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TELE-FICCIÓN DE COMEDIA: La sit-com y el spin-off
Diego Saucedo Tejado
15/02/2005


No sé que tal le irá a la nueva serie de Globomedia 'Aída'. Al fin y al cabo qué se puede esperar de una población que ha colocado a 'Ana y los siete'entre las producciones más vistas del panorama nacional. Snif. De momento, los millones de espectadores que logró convocar Telecinco en el estreno de la serie protagonizada por Carmen Machi se han venido a menos de manera estrepitosa. Cataplún. Y yo me cuento entre ellos porque el episodio piloto de 'Aída', queridos míos, fue infumable. Imposible to smoke, como diría el autor del divertido libro 'From lost to the river'. Admito que no puedo ser considerado como el prototipo de espectador medio, pero por el amor de dios, ni uno de aquellos requetepensados gags logró que me descoyuntara de la risa. Ni siquiera una leve carcajada, ni una sonrisa, nada. Ninguna de aquellas supuestamente ingeniosas tramas logró inquietarme lo más mínimo. Es más, aburrido, acabé haciendo zapping - como buen prototipo de espectador medio - a la espera de que aquellos tubos catódicos me ofrecieran algo que mereciera la pena. No hubo suerte. Me pasa por optimista. Nunca debí unir de nuevo el cable de antena. Tendría que haber lanzado el mando contra la pantalla.

Todas estas pedradas tienen su razón lógica. Si aquel día me atreví a sintonizar 'Aída'fue por pura curiosidad. Al fin y al cabo se trata del primer spin-off hecho en España de una sit-com. ¡Albricias!, y puede que se pregunten ustedes ante tales barbarismos... ¿Qué es una sit-com? ¿qué es un spin-off? No son mas que palabros utilizados por los mass-media para clasificar y distinguir al enorme maremágnum de series televisivas que se llevan produciendo desde que a alguien le dio por inventar la televisión. ¡Gracias!

La sit-com es una abreviatura de lo que en inglés se denomina situation comedy y tiene fácil traducción para los castellano parlantes: comedia de situación, es decir, la telecomedia o teleserie cómica. Desde luego, se puede apelar a éste género de múltiples maneras. Un género que se inició en 1951 en EEUU con la primera sit-com propiamente dicha: 'I love Lucy' y que pronto sería una fórmula permanente en televisión. Estas comedias poseen unas reglas comunes que se repiten casi invariablemente. La primera vendría dada por la duración de cada capítulo situándose en una media de 22 minutos. La eliminación del drama puede provocar que pasado cierto tiempo al espectador le sobrecargue tanta comedia. Otra de las constantes en la sit-com es el planteamiento y resolución de la trama en el mismo episodio, por lo que cada capítulo se puede ver de forma independiente y comprenderlo de una manera formal. Los ambientes en los que se suelen desarrollar las comedias de situación son habitualmente tres: la familia, la convivencia con amigos y el trabajo.

A la hora de fabricar gags (situaciones cómicas) se suele recurrir a los malentendidos, referencias culturales o políticas, situaciones ambigüas y cameos de famosetes en algunos capítulos. Pero la gran fórmula para triunfar con una tele-comedia pasa por la creación de personajes carismáticos que logren enganchar al público y hacer que se identifique con la serie. Es en ese punto donde más se demuestra la originalidad de los guionistas, aunque muchas veces se basen en estereotipos de personajes ya construidos y cuya experiencia ha sido positiva. Por lo tanto, existen una serie de personajes universales aplicables a la gran mayoría de producciones: el protagonista puede ser uno o varios y a pesar de que realice acciones negativas siempre se verá atacado por el remordimiento e intentará arreglar las cosas. Habitualmente siempre hay algún personaje tonto, absurdo, ingenuo y con muy bajo nivel cultural, que a través de la creación de un universo propio logra encandilar al público con sus sonoras y memorables intervenciones. Otro tipo de personajes arquetípicos suelen ser los egocéntricos, los vecinos - que suelen ser siempre muy toca-pelotas - y los niños que muchas veces hablan como pequeños adultos, como era el caso del pequeño Webster, seguro que lo recuerdan.

