Echar un vistazo a uno de los primeros vídeos de Los planetas
es echarle un vistazo a los 90. Estos chicos, que emergieron en el panorama
musical bajo el nombre de Los subterráneos, iban a convertirse
en la banda sonora de toda una generación. La profundidad sónica,
el desencanto de vivir una década en la que ya todo estaba inventado,
todo estaba dicho, todo estaba hecho, suponía un desparrame mental
y una especie de melancolía del tiempo que no se vivió,
que no podía sino fabricarse su propia conciencia evasiva. Unos
puntos de fuga por los que desprenderse de la realidad. El brit pop
que llegaba, la experimentación, el noise y las drogas de diseño
como influencias directas de las que beber.
Y
así, llegará a nosotros este grupo granadino. El mejor
recuerdo de entonces será el vídeo de Qué puedo
hacer, en el que el primitivismo propio de unos novatos sin presupuesto
para más hace de este vídeo una grata sorpresa. Sobre
todo por evocar los viejos tiempos en los que aún contaban en
sus filas con May Oliver como bajista y Paco Rodríguez a la batería.
Y aunque distinguimos la mala calidad del vídeo, no nos importa.
Nos agrada y nos hace reír ese tono casero, la patética
y única subtrama que se muestra, véase el titular: ‘chica
escapando de su agresor por el bosque’. Una historia bastante
risible que nos recuerda a los sketches cutres de horas chanantes y
cosas por el estilo y que también empieza dejando curiosas analogías
planeteras. La no resignación destructora o una cierta misoginia,
llámenlo como quieran.
Después
llegarán otros vídeos en los que ya empieza a pulirse
un poco más todo el conjunto. Como es el caso del de Jess Franco,
Himno generacional #83. Todo un manifiesto
de autodestrucción que va a dejarnos bastante petrificados. Además
de remarcar el dolor del que abandona o se siente abandonado, la gracia
del vídeo está en que no seré yo quien me mate,
sino un coro de concentrados, dulces y satánicos niños. Conclusión
abierta y diversa para este grotesco espectáculo que comienza
a destilar el espíritu planetoide.
Luego
llegará David y Claudia que nos hace
un recorrido tembloroso del universo granadino sin mucha gracia, pero
cuya calidad visual ya es un hecho. Los tiempos están cambiando
y el fichaje por BMG Music Spain comenzará a notarse en el cosmos
hipnótico de colores del vídeo de La playa,
otra de sus grandes señas de identidad. Un universo cromático
saturado a más no poder que deja bastante que desear pero que
rememora el carácter envolvente de sus composiciones. Historias
visuales
sin mucho trasfondo temático que tienen como principal aliciente
y objetivo el de dar a conocer al grupo que, por entonces, sería
la salvación nacional del indie.
Otra cosa con bastante más chispa será Prueba
esto, cuyo sabrosa y cómica herejía nos
dejará la aparición estelar de un Juan de Pablos enrrollado
y sarcástico haciendo apología de las drogas. Toda una
exhaltación del no arrepentimiento y del espíritu embaucador
propio de esos Jesus and Mary Chain que tanto admiraban. Valiéndose
del gran angular, el mítico locutor de radio extremeño
nos incitará a saborear las mieles del LSD planetero en una loca
carrera por destronar a los fantasmas de nuestro cerebro.
Por
último, la fábula golfista de Un buen día
marcará el comienzo de una estética en la que el descuido
ya no volverá a estar presente. Ahora ya son un grupo de masas
entre una minoría enérgica y ansiosa de fans que exigen
pruebas de valor ya no sólo en la música. La canción
que les llevará a mezclarse entre las listas de ventas, nos dejará
una muestra visual con mucho esmero.
Rótulos y simbología con bastante meticulosidad, además
del guiño al film Europa en una de las escenas, reafirmarán
que estos chicos ya no son unos outsiders, sino que han decidido
entrar en el juego con la valía de autoproducirse ayudados por
Carlos Hernández.
Así,
sintiéndose asumidos y sin dejar de recordarnos a grandes grupos
como la Velvet, Sonic Youth, Joy division o Mercury Rev a partes iguales,
estos chicos no dejarán de hacer gala de lo que fue, ha sido
y es su piedra angular, la grandiosa melancolía.
ENCUENTROS
CON ENTIDADES. Videoclips.-
San
Juan de la Cruz.-
Lo
que en un principio podrían parecernos elementos temáticos
disonantes, aquí se nos funde a destajo sin temores; la mejor
estética pop del indie actual con el poder salvaje del western.
