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Videoclips dvd. Los planetas
Sara Manzano Cuadrado
17/12/2006



Echar un vistazo a uno de los primeros vídeos de Los planetas es echarle un vistazo a los 90. Estos chicos, que emergieron en el panorama musical bajo el nombre de Los subterráneos, iban a convertirse en la banda sonora de toda una generación. La profundidad sónica, el desencanto de vivir una década en la que ya todo estaba inventado, todo estaba dicho, todo estaba hecho, suponía un desparrame mental y una especie de melancolía del tiempo que no se vivió, que no podía sino fabricarse su propia conciencia evasiva. Unos puntos de fuga por los que desprenderse de la realidad. El brit pop que llegaba, la experimentación, el noise y las drogas de diseño como influencias directas de las que beber.

Y así, llegará a nosotros este grupo granadino. El mejor recuerdo de entonces será el vídeo de Qué puedo hacer, en el que el primitivismo propio de unos novatos sin presupuesto para más hace de este vídeo una grata sorpresa. Sobre todo por evocar los viejos tiempos en los que aún contaban en sus filas con May Oliver como bajista y Paco Rodríguez a la batería. Y aunque distinguimos la mala calidad del vídeo, no nos importa. Nos agrada y nos hace reír ese tono casero, la patética y única subtrama que se muestra, véase el titular: ‘chica escapando de su agresor por el bosque’. Una historia bastante risible que nos recuerda a los sketches cutres de horas chanantes y cosas por el estilo y que también empieza dejando curiosas analogías planeteras. La no resignación destructora o una cierta misoginia, llámenlo como quieran.

Después llegarán otros vídeos en los que ya empieza a pulirse un poco más todo el conjunto. Como es el caso del de Jess Franco, Himno generacional #83. Todo un manifiesto de autodestrucción que va a dejarnos bastante petrificados. Además de remarcar el dolor del que abandona o se siente abandonado, la gracia del vídeo está en que no seré yo quien me mate, sino un coro de concentrados, dulces y satánicos niños. Conclusión abierta y diversa para este grotesco espectáculo que comienza a destilar el espíritu planetoide.

Luego llegará David y Claudia que nos hace un recorrido tembloroso del universo granadino sin mucha gracia, pero cuya calidad visual ya es un hecho. Los tiempos están cambiando y el fichaje por BMG Music Spain comenzará a notarse en el cosmos hipnótico de colores del vídeo de La playa, otra de sus grandes señas de identidad. Un universo cromático saturado a más no poder que deja bastante que desear pero que rememora el carácter envolvente de sus composiciones. Historias visuales sin mucho trasfondo temático que tienen como principal aliciente y objetivo el de dar a conocer al grupo que, por entonces, sería la salvación nacional del indie.

Otra cosa con bastante más chispa será Prueba esto, cuyo sabrosa y cómica herejía nos dejará la aparición estelar de un Juan de Pablos enrrollado y sarcástico haciendo apología de las drogas. Toda una exhaltación del no arrepentimiento y del espíritu embaucador propio de esos Jesus and Mary Chain que tanto admiraban. Valiéndose del gran angular, el mítico locutor de radio extremeño nos incitará a saborear las mieles del LSD planetero en una loca carrera por destronar a los fantasmas de nuestro cerebro.

Por último, la fábula golfista de Un buen día marcará el comienzo de una estética en la que el descuido ya no volverá a estar presente. Ahora ya son un grupo de masas entre una minoría enérgica y ansiosa de fans que exigen pruebas de valor ya no sólo en la música. La canción que les llevará a mezclarse entre las listas de ventas, nos dejará una muestra visual con mucho esmero.

Rótulos y simbología con bastante meticulosidad, además del guiño al film Europa en una de las escenas, reafirmarán que estos chicos ya no son unos outsiders, sino que han decidido entrar en el juego con la valía de autoproducirse ayudados por Carlos Hernández.

Así, sintiéndose asumidos y sin dejar de recordarnos a grandes grupos como la Velvet, Sonic Youth, Joy division o Mercury Rev a partes iguales, estos chicos no dejarán de hacer gala de lo que fue, ha sido y es su piedra angular, la grandiosa melancolía.

