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HIERRO 3 (BIN-JIP, 2004
Sara Manzano Cuadrado
26/05/200
6


DATOS TÉCNICOS

+ Dirección: Ki-Duk Kim (AKA Kiduck Kim).
Le Bonheur+ Países: Corea del Sur/ Japón.
+ Año: 2004.
+ Duración: 88min.
+ Interpretación: Lee Seung-yeon (Sun-hwa), Jae Hee (Tae-suk), Kwon Hyuk-ho (Min-kyu), Joo Jin-mo (Detective Cho), Choi Jeong-ho (Funcionario de prisiones), Lee Dah-hae (Ji-eun), Park Dong-jin (Detective), Moon Sung-hyuk (Sung-hyuk), Park Jee-ah (Jee-ah).
+ Producción: Ki-Duk Kim (AKA Kiduck Kim).
+ Guión: Ki-Duk Kim (AKA Kiduck Kim).
+ Fotografía: Jang Seung-beck.
+ Montaje: Ki-Duk Kim (AKA Kiduck Kim).
+ Vestuario: Alzette Samazeuilh.
+ Música: Slvian.
+
Sonido:
Dolby Digital.



SINOPSIS: Tae-suk (Jae Hee) es un joven que, sin noticias de su pasado, deambula de casa en casa 'abierta por vacaciones' hasta que conoce a Sun-hwa (Lee Seung-yeon), una joven atrapada en una de ellas, que decide seguirle en sus ansias de vivir. Ambos continuarán un viaje sin regreso hacia las profundidades de los sentimientos, la inadaptación y la insignificancia de las acciones en pos de restaurar la felicidad perdida.


Si a estas alturas alguien modorrea ante la posibilidad de ir a ver una película asiática, Hierro 3 levanta el polvo a toda jungla de perezosos y subraya, una vez más, valores y virtudes que bien podría dedicarse a importar Occidente en vez de absorber, con tanta insistencia, la stupid american school.

El coreano Kim Ki-Duk vuelve a dejarnos en esta cinta con la retina pegada en un discurso iluminado, transparente y completamente cautivador. Si ya en La isla (Seon, 2000) fibrilaba al espectador conectando su brutal carga temática a ánodos-cátodos dispuestos del revés, Hierro 3 (Bin-jip, 2004) hace del gotero emocional su mejor herramienta.

Esta vez el autor nos presenta a un joven misterioso que mata sus días allanando moradas a las que accede mediante la perspicacia de pegar publicidad en las puertas de los hogares para volver días después a ocupar sólo aquellas en las que los panfletos no han sido retirados. Buena técnica la suya. Casas vacías, casi muertas, a las que dota de vida, arrulla y mima como si fueran criaturas, y donde la única huella que deja a su paso es saber que, cuando sus dueños regresen, se encontrarán la ropa sucia lavada, los aparatos, antes estropeados, ahora funcionando y la sensación de que su casa ha sido habitada por un 'ángel caído'.

En este deambular errante al que los postmodernistas podrían llamar tiempo muerto, Tae-suk descubre a una joven escondida, azotada por su acomodada vida y por un marido castrante, que la retiene cautiva tras el umbral de una desesperación pasiva. Ver a Tae-suk danzando por su casa le ayudará a abrir todos los cerrojos de su alma, a descubrir que no todo acaba ahí, ya que su particular mesías, una especie de intruso benefactor, ha venido a salvarla, a sacarle las lágrimas y a transportarla a beberse otras sangres junto a él, a hacerse demiurgos de sus propias vidas y sus propias limitaciones con respecto a los ancestros conceptos del amor.

Juntos irán transformando su cotidianeidad en la aventura de reestablecer sus identidades sin mediación de palabras, sin necesidad de conocerse para sentirse. Todo un proceso de vaciamiento de la infelicidad que se ve interrumpido cuando la pareja de ángeles es cazada en uno de los pisos que han ocupado. Tras esto, Tae-suk irá directo al calabozo y Sun-hwa se verá obligada a volver con su repugnante marido.

Pero no será, sin embargo, el calabozo el lugar que aprese la libertad de Tae-suk, puesto que, guiado por sus emociones y sus ansias de libertad extracorpórea llevará a cabo un extraordinario aprendizaje por lograr la inmaterialidad. Todo un espectáculo de pureza y minimalismo para un espectador que aplaudirá, sin duda, la pericia con la que el joven juega con los contracampos, consiguiendo hacerse invisible a los ojos de sus carceleros y sólo visible a los ojos de quien le espera. Un extraordinario juego de sombras que le elevan a caracterizarlo como un fantasma venido al mundo a vacilar a los que no creen que la espiritualidad del amor puede hacerte imperceptible al mundo tangible.