Un videoclip de animación que se encarga de recrear las similitudes
anímicas entre los viejos forajidos desarraigados del género
y los componentes del grupo más representativo de la música
pop independiente, ambos tratando de sobrevivir, a su modo, al tiempo,
a su identidad y a su agonía.
Paisajes
enloquecidos, planos que se cuelan por los recovecos más sugerentes,
enfoques dispares que, enraizados en un juego de tempo lento y dudoso,
nos sitúan, como a sus personajes, en el estadio de conciencia
que choca con la incertidumbre y lo imprevisible de los impulsos humanos,
así como el sentimiento de fracaso del que ha sucumbido a los
despropósitos.
Y
este mejunge visual y emocional no podría ser más satisfactorio,
sobre todo en el momento en que las creencias y la farsa de las mismas
se enfrentan de golpe en un face to face de lo más corrosivo,
dando paso a una explosión de destellos multicolores en la que
se resume toda la rabia del mundo.
En
definitiva, toda una muestra de la ambigüedad moral a la que Los
planetas, así como el genio del nuevo western, Sam Peckinpah,
nos tienen tan bien acostumbrados.
Corrientes circulares en el tiempo.-
Haciendo
honor a su propio nombre, el vídeo se nos presenta como un bello
paseo por la galaxia planetera de las emociones. El sistema solar ha
sido reformulado y ha dado paso a un universo en el que tan sólo
habitan dos almas errantes flotando en el cosmos.
Partiendo
del carácter visionario y onírico de la idea, la estética
debía ir, cuanto menos, en la misma línea ilusoria y futurista
de lo que se pretende mostrar.
Todo
un universo minimal del que partimos y que nos va llevando lentamente
de la mano por el proceso de introspección al que estos dos seres
hipergalácticos se someten, cada uno en la piel del otro, como
una especie de muestra totalizadora y a la vez liberadora de ese todo
que somos, de esa energía que fluye en todas direcciones.
Así,
estas corrientes circulares en el tiempo nos traen de vuelta a lo esencial,
a los orígenes, en una especie de reivindicación de la
esencia humana por encima de la construcción racional del mundo
que conocemos, para transportarnos a ese otro de ensueño en el
que sólo estamos tú, yo y nuestras emociones, dejando
atrás el dolor del mundo y las alusiones a Rimbaud.
Ni
qué decir tiene que esta propuesta de negación del mundo
se lleva por delante también al propio grupo, lanzando curiosos
guiños de autodestrucción a su concepto de estrellas dentro
del panorama musical. Una idea que ya sería retratada, aunque
de distinto modo, por Jess Franco en el estupendo videoclip del grupo
Himno generacional #83, del que hablábamos anteriormente.
Todo
un reto, por tanto, el de sumergirse en la posible dirección
hacia la que podría acabar desembocando este mundo de locos.
El
artista madridista.-
A
diferencia de los anteriores, este vídeo es técnica y
literalmente bastante más pobre. La propuesta esta vez será
mostrar el desbarajuste físico y psicológico al que los
artistas están sometidos en cada una de las giras promocionales
de sus discos. Una especie de diario de gira visual en el que el grupo
visualiza, entre sueños, la posibilidad de no ser quiénes
son y la facilidad con la que la industria juega a los dados con los
sueños y las emociones de los músicos. Valiéndose
de la jerga futbolera, el grupo coloca en su sitio su intransigencia
ante pactos y acuerdos proéxito. Todo un ataque contra ese mercado
de compra-venta de ideas y estrellas representado por ese artista madridista
con el que tienen que lidiar.
Mediante un montaje rápido y facilón, cuya pantalla se
nos divide entre quiénes son y quiénes podrían
ser, se subraya la asfixiante potencia de esa batuta que todo lo mueve,
que dictamina normas de corte y confección a melodías,
letras y su conjunto.
De
este modo, entre paseos mariwaneros y otros minutos de relax, la banda
se replantea el juego en el que participan, la probabilidad certera
de que, si tal vez hubiera salido cruz en vez de cara, ellos no serían
quiénes son y su lugar lo ocuparían otros. Golpe de efecto,
por tanto y, como ellos mismos escriben, a esos ‘cazadores blancos
con corazones negros’, aludiendo de nuevo al Clint Eastwood que
actuó y dirigió el film de aventuras del mismo nombre
en 1990.
Mis
problemas con la justicia.-
Alguien
enciende una cerilla. ¿Qué arderá esta vez?
Como mínimo, Mis problemas con la justicia va a marcar
el antes y el después del listado de videoclips. Esto es otra
cosa, esto es postmodernismo en su rama más virulenta.
