FICHA TÉCNICA DE 'MEMENTO'
+
Dirección: Christopher Nolan
+ Guión: Christopher Nolan,
basada en el relato Memento mori, de Jonathan Nolan
+ País: EE.UU.
+ Año: 2000
+ Duración: 115 min.
+ Interpretación: Guy Pearce
(Leonard Shelby), Carrie-Anne Moss (Natalie), Joe Pantoliano (Teddy),
Mark Boone Junior (Burt), Russ Fega (camarero), Stephen Tobolowsky (Sammy),
Harriet Samson Harris (sra. Jankis), Larry Holden (Jimmy Grantz).
+ Productores: Jennifer Todd, Suzanne
Todd
+ Montaje: Dody Dorn
+ Direño de producción:
Patti Podesta
+ Música: David Julyan
+ Fotografía: Wally Pfister
+ Vestuario: Cindy Evans
Memento es un thriller psicológico y de acción
que bien podría considerarse un tratado sobre la identidad
humana. Esta obra cinematográfica se ha convertido, durante
la última década, en una obra de obligada referencia
en campos de investigación tan importantes como los de la filosofía
de la mente, la ciencia cognitiva y la robótica.
Leonard es un ex investigador de seguros que trataba de descubrir las
tentativas de fraude a su empresa. Aquejado de un caso grave de amnesia
anterógrada, Leonard es incapaz de crear recuerdos nuevos en
su mente. De las pocas cosas que recuerda es el asesinato de su esposa,
suceso durante el cual sufrió él mismo la agresión
que le convertiría en un desvalido. También recuerda el
hecho de que anda en busca del asesino de su esposa con la intención
de vengarse, que a pesar de las graves limitaciones que sufre debido
a su lesión cerebral, se ha convertido en la finalidad última
de su existencia. Para solventar su incapacidad para almacenar recuerdos
en su memoria por más de diez minutos, Leonard desarrolla un
complejo entramado de métodos con los cuales trata de conservar
la información relevante para encontrar al asesino. El protagonista
redacta pequeñas notas, toma fotografías instantáneas
y escribe anotaciones en su reverso e incluso se tatúa en el
cuerpo aquello que no está dispuesto a olvidar.
Diversos personajes se cruzarán
en la vida de Leonard, como Teddy, un policía que, supuestamente,
investiga el asesinato de su esposa y que tratará de servirse
de la dolencia de Leo para manipularle en función de sus propios
fines. La identidad de Leonard, al igual que la estructura narrativa
del film, se asemeja a un puzzle desorganizado y al cual le
faltan numerosas piezas. Y es que Memento se ha considerado
una película muy original e innovadora, puesto que la línea
temporal a través de la cual transcurre la trama se presenta
parcialmente invertida, violando de forma resuelta los principios aristotéticos
sobre la forma de construir una narración. El orden invertido
de los acontecimientos transcurre mediante saltos hacia atrás
-mostrando las causas de los efectos ya vistos-, intercalados con escenas
en blanco y negro que transcurren en orden normal hasta llegar a un
final donde confluyen todos los tempos. De este modo, el espectador
debe reconstruir el hilo argumentativo de los acontecimientos al igual
que Leonard debe reconstruir, cada diez minutos aproximadamente, toda
su identidad. Si todavía existe alguien que piense que el espectador
de cine es un sujeto pasivo frente al papel activo de, por ejemplo,
el lector, debería abandonar inmediatamente esta postura tras
el visionado de Memento. En este film, el espectador
es quien debe encajar todas las piezas y reconstruir la trama para acceder
al sentido de la obra.
Las implicaciones filosóficas de Memento están
fuera de toda duda. Las cuestiones planteadas remiten a una de las discusiones
clásicas y canónicas en filosofía de la mente:
a saber, la relación existente entre la identidad personal y
la memoria. John Locke (1632-1704) había explicado la identidad
personal recurriendo a la ‘conciencia reflexiva’, esto es,
la autoconciencia o la conciencia de los propios actos, lo cual otorgaba
a la memoria —como acervo de experiencias de las que el yo es
consciente y del que los recuerdos pueden dar fe— un papel determinante.
