PIRANESI / SCHUITEN. Arquitectura,
Comics y Clasicismo [2ª parte]
Luis Miguel Lus Arana
11/06/2007
De Piranesi a Schuiten: La Hipertrofia
del estilo
IV. La Tour o la Ciudad Interior
Las Cárceles y la Torre de Babel
En 1987, Schuiten y Peeters publican L'archiviste, una recopilación
revisada y comentada de gran parte de la producción gráfica
que el primero había producido en los años precedentes.
Como elemento unificador, ambos autores crearon una narrativa que
la integrara dentro del discurso que se había generado al expandir
el universo de Les murailles de Samaris (1983), con el posterior
La fièvre d'Urbicande (1985). De esta manera, nacía
el que será el procedimiento habitual de desarrollo del universo
de ‘Les Cités Obscure’ [1]
un vórtice aglutinador y unificador de materiales
de diferentes épocas e inspiraciones. El álbum, principalmente
compuesto por escenas de ciudades, terminaba con un inusual retrato
colectivo, cuyo pie de página rezaba: ‘Giovanni Battista
y sus amigos’. Pocos meses después, Casterman Editeur
sorprendía a sus lectores con una nueva entrega de la saga.
Con ‘La Tour’ (1987), el equipo Franco-belga
se distanciaba de la continuidad temporal de los álbumes precedentes,
y Schuiten saldaría parcialmente su deuda con cierto maestro
veneciano, auténtico creador de 'Ciudades Oscuras’ [2].
IV. I De las Vedute a las Carceri d’invenzione.
Como si
de un cuento de Borges se tratara [3],
La Tour narra la historia de Giovanni Battista, un maestro mantenedor
a cargo del cuidado y reparación de una zona de una construcción
a la que se refiere como 'la torre', y cuya extensión real
nadie – ni siquiera el omnisciente lector - conoce [4]
. A lo largo de las más de 120 planchas del álbum, el
lector acompaña a Giovanni en su viaje a través de La
Torre, como mudo testigo de una delirante promenade architecturale
edificada sobre un lenguaje clasicista en el que las formas Paladianas
se superponen en perfecta articulación. Construida al estilo
de una Veduta interior (en el sentido de los Caprici de Canaletto),
el diseño de La Torre muestra la rara habilidad de Schuiten
para encontrar orden en la heterogenia.
Le vedute di Schuiten. Eclecticismo e Hipertrofia
Dos
son, en la obra de Schuiten, los conceptos básicos de la estrategia
de diseño: Por una parte, el ‘eclecticismo estructurado’,
por otra, la ‘hipertrofia estilística’. En el diseño
de ciudades tales como Samaris, Urbicanda, Samarobriva o
Brüssel, el artista belga hace suya la lucha por ‘introducir
orden en la heterotopía’, eligiendo a priori
elementos de orígenes diversos para los que desarrolla un nuevo
sistema que los unