El director
neyorquino, Darren Aronofsky realizador de obras que han marcado pauta
en la cinematografía de los últimos tiempos como su
genial ópera prima ‘PI’ (1998) y su excelente y
segundo film ‘Réquiem for a Dream’ (Réquiem
por un Sueño / 2000), nos trae su última y poética
película: The Fountain (La fuente de la Vida /2006). La crítica
se ha divido en sus opiniones al respecto y el film parece generar
amantes y detractores por igual. En el Festival de Venecia obtuvo
tanto aplausos como abucheos mientras que en el Festival de Cine Fantástico
de Sitges fue completamente aclamada. Se trata de un film complejo
que han querido catalogar de ciencia ficción, cuando es de
un registro tan amplio que no puede ser encasillado en un género
específico. Es una cinta con una narrativa fascinante que entrelaza
tres historias en tres tiempos distintos y que es de cita obligada
para los amantes del séptimo arte justamente porque rompe con
los patrones establecidos. Cuando hablamos de Aronofsky, estamos frente
a un director valiente, independiente y experimental que ha sabido
llevar a la pantalla grandes historias originalmente contadas y realizadas.
Se trata de verdadero cine de autor, por lo que hay que hacer caso
omiso de las malas criticas y formarse una opinión propia en
una cinta que da mucho para reflexionar sobre la vida y la muerte.
Un director ferozmente
independiente
Este
creativo de la escena indie, saltó a la fama con si primer largo
'PI' en 1998, estrenado en el Festival de Sundance, por el cual recibió
el premio al mejor director y que se convirtió rápidamente
en una sensación, éxito de taquilla y película
de culto, factores raramente presentes en un mismo film. Con apenas
sesenta mil dólares, Aronofsky logro una cinta de calidad y tremendamente
impactante. Filmada en blanco y negro, la historia del matemático,
que basado en la teoría del Caos (según la cual pequeñas
cosas pueden causar grandes cambios) intenta descifrar el mundo bursátil,
deslizándose peligrosamente entre un gran descubrimiento y la
locura, logra quedarse en el espectador como un gran interrogante. El
film se incrusta con fuerza en las mentes abiertas y nos recuerda los
inicios del genio delirante del celuloide David Lynch con su provocadora
‘Erasedhead’ por la capacidad de ambos directores de modificar
la percepción de la realidad y sumergirnos en mundos subterráneos.
Ya en esta primera cinta, Darren demostraba su garra como realizador
integral: guionista y director, que se involucra además en todo
el proceso de edición y montaje, estando presente en cada detalle,
confeccionado sus películas con la delicadeza de un orfebre y
la entrega de un hombre apasionado por lo que hace.
Su
segundo film ‘Réquiem por un Sueño’ basada
en el libro de Hubert Selby Jr, famoso por su novela ‘The Last
Exit To Brooklyn’ fue adaptada tanto por el autor como por el
director para la pantalla grande. El film, de mayor presupuesto y profesionalismo,
ratificó el increíble talento de este joven cineasta.
Se trata la historia de cuatro personajes encadenados por sus necesidades,
siendo la adicción la verdadera protagonista. Se palpa una profunda
reflexión sobre el comportamiento adictivo y por momentos se
siente que es un monstruo aparte, presente en todo momento más
allá de la voluntad de los personajes. La adicción respira
por sí misma en este film y se apodera de los cuatro protagonistas
quienes comienzan a descender hacia la autodestrucción. Enfermos
de necesidad de afecto y aceptación, desesperados por unirse,
amar y sentirse amados, caen en una rueda cíclica que los lleva
de una etérea felicidad, a unas trágicas circunstancias
vitales, en una realista evocación del paisaje interno que los
compone como seres humanos. La película posee una fuerza visual
increíble, con un excelente manejo del color, arriesgados efectos
de cámara que la hacen muy impactante en su factura.
Se trata de un cine arriesgado y comprometido, que no hace conseciones
con el espectador y lo enfrenta con la crueldad de ciertos temas, sin
maquillaje ni anestesia. Es así, que Réquiem for a Dream
es en definitiva una película difícil de ver e imposible
de olvidar. Recordemos que cuando se trata de Aronofsky nada es convencional,
ni ajustado a parámetros comerciales, este es un director fieramente
independiente que hace que su cine se convierta en arte.
The Fountain: Desgarradora y poética
FICHA TÉCNICA DE 'THE FOUNTAIN'
+
Dirección: Darren Aronofsky.
+ País: USA.
+ Año: 2006.
+ Duración: 97 min.
+ Género: Drama, ciencia-ficción.
+ Interpretación: Hugh Jackman
(Tomás/Tommy/Tom Creo), Rachel Weisz (Isabel/Izzi Creo), Ellen
Burstyn (Dra. Lillian Guzetti), Mark Margolis (padre Ávila),
Sean Patrick Thomas (Antonio).
+ Guión: Darren Aronofsky, basado
en un argumento de Darren Aronofsky y Ari Handel.
+ Producción: Iain Smith,
Eric Watson y Arnon Milchan.
+ Fotografía: Matthew Libatique.
+ Montaje: Jay Rabinowitz.
+ Vestuario: Renée April.
+ Música: Clint Mansell.
+ Diseño de producción: James
Chinlund.