David Hume (1711-1776), sin embargo, criticó la postura de Locke
arguyendo que Aquellos que sostienen que la memoria produce íntegramente
nuestra identidad personal están ahora obligados a explicar por
qué podemos extender entonces nuestra identidad más allá
de nuestra memoria [Nota
1]. Para Hume asumimos bajo nuestra identidad períodos
de tiempo de los que no poseemos recuerdos concretos, motivo por el
cual, para él, el papel de la memoria se limitará a descubrir
la identidad personal, reconocerla en las cadenas causales
de percepciones que constituyen las vivencias pasadas. Pero en el caso
de Leonard, en ausencia de recuerdos de un período extenso de
su vida, no puede descubrir su identidad en el sentido humeano,
sino que debe reconstruirla infiriendo su biografía con la sola
ayuda de la recolección inductiva de evidencias detectivescas
(y este es el sentido de las notas, fotografías, tatuajes…).
Sin embargo, a pesar de la distinción
conceptual entre descubrimiento y reconstrucción, es
en virtud del argumento de Hume que podemos considerar que todos somos
un poco Leonard, o dicho de otro modo, que la diferencia entre el protagonista
y cualquiera de nosotros es solo de grado: todos asumimos grandes partes
de nuestra vida de las que no poseemos recuerdos concretos, y esto es
así, precisamente, por las limitaciones de nuestra memoria. Podríamos,
entonces, suscribir la conclusión de Hume, según la cual
la memoria es condición necesaria, aunque no suficiente, para
la identidad personal. El clímax del film plantea una
problematización, un cuestionamiento radical de la identidad,
que interroga al espectador sobre la posibilidad de que nuestra biografía
sea un entramado de mentiras o distorsiones de la realidad, una historia
inventada, en mayor medida que recordada, que nos contamos a nosotros
mismos para vivir nuestras vidas como si realmente existiera una continuidad
lógica y un telos -es decir, una finalidad- hacia la
cual dirigir nuestras acciones. Y es que si, desarrollando la tesis
de Hume incluso más allá de sus pretensiones, asumimos
grandes porciones de nuestra vida sobre las que no poseemos recuerdos
concretos, ¿qué nos garantiza que la imaginación
no ha jugado un papel importante en la reconstrucción de la trama
de nuestra vida?
Sin embargo, Memento se ha
visto envuelta en una discusión mucho más actual e innovadora
relacionada con el campo de la filosofía de la mente, la ciencia
cognitiva y, de rebote, aunque no por ello carezca de importancia, la
robótica. Hablamos de la polémica que gira entorno a la
teoría de la mente extendida. Todo comenzó cuando
Andy Clark y David Chalmers escribieron el artículo titulado
The Extended Mind [Nota
2] en 1998. Estos autores, desde un enfoque
funcionalista, aventuraban en esta publicación la hipótesis
según la cual la mente, considerada como un sistema, podía
incorporar, mediante bucles de retroalimentación [Nota
3] otros sistemas físicos extracraneales
-debemos entender aquí, externos respecto al cerebro en particular
y al cuerpo humano en general- en sus funciones cognitivas. De modo
que si dichos sistemas contribuían a cumplir los objetivos de
una tarea cognitiva de forma similar a cómo se producirían
usando únicamente nuestro cerebro, debían considerarse
como una parte más de la mente, es decir, del sistema. Esta teoría
plantea, de forma desafiante, la pregunta: ¿Puede la cognición
humana considerarse como restringida al cerebro o el sistema nervioso?,
o dicho de otra forma, ¿dónde acaba la mente y empieza
el resto del mundo?
Según Clark y Chalmers, una
persona que padece Alzheimer y complementa su carencia de memoria biológica
con un bloc cuyas anotaciones le permiten cumplir la tarea cognitiva
de guiarse por la ciudad de Nueva York de forma similar a cómo
lo haría una persona sana recurriendo a sus recuerdos, estaría
incorporando a su sistema cognitivo un sistema físico extracraneal.
