SANA
ADVERTENCIA.
Antes de leer este artículo, se recomienda haber visualizado
previamente la película con atención y devoción. Si no fuera
así, el amante de las sorpresas y el suspense me dispararía con
su recortada para después colgarme del mástil más alto y
lanzarme erizos de mar. Bien es cierto que el que finalmente decide es el lector.
El poder es suyo, señoritas. La libertad es suya, caballeros. Ahora que
ya conocen el contexto, hagan lo que les plazca.
'VIOLENT
COP' (Policía violenta) Director:
Takeshi KITANO Guión: Hisashi NOZAWA Productor: Shozo ICHIYAMA,
Hisa NABESHIMA y Takio YOSHIDA Productor ejecutivo: Kazuyoshi Okuyama
Música original: Daisaku Kume Fotografía: Yasushi Sasakibara
Montaje: Nobutake Kamiya Interpretes: Takeshi Kitano (Azuma), Shiro Sano (Yoshinari),
Malko Kawakami (Akari) Sigueru Hiraizumi (Iwaki). AÑO: 1989 |
JEFE:
¿Viste lo que pasó? AZUMA: Si, pasaba por allí JEFE:
¿Por qué no los detuviste? AZUMA: No podía hacer nada
solo JEFE: No es propio de un policía ir a casa de un chico y actuar
violentamente. Si no fuera tu jefe no me disgustaría pero ya que lo seré
durante un año, no quiero que actúes de esa forma. No soy tonto
¿sabes? Conozco bien la situación de la zona y sé el tipo
de policía que se necesita aquí. Pero no quiero recibir más
quejas. AZUMA: Procuraré que no vuelva a ocurrir. JEFE: Espero
que podamos entendernos. |
Azuma
no es un tipo demasiado hablador. Dice sólo lo necesario y hace tiempo
que ha dejado de creer en el poder de la palabra. De hecho, consigue lo que quiere
a base de repartir guantazos, pescozones y de poner ojos morados. Sus métodos
son primitivos, sí, básicos, también, pero contundentes y
eficaces. Eso no se le puede negar. 'Violent cop' es una obra impetuosa, cruel,
sanguinaria pero también reflexiva y estimulante. Esa violencia latente
queda impresa desde la primera secuencia de la película, momento al que
el jefe de Azuma se refiere en la conversación: A la luz de la luna, unos
críos japoneses apalean a un viejo vagabundo entre risas e insultos. De
clara inspiración kubrickiana, el inicio homenajea a otro film por todos
conocido. 'La Naranja Mecánica' comparte con 'Violent Cop' el mismo pilar
narrativo: a partir de la exposición de la violencia en estado puro cada
film recapacita sobre el fenómeno in situ, aunque desde lugares y doctrinas
bien distintas.
'Violent
cop' pudo haber sido una película muy diferente. Concebida a priori como
una cinta de acción sin mayores pretensiones, el destino quiso que el director
enfermera y que Takeshi Kitano, que había sido contratado sólo como
actor, asiera con fuerza las riendas del proyecto, modificándolo tanto
como le permitieron. Kitano no era desconocido para el público japonés
en 1989. A sus espaldas acarreaba una intensa carrera como actor en shows teatrales
y televisivos que le había reportado una gran fama en su país. Todo
comenzó cuando Kitano dejó sus estudios de ingeniería para
probar suerte en otros campos menos... académicos.
Al
inicio de la década de los 70 comenzó a desempeñar en Tokio
los oficios más diversos: desde camarero en un club de jazz a mozo de equipajes
en el aeropuerto. Incluso durante una breve temporada estuvo haciendo de taxista.
Takeshi no tenía aun claro lo que quería hacer en la vida hasta
que aceptó un nuevo trabajo: ascensorista en un teatro de variedades llamado
France-za. Fue la suerte, el azar, la casualidad - llámenlo como quieran
- lo que hizo que encontrara su vocación. En el ascensor se hizo amigo
de Kyoshi Kaneko, uno de los dos cómicos de un dúo que arrasaba
en aquellos momentos: <<Two Beats>>. En 1973 la pareja de Kaneko enferma
y pide a Kitano, su amigo del ascensor, que si por favor le sustituye. El éxito
es instantáneo y poco tiempo más tarde el nuevo dúo debuta
en televisión. Kitano tuvo que dejar su honrado trabajo de ascensorista
y dedicarse por entero al incierto mundo de la farándula. Pasó a
ser conocido por los escenarios como 'Beat' Kitano y enseguida empezó a
dejar patente su versatilidad como artista: Kitano no es sólo actor, sino
que también escribe novelas, poesía, comenta retransmisiones deportivas,
presenta concursos populares y se convierte en uno de los cómicos con mayor
éxito en Japón de todos los tiempos. ¿Se acuerdan de Humor
Amarillo, ese mítico concurso que Telecinco se niega a volver a emitir
porque sus programadores son idiotas? El nombre original en Japón era Takeshi-J
(El castillo de Takeshi) y fue el mismo Kitano - sonriente y ufano - el que dirigía
y presentaba aquel pintoresco festival de ostias a la japonesa. ¡Ay, qué
entrañables recuerdos!
