FICHA TÉCNICA
DE 'ROMA CIUDAD ABIERTA'
+
Dirección: Roberto Rossellini
+ Guión: Sergio Amidei, Alberto
Consiglio, Federico Fellini y Roberto Rossellini
+ País: Italia.
+ Año: 1945
+ Duración: 100 min.
+ Interpretación: Aldo Fabrizi
(Don Pietro Pellegrini); Anna Magnani (Pina); Marcello Pagliero (Giorgio
Manfredi conocido como Luigi Ferraris); Vito Annichiarico (Marcello
hijo de Pina); Nando Bruno (Agostino el sargento); Harry Feist (Major
Bergmann); Giovanna Galletti (Ingrid); Francesco Grandjacquet (Francesco);
Eduardo Passarelli (el sargento de policía del barrio); Maria
Michi (Marina Mari); Carla Rovere (Lauretta); Carlo Sindici (comisionado
de policía); Joop van Hulzen (capitán Hartmann); Ákos
Tolnay (desertor austriaco).
+ Producción: Giuseppe Amato,
Ferruccio De Martino y Roberto Rossellini
+ Música: Renzo Rossellini
+ Fotografía: Ubaldo Arata
+ Montaje: Eraldo Da Roma y Jolanda
Benvenuti
En el
transcurso de la Segunda Guerra Mundial, estando Roma ocupada por
los nazis, Giorgio Manfredi, un ingeniero líder del Comité
Nacional de Liberación, es perseguido por los miembros de la
Gestapo. Consigue esconderse en casa de un amigo cuya novia, Pina,
le aconseja ponerse en contacto con Don Pietro, un sacerdote que ayuda
a la resistencia.
El neorrealismo tiene en “Roma, ciudad abierta”
y en Roberto Rossellini uno de sus lugares emblemáticos, de enorme
trascendencia en la historia posterior del cine. Pero lo es no sólo
porque la cámara saliera entonces a la calle para mostrar la
realidad de una Italia de posguerra, ni porque unos tipos populares
fueran interpretados por actores no profesionales o expresasen la precariedad
del momento, ni tampoco porque otorgase al cine un impagable estatuto
de calidad como documento histórico. Fundamentalmente lo es porque
el neorrealismo concebía el cine, con Rossellini a la cabeza,
como una manera de aproximarse a la realidad auténtica y verdadera,
de ponerse frente a ella en diálogo franco y sincero, de manera
que la cámara extrajera de ella todo el compromiso que exigen
la vida y el mundo.
La cámara era la prolongación
de la mirada de unos cineastas humanistas que querían decir algo
al espectador y servirse de unas formas y de un medio coherentes con
la realidad filmada: era necesario que el celuloide se dejara impresionar
por la fuerza de una situación y de unas vidas vividas al límite,
en su drama histórico y también en su ámbito cotidiano.
Esa sería la tarea del director
de cine, dispuesto a conjugar sinceridad y honestidad con denuncia y
defensa del individuo, para hablar con la imagen al espectador y despertar
sus conciencias: era su modo de entender el cine como compromiso y diálogo
con la realidad. En este sentido, al hablar de esta película
y de su director, el mismo Víctor Erice ha destacado cómo
el movimiento italiano supo beneficiarse y nutrirse de una situación
de hambre y necesidad, de un deseo de renovación social, frente
al fascismo, que permitió agrupar a artistas de ideologías
tan dispares como Vittorio De Sica o Rossellini, y de cómo también
supo conectar con un público que “se identificó
con las imágenes, con una participación emocional en lo
que veían, de los sentimientos y de la inteligencia”. Se
dieron, por tanto, todo un cúmulo de circunstancias que hicieron
posible el milagro del neorrealismo, y que le otorgaron una fuerza excepcional
que acabaría por contribuir a una renovación del cine.
Pero, al mismo tiempo, hay que reseñar que fueron elementos de
la realidad que pasaron al celuloide gracias a la concepción
humanista de un hombre que concedía al cine una dimensión
moral y ética.
Y, siguiendo la opinión de
Erice, en la actualidad se echan en falta lo uno y lo otro, con lo que
quedaría descartado esperar un segundo neorrealismo cinematográfico,
no estéticamente hablando, sino como concepto moral aplicado
al cine y como lenguaje de la imagen, porque ahora apenas habría
verdadero cine y sí productos audiovisuales: aunque nos empeñásemos,
resultaría difícil encontrar un puñado de cineastas
comprometidos con la sociedad, libres de prejuicios y no sometidos a
las ideologías, y más bien habría que hablar de
directores sometidos a una censura económica… de la misma
forma que no hay una sociedad comprometida y con inquietudes sino aburguesada
y consumista.
Una visión un tanto pesimista
pero cercana a una industria donde lo económico se ha impuesto
a lo humano y social.
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Para
saber más
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DATOS
DEL AUTOR:
Julio Rodríguez Chico, natural de Gijón
(Asturias). Licenciado en Historia y máster en Historia y Estética
de la Cinematografía por la Universidad de Valladolid. Miembro
del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC) y de
la Asociación SIGNIS-España. Editor del blog La
Mirada de Ulises, incluida en las plataformas digitales
Paperblog y Globedia. Crítico de cine y colaborador
de las revistas La Butaca, Film Historia (Univ. de Barcelona),
Cinemanet, La peli que quieres ver, y En taquilla.
Autor del libro Azul, Blanco, Rojo. Kieslowski en busca de la libertad
y el amor (Ediciones Internacionales Universitarias, Madrid 2004),
de En busca del hombre y de la libertad. El cine polaco en la Seminci
(Ed. Polonica Matritensis, Madrid, 2009), así como de artículos
publicados en revistas y congresos especializados, sobre todo en torno
al cine de autor. Desde el 2002, he participado en cine-forum y ciclos
de cine entre universitarios, y cubierto el Festival de Cine de Valladolid
(SEMINCI).