
De temible villano pasaba a ser el bueno protector del adolescente John
Connor del que defendía a su vez de otro robot más avanzado
de rápida capacidad curatoria. Las dos películas son de
un ritmo trepidante aunque sin mayores pretensiones en materia artística.
Sin embargo, son claras deudoras de las más bajas pasiones de
la corriente cyber-punk en cuanto a planteamiento narrativo y sello
pictográfico. La imagen de una humanidad futura, devastada por
la guerra, enfrentada a las máquinas en una batalla sin cuartel
es una idea que se repetiría profusamente en el futuro.
El contacto con seres extraterrestres no es nuevo en el planteamiento
de las sociedades futuristas. Basada en un pequeño relato de
Philip K. Dick, 'Desafío Total' (Total Recall, 1990) preveía
un siglo XXI en el que los viajes a Marte y el trato con los marcianos
era factible, pero caro. Sin embargo, existían máquinas
que fabricaban sueños a la carta y empresas dispuestas a comercializarlo.
A partir de uno de esos sueños, el protagonista que no es otro
que nuestro querido Arnold, descubrirá quién es en realidad:
un líder de la resistencia marciana al que sus despiadados enemigos
le han sustraído parte de su memoria. La película combina
los destellos de la mejor fantasía futurista con una acción
envolvente, cuyo uso de la violencia, justificado por la tendencias
del cyberpunk, a veces rayaba con el espectáculo gratuito. Sin
dejar de ser una superproducción, con las características
que eso conlleva, la historia da continuas vueltas de tuerca, retorciéndose
en una narrativa simple contada con ciertas complejidades. Una teoría
que suele funcionar cuando se lleva a la práctica.
Unos años antes, el director Paul Verhoeven había expuesto
su "particular distopía cyberpunk" titulándola
'Robocop', que con el tiempo se convirtió en una saga sin demasiado
interés. La historia era la de un policía muerto al que
se revivía a partir de unos implantes informáticos, creando
un cyborg policía denominado Robocop. La máquina funciona
adecuadamente, hasta que la memoria de sus partes orgánicas empieza
a interferir en su programación. Esta película, junto
con 'Desafío Total' inauguró la década de los 90,
donde el cyber-punk había pasado de la gloria a la etiqueta y
a las plataformas de las superproducciones. Sin embargo, en la era digital
de los ordenadores portátiles un gran presupuesto no se hacía
indispensable a la hora de rodar decorados futuristas. De esta manera
llegó 'El cortador de césped' dirigida por Brett Leonard
en 1992. El doctor que encarnaba Pierce Brosnan utilizaba a su jardinero
en un experimento que rebuscaba en el inconsciente. A través
de una realidad creada, la virtual, el hombre conseguía aumentar
su poder cognoscitivo así como perdía la perspectiva de
la verdadera realidad. A través de un viaje megalómano
y espasmódico, donde se combinan los pequeños grandes
efectos virtuales de la época, el jardinero se transformará
en un ser vengativo y violento, en un dios de la realidad virtual cuyo
poder lo llevará a intentar dominar el cyber-espacio.
Una de las películas más atrayentes del género
fue 'Doce Monos'. Tanto por la historia como por la manera discontinua
de contarla, se presenta un conflicto irresuelto entre la humanidad
y el ejército de los Doce Monos, que determinado día inocularan
un virus a la población que la exterminará en su mayor
parte. Desde un futuro apocalíptico, Bruce Willis es enviado
al pasado en misión no oficial para eliminar el virus y de este
modo salvar a la humanidad. Sin embargo el tratamiento de la acción
no tiene nada que ver con el que Willis nos tiene acostumbrado. Drogado,
desorientado casi todo el tiempo, el errante personaje recibe mucho
durante el film al que no clasificaría de acción, sino
de thriller existencial altamente embaucador. Por lo menos en mi caso
funcionó.
1995
es un año de cambios, reveses y progresos, en el que se produce
una verdadera explosión del espíritu del cyberpunk. 'Ghost
in the Shell' plantea a través de un manga estilista e innovador,
un Japón del futuro en el que una cyborg policía se ve
envuelta en una serie de problemas existenciales que surgen al desempeñar
su trabajo y que forman el leit-motiv de toda la obra. Sin embargo el
misterio que la envuelve es mucho más cruento: un grupo de hackers
que se dedican a programar humanos para alterar sus conciencias y utilizarlos
a su antojo. Una de las grandes películas manga, junto con Akira,
que vendrían a formar una revolución en cuanto a técnica
y disposición de personajes.