Y el hierro 3, que da título al film, será el mecanismo de defensa de Tae-suk, estableciéndose cierto paralelismo con ese mesías del que hablábamos antes, el Cristo pacifista y amoroso del evangelio según San Mateo, que decía 'no he venido a traer la paz, sino la espada'. Esa espada es para Tae-suk su hierro 3 que utiliza, al igual que los golfistas, en muy contadas ocasiones y con el que muestra su disconformidad, su desahogo y su impotencia ante una sociedad que se resiste a los cambios y que sigue anclada en los consejos estúpidos del que predica 'no te fíes de un desconocido'.

Así será como vaya desenvolviéndose una especie de trama en la que el verdadero conflicto no es ni mucho menos un problema, sino más bien la reivindicación de la confianza, del amor como alienación y salvación de almas.

Con claras influencias hitchconianas y una inequívoca destreza en la plasmación de técnicas narrativas, Kim Ki-Duk nos irá arrastrando con sigilo y suspense hacia un conflicto en el que la búsqueda de sentido podría ser el macguffin de esta historia. No necesitamos saber qué ha llevado a los personajes a ser lo que son, tampoco Ki-Duk justifica sus actos, pero lo que sí parece demostrar, como bien predican los ideólogos Lyotard o Vattimo, es que conocer la verdad no es un camino al que podamos llegar por medio del lenguaje, puesto que la clara disyunción entre nuestras palabras y las realidades que pretenden reflejar hace que las dificultades de alcanzar una auténtica comunicación interpersonal se palpen claramente en esta cinta cuyo exquisito tratamiento visual, al igual que la banda sonora, va marcando el pulso a esta postmodernista historia.

Así, el coreano Kim Ki-Duk, autor de las aclamadas Primavera, verano, otoño, invierno…primavera (Bom yeoreum gaeul gyeoul geurigo bom, 2003) o Samaritan girl (Samaria, 2004), vuelve a dejarnos petrificados bajo su lirismo poético, que reconforta, que turba, que enseña y que va creando su propia realidad ayudado, entre otros, por un grupo de actores en el que Jae Hee se presenta como un verdadera hallazgo.

Y todo esto no deben ser tan sólo entelequias, sino que la Seminci (Semana Internacional de Cine de Valladolid) y el Festival de Cine de Venecia debieron caer en lo mismo al otorgarle en 2004 la correspondiente Espiga de Oro, el Premio Fipresci y el León de Plata al Mejor Director.

Sea como fuere, este conmovedor ejercicio de estilo convierte a Kim Ki-Duk en una de las más altas promesas del panorama cinematográfico actual.


La casa vacía
Salgo de mi casa.
Mientras estoy fuera, alguien entra en mi casa vacía y se instala en ella.
Come la comida de mi frigorífico, duerme en mi cama, mira mi televisor. Quizá porque se siente culpable, arregla mi despertador roto, lava la ropa, lo ordena todo y luego desaparece.
Como si nadie hubiera estado allí...
Un día entro en una casa vacía.
Parece que nunca haya estado nadie, así que me desnudo, me baño, preparo la comida, lavo la ropa, arreglo una báscula de baño y juego al golf en el jardín de la casa.
En la casa hay una mujer desanimada, asustada y herida, que no sale nunca y que llora.
Le muestro mi soledad. Nos entendemos sin decir ni una palabra, nos vamos sin decir ni una palabra.
Mientras elegimos una casa en que vivir, nos sentimos cada vez más libres.
En el momento en que parece que nuestra sed de libertad se ha aplacado, nos quedamos atrapados en una casa oscura.
Uno de los dos se queda en una casa hecha de nostalgia.
El otro aprende a convertirse en un fantasma para esconderse en el mundo de la nostalgia.
Ahora que soy un fantasma, ya no siento deseos de buscar una casa vacía.
Ahora me siento libre de ir a la casa en la que vive mi amada y besarla.
Nadie sabe que estoy allí.
Excepto la persona que me espera...
Siempre llega alguien para la persona que espera... Llega, seguro... hasta para la persona que espera...
Este día del año 2004, alguien abrirá el candado que bloquea mi puerta y me liberará.
Confiaré ciegamente en esa persona y la seguiré a donde sea sin que me importe lo que pueda suceder...
Hacia un nuevo destino...
Es difícil saber si el mundo en que vivimos es sueño o realidad.

Kim Ki-Duk