Por otra parte el spin-off es el hijo directo de la sit-com. Cuando una teleserie de éxito, de mucho éxito, se agota en sí misma se recurren a soluciones drásticas para evitar que los dineros dejen de llegar. Se toma a un personaje de mucho tirón y se le sitúa en un contexto completamente diferente, aunque interpretando al mismo personaje. Es algo así como mostrar otra faceta de la misma persona, habitualmente en un futuro posterior en el que las cosas han cambiado. Fue el caso de la sit-com 'Cheers' y su consabido spin-off la más que famosa serie del psiquiatra 'Frasier'.

La serie 'Cheers' marcó un punto de inflexión en la década de los ochenta y estuvo en antena durante nada menos que once años, viéndose recompensada con 26 premios Emmy. Ahí es nada. Localizada en un bar de la ciudad de Boston regentado por Sam Malone, la serie trataba en un tono humorístico las relaciones de amistad, camaradería y algo de amor entre los clientes y camareros del local. La principal novedad de la serie era la sustitución del personaje bondadoso por otro tipo de bondad más parecido al de la vida real, con sus consabidos toques de malicia y egoísmo.

La serie fue creada por Glen Charles, James Burrows y Lee Charles, que habían sido aleccionados por uno de los más influyentes guionistas de la industria americana, sir Robert Mckee, responsable de títulos como 'El hombre Elefante', 'Forrest Gump'o 'Toy Story' por citar unas cuantas. Si no visualizan su cara, les recomiendo la última película de Spike Jonze 'Adaptation: El ladrón de Orquídeas' en la que Robert Mckee hace de sí mismo en una conferencia a la que asiste el guionista protagonista del film. Al igual que 'Barrio Sésamo', 'Friends' o 'Ally Mcbeal', la serie 'Cheers' surgió en una de sus clases de redacción de guiones y se convirtió en un rotundo éxito.

Muchos de los actores que frecuentaban 'Cheers' vieron impulsadas sus carreras gracias a la inmensa popularidad que alcanzó la serie. Detrás de aquella barra, servía cervezas un jovencito Woody Harrelson que acabaría vendiendo pornografía sentado en una silla de ruedas en el film 'El escándalo de Larry Flint' o narrando epopeyas cannábicas en el documental 'Grass'. Sam Malone estaba interpretado por Ted Danson que sería Gulliver y también un doctor avinagrado en la teleserie posterior 'Becker' y en siguientes temporadas se incluyó a la actriz Kristey Alley, que acabaría criando bebés y perros parlantes con John Travolta en 'Mira quién habla' y secuelas. Al otro lado de la barra es donde se encontraba el futuro de 'Cheers'. Entre los clientes, había uno llamado Frasier (Kelsey Grammer) que hacía las delicias del público. Frasier Crane es un psiquiatra egocéntrico con altas dosis de vanidad, intelectual y con un sentido del humor muy elitista. Debido a su sabiduría, la parroquia del local continuamente le pedirá consejo aunque terminen siempre sin hacerle ningún caso. Discute continuamente con su mujer, Lilith, que será el motor de sus locuras transitorias y de la que acabará divorciándose.

Los productores de 'Cheers' - viendo que el bar ya no daba más de sí - decidieron darle una vida propia a aquel personaje tan pintoresco que frecuentaba el bar y se lo comentaron a los guionistas. ' ¡Oh, qué gran idea!' exclamaron al unísono. Meses después nació el proyecto 'Frasier' que hoy en día es una realidad televisiva - la mayor parte de las veces codificada - y que lleva unas cuantas temporadas en antena y creando escuela en el arte de hacer sit-com con un sentido del humor, sin duda, muy sutil. Entre el Frasier de Boston y el Frasier de Seattle se producirá una elipsis temporal importante que los guionistas de la nueva serie explicarían el episodio piloto de 'Frasier'. El protagonista del spin-off más laureado que ha dado la televisión, continua siendo psiquiatra pero ahora vive en Seattle donde tiene un programa radiofónico donde pasa consulta. Se ha divorciado ya dos veces y vive en un lujoso piso con su padre, la enfermera de éste y Niles, su hermano, con el que lo único que comparte es la profesión de psiquiatra. Si Frasier es ya de por sí algo neurótico y gruñón, su paranoico hermano lo superará con creces.

