FICHA TÉCNICA DE 'LA
INVENCIÓN DE HUGO'
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Dirección: Martin Scorsese
+ Guión: John Logan, basado
en el libro La invención de Hugo Cabret, de Brian Selznick
+ País: USA
+ Año: 2011
+ Duración: 128 min.
+ Interpretación: Asa Butterfield
(Hugo Cabret), Chloë Grace Moretz (Isabelle), Ben Kingsley (Georges
Méliès), Sacha Baron Cohen (inspector de estación),
Jude Law (padre de Hugo), Christopher Lee (Sr. Labisse), Richard Griffiths
(Sr. Frick), Ray Winstone (tío Claude), Emily Mortimer (Lisette),
Frances de la Tour (Sra. Emilie).
+ Producción: Johnny Depp,
Tim Headington, Graham King y Martin Scorsese
+ Montaje: Thelma Schoonmaker
+ Direño de producción:
Dante Ferretti
+ Música: Howard Shore
+ Fotografía: Robert Richardson
+ Vestuario: Sandy Powell
Decidido
a no perder el tren de las nuevas tecnologías, Martin Scorsese
mira a los comienzos del cine y se sube a aquel que asombró
en su realismo a los primeros espectadores de los hermanos Lumière,
rinde homenaje a Georges Méliès como creador de sueños
y del espectáculo visual, y apuesta por el 3D para crear las
nuevas ilusiones del siglo XXI.
De esta manera, con La invención de Hugo Scorsese quiere
marcar el camino para una industria que, una vez más, tiene que
reinventarse para sobrevivir, y por eso recuerda el espíritu
visionario y empresarial del mago francés… recuperando
sus películas y fantasmagorías, reparando sus juguetes
y su memoria, aliviando el dolor por la pérdida y la indiferencia
en que cayó. Para ello se sirve de la historia de Hugo Cabret,
niño huérfano que heredó de su padre relojero un
robot estropeado… junto al convencimiento de que en una máquina
nunca sobra ninguna de las piezas. En la estación de trenes parisina,
Hugo se ocupa de incógnito de velar por el buen funcionamiento
de los relojes… aunque su verdadera ilusión es arreglar
el autómata, para lo que será fundamental la ayuda de
su nueva amiga Isabelle.
El magistral prólogo nos introduce
en el fantástico mundo del Hugo -una réplica del espíritu
de Méliès-, con su rutina diaria entre los engranajes
de los relojes y el enigma de un muñeco al que le falta piezas…
y una llave. Las primeras escenas nos producen el asombro y expectación
sólo posibles en quien esté dispuesto a dejarse llevar
por la imaginación, como si asistiéramos a un nuevo nacimiento
del cine con las 3D y que conectase con el espíritu festivo y
de evasión del gran Méliès.
Ese espectador ingenuo es cada uno de nosotros y lo es también
Hugo, soñador incansable dispuesto a todo por mantener el recuerdo
de su padre, hábil relojero capaz de dar sentido a cada pieza
de la máquina, valiente aventurero que no dudará de viajar
a la luna con Isabelle Méliès -nieta del ilusionista-
para repetir el milagro del cine… y del amor. De esta manera,
Scorsese reclama credulidad e imaginación de niño a su
espectador, construye una puesta en escena que es puro amor al cine-espectáculo,
y dice que nadie sobra en este mundo -los huérfanos de afecto
o quien aún no ha encontrado su sentido vital- ni tampoco en
el del cine -el realismo cotidiano o la fantasía, las salas tradicionales
o el cine por internet-, pues basta con encontrar la llave del corazón
y amar esa aventura.
Todo el diseño de producción de La invención
de Hugo es brillante e impecable, y contribuye a crear unas atmósferas
de ensueño en las que se puede respirar la misma fe, bondad y
esperanza que tiene el mismo Hugo. La fotografía consigue el
aire añejo y entrañable que tiene la historia, a modo
de cuento mágico y amable, mientras que la música marca
siempre el tono de cada escena y empuja al espectador a vivir la aventura
sobrevolando la realidad.
Sabe Scorsese disponer la cámara
en el lugar oportuno para sacar máximo partido a las 3D con travellings
espectaculares o perspectivas atrevidas, y con la cámara conocemos
cada escondrijo de esa fascinante maquinaria de relojería convertida
en hogar del pequeño, o pasearnos por la estación de trenes
y presenciar los tímidos y silenciosos coqueteos de enamorados
o la amargura de quien antaño fuera hombre festivo y vitalista.
Decorados, vestuario, atrezzo y demás elementos artísticos
alcanzan cotas elevadas en esta historia de los orígenes del
cine.
Sin embargo, no todo funciona al mismo nivel en La invención
de Hugo. La perfección artístico-formal consigue
deslumbrar pero apenas emocionar, salvo en el desenlace; es como si
el director hubiera cogido (demasiado) firmemente las riendas de la
historia y no la dejase desbocar, aunque tampoco descarrile. Hay momentos
tiernos, entrañables y nostálgicos, pero falta sentimiento
e intimidad entre los personajes, con una amistad entre Hugo e Isabelle
algo fría o un amor acartonado entre las diversas parejas que
se dan cita en la estación ferroviaria… aunque ese sea
el tono elegido sea el del ‘encanto’.
Tampoco los actores ni su dirección son la baza más conseguida
de la película… aunque estén correctos, y hay niños
con más registros que Asa Butterfield -de quien se extrae sobre
todo su mirada natural, cándida e inocente- o Chloë Grace
Moretz, mientras que algunos secundarios están desaprovechados.
A su vez, si visualmente la cinta
es impecable -magnífica la escena en que se abre la caja secreta
de Méliès, o las dos secuencias oníricas de Hugo-,
en lo narrativo flaquea por varios lados… como en esos indisimulados
tributos al cine de Méliès con largas secuencias de sus
películas, que ilustran su figura y sus trucos pero que rompen
el ritmo del relato de Hugo.
En definitiva, una película familiar para volver a entretenerse
con el cine como espectáculo que invita a soñar, un homenaje
al propio cine que apreciarán más quienes conozcan sus
primeros pasos y la historia de Méliès, y una invitación
a reparar la pieza estropeada en nuestra vida para encontrar el lugar
en que nos veamos necesarios. Al final, va a resultar que el cine es
una fábrica de sueños y de relojes… donde se pueden
arreglar las máquinas y a sus dueños.
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Para
saber más
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DATOS
DEL AUTOR:
Julio Rodríguez Chico, natural de Gijón
(Asturias). Licenciado en Historia y máster en Historia y Estética
de la Cinematografía por la Universidad de Valladolid. Miembro
del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC) y de
la Asociación SIGNIS-España. Editor del blog La
Mirada de Ulises, incluida en las plataformas digitales
Paperblog y Globedia. Crítico de cine y colaborador
de las revistas La Butaca, Film Historia (Univ. de Barcelona),
Cinemanet, La peli que quieres ver, y En taquilla.
Autor del libro Azul, Blanco, Rojo. Kieslowski en busca de la libertad
y el amor (Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid 2004),
de En busca del hombre y de la libertad. El cine polaco en la Seminci
(Ed. Polonica Matritensis, Madrid, 2009), así como de artículos
publicados en revistas y congresos especializados, sobre todo en torno
al cine de autor. Desde el 2002, he participado en cine-forum y ciclos
de cine entre universitarios, y cubierto el Festival de Cine de Valladolid
(SEMINCI).