Paralelamente a su andadura por la caja
tonta, en 1983 debuta en el cine con 'Feliz Navidad Mr Lawrence', en la que interpreta
a un sádico y pendenciero sargento. En el año 1989, es contratado
para protagonizar Violent Cop pero como señalé antes, el director
enferma y Kitano lo sustituye a pesar de no tener experiencia alguna dirigiendo
cine sin renunciar a protagonizar la cinta. Aunque no aparece en los créditos
como guionista, Takeshi modificó sustancialmente el guión para hacer
una película que se ciñera más a sus gustos narrativos y
estéticos y se alejara de la comercialidad que el film pretendía
en un principio. Puestos de esta manera en antecedentes, buceemos un poco en la
peli.
La
historia se sustenta en un personaje protagonista excelentemente construido: Azuma
es un tipo reservado, callado, y sobre todo malo, muy malo, que no se anda con
chiquitas. Cuando ve que un grupo de chavales le da una paliza a un vagabundo,
no se corta en ir a la casa de uno de ellos y darle unas patadas en la cara, en
las costillas y básicamente donde pille. Al día siguiente, el grupo
de chavales acude a la comisaria y otro caso resuelto. Así es Azuma. Sus
métodos funcionan aunque no son del todo bien vistos, más viniendo
de un agente de la ley. Por eso su jefe le amonesta verbalmente al principio de
la película y le pide que deje de ser tan rudo. A Azuma en realidad se
la suda lo que diga su jefe, aunque asentirá como un niño bueno.
Esa misma mañana, nuestro valiente protagonista conoce a su nuevo compañero:
un japonés jovencito y novato llamado Kikouchi. La relación que
entre ellos se establece está muy lejana de las convencionales subtramas
de aprendizaje o de polos opuestos, como la pegajosa Arma Letal y deleznables
secuelas. Kikouchi representa los límites que Azuma ha rebasado desde hace
tiempo. El primero es todo inocencia mientras que el segundo es un perro viejo
demasiado experimentado. Azuma es un tipo duro que sabe donde golpear para hacer
daño. Sin embargo, como todo superhéroe tiene su debilidad, encarnada
por su hermana disminuida mental, a la que trata como a una hija en el sentido
más protector de la palabra. Una de las secuencias más hilarantes
de la película es cuando Azuma descubre a su hermana con un joven en la
cama. El chico, en un nervioso pies para qué os quiero, se viste rápidamente
e intenta abandonar la casa. Cortésmente, Azuma le acompañará
hasta la puerta y allí, sin previo aviso, le dará un puntapié
al chico haciéndolo caer por las escaleras. El viaje hasta la parada de
autobús será un auténtico infierno para el joven. Azuma no
dejará de atemorizarlo y preguntarle cosas mientras le da collejas y patadas
en los tobillos. Al final, terminará por imponer al acongojado chico que
debe casarse con su hermana. El joven no sabrá qué responder y Azuma
le propinará mas collejas y patadas hasta tirarlo al suelo. Fin de la cuestión.
El chico no volverá a acercarse nunca más a ningún miembro
de su familia.
El conflicto del personaje de Azuma vendrá marcado
por su enfrentamiento con los yakuza, unas poderosas mafias japonesas que controlan
la zona y que tienen a sueldo a la mitad de la plantilla de la policía.
De momento, eso Azuma no lo sabe y se dedica a combatir el mal como sólo
él sabe hacer. La dilatada secuencia de la persecución por la ciudad
es de lo mejor de la película. Azuma acabará atropellando al sospechoso
dos veces y golpeando a su compañero, Kikouchi, en
las costillas cuando se lanza a proteger al sospechoso atropellado. En beneficio
de Azuma, he de decir que antes el sospechoso había reventado la cabeza
de un policía con un bate de beisbol en uno de los momentos más
elegantes del metraje.