La sobrecarga de elementos vino cuando a Keanu Reeves se le ocurrió
alquilar su cerebro como banco de memoria. La película no llegó
a ser lo que pretendía. 'Jhonny Mnemonic' se esperaba como la
película cyberpunk por antonomasia ya que estaba basada en uno
de los grandes relatos de William Gibson, consagrado autor de ciencia-ficción
postmoderna, pero se quedó en un triste intento fallido. El propio
autor llegó a declarar que se habían gastado 30 millones
en un producto que no había satisfecho a nadie. Demasiados personajes,
muy desapegada de la historia original y absolutamente carente de un
hilo conductor, afirmaba que la película le había decepcionado
y que resignaba a quienes esperaban que la maravilla cyberpunk fuera
finalmente traducida al cine. Habría que ser pacientes.
Sin embargo, la sorpresa llegó a cargo de 'Strange Days' dirigida
por Kathryn Bigelow y escrita por el titánico James Cameron.
Se escribió mucho sobre la muerte del cyberpunk a raíz
del fiasco de J.Mnemonic, pero al movimiento aún le quedaban
los mejores años de su vida. La película plantea un futuro
cercano (días previos al año 2000) en el que la violencia
y la devacle cobran forma en la ciudad de Nueva York. El protagonista
comercia con vivencias ajenas, con experiencias grabadas en cerebros
de otras personas. Esas experiencias tienen un alto poder adictivo que
sembrarán el hilo conductor de la trama a través de variopintos
personajes. Se trata de un film sorpresivo y recurrente, extraño
por su estética y apetecible, a priori por sus actores principales:
Juliette Lewis y Ralph Fiennes. La inolvidable Mallory de 'Natural Born
Killers' y la momia chamuscada de 'El paciente inglés'.
Dos grandes películas se producirían en los años
posteriores. En 1997 se estrenó directamente al video-club 'Gattaca',
firmada por Andrew Nicol. El romance - ahora escindido - formado por
Hawke y Thurman quedaba a un lado en este singular historia del futuro,
en la que los seres humanos han dejado
de ser concebidos de manera natural. Son sometidos a mejoras moleculares
y su genoma es seleccionado cualitativamente de entre una diversa gama.
El protagonista es un joven que ha sido concebido a la manera antigua
y que, a pesar de sus limitaciones, sigue escalando la montaña
de sus sueños, que es viajar al espacio. Se trata de un film
original y anodino, sutil y elegante, que arroja al espectador a una
fría paleta de tonalidades en la que la caída de una sola
pestaña puede suponer algo así como la caída del
Imperio.
La otra película se estrenó en 1998 y se tituló
'Dark City'. El director fue Alex Proyas, que ya había dirigido
al difunto Brandon en 'El Cuervo' y dirigiría al todavía
no difunto Smith en la adaptación del relato de Asimov 'Yo, Robot'
en 2004. La película irradia una imaginación desbordante
y un misterio embaucador que no deja de respirarse en toda la trama.
Ya desde el comienzo, el protagonista descubre que a determinada hora
la ciudad deja de funcionar, quedándose sin vida, inerte, dormida.
El planteamiento inicial desembarca en un mundo terrorífico dominado
por unos oscuros entes de lejana procedencia que utilizan su poder en
las mentes para atrapar a la ciudad en un sueño diario en el
que cambian todo de sitio, incluyendo a los ciudadanos que adquieren
diferentes roles cada día, sin recordar lo que han hecho los
días pasados. Un film gratamente recomendable.
Un año después y esta vez desde Europa, se estrena 'Nivel
13' de Josef Rusnak. Basado de manera bastante libre en 'Simulacron
3'de F. Galouye, la película versa sobre la realidad y sus pesquisas
materiales. A raíz de un descubrimiento, unos científicos
son capaces de crear una nueva realidad en un pequeño soporte
y se introducen en él para investigar. La pregunta que surgirá
a raíz de ese hecho será la siguiente: ¿Quién
nos dice a nosotros, que somos capaces de crear nuevas realidades, que
la realidad en la que vivimos no ha sido inventada por otros seres,
superiores a nosotros, y que por tanto no es la verdadera realidad?
El film indaga en las respuestas de manera compulsiva, casi obsesivamente.
La principal fuente del cyberpunk fue siempre la literatura. La obra
más representativa, 'Neuromant' de William Gibson, aún
no había sido transportada al cine con la calidad que se merecía
y fue necesario esperar hasta 1999 para que las voces entonaran que
el momento había llegado, que por fín se podía
hablar de la obra maestra del cyber-punk traducido en cine. El efecto
'Matrix', orquestado por los hermanos Wachowski atacaba con fuerza exponiendo
un futuro aun si cabe más tremendista que sus predecesoras:
Después
de sangrientas guerras civiles entre humanos y máquinas,
los primeros provocan una enorme nube de polvo para quitar la energía
solar a los segundos. Sin embargo, las maquinas encontraran una
nueva fuente de energía: los propios humanos. Atrapados en
campos de cultivo y explotación, a los humanos se les extrae
toda su energía y se les conecta a un programa de realidad
virtual llamado Matrix en el que todo es inventado. Keanu Reeves,
convertido en icono del cyberpunk, es liberado por la resistencia
humana y conducido a la realidad real. El personaje de Neo será
el elegido para libertar a los humanos, que sólo conservan
una ciudad, situada cerca del centro de la tierra, donde todavía
hace calor: SION.