Una ardiente joven de curvas perfectas ciertamente atorada parece desahogar
toda su mala leche contra una cama. El sigilo visual con el que las
plumas van adheriéndose sutilmente a su palmito es una muestra
de la sensualidad más mordaz que hasta ahora había protagonizado
a las creaciones de Los planetas.
Aquí volvemos al terreno impotente del estar donde no se quiere
estar, y el único modo de aliviar la tortura es acabar con ella
mediante sierra eléctrica. Ser práctico, sí señor.
Además
del carácter irreversible del guión y de no encontrar
mejor modo de extrapolar unas letras como éstas, hago especial
hincapié en la cuidada estética kitsch del vídeo;
una áspera y suculenta panorámica que, como el verbo kitschen
para los alemanes, ‘barre la mugre de la calle’, pero en
este caso, además, la amontona en casa.
Así
pues, la extraordinaria grandeza de este vídeo, cuyo factor sorpresa
es altamente voltaico, radica en todos y cada uno de sus elementos,
dejando tras su paso todo un torrente de pasiones en carne viva que
se autoparodian al igual que lo hacen con su propia conciencia estética,
como así lo afirnara el crítico de la modernidad, Theodor
Wiesengrund Adorno.
En resumen, todo un ejercicio de estilo cuya dirección se la
debemos a Luis Cerveró.
Mil millones de veces.-
Lo
que prometía ser un bucólico paseo en bicicleta, deja
de serlo a la 1ª curva. La calidez y el encantamiento de los cuentos
infantiles en los que siempre había un lobo feroz, es tratado
aquí pero en dirección contraria. Nuestra caperucita ahora
es el lobo. Y nuestro lobo se ha convertido en un colectivo de supuestas
inocentes féminas enajenadas.
Una
nueva muestra del resquemor amoroso del que Los planetas vienen haciendo
gala desde sus orígenes. Una fábula de ese resentimiento
que provocan ciertas relaciones pasionales que, a la vez que engrandecen,
empobrecen.
Así,
esta onírica historia de venganza choca de golpe con una edulcorada
fotografía que nos revela el carácter ambivalente de las
pasiones, el espíritu de contradicción característico
de sus letras.
Dulzura y amargura temática y visualmente a partes iguales.
Placer, deseo y risas embotelladas tras el prisma reconfortante y destructivo
del que prevee su pecado.
Temporalmente.-
Aunque
no puede decirse que este sea uno de los vídeos más logrados,
hay que admitir que su propósito está cumplido, siempre
y cuando éste sea el de conseguir que el espectador tenga la
misma sensación de asfixia que su personaje.
Mediante
un rápido y repetitivo montaje de imágenes, el vídeo
nos muestra el panorama enfermizo de un joven que busca soluciones drásticas
a su atmósfera desequilibrada. Esta técnica de avanzar
y retroceder en las pistas, al margen de ser estéticamente poco
efectiva, nos embauca en la atmósfera lisérgica y desesperada
de ese protagonista que lucha, como mejor sabe, contra la agorafobia
y la claustrofobia que le produce, a partes iguales, su puta anomia.
Y
al tiempo que se evade, también logra para sí todo un
ejercicio de autorreafirmación, en una especie de juego de madres
de las de las ‘lentejas, si las quieres las comes y si no, las
dejas’.
Así
es Temporalmente, un trabajo de montaje estridente cuyo mensaje
de fondo nos deja una singular puesta en práctica del ‘yo
soy así y nunca cambiaré’, de la gran Gara.
Pesadilla
en el parque de atracciones.-
Curioso
es pensar que la canción más simple y con menos profundidad
del disco resultara ser la mejor acogida por el público.
Está
claro. Una pieza fresca de ritmo perfecto, dos kilos de entonación
drástica, otros tres kilos de mala leche propia del que escribe
cuando aún está en caliente, y cuarto y mitad de palabras
rabiosas y expresiones de saturación. ¿Resultado? el super
hit de la ruptura.
Y
con las mismas, nos vamos al videoclip, en el que los 5 integrantes
del grupo ‘protagonizan’ una loca carrera de coches mientras
una colegiala pícara parece tener muy claro quién será
el ganador.
Mi
apuesta para este vídeo será la de subrayar, al margen
de un montaje ágil y una armonía cromática divertida,
el estupendo ritmo narrativo que se ha conseguido.
Prácticos y útiles contrapicados, temblores de cámara
efectivos para simular el deseo rabioso de colgarte de un pino, el juego
de cámara hiriente del que, dolido, siente ataques de destrucción.
