FICHA TÉCNICA DE 'EL
SHOW DE TRUMAN'
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Dirección: Peter Weir
+ Guión: Andrew Niccol
+ País: EE.UU.
+ Año: 1998
+ Duración: 103 min.
+ Interpretación: Jim Carrey
(Truman Burbank); Laura Linney (Meryl Burbank / Hannah Gill); Noah Emmerich
(Marlon); Natascha McElhone (Lauren / Sylvia); Holland Taylor (madre
de Truman); Delate (padre de Truman); Blair Slater (joven Truman); Peter
Krause (Lawrence); Heidi Schanz (Vivien); Ron Taylor (Ron); Don Taylor
(Don); Ted Raymond (Spencer); Judy Clayton (agente de viajes).
+ Productores: Edward S. Feldman,
Andrew Niccol, Scott Rudin, Adam Schroeder
+ Montaje: William M. Anderson y
Lee Smith
+ Direño de producción:
Dennis Gassner
+ Música: Burkhard Dallwitz
+ Fotografía: Peter Biziou
+ Vestuario: Marilyn Matthews
El show de Truman parece narrar una historia sencilla y directa,
pero a medida que profundizamos en el film, como en un juego de muñecas
rusas, aparecen nuevos estratos significativos cada vez más
interesantes.
Truman Burbank (Jim Carrey) es un treintañero normal y corriente
que vive en una apacible ciudad costera. Es educado y correcto con sus
vecinos, está casado con una hermosa mujer y tiene un amigo íntimo
con quien compartir sus pensamientos e inquietudes entre latas de cerveza.
Y aunque su vida parece un apacible remanso de satisfacción,
dos trágicos acontecimientos han marcado la vida de Truman: la
muerte de su padre, ahogado en el mar, y un breve romance con Sylvia,
una chica que apartaron de su lado y de la que sigue enamorado pese
a su matrimonio con Meryl. Además, Truman presencia ciertos acontecimientos,
como la caída de un inmenso foco desde el cielo, una emisora
de radio que describe sus movimientos, unos transeúntes que deambulan
en círculo alrededor de su casa como si estuvieran haciendo de
extras en una película o el hecho de que su esposa hable como
si estuviera anunciando un producto en un spot publicitario, que le
hacen entrar en cierto estado de paranoia. Todas estas piezas que no
encajan en el puzzle le llevan a sospechar que su vida es una
gran mentira, y todos los que le rodean no son más que actores
que desempeñan un papel. Pero esta sensación, que todo
el mundo puede experimentar alguna vez a lo largo de su vida, en el
caso de Truman, adquieren un significado literal. Truman es el protagonista
de un programa de televisión, un reality conocido como EL
show de Truman.
La lógica violenta de
los reality shows.
LEn el film se nos dice que Truman fue el primer niño adoptado
por una corporación, y que la ciudad en la que vive es un inmenso
plató, la segunda construcción humana visible desde el
espacio exterior. Cristoph es el director del exitoso programa, el genio
maligno cartesiano que ha construido todo este complejo aparato de simulación
con el fin de engañar sistemáticamente a Truman sobre
las experiencias.
El show de Truman es, explícitamente, una crítica
mordaz en forma de comedia dramática sobre los reality shows.
Lo cierto es que tras ver el triunfo a escala global del famoso programa
llamado ‘Gran hermano’ (que tan cínicamente se mofa
de Orwell por su título y su contenido) y la infinidad de secuelas
similares que le han salido, no debería extrañarnos si
en el futuro asistimos a crueles experimentos televisivos como el que
se lleva a cabo en este film. En EL show de Truman,
la vida privada es cosificada, instrumentalizada y vendida desde la
primera ecografía… Es el triunfo absoluto de la mercancía
sobre la naturaleza (humana, se entiende), algo que de por sí,
y aunque suavizado por el tono cómico del film, adquiere
matices propios de una distopía.
La lógica de los realitys como Gran Hermano se basa en la idea
de explotar la realidad en virtud del entertainment. Sin embargo, lo
que realmente sucede en un reality es que la realidad es forzada a comportarse
de una forma determinada, adecuada a las exigencias del público
que lo consume. En Gran Hermano esto se consigue seleccionando el perfil
psicológico de los participantes y estableciendo las condiciones
en las que deben relacionarse entre sí. Se trata, al fin y al
cabo, de ficcionalizar la realidad por medio de la fuerza. En El show
de Truman, esa ficcionalización alcanza el absurdo extremo cuando
dispone una ciudad entera de actores para arrancarle a la realidad,
que se concentra en el personaje de Truman, el efecto deseado. Es, ciertamente,
una manipulación violenta de la naturaleza, aunque la fuerza
se manifiesta de forma sutil, con argucias y engaños, condicionando
psicológicamente al protagonista para que, por ejemplo, se emocione
ante el monólogo sentimentaloide de su mejor amigo o sienta miedo
a los viajes y se quede, para siempre, recluido en la ciudad.