Azuma será reprendido una vez más
por sus métodos, pero por un oído le entra y por otro le sale. Se
va con su compañero a investigar a una discoteca y descubre a un yakuza
vendiendo droga a los clientes en el baño. El particular interrogatorio
no tiene desperdicio: un plano fijo de 35 bofetadas - las he contado - hasta que
el yakuzaa confiesa quien le pasa la droga: un alto cargo del departamento de
policía. Azuma lo deja inconsciente de un puñetazo y abandona el
local.
Como en una partida de ajedrez, cada acción sangrienta
tiene su consecuencia. El yakuza llamará a su jefe, Iwaki, y le confesará
que ha rebelado su nombre a Azuma. Iwaki contrata a otro yakuza para matar al
yakuza soplón y al propio Azuma. Por si fuera poco, los secuaces del nuevo
yakuza secuestran a la hermana de Azuma y la drogan y violan repetidamente. A
partir de este momento comienza el camino solitario y tortuoso del personaje,
que se desliga de su compañero y del propio departamento de policía,
más que nada porque es expulsado por sus métodos tras un nuevo altercado.
En un momento de la película, sale a relucir la propia inseguridad del
personaje con respecto al barrio donde vive. Cuando le preguntan que porqué
se hizo policía, él contesta: 'para llevar pistola'. Una vez que
es echado del cuerpo se ve privado de ella y el yakuza que quiere matarlo intentará
aprovechar el momento.
La película irradia crueldad y violencia
por todos sus poros. También conceptos como el honor, el deshonor, el respeto,
la soledad, la venganza, la justicia cósmica, la poca afición a
los diálogos, son referentes que se han hecho propios del cine asiático
actual y que se conjugan de manera formidable en la película. Azuma estará
a punto de morir, cuando a traición, el temible yakuza intenta apuñalarle.
Sin embargo, el ahora ex policía agarra el cuchillo por el filo y provoca
que el yakuza huya. Con un tajo en la mano y la ropa llena de sangre, Azuma se
enfrentará de nuevo al yakuza, que otra vez fracasará en su intento
de asesinarlo.
Ha llegado el momento de mover pieza. Azuma lo tiene
claro. Consigue una pistola, va al despacho del policía corrupto Iwaki,
el jefe del yakuza y directamente le pega un tiro en la cabeza. El ayudante del
policía asiste a la escena sin poder hacer nada y Azuma se larga del despacho
dejándolo vivito y coleando. Azuma no es un tipo tan malo. Su siguiente
objetivo es el yakuza que intentó asesinarlo que se resguarda junto con
sus tres secuaces y la hermana del policía, que se ha hecho adicta a la
heroína.
En
el bando de los malos, se produce un conato de sublevación entre los secuaces
del yakuza. Resultan ser unos pardillos y todos acaban muertos en menos de dos
minutos. El climax se acerca y el desenlace se presiente aunque sin esperarlo.
El asunto se resuelve en muy poco tiempo. El yakuza desde el suelo vacía
todos sus cartuchos contra Azuma, que sigue andando inmune a la lluvia de balas.
Un par de ellas impactan contra su cuerpo, pero él no siente nada, sólo
venganza. De tres disparos Azuma acaba con la vida del joven yakuza y detrás
del cadáver aparece su hermana, medio desnuda y buscando droga en los bolsillos
del muerto. A los ojos de Azuma, la chica ha sido deshonrada y encima ahora es
drogadicta. Como tiene la pistola en la mano, le acaba pegando un disparo en la
cabeza y problema de honor resuelto. Se da la vuelta y se dirige a la salida del
cobertizo. Una mano anónima sale de las sombras y dispara sobre Azuma que
cae al suelo en la penumbra del almacén. Una haz de luz ilumina de repente
el cuerpo sin vida de Azuma y enseguida vuelve a apagarse. No ha quedado ni el
apuntador. Sólo Kikouchi, el patoso compañero de Azuma, que será
el encargado de proseguir el trabajo de Iwaki, el difunto policía corrupto.
No
se cuantas veces habré escrito la palabra 'yakuza' en el párrafo
anterior. Me ha llamado la atención porque el word no deja de subrayármelo
en rojo como si no existieran. Y los yakuzas existen y es uno de los referentes
que más se repiten en la filmografía de Kitano. Ya sea para temerlos,
para encumbrarlos o para mofarse de ellos. En realidad, el origen de los yakuza
se remonta al siglo XVI y se trataban de unos guerreros apodados 'los locos' que
encarnaban el lado oscuro de los samurais sembrando el terror en la población.
Aquello evolucionó hasta el siglo XX y durante los años 20, con
la depresión económica, se producen sentimientos anti-occidentales
en Japón que facilitan la formación de organizaciones tradicionalistas
para los luchar contra el orden extranjero desde los negocios legales e ilegales.