ENCUENTROS CON ENTIDADES. Videoclips.-

San Juan de la Cruz.-

Lo que en un principio podrían parecernos elementos temáticos disonantes, aquí se nos funde a destajo sin temores; la mejor estética pop del indie actual con el poder salvaje del western. Un videoclip de animación que se encarga de recrear las similitudes anímicas entre los viejos forajidos desarraigados del género y los componentes del grupo más representativo de la música pop independiente, ambos tratando de sobrevivir, a su modo, al tiempo, a su identidad y a su agonía.

Paisajes enloquecidos, planos que se cuelan por los recovecos más sugerentes, enfoques dispares que, enraizados en un juego de tempo lento y dudoso, nos sitúan, como a sus personajes, en el estadio de conciencia que choca con la incertidumbre y lo imprevisible de los impulsos humanos, así como el sentimiento de fracaso del que ha sucumbido a los despropósitos.

Y este mejunge visual y emocional no podría ser más satisfactorio, sobre todo en el momento en que las creencias y la farsa de las mismas se enfrentan de golpe en un face to face de lo más corrosivo, dando paso a una explosión de destellos multicolores en la que se resume toda la rabia del mundo.

En definitiva, toda una muestra de la ambigüedad moral a la que Los planetas, así como el genio del nuevo western, Sam Peckinpah, nos tienen tan bien acostumbrados.

Corrientes circulares en el tiempo.-

Haciendo honor a su propio nombre, el vídeo se nos presenta como un bello paseo por la galaxia planetera de las emociones. El sistema solar ha sido reformulado y ha dado paso a un universo en el que tan sólo habitan dos almas errantes flotando en el cosmos.

Partiendo del carácter visionario y onírico de la idea, la estética debía ir, cuanto menos, en la misma línea ilusoria y futurista de lo que se pretende mostrar.

Todo un universo minimal del que partimos y que nos va llevando lentamente de la mano por el proceso de introspección al que estos dos seres hipergalácticos se someten, cada uno en la piel del otro, como una especie de muestra totalizadora y a la vez liberadora de ese todo que somos, de esa energía que fluye en todas direcciones.

Así, estas corrientes circulares en el tiempo nos traen de vuelta a lo esencial, a los orígenes, en una especie de reivindicación de la esencia humana por encima de la construcción racional del mundo que conocemos, para transportarnos a ese otro de ensueño en el que sólo estamos tú, yo y nuestras emociones, dejando atrás el dolor del mundo y las alusiones a Rimbaud.

Ni qué decir tiene que esta propuesta de negación del mundo se lleva por delante también al propio grupo, lanzando curiosos guiños de autodestrucción a su concepto de estrellas dentro del panorama musical. Una idea que ya sería retratada, aunque de distinto modo, por Jess Franco en el estupendo videoclip del grupo Himno generacional #83, del que hablábamos anteriormente.

Todo un reto, por tanto, el de sumergirse en la posible dirección hacia la que podría acabar desembocando este mundo de locos.

El artista madridista.-

A diferencia de los anteriores, este vídeo es técnica y literalmente bastante más pobre. La propuesta esta vez será mostrar el desbarajuste físico y psicológico al que los artistas están sometidos en cada una de las giras promocionales de sus discos. Una especie de diario de gira visual en el que el grupo visualiza, entre sueños, la posibilidad de no ser quiénes son y la facilidad con la que la industria juega a los dados con los sueños y las emociones de los músicos. Valiéndose de la jerga futbolera, el grupo coloca en su sitio su intransigencia ante pactos y acuerdos proéxito. Todo un ataque contra ese mercado de compra-venta de ideas y estrellas representado por ese artista madridista con el que tienen que lidiar.

Mediante un montaje rápido y facilón, cuya pantalla se nos divide entre quiénes son y quiénes podrían ser, se subraya la asfixiante potencia de esa batuta que todo lo mueve, que dictamina normas de corte y confección a melodías, letras y su conjunto.

De este modo, entre paseos mariwaneros y otros minutos de relax, la banda se replantea el juego en el que participan, la probabilidad certera de que, si tal vez hubiera salido cruz en vez de cara, ellos no serían quiénes son y su lugar lo ocuparían otros. Golpe de efecto, por tanto y, como ellos mismos escriben, a esos ‘cazadores blancos con corazones negros’, aludiendo de nuevo al Clint Eastwood que actuó y dirigió el film de aventuras del mismo nombre en 1990.

Mis problemas con la justicia.-

Alguien enciende una cerilla. ¿Qué arderá esta vez?
Como mínimo, Mis problemas con la justicia va a marcar el antes y el después del listado de videoclips. Esto es otra cosa, esto es postmodernismo en su rama más virulenta.