'The
Fountain' medita profundamente sobre los conceptos de la vida y la muerte
y como esta última, siendo parte inherente de la vida, genera
dolor, rechazo, impotencia, como un lado negado, una situación
que no queremos ver ni aceptar como parte de nuestra existencia. Vivimos
pensando en el futuro pero espantando la idea de la muerte. La sociedad
en general está obsesionada con la eterna juventud, a través
de la cirugía plástica, cremas antienvejecimiento, tratamientos,
pastillas milagrosas. De hecho esta fijación en la eterna juventud
es un gran negocio mundial y ha sido un tema importante a lo largo de
la historia occidental. Sin embargo, la muerte siempre toca de improviso,
no ejercemos control sobre ella y cada vez que nos vemos obligados a
enfrentarla, no podemos aceptarla como parte de la vida. El dolor de
la pérdida de un ser querido es casi insoportable y es a partir
de esta premisa que Aronosfsky construye la trama de esta excelente
película.
La
cinta tiene lugar en tres tiempos distintos: El siglo 16 en España,
el presente y el futuro en el año 2500. En todas las épocas
nuestro protagonista central (Tomás / Tommy y Tom), en un performance
tanto revelador como soberbio de Hugh Jackman, está en la misión
de buscar como prolongar la vida de su amada que está muriendo
de cáncer. La búsqueda toma diferentes formas según
la época en que se desarrolla, en el tiempo presente Tommy es
un destacado científico que experimentando con monos busca la
cura para la enfermedad que poco a poco se lleva a su esposa Izzy. En
un estado completo de negación, Tommy pasa los pocos días
que le quedan a su mujer encerrado en su laboratorio para encontrar
la cura. Mientras su esposo se la pasa trabajando Izzy ha escrito una
novela sobre un conquistador llamado Tomás cuya adorada reina
lo ha enviado al nuevo mundo a buscar la fuente de la juventud. En el
futuro encontramos a Tom, que viaja en una burbuja cósmica por
el espacio y el tiempo acompañado de un árbol, viajando
a una galaxia que según las leyendas, es donde el espíritu
de Isabel espera para renacer. Vale destacar que las historias están
inteligentemente entrelazadas, de manera que no se sienten fracturas
entre un tiempo y otro sino por el contrario cada escena nos ayuda a
entrar en las diferentes facetas que vive el personaje principal. La
trama puede parecer complicada explicada en papel, pero su excelente
elaboración hace que sea muy fácil de seguir en la pantalla.
La
historia trata la necesidad de aceptar la muerte como parte del ciclo
de la vida y no como el final de todas las cosas. Para ello, se nos
presentan tres facetas de un mismo personaje, que sumido en el dolor
se niega a resignarse movido por el amor. Simplemente rechaza perder
al ser que ama, se resiste, muere de impotencia por no poder cambiar
el curso del destino. Es simplemente humano, que como todos, quisiéramos
preservar la salud y juventud propia y la de los que amamos. Es en realidad
un conflicto básico de la existencia, sin embargo el mensaje
que quiere trasmitir Aronofsky se pierde un poco entre tanta peripecia
técnica. Pareciera que la forma pesa más que el contenido,
pero vaya que empaque de lujo. A nivel de realización The Fountain
es una obra de arte, la fotografía es exquisita a cargo de Matthew
Libatique , especialmente en las escenas del futuro que son totalmente
maravillosas. La edición estuvo a cargo de Jay Rabinowitz que
junto al director logran que todos los fragmentos se unan para crear
una gran historia. Las transiciones son excelentes, el ritmo es adecuado,
los efectos utilizados están al servicio de la historia como
cámaras en 360 grados para dar la idea de circularidad del tiempo,
por solo citar un ejemplo. Aronofsky es un obsesivo de los efectos visuales
y sabe ubicarlos a la perfección dentro de la historia para imprimirle
aún más fuerza dramática.
Cabe
destacar el enorme esfuerzo que significó para el director llevar
a cabo esta película que estaba pautada para ser filmada en 1999,
contando con Brad Pitt y Cate Blanchet como protagonistas y un presupuesto
de 100 millones de dólares. A último momento Brad Pitt
decidió retirarse del proyecto por considerar el papel poco adecuado
para su carrera y se volcó hacia Troya. Rapidamente Cate Blanchet
se marchó detrás y con ellos el presupuesto. Era el año
2002 y Aronofsky estaba de nuevo en cero, desesperado viendo como su
preciado proyecto se esfumaba. Pero el aguerrido cineasta decidió
que si pudo hacer una buena película con 60.000 dólares,
que fue el costo de PI, podía reescribir el guión y bajar
el presupuesto, lo que le llevo un par de años. Fue así
como la cinta logró reducir costos a 30 millones de dólares
y con actores menos renombrados pero de excelente calidad pudo finalmente
ser realizada.
El guión estuvo a cargo del director junto a su mejor amigo Ari
Andel, dando a luz un escrito sólido que logra salir airoso del
complicado ejercicio de simultaneidad temporal. Es en definitiva cine
de autor, que no responde a los formatos comerciales, se trata de un
film que está fuera de los parámetros narrativos tradicionales,
cuya excelsa confección lo convierte en una obra estética
sobresaliente. Trata el tema de la muerte desde una original perspectiva,
generando un film sumamente poético, algo denso pero magistralmente
ensamblado, que refleja el canto al dolor que puebla a veces la vida.
Aronofsky sigue perfilándose como uno de los directores más
interesantes e innovadores del cine contemporáneo, rebelde y
valiente, no teme perder años detrás de un proyecto si
de verdad lo desea, porque su cine no es producto de la oportunidad
ni del dinero, es fruto de un creativo de vanguardia que entre tanto
cine repetido y gastado nos sorprende con sus planteamientos cinematográficos.
Imperdible!