Fuentes policiales calculan que hoy existen 24 clanes Yakuza y que agrupan a 24.000
delincuentes. Sus negocios mueven 1,5 billones de pesetas al año y en los
últimos años se viene produciendo una expansión de la mafia
japonesa hacia otros países como EEUU. Para Takeshi Kitano, un yakuza no
es lo mismo que un mafioso: 'La diferencia con los gangsters es que los yakuzas,
aunque peligrosos forman parte de la vida cotidiana. En cierto sentido imparten
las reglas y a veces hasta el orden, actuando como si fueran policías'.
Puede que el título de la película, 'Violent Cop', nos
lleve a engaños. La violencia es tratada desde miras más abiertas
y con un significado implícito en cada patada. Se producen diferencias
a la hora de tratar escenas: mientras que algunas de ellas ni siquiera se muestran
explicitamente, otras son caricaturizadas y las más vitales tratadas con
todas su crudeza. Aunque pueda llamar la atención, Kitano afirma que odia
profundamente la violencia pero que la refleja en sus películas porque
es una realidad muy presente en su país; 'Un cineasta japonés que
hoy quiere hablar de la vida y la muerte, no tiene más que dos posibilidades:
mostrar policías y mostrar yakuzas, y en ambos casos hay violencia de por
medio'. Sin embargo, el resto de su filmografía nos ha enseñado
que si que hay una tercera posibilidad y si no échenle un vistazo a 'Dolls'
y saquen sus conclusiones.
La banda sonora de la película, compuesta
por Daisaku Kume, se vuelve palpablemente reconocible, melancólica y al
compás de los trazos estilísticos del autor japonés. El lenguaje
cinematográfico utilizado por Kitano durante toda su obra resulta singular,
digno de ser analizado, y que ya en su ópera prima comenzaba a despuntar.
La tensión y el suspense quedan bien administrados, porque el autor sabe
como llevar la batuta y dirigir el ritmo de su historia. La incomunicación
entre personajes, la aparente calma, las escenas cargadas de inmovilidad, los
repentinos estallidos de violencia, la forma de utilizar inteligentemente la elipsis,
la mezcla explosiva entre el lirismo y la crueldad nos hace emocionarnos, alterarnos,
revolvernos en el sillón sin poder apartar la vista de la pantalla. En
relación con su uso tan particular de la elipsis respondió en una
entrevista lo siguiente: 'Nunca me ha gustado mostrar las cosas de una manera
demasiado directa o sentimental. Para tomar distancia me pongo a cortar. Es más
bien una cuestión de pudor'. También afirma que no posee ninguna
intención formalista y que cada uno de sus trabajos lo aborda de manera
independiente.
Después de 'Violent Cop', entre 1990 y 1993 Takeshi Kitano dirigió
películas de la talla de 'Boiling Point' o 'Sonatine' entre otras. En 1995
estrena 'Getting any?', que será su primera comedia. El 2 de agosto de
ese mismo año, después de haberse tomado unas copas se estrella
con su moto contra un poste de teléfonos. Las consecuencias son graves:
severas cicatrices, cojera y la parte derecha del rostro paralizada. Sin embargo,
hay muchos críticos que ven en aquella fatídica noche un punto de
inflexión entre el artista y el genio. Después del accidente, Kitano
deja la bebida y se interesa por la pintura, la ciencia y la música. Durante
años, Japón pensó que estaba acabado pero cuando menos lo
esperaron resurgió como más fuerza que nunca. Fue a partir de este
momento cuando sus películas se comercializaron masivamente fuera de las
fronteras japonesas y Kitano logró atesorar fama mundial. En 1997 con la
fantástica Hana-Bi ganó el premio de la Academia Europea y el Leon
de Oro en Venecia. De su amor por la pintura nació la maravillosa 'Dolls'
y de su admiración por las artes marciales, su última película
que también protagoniza: 'Zatoichi'.
Takeshi Kitano es uno de
los iconos del cine oriental contemporáneo entre otras cosas por la sencillez
y singularidad de sus ideas. Cuando le preguntan por sus influencias conscientes
está expresando su modo de concebir la vida: 'Voy poco al cine porque no
quiero ser influido y cada vez que ruedo una escena tópica, un tiroteo
o una pelea, cosas filmadas ya mil veces, me propongo como sea filmar un punto
de vista original'. Al contrario que sus personajes, el genio de Takeshi permanece
inmune a los golpes y sólo puede seguir expandiéndose más
y mejor.