La
historia se amplió al campo de la animación con un dvd
posterior llamado 'Animatrix'. En su interior se exhibían nueve
cortos de diferentes directores de bella factura y empapados de la ideología
matrix. Algunos de ellos eran terriblemente
realistas, al estilo de 'Final Fantasy' y otros volaban cerca del manga
más fantasioso de 'El viaje de Chihiro'. Narrados de originales
formas, estos cortometrajes son esenciales para entender las dudas de
Neuromante, los pasadizos de Matrix. Sin embargo, son absolutamente
prescindibles las dos secuelas con personajes de carne hueso. Es triste
decir que de una película sólo se salvan los efectos,
pero es así. 'Matrix Reloaded' marca un antes y un después
en la técnica de efectos, marcándose una escena de persecución
en una autopista (construida para la ocasión) que resulta antológica.
Sin embargo el guión se cae por su mediocridad y su poco creíble
puesta en escena. No me atreví a ir a ver la tercera parte. Le
tenía gran predilección a 'Matrix' hasta que vi 'Reloaded',
entonces todo me pareció menos bello y más plano. En esta
segunda entrega, parecía como que, por exigencias del guión,
Neo tuviera que pelear con alguien distinto cada diez minutos, y cada
pelea ser más burra que la anterior. Lo poco que se ahonda en
la profundidad historia es lo más rescatable de la película
y el beso de Monica Bellucci resulta contraproducente.
Ha habido más peliculas cyberpunk, condenadas a la estantería
de video-club. Puede ser el caso de la interesante 'EXistenZ' con Jude
Law dentro de un video-juego futurista o 'Future Sport' de clara descendencia
rollerballiana, ideal para la sobremesa. Asimismo, 'Nirvana' de Cristopher
Lambert resulta mejor de lo que en apariencia parece. Mucho mejor que
'Wild Wild West' una película de la que es mejor huir, escapar
muy rápido. No considero a 'Men in Black' cyberpunk aunque se
perciben ciertos rasgos, como en 'Mars Attack' o 'Eduardo Manostijeras',
de Tim Burton o en la increíble 'El quinto Elemento' de Luc Besson.
La más criticada fue 'La máquina del tiempo', el remake
of course¸ que planteaba un año 2019 con la luna partida.
El movimiento cyberpunk en España ha quedado reflejado en dos
películas bastante irregulares. La primera es 'Acción
Mutante', opera prima de Alex de la Iglesia, que presentaba un futuro
en el que los "desheredados" (cojos, paralíticos, ciegos,
mutilados) se habían unido como grupo terrorista para destruir
los cuerpos sanos. La segunda, 'La mujer más fea del mundo',
dirigida por Miguel Bardem, mostraba a la España del futuro constituida
como Tercera República y con Santiago Segura como presidente.
¿Futuro apocalíptico? ¿Tremendismo cyberpunk a
la española?
A
raíz de 'Matrix' el movimiento se ha reiniciado de nuevo, iniciándose
nuevas adaptaciones de novelas ya clásicas del movimiento. La
gran olvidada es 'El juego de Ender'de Orson Scott Card, que presenta
a una humanidad futura enfrentada a los insectores. Ganadora del premio
Nebula en 1986, la novela es la primera de una saga de cinco libros
que se ha multiplicado por tres hasta llegar a los quince. Sin duda,
gran material para Peter Jackson que ahora estará aburrido sin
saber que hacer más que sacarle brillo a sus oscars. Se rumorea
también que el reputado director de videoclips, Michael Cunningham,
anda a estas horas encerrado en su mansión trabajando en otra
novela de William Gibson. Las nuevas tecnologías e ideas, fusionadas
con las ideas de la corriente cyber-punk seguirán trayendo a
la pantalla películas fantasiosas, tremendistas, que presentan
un futuro apocalíptico en el que el hombre se ha deshumanizado
y vive en perpetua melancolía. A partir de ahí tendrá
que empezar a ser feliz, a pesar de que se manipulen sus recuerdos,
a pesar de las invasiones de marcianos, de las luchas contra las máquinas.
La desencantada visión de los escritores del siglo pasado, sólo
podían mostrarnos un nuevo siglo cargado de catástrofes,
muertes y guerras civiles. Un futuro en el que el Gran Hermano te observa
las 24 horas. Por eso he seccionado el cable de antena de mi tele. Para
no ser espiado.
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