Del mismo modo, un jugador del Tetris incorpora el sistema físico
extracraneal formado por los mandos de su consola o computadora cuando
se sirve de ellos para descubrir la forma de encajar las piezas en el
juego. Este último ejemplo requiere una aclaración: lo
que los autores afirman es que el jugador puede girar las piezas tanto
con su imaginación como con el botón de los mandos programado
para realizar dicha función. Una consideración precipitada
del caso podría llevar a pensar que el jugador siempre rota anteriormente
las piezas en su mente y solo después usa el botón de
forma mecánica para buscar la posición que previamente
ha visualizado. Sin embargo, como indican estos autores, el jugador
suele hacer rotar las piezas con el botón con la finalidad de
descubrir cuál es la posición idónea para continuar
el juego. Si se aceptan estos ejemplos, se observará que la suposición
de Clark y Chalmers de que en ellos se da una suerte de cognición
extendida no puede desecharse por absurda.
Esta teoría, sencilla, elegante, pero revolucionaria, fue discutida
desde numerosos planteamientos filosóficos y científicos.
Con el ánimo de responder a dichas objeciones, Andy Clark publicó
un artículo titulado Memento’s Revenge [Nota
4], donde acoge el argumento de la película
en lo que constituye una revisión y ajuste de su propia teoría
para defender su contenido esencial frente a las objeciones recibidas.
Leonard, al acudir a las notas, las fotografías anotadas en el
reverso y los tatuajes representaría un caso concreto de mente
extendida. Según Clark, los tatuajes, las polaroids,
y las notas del protagonista no serían equivalentes únicamente
a una especie de base de datos ajena al sistema cognitivo, sino que
con ellos Leonard consolida sus conocimientos a largo plazo, genera
creencias -consideradas como elementos que constituyen estados mentales,
y que tradicionalmente se habían considerado intracraneales-
y consolida nuevos conocimientos.
Por no extendernos más diremos
que la teoría de la mente extendida se enfrenta a críticas
nada fáciles de evitar y que incluso podrían llevar a
desechar su validez en el ámbito de las futuras discusiones científicas.
Los argumentos más sólidos que le salen al paso son los
derivados de la crítica de John Searl, materializada en el famoso
experimento de la habitación china [Nota
5], a los intentos funcionalistas de defender la posibilidad
de crear Inteligencia Artificial. En el caso concreto de la mente extendida
dichos argumentos vienen a indicar que los sistemas físicos extracraneales,
a diferencia del cerebro y sus circuitos neuronales, carecen de contenido
semántico intrínseco, de modo que lo que hace que los
símbolos garabateados en un bloc de notas tengan sentido
es que un ser humano los interprete. Por el contrario, los defensores
de la mente extendida suelen replicar a estas objeciones que se fundamentan
en una concepción arcaica de la mente que denominan psicología
folk [Nota
6]. Pero sea cual sea el destino de esta teoría
sobre la mente, no cabe duda de que ha operado una revolución
conceptual y que, desde entonces, la idea en cierto sentido cartesiana
de la mente como algo completamente aislado del entorno está
sumida en una profunda crisis.
Por último, podemos llamar la
atención sobre un tema implícito a lo largo de todo este
texto: Memento, instalada en el epicentro de toda esta discusión,
citada como experimento mental, constituye una prueba más de
que los discursos de corte narrativo y ficcional -literatura, cine,
etc.- no están reñidos con los discursos con pretensiones
de verdad universal -propios de las ciencias-.
Andy Clark también ha recurrido a Matrix para ilustrar,
y probablemente inspirar, algunas de sus tesis. Y donde podría
verse una instrumentalización del arte por parte de la ciencia,
aquí preferimos señalar que las fronteras entre el conocimiento
científico y ficción artística no son restrictivas,
y que la ciencia y el arte dialogan entre ellas más a menudo
de lo que pudiera parecer.
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DATOS
DEL AUTOR:
José Luis Boj es Licenciado en Filosofía
(2010) con Máster en Formación del Profesorado (2011)
por la Universidad de Murcia y posee formación como corrector
de textos (2006). En 2010 obtuvo un Accésit de narrativa en el
XVIII Certamen Creajoven de la Región de Murcia por la obra Un
extraño en el purgatorio. En 2009, la revista digital de
filosofía 'Proyecto Arjé' publicó su artículo
Historicidio en grado de tentativa: el caso Fukuyama. En 2006
recibió en Murcia una Mención de Honor en el I Concurso
de Guiones de Cortometraje 'Cinco Barrios' por el guión La
génesis de Euterpe: el origen de una musa, que escribió
como coautor. José Luis es, además, autor del blog http://cine-filosofico.blogspot.com.