Pero la crítica al despiadado
mundo de la televisión, al público educado en el gusto
por fisgonear las vidas ajenas y a la victoria final de la racionalidad
instrumental sobre la vida es solo la primera capa de significados.
El doble simbolismo de un parricidio
Truman se las ingenia para escapar
sin que nadie lo perciba y se embarca a través de un mar ‘de
mentirijilla’ que sin embargo, ha sido dotado de mecanismos para
crear tormentas artificiales. Cristoph agita las aguas para impedir
la huida de Truman, pero este logra capear el temporal. Finalmente llega
a un muro pintado de azul celeste donde descubre una escalinata que
asciende hasta una puerta de salida. Cuando está a punto de atravesarla,
Cristoph le interpela por megafonía. La voz parece venir del
cielo, y filtrándose entre las nubes, dice ‘Truman, puedes
hablar. Te escucho’. Truman pregunta, ‘¿Quién
eres?’, a lo que Cristoph responde, ‘Soy el Creador…
del programa de televisión que llena de esperanza y felicidad
a millones de personas’. Truman responde, ‘¿Y quién
soy yo?’.
En este estrato simbólico, el elemento metafórico de la
escena se escinde en dos poderosas imágenes filosóficas:
a) En primer lugar, Cristoph
es el padre de Truman. Su otro padre era un impostor que había
muerto ahogado, pero Christoph resucita para tranquilizar a un
Truman inquieto. Pero el verdadero padre adoptivo de Truman es
Christoph, y lo dice claramente: ‘Te conozco mejor que tú
mismo (…) llevo observándote toda tu vida. Te observé
al nacer. Te observé cuando diste tu primer paso. Observé
tu primer día de colegio… Y el capítulo en
el que se te cayó tu primer diente. No puedes irte, Truman.
Tu sitio está aquí, conmigo’. Christoph es
el padre al que hay que matar freudianamente, la figura de autoridad
cuya influencia es preciso derribar para poder desarrollar la
propia individualidad.
b) En segundo lugar, Cristoph es el ‘Creador’, es
Dios, y cuando Truman decide darle la espalda, renunciando al
destino que le reservaba la providencia, buscando su propia autonomía
y su propia libertad, parece consumar la máxima nietzscheana
del ‘Dios ha muerto’.
Evidentemente,
tanto en Freud como en Nietzsche, la muerte del padre y del padre-Dios
respectivamente es una muerte simbólica.
Así, el Dios patriarcal ha muerto porque ya no ejerce su antigua
influencia sobre el sujeto contemporáneo, de igual modo que la
voz de Cristoph no puede detener a Truman. Su autoridad se ha disipado,
y ya no tiene nada con qué negociar.
Truman y el esclavo fugado
de la caverna.
Otro estrato metafórico es el que hace, en un sentido general,
referencia al mito de la caverna [Nota
1] de Platón. Truman abandona el mundo de las
falsas apariencias para ascender (por una escalera) hacia la salida
de la caverna, donde se accede al mundo verdadero. Además, el
hecho de que se trate de un programa televisivo, el mundo de la imagen,
de la simulación (incluso en el caso de los realitys),
refuerza el vínculo metafórico con la alegoría
de la caverna, donde los esclavos asistían a la ‘proyección’
de sombras de objetos, fantasmas devaluados de las cosas reales, que
ellos tomaban por objetos verdaderos.
El amor por Sylvia, el deseo de rencontrarse con ella, es un
elemento muy importante. Sylvia es la Penélope de este Ulises.
Truman la buscará cuando salga al exterior, y de hecho, ella
le estará esperando. Después de todo, algunos especialistas
en el pensamiento de Platón afirman [Nota
2] que lo que realmente libera al esclavo de
la caverna es el eros.
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DATOS
DEL AUTOR:
José Luis Boj es Licenciado en Filosofía
con Máster en Formación del Profesorado y posee formación
como corrector de textos. Ha publicado pequeños ensayos y artículos
académicos, y ha recibido premios literarios en modalidades como
'relato corto' o 'guión de cortometraje'. Actualmente trabaja
como redactor freelance en proyectos de marketing online y
publica sus propios artículos sobre cine, filosofía, humanidades
y ciencias sociales en diversas páginas web y portales de Internet.
Sites y blogs: Cine
Filosófico; Redactor en Suite101.net
y Redactor en Shvoong.com.