Pero no se piensen ustedes que a los americanos se les ha pasado la moda de hacer spin-offs. El reciclaje es una filosofía que vale tanto para el cine como para la televisión. Nuestras carteleras se ven atascadas por multitud de secuelas, precuelas, remakes, etc, un claro signo de la actual crisis creativa hollywoodiense. En televisión, a la hora de fabricar programas y teleseries no se cortan ni uno sólo de sus vellos en 'importar'- es decir, copiar - formatos de otras cadenas, así como el aprovechar el supuesto carisma que un personaje de tv despierte. Esa es la desembocadura que le espera al caudaloso río 'Friends', un afluente llamado 'Joey'.

Si 'Cheers' fue la sit-com más exitosa de la decada de los 80, 'Friends' lo fue en la década pasada, los lejanos pero tan cercanos años noventa. La serie creada por Marta Kauffman y David Crane se basa en las vivencias de seis amigos muy amigos que se podría decir que viven juntos y que, por si no pasaran suficiente tiempo juntos, se suelen reunir siempre en la misma cafetería 'Central Perk', probablemente por el monopolio casi absoluto que ejercen del sofá del bar. El escritor y periodista Pepe Colubi la describe en su libro 'La tele que me parió' como 'una comedia post-grunge que llegó en el momento justo para hacerse con una audiencia ávida de verse retratada (...) entre la sit-com familiar y la desarrollada en un medio de trabajo lleno de adultos con un futuro laboral y emocional incierto que le dan mil vueltas a los temas eternos.' El reparto coral de la serie está pensado para provocar la confrontación de sus personajes que están claramente definidos. El mismo autor los califica de la siguiente manera: Monica sería la obsesiva mientras que su hermano Ross el inseguro. La pija quedaría encarnada por Rachel y el semental por Joey. Mientras que Chandler haría de gracioso, Phoebe se quedaría con el rol de tonta.

Mil millones de pesetas. Con más de diez temporadas a sus espaldas, estos amigos que sobrepasan la treintena se despiden quien sabe sí para siempre. Nunca se sabe con los newyorquinos. Menos mal que en España tenemos a Canal Plus que nos repite la serie desde el primer episodio cada vez que estrena nueva temporada. De esta manera no se olvida nada. Yo me consuelo pensando que si 'Friends' hubiera sido emitida por Antena 3 aún no habría visto el primer beso entre Ross y Rachel. Esa palpable tensión sexual no del todo resuelta que obliga al espectador a morder nerviosamente sus uñas y que es una constante en todas las teleseries. Si es que les encanta hacernos sufrir.

Como dije, el spin-off de 'Friends' ya tiene nombre y protagonista estelar. Al igual que 'Aida' o 'Frasier' la nueva serie toma el nombre del personaje descontextualizado: 'Joey'. Matt Le Blanc, un actor que probó suerte encima de la estratosfera y volvió escaldado ('Perdidos en el espacio') da voz y carigestos a Joey Triviani, un tipo de 30 algo tonto y en ocasiones tremendamente absurdo pero que posee un gran corazón. Además, ama la pizza por encima de todas las cosas - la comida en general - y tiene un éxito arrollador con las mujeres. Quién sabe lo que nos deparará el destino con este nuevo intento de hacernos reír. Lo que sí está claro es que no será lo mismo.

