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Grupo 7: Velas que se apagan
Julio Rodríguez Chico
20/04/2012



FICHA TÉCNICA DE 'GRUPO 7'

Grupo 7+ Dirección: Alberto Rodríguez
+ Guión:
Rafael Cobos
+ País: España
+ Año: 2012
+ Duración
: 95 min.
Interpretación
: Antonio de la Torre (Rafael), Mario Casas (Ángel), Inma Cuesta (Elena), José Manuel Poga (Miguel), Joaquín Núñez (Mateo), Julián Villagrán (Joaquín), Estefanía de los Santos (La Caoba), Alfonso Sánchez (Amador), Carlos Olalla (don Julián), Lucía Guerrero (Lucía).
+ Producción: José Antonio Félez y Gervasio Iglesias
+ Montaje: José M.G. Moyano
+ Dirección artística: Pepe Domínguez
+ Música: Julio de la Rosa
+ Fotografía: Alex Catalán
+
Vestuario:
Fernando García


Una película policíaca, de acción e intrigas criminales, de persecuciones y arrestos, pero también un drama de lealtades y mentiras de un grupo de hombres arrogantes y desvalidos, vulnerables y violentos. El grupo lo componen: Ángel, un joven aspirante a inspector; Rafael, un policía expeditivo, contundente y arrogante; Miguel y Mateo, los socarrones del grupo. Para el Grupo 7 no existe la delgada línea que separa los recursos poco éticos de los abiertamente ilegales.


Tras 7 vírgenes seguimos en el entorno andaluz para adentrarnos en un territorio turbio y difícil. Es el mundo del narcotráfico en su versión más callejera, donde consumo, extorsión y negocio corren parejos a prostitución, SIDA y corrupción.

  

Alberto Rodríguez forma su ‘Grupo 7’ con cuatro policías encargados de perseguir ese mercadeo y desarticular las mafias en que todos son víctimas y verdugos, porque la línea que separa la lucha por sobrevivir y la moralidad/legalidad se hace muy delgada. Violencia y brutalidad extremas, métodos inadmisibles y humillantes, persecuciones y venganzas se dan cita en las calles de Sevilla en los años previos a la Expo del 92, cuando nuestros cuatro hombres de Harrelson cruzan ese límite en su necesidad de ascender profesionalmente, de curar una herida sin cicatrizar o de dar alicientes a su vida anodina.

La opción por el realismo en la puesta en escena permite a Alberto Rodríguez conseguir una ambientación convincente y auténtica, con cámara muy nerviosa y planificación descuidada, con imágenes de archivo que sitúan la historia, con montaje vertiginoso que se acelera en los momentos de persecución al ritmo de una música trepidante que aporta la tensión necesaria, y con una fotografía sucia y fría que retrata no solo los bajos fondos sino también el alma triste y solitaria de sus protagonistas (buen trabajo de Alex Catalán).

No escatiman el director ni los protagonistas en golpes y sangre, en violencia física y verbal… para radiografiar unos círculos donde todo se entiende a partir de amenazas, sobornos o mentiras, vengan de los delincuentes o de la misma policía. Bien rodada, sin embargo la cinta no escapa del mundillo sórdido de los suburbios y por momentos se empantana narrativamente en una intervención tras otra, en una venganza seguida de otra penitencia, en un intento de huida hacia adelante que termina por hundirse más en la soledad.

  

Siendo la descripción de atmósferas el mayor logro de la cinta, abundan los tópicos del subgénero a la hora de dibujar los personajes marginales: policías duros y con un problema interior, periodistas intrépidos que buscan la verdad, confidentes que se venden al mejor postor, yonquis sin voluntad -verosímil papel de Julián Villagrán como Joaquín-… Sin embargo, es justo destacar la contenida interpretación de Antonio de la Torre como Rafael, policía expeditivo y de respuestas contundentes que responden a una vida perdida desde… lo de su hermano Pablo. Oír ese nombre y sentir el dolor de su alma reflejado en el rostro es todo uno, y en su mirada se adivina un duro pasado que le dejó marcado para una vida de soledad y de encerramiento en sí mismo.

Su falta de escrúpulos y frialdad encuentran cierto respiro al encontrar a esa chica que consigue inicialmente despertar su alma… porque es una persona buena y sensible, y eso se aprecia en su actuar en las detenciones desde la mitad de la trama. Será un renacer a la luz de las velas que pone a su Cristo sevillano… pero con una llama pequeñita.

Un camino inverso sigue Ángel, a quien Mario Casas presta su fuerza y físico pero cuyo rostro no transmite la misma hondura y sutilidad de su compañero de reparto. Este joven aspirante a inspector, casado y con un hijo, pasa del respeto a las normas y de la compasión inicial a las mayores brutalidades, desbocado y enrabietado en su ira, en permanente huida de sí mismo hacia un futuro que apunta al precipicio, pues sus métodos están siendo investigados. Como Rafael, Ángel trata de sobrevivir a su modo entre la miseria del mundo de la droga y la falsedad de unos políticos ‘que miran hacia otra parte’… porque la Expo no puede ser un fracaso y hay que limpiar la ciudad. Pero su conciencia le recrimina y cada vez se vuelve más brusco e insensible, algo que notan su mujer y sus compañeros.

  

Con todo, parece que el director no quiere dejar salir a esos ángeles exterminadores de su mundo de mediocridad y de su cárcel interior (uno coloca alarmas en su casa, mientras el otro echa el cerrojo), pero tampoco condenarles… porque en el fondo son también ángeles caídos, sin demasiada culpa personal.

Por eso, el final -lo mejor desde el punto de vista cinematográfico- es esclarecedor de ese universo de soledad y tristeza al que parecen condenados, donde reina un gran pesimismo a la hora de vencer al hampa (la miseria humana) y al político de turno… y donde el individuo parece sentenciado a seguir siendo víctima y a apagar la vela que había encendido.

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Para saber más

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DATOS DEL AUTOR:

Julio Rodríguez Chico, natural de Gijón (Asturias). Licenciado en Historia y máster en Historia y Estética de la Cinematografía por la Universidad de Valladolid. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC) y de la Asociación SIGNIS-España. Editor del blog La Mirada de Ulises, incluida en las plataformas digitales Paperblog y Globedia. Crítico de cine y colaborador de las revistas La Butaca, Film Historia (Univ. de Barcelona), Cinemanet, La peli que quieres ver, y En taquilla.
Autor del libro Azul, Blanco, Rojo. Kieslowski en busca de la libertad y el amor (Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid 2004), de En busca del hombre y de la libertad. El cine polaco en la Seminci (Ed. Polonica Matritensis, Madrid, 2009), así como de artículos publicados en revistas y congresos especializados, sobre todo en torno al cine de autor. Desde el 2002, he participado en cine-forum y ciclos de cine entre universitarios, y cubierto el Festival de Cine de Valladolid (SEMINCI).