Una ardiente joven de curvas perfectas ciertamente atorada parece desahogar toda su mala leche contra una cama. El sigilo visual con el que las plumas van adheriéndose sutilmente a su palmito es una muestra de la sensualidad más mordaz que hasta ahora había protagonizado a las creaciones de Los planetas.
Aquí volvemos al terreno impotente del estar donde no se quiere estar, y el único modo de aliviar la tortura es acabar con ella mediante sierra eléctrica. Ser práctico, sí señor.

Además del carácter irreversible del guión y de no encontrar mejor modo de extrapolar unas letras como éstas, hago especial hincapié en la cuidada estética kitsch del vídeo; una áspera y suculenta panorámica que, como el verbo kitschen para los alemanes, ‘barre la mugre de la calle’, pero en este caso, además, la amontona en casa.

Así pues, la extraordinaria grandeza de este vídeo, cuyo factor sorpresa es altamente voltaico, radica en todos y cada uno de sus elementos, dejando tras su paso todo un torrente de pasiones en carne viva que se autoparodian al igual que lo hacen con su propia conciencia estética, como así lo afirnara el crítico de la modernidad, Theodor Wiesengrund Adorno.
En resumen, todo un ejercicio de estilo cuya dirección se la debemos a Luis Cerveró.

Mil millones de veces.-

Lo que prometía ser un bucólico paseo en bicicleta, deja de serlo a la 1ª curva. La calidez y el encantamiento de los cuentos infantiles en los que siempre había un lobo feroz, es tratado aquí pero en dirección contraria. Nuestra caperucita ahora es el lobo. Y nuestro lobo se ha convertido en un colectivo de supuestas inocentes féminas enajenadas.

Una nueva muestra del resquemor amoroso del que Los planetas vienen haciendo gala desde sus orígenes. Una fábula de ese resentimiento que provocan ciertas relaciones pasionales que, a la vez que engrandecen, empobrecen.

Así, esta onírica historia de venganza choca de golpe con una edulcorada fotografía que nos revela el carácter ambivalente de las pasiones, el espíritu de contradicción característico de sus letras.
Dulzura y amargura temática y visualmente a partes iguales.
Placer, deseo y risas embotelladas tras el prisma reconfortante y destructivo del que prevee su pecado.


Temporalmente.-

Aunque no puede decirse que este sea uno de los vídeos más logrados, hay que admitir que su propósito está cumplido, siempre y cuando éste sea el de conseguir que el espectador tenga la misma sensación de asfixia que su personaje.

Mediante un rápido y repetitivo montaje de imágenes, el vídeo nos muestra el panorama enfermizo de un joven que busca soluciones drásticas a su atmósfera desequilibrada. Esta técnica de avanzar y retroceder en las pistas, al margen de ser estéticamente poco efectiva, nos embauca en la atmósfera lisérgica y desesperada de ese protagonista que lucha, como mejor sabe, contra la agorafobia y la claustrofobia que le produce, a partes iguales, su puta anomia.

Y al tiempo que se evade, también logra para sí todo un ejercicio de autorreafirmación, en una especie de juego de madres de las de las ‘lentejas, si las quieres las comes y si no, las dejas’.

Así es Temporalmente, un trabajo de montaje estridente cuyo mensaje de fondo nos deja una singular puesta en práctica del ‘yo soy así y nunca cambiaré’, de la gran Gara.

Pesadilla en el parque de atracciones.-

Curioso es pensar que la canción más simple y con menos profundidad del disco resultara ser la mejor acogida por el público.

Está claro. Una pieza fresca de ritmo perfecto, dos kilos de entonación drástica, otros tres kilos de mala leche propia del que escribe cuando aún está en caliente, y cuarto y mitad de palabras rabiosas y expresiones de saturación. ¿Resultado? el super hit de la ruptura.

Y con las mismas, nos vamos al videoclip, en el que los 5 integrantes del grupo ‘protagonizan’ una loca carrera de coches mientras una colegiala pícara parece tener muy claro quién será el ganador.

Mi apuesta para este vídeo será la de subrayar, al margen de un montaje ágil y una armonía cromática divertida, el estupendo ritmo narrativo que se ha conseguido.
Prácticos y útiles contrapicados, temblores de cámara efectivos para simular el deseo rabioso de colgarte de un pino, el juego de cámara hiriente del que, dolido, siente ataques de destrucción.