El primero que se atrevió a hacer sit-com en España fue Antonio Mercero con una serie que ha quedado para el recuerdo: 'Farmacia de Guardia'. Ya saben, Adolfo, Guille, Kike y la mítica señora Paquita, interpretada por Esperanza Grases. La serie nació como una comedia de situación costumbrista el 19 de septiembre de 1991. Uno de sus principales guionistas, Ignacio del Moral, la definía de la siguiente manera: 'Se trata de una serie muy sainetesca, muy costumbrista, muy española, pero que en el fondo tienen unos valores y unas historias que son universales'. 'Farmacia de Guardia' fueron 169 episodios y elevó su presupuesto inicial de 20 a 50 millones de las antiguas pesetas en cada nueva entrega. A pesar de que la serie haya envejecido muy mal, de que muchos de sus chistes ya no conserven la gracia, de que las situaciones que plantea hoy en día no llamen nuestra atención o sean demasiado largas, la farmacia de Lourdes Cano fue líder de audiencia todos los jueves y gracias a ella - y sobre todo gracias a la cantidad de espectadores que la veían - se introdujo en España la idea de la comedia de situación nacional como algo factible.

Esta renovación del panorama vino dada por la aparición de las cadenas privadas (1990) y el nacimiento de la competencia televisiva. Hasta aquellos días los mayores éxitos en materia de producción nacional en series de ficción habían sido 'Curro Jimenez' y 'Verano Azul'. 'Farmacia de Guardia' abría las puertas de la televisión para narrar nuevas historias, más frescas, más de aquí que la extranjeras, contadas también en clave de humor pero de manera algo diferente y que contaban con el respaldo del público. De este modo, los cientos de guionistas que andaban sin trabajo lo encontraron y pudieron dejar de vender pañuelos en los semáforos. En lo sucesivo, ese trabajo sería desempeñado por los inmigrantes, mientras que los guionistas españoles nutrirían el panorama nacional de multitud series de ficción, muchas de ellas comedias de situación. Los dos grandes ejemplos de este período son 'Los ladrones van a la oficina' y la adaptación española de la serie americana 'Rosseane' que se llamó 'Pepa y Pepe'. El papel de John Goodman recaería en Tito Valverde, el actual comisario de España.

A partir de ese momento se abrió la veda y Antena3 fue una de las cadenas que más apostó por la futura ebullición de la ficción nacional. Multitud de series, ya fueran sólo de comedia o combinando el humor con el drama - como fue el caso del fenómeno 'Médico de familia' en el arquetipo de las dramedias - se hicieron hueco esgrimiendo inmejorables shares de audiencia, pasaporte infalible para la perdurabilidad en televisión. Aunque pese en el alma.

En el panorama de la sit-com de mediados de los 90 surgieron telecomedias de gran éxito como 'Makinavanaja', 'Todos los hombres sois iguales' u 'Hostal Royar Manzanares' que era una sit-com protagonizada por Lina Morgan muy pero que muy castiza. A partir de esta etapa comienza a quedar patente que los españoles podemos aguantar más de media hora en una comedia de situación y se amplió la duración de sus capítulos para ajustarse a los prime-times. Antena 3 fue al principio la gran productora de series de ficción y convocaba a millones de espectadores con series del corte 'Lleno, por favor' o 'Ay señor, señor'. Ésta última, protagonizada por Mr Pajares, incorporó en su segunda temporada a un actor que daría mucho que hablar, un jovencito Javier Cámara que explotaría al máximo su vis cómica en la siguiente serie que intervino: 'Siete vidas', que se estrenó en 1998.