Dulces
sueños.-
Al
recordar que aún siguen existiendo lugares tan denigrantes como
las perreras, es cuando se agradece que alguien siga invirtiendo su
tiempo en lanzar piedras contra ese cúmulo de habitáculos
de dolor y soledad.
Por eso principalmente es por lo que no podría decir absolutamente
nada malo de este videoclip.
Una
serie de travellings horizontales bastarán para presentar la
tan desoladora y hostil panorámica de estos lugares del diablo.
De ahí que a la triste y delicada ternura con la que el vídeo
está tratado, se le añada el carácter incisivo
de la realidad misma. Los millones de perros en el mundo que cohabitan
en zulos esperando su ejecución o, con suerte, un poco de cariño
de quien llegue a tiempo para adoptarlos.
Pero
además de elogiar la funcionalidad del vídeo, también
es considerable el lirismo con que van siendo retratados los perros
al tiempo que J susurra, entre otras, una de las frases más mordaces
y poéticas del disco ‘que tengas buenas noches hoy
y malos sueños para quien prefiera tenerte muerta a no tenerte
nada’. Y es con esa misma sagacidad, con la que se reclama
la llegada de un benefactor que arranque el dolor y destruya los muros.
Marc
Gómez del Moral será el encargado de dirigir, así
como en Mis problemas con la justicia y alguno más,
la majestuosa fotografía. Un juego de luces eléctricas
que acabarán desembocando en una catarsis estética e instrumental
completamente lyncheana, que invita a la toma de conciencia de una realidad
de la que parecemos no ser demasiado conscientes. Toda una cura de maldad
contra los que aún piensan que los animales son sólo eso,
animales.
Por
último, además de los agradecimientos a Defensa y Socors
del Animal S.A. (Magda y Ricard), transcribo el mensaje que acompaña
al librillo del dvd, ‘deberías adoptar uno’ (934355348).
¿Te animas?
El espíritu de la navidad.-
Sucede
también a veces que encontrar un vídeo suave y aparentemente
sin mucha miga se agradece. Sobre todo porque ayuda a digerir mejor
piezas como Dulces sueños. El espíritu de la
navidad es uno de estos vídeos, claro está.
Primeros
planos y planos detalle picados y contrapicados darán juego al
dulce sueño REM de una chica que, tirada en su cama, tararea
la canción recreándose en ella. Los curiosos encuadres
utilizados nos darán, por su parte, la sensación de que
la joven a punto de despertar está siendo grabada, además,
en vídeo casero por alguien. Un alguien que nos descubre la posibilidad
de que el vídeo en su totalidad sea el plano subjetivo de esa
persona que se esconde en las esquinas y la observa con ojos enamorados.
En
resumidas cuentas, esta es una ligera pieza de soft pop estético
que invita a apreciar qué buen modo es este de comenzar el día.
Nosotros somos los zíngaros.-
Para
dar por finalizada la tirada de videoclips que ilustran Encuentros con
entidades, nuestras pequeñas grandes estrellas del indie van
a hacer de unas marionetas sus álter ego para así poder
sentirse auténticos terroristas mundiales. Una sátira
curiosa y divertida de la toma de posesión en la tierra de estos
fanáticos de la destrucción, llevando a cabo cada una
de sus misiones y preparando, artesanalmente, sus herramientas de poder.
Con una teatrera puesta en escena y el sentimiento de euforia del que
consigue llevar a buen puerto su cometido, estos muñecos conseguirán
que el sabor amargo que los brutales acontecimientos dejaron pase a
ser una cuestión hasta cómica. El sarcasmo le quita peso
a todo, ya saben.
Por lo demás, poco queda por decir de esta compilación
de videoclips que en cierto modo enfadó a los fans, que esperaban
ansiosos el concierto en directo que la propia discográfica había
anunciado que añadiría al producto. Decepción aparte,
esta es una gran muestra de la historia del grupo tomada en imágenes,
en las que se refuerza la brutal diferencia de calidad entre los primeros
vídeos y estos últimos. El objetivo de entonces no es
el de ahora. El presupuesto tampoco, y el haber sabido adaptarse a los
tiempos y sus cambios, implica que algunos de sus vídeos sean,
hoy en día, como los anuncios de BMW, que ya no es necesario
ni que aparezca el producto. Ya no se habla del coche, sino de las sensaciones
propias del target al que se quiere vender. Pues esto es lo mismo, además
de admitir que a veces la adaptación al vídeo de una canción
es bastante más satisfactoria e interesante si los músicos
no aparecen en escena. Sin ir más lejos, ahí tenemos la
gran pieza de Mis problemas con la justicia.