Dulces sueños.-

Al recordar que aún siguen existiendo lugares tan denigrantes como las perreras, es cuando se agradece que alguien siga invirtiendo su tiempo en lanzar piedras contra ese cúmulo de habitáculos de dolor y soledad.
Por eso principalmente es por lo que no podría decir absolutamente nada malo de este videoclip.

Una serie de travellings horizontales bastarán para presentar la tan desoladora y hostil panorámica de estos lugares del diablo. De ahí que a la triste y delicada ternura con la que el vídeo está tratado, se le añada el carácter incisivo de la realidad misma. Los millones de perros en el mundo que cohabitan en zulos esperando su ejecución o, con suerte, un poco de cariño de quien llegue a tiempo para adoptarlos.

Pero además de elogiar la funcionalidad del vídeo, también es considerable el lirismo con que van siendo retratados los perros al tiempo que J susurra, entre otras, una de las frases más mordaces y poéticas del disco ‘que tengas buenas noches hoy y malos sueños para quien prefiera tenerte muerta a no tenerte nada’. Y es con esa misma sagacidad, con la que se reclama la llegada de un benefactor que arranque el dolor y destruya los muros.

Marc Gómez del Moral será el encargado de dirigir, así como en Mis problemas con la justicia y alguno más, la majestuosa fotografía. Un juego de luces eléctricas que acabarán desembocando en una catarsis estética e instrumental completamente lyncheana, que invita a la toma de conciencia de una realidad de la que parecemos no ser demasiado conscientes. Toda una cura de maldad contra los que aún piensan que los animales son sólo eso, animales.

Por último, además de los agradecimientos a Defensa y Socors del Animal S.A. (Magda y Ricard), transcribo el mensaje que acompaña al librillo del dvd, ‘deberías adoptar uno’ (934355348). ¿Te animas?

El espíritu de la navidad.-

Sucede también a veces que encontrar un vídeo suave y aparentemente sin mucha miga se agradece. Sobre todo porque ayuda a digerir mejor piezas como Dulces sueños. El espíritu de la navidad es uno de estos vídeos, claro está.

Primeros planos y planos detalle picados y contrapicados darán juego al dulce sueño REM de una chica que, tirada en su cama, tararea la canción recreándose en ella. Los curiosos encuadres utilizados nos darán, por su parte, la sensación de que la joven a punto de despertar está siendo grabada, además, en vídeo casero por alguien. Un alguien que nos descubre la posibilidad de que el vídeo en su totalidad sea el plano subjetivo de esa persona que se esconde en las esquinas y la observa con ojos enamorados.

En resumidas cuentas, esta es una ligera pieza de soft pop estético que invita a apreciar qué buen modo es este de comenzar el día.

Nosotros somos los zíngaros.-

Para dar por finalizada la tirada de videoclips que ilustran Encuentros con entidades, nuestras pequeñas grandes estrellas del indie van a hacer de unas marionetas sus álter ego para así poder sentirse auténticos terroristas mundiales. Una sátira curiosa y divertida de la toma de posesión en la tierra de estos fanáticos de la destrucción, llevando a cabo cada una de sus misiones y preparando, artesanalmente, sus herramientas de poder. Con una teatrera puesta en escena y el sentimiento de euforia del que consigue llevar a buen puerto su cometido, estos muñecos conseguirán que el sabor amargo que los brutales acontecimientos dejaron pase a ser una cuestión hasta cómica. El sarcasmo le quita peso a todo, ya saben.

Por lo demás, poco queda por decir de esta compilación de videoclips que en cierto modo enfadó a los fans, que esperaban ansiosos el concierto en directo que la propia discográfica había anunciado que añadiría al producto. Decepción aparte, esta es una gran muestra de la historia del grupo tomada en imágenes, en las que se refuerza la brutal diferencia de calidad entre los primeros vídeos y estos últimos. El objetivo de entonces no es el de ahora. El presupuesto tampoco, y el haber sabido adaptarse a los tiempos y sus cambios, implica que algunos de sus vídeos sean, hoy en día, como los anuncios de BMW, que ya no es necesario ni que aparezca el producto. Ya no se habla del coche, sino de las sensaciones propias del target al que se quiere vender. Pues esto es lo mismo, además de admitir que a veces la adaptación al vídeo de una canción es bastante más satisfactoria e interesante si los músicos no aparecen en escena. Sin ir más lejos, ahí tenemos la gran pieza de Mis problemas con la justicia.