Las primeras temporadas de 'Siete Vidas' poseían una originalidad, frescura y agilidad envidiables hoy en día. El planteamiento inicial era el siguiente: David (Tony Cantó) cae en coma el día en el que Tejero da un golpe de estado. Despierta - de ahí el título de la serie - después de 18 años y marcha a vivir con su hermana Carlota (Blanca Portillo). Sus vecinos son Paco (J. Cámara) su mejor amigo del instituto y la madre de Paco, Sole (Amparo Baró) que tiene una relación materno-filial con su vecina Carlota. Ésta conocerá a Gonzalo, el camarero del bar al que suele ir con sus amigos, mientras que su hermano David se enamorará perdidamente de su prima andaluza Laura (Paz Vega) que pasará a vivir con los dos hermanos. De clara estética moderna y urbana, la serie navegaba por las relaciones humanas de manera hilarante planteando situaciones de lo más divertidas y diálogos tan ingeniosos como cómicos. El guión quedaba plagado de chistes (obligatorios cada x segundos) siendo muchos de ellos con referencia al contexto social real y actual de cada uno de los televidentes. Además, en los cinco años que ha durado en antena, una enorme cantidad de famosos han pasado por la serie: Santiago Carrillo, Michael Robinson, Esther Arroyo... Fue gracias a esos cameos como me enteré de las fastuosas dotes interpretativas de Iker Casillas. Si algún día alguien me deja hacer una sit-com, lo contrataré a él para que haga el personaje de tonto. Que me perdonen sus fans.

El método de trabajo a la hora de realizar un guión para una teleserie como 'Siete Vidas' es muy curioso y no por todos conocido. El equipo de guionistas se divide en tres y cada uno elabora una trama de forma independiente. Por ejemplo, en un capítulo de la serie 'Los Serrano' un equipo se encarga de la trama de adultos, otro de la trama de 'adolescentes' y otro de la infantil. Cuando las tres tramas independientes se ponen en común, la labor consiste en interrelacionar esas tres tramas, hacer que conecten entre sí de alguna manera y elaborar finalmente el capítulo secuencia por secuencia, diálogo por diálogo.

El paso del tiempo restó fuerza a 'Siete Vidas' y muchos de sus mejores personajes se fueron y llegaron otros no tan buenos. Grandes adquisiciones fueron la de Richard (Guillermo Toledo) o el carismático Frutero, personaje que hubiera dado mucho más de sí que Aída para un spin-off. Sin embargo hubo incorporaciones terribles, como la de Pau, el catalán ese que hacía de hijo bastardo de Sole o la introducción del personaje de Vero, interpretada por la funesta Eva Santolaria en un impotente quiero y no puedo que dejó huella en la historia de la sobreactuación. Parecía como si 'sus gracias' dejaran de tener gracia sólo porque las decía ella, cuando debería ser todo lo contrario. Con los años, los guiones dejaron de tener la chispa de antaño y pasó a convertirse en un producto estandarizado que seguía cosechando buenas audiencias pero que en cuanto a calidad había descendido sobremanera. Las collejas de Sole dejaron de hacer gracia (o al menos, no tanta) y quedó patente que la fecha de caducidad de la serie estaba próxima.

La sustitución en la programación de 'Siete Vidas' por su spin-off 'Aída' deja patente la apuesta de Globomedia por esta nueva serie. Al igual que en 'Frasier', el capítulo piloto explicaba qué había pasado para que Aída ya no siguiera trabajando en el 'Kasi que no'. La muerte repentina de su padre le deja en herencia una casa que habrá de compartir con su madre y que le dará la oportunidad de cambiar su vida. Una sit-com cuyos primeros episodios no han estado al nivel que se le presuponía, tal vez porque el personaje de Aída no de para muchos estiramientos. Algo que aturde mucho al espectador es escuchar las risas de fondo sin que la situación le haya producido gracia a él. (Es algo que también me pasa con el 'Club de la Comedia') ¿De qué demonios se reían aquellas risas? Y no son enlatadas no, porque al igual que 'Siete Vidas' la serie 'Aída' se graba con público. Tengo otra pregunta, ¿por qué Aída siempre grita tanto? Si los supuestos chistes no hacen gracia, los gags no funcionan y la historia en sí carece de sustancia dramática lo mejor es hacer zapping o lanzar el mando contra la pantalla en busca de una destrucción metafísica del medio, en este caso la televisión. No obstante, opté por el zapping. Qué le voy a hacer si soy optimista.