DATOS
TÉCNICOS
+ Dirección:
Franc Roddam.
+
País: Reino Unido.
+ Año:
1979.
+ Duración:
115 min.
+ Interpretación:
Phil Daniels, Mark Wingett, Sting, Philip Davis, Leslie Ash, Raymond
Winstone, Michael Elphick, Toyah Wilcox.
+ Guión: Franc Roddam, Dave
Humphries, Martin Stellman.
+ Producción
ejecutiva : The Who.
+ Fotografía:
Brian Trufano.
+ Música:
John Entwisttle y Pete Townshend, solista de The Who.
+ Sonido:Dolby.
+
Exteriores: Sheperd's Bush e Islington
en Londres. Brighton, en Sussex. (Reino Unido).
+ Producción: de Feature Film,
Hollaway y Poligram Video.
SINOPSIS:
Londres, 1964. El nacimiento de dos sectas juveniles rivales (los mods
y los rockers) trae consecuencias devastadoras. Para Jimmy y para sus
compinches, una cuadrilla bien trajeada, siempre a lomos de sus scooters
y continuamente tragando pastillas, ser un mod es una forma de vida,
es pertenecer a su generación. Todos juntos se van a Brighton,
de cabeza a un salvaje viaje de drogas, emociones y batallas campales
contra los rockers. ¿Acabará Jimmy convertido en un héroe
o se desilusionará con su forma de vida? ‘Yo no quiero
ser igual que cualquier otro; por eso soy un mod. ¿Te enteras?’
Jimmy.
Bien
es cierto que Quadrophenia ha sido, es y seguirá siendo
considerada una película de culto, pero también es igual
de cierto que sus méritos se deben principalmente al carácter
documental de la cinta. Es decir, la maestría con la que Franc
Roddam, entre otros, decide echar la mirada atrás para rememorar
lo que en cuestión de tribus urbanas fue la Inglaterra de los
60.
Un
universo adolescente de lo más dispar en el que debías
identificarte a toda costa con unos u otros, o de lo contrario, podrías
ser tratado como un nimio desertor del movimiento urbano que estaba
aflorando entre la juventud. O eras un mod o eras un rocker.
De
ahí que estas bandas, por definición, antagónicas,
protagonizaran unos cuantos acontecimientos de luchas callejeras y bandalismo
un tanto insustancial, pero que, afortunadamente, más tarde inspirarían
a Anthony Burgess en su novela ‘La naranja mecánica’.
Disturbios provocados por el espíritu de contradicción
inherente a una edad que no reparaba en poco más que en declarar
la guerra a su contrario, por el hecho simple y fatal de enfrentarse.
Así,
a pesar de que cada banda tuviese sus propias peculiaridades, Quadrophenia
va a ser planteada desde el prisma de un mod y su pandilla. Y nuestro
particular mod va a ser el joven Jimmy, un muchacho aparentemente frívolo
y moderno que espera llegar a ser alguien. El camino elegido para ello
será el de enfundarse en su parka, ir a fiestas secundado por
su grupo de amigos mods encima de sus scooters repletas de espejitos
e ingerir el mayor número posible de cápsulas azules.
Todo un estilo de vida que defienden a capa y espada como violentos
predicadores. Una generación de jóvenes psicóticos
intentando encontrar el sentido y su propia identidad. No hay más
que escuchar la canción de The Who que, a modo de presentación,
aparece mientras Jimmy conduce enloquecido con su lambretta por las
calles, ‘Can you see the real me, doctor?’.
Y
aunque The Who nunca se declararon mods, acabaron convirtiéndose
en el buque insignia del movimiento. Canciones como ‘Anyway, anyhow,
anywhere’, ‘Love reign o'er me’ o la mítica
‘My generation’ harían de las fiestas auténticos
desparrames de enajenados tragabolas sin demasiados motivos para ocuparse
de algo que no fuera decorar su propio ego.
Era
el año 64 y esa generación del porvenir, que aún
podía albergar cierta esperanza con la que hacerle sombra al
inminente éxito del neoliberalismo, se dedicaba a emplear gran
parte de su tiempo en ir a la moda, ponerse guapos y escuchar música.
La rabia, el desahogo o el bálsamo a ese descontento, por tanto,
poco tenia que ver con aspiraciones políticas de ningún
tipo.
Por
otro lado, al mismo tiempo que los fans de la película enloquecían
con la cinta, también quedaban desconcertados ante ese extra
de romanticismo que Franc Roddam había decidido añadirle
a la película. Puro márketing, probablemente, puesto que
los verdaderos mods nunca llegaron a tener excesivo interés por
el sexo, pues, como un día dijo un mod, gastaban tanto dinero
en ropa y drogas que apenas les quedaba nada para invitar al cine a
una chica.
Es
por esto que los enfrentamientos amistosos por conseguir a la chica
que Quadrophenia presenta son, en cierto modo, material de
relleno, pero que, por otro lado, ilustraban perfectamente el pasotismo
con el que chicos y chicas se tomaban el tema.
Por
otro lado, el revelarse contra todo lo dominante hacía que, en
una época como esa, en la que la beatlemanía ya era un
hecho, los Mods no tuvieran mucho interés. Ellos eran otra cosa,
ellos escuchaban a Small faces, The kinks, The action o hacían
gala de su buen gusto por el rhythm & blues norteamericano de artistas
como James Brown, Marvin Gaye o The supremes, extraídos del sello
Motown o de canciones míticas como ‘Be my baby’ de
The ronettes.
Es
por ello que resulta curioso que cuando en la película Anochecer
de un día le preguntan a Ringo Starr si es un mod o un rocker,
él conteste: ‘no, no, yo soy un mocker’.
Y para los mods esto era bastante ofensivo. Una muestra clara es la
escena de la ducha en la que Jimmy se enrabieta al oír, al otro
lado de los muros, a alguien que canturrea ‘Well, be bop a
lula, I don't mean baby, be bop a lula, she's my baby’. Canción
propia de lo que ellos consideraban los grasientos rockers. La otra
banda que, a diferencia de los primeros, escuchaban el rock de los 50,
vestían de negro, botas de punta e iban engominados en sus harleys,
pero que, al mismo tiempo, tampoco prestaban mucha atención a
lo que estaba ocurriendo en Inglaterra, véase la pareja del momento,
Reagan-Thatcher y sus ilícitos acuerdos.
Pero
a pesar de su intransigencia y apolitiqueo, los mods no dejaban de ser
otro producto más del sistema y de las modas. No hay más
que ver cómo Jimmy defiende su estilo ante sus padres poniéndose
unos levi's que, como marca los cánones mods, debían ponerse
mojados para que sentaran bien. Payasada propia de la coquetería
pretenciosa de los mods, que hacían pasarela del que por entonces
era el diseñador de moda del momento, Ben Sherman, así
como de su mítica diana blanca, roja y azul, emblema ‘importado’
de la escarapela de la Royal Air Force. Toda una estética y una
cultura que se fue desvirtuando, bifurcándose, por un lado, hacia
la psicodelia o el pop y, por el otro, sorprendentemente, hacia la radicalización
de los hard-mods, que serían el gérmen del movimiento
skinheads.
Pero volviendo a Quadrophenia, hay que admitir que la película
goza de algunos diálogos ácidos y divertidos, como será
la discusión entre Jimmy y su padre, en la que se manifiesta
el hecho de que ser un mod también constituyera una especie de
esquizofrenia entre la generalidad. Un espíritu del que se empaparon
los orgullosísimos militantes de la corriente, pues, en palabras
de Phil Daniels (Jimmy), gente de toda Europa escribió en los
muros lo mucho que amaban la película.
Quadrophenia
se convirtió, por tanto, en la reivindicación de los valores
de toda una generación; jóvenes que ansiaban sentirse
protagonistas de algo, sentirse pertenecientes a un grupo. Y todas las
manifestaciones de violencia, cuyo punto de inflexión sería
Brighton, no vendrían más que a recalcar aquella teoría
de Noelle Neuman de ‘la espiral del silencio’, que afirmaba
el poder determinante de las mayorías.
Lo
que para ellos era sentirse diferente, acabó por generalizarse,
por lo que de genuino ya no tenía mucho. Los que se consideraban
contrarevolucionarios, acabaron entrando en el juego, alimentando al
propio sistema y, sobre todo, acabaron dándose de morros contra
su propia farsa: el ser alguien ya no era ser un mod. Ser un mod no
les salvaconduciría ni a la felicidad ni a su propia identidad,
pues, como muestra total, la de Ace (un joven Sting debutando en el
cine) que, siendo la estrella del movimiento durante las peleas en Brighton,
resultó ser después un ‘simple’ botones. El
mito había caído, y como contrapunto, el espíritu
burgués se había levantado.
Así
pues, con la misma fuerza con la que llegaron y rugieron, se esfumaron.
Hoy en día apenas resisten como minoría, aunque aún
siguen existiendo festivales y grupos de música Mods. Tal es
el caso de The Jam, The Specials o Madness y particularmente en España,
de los ya desaparecidos Flechazos y de festivales como el Euroyeyé
de Gijón o el por ahora inconstante Purple Weekend de
León.
En
definitiva, esta ópera rock, cuyo nombre proviene del sexto álbum
que The Who publicaron en el 73 y cuyo mayor aliciente es, sin duda,
su banda sonora, cumple su cometido, extraer del ‘olvido’
esa juventud inglesa desencantada y anomiática que quiso ser
alguien pero que acabó en saco roto. Ya se sabe, cuando los radicales
entran por la puerta, los principios saltan por la ventana.
¡Muerte
a la versión doblada!
My generation.-
People
try to put us d-down (Talkin' 'bout my generation)
Just because we get around (Talkin' 'bout my generation)
Things they do look awful c-c-cold (Talkin' 'bout my generation)
I hope I die before I get old (Talkin' 'bout my generation)
This
is my generation
This is my generation, baby
Why
don't you all f-fade away (Talkin' 'bout my generation)
And don't try to dig what we all s-s-say (Talkin' 'bout my generation)
I'm not trying to cause a big s-s-sensation (Talkin' 'bout my generation)
I'm just talkin' 'bout my g-g-g-generation (Talkin' 'bout my generation)
This
is my generation
This is my generation, baby
Why
don't you all f-fade away (Talkin' 'bout my generation)
And don't try to d-dig what we all s-s-say (Talkin' 'bout my generation)
I'm not trying to cause a b-big s-s-sensation (Talkin' 'bout my generation)
I'm just talkin' 'bout my g-g-generation (Talkin' 'bout my generation)
This
is my generation
This is my generation, baby
People
try to put us d-down (Talkin' 'bout my generation)
Just because we g-g-get around (Talkin' 'bout my generation)
Things they do look awful c-c-cold (Talkin' 'bout my generation)
Yeah, I hope I die before I get old (Talkin' 'bout my generation)
This
is my generation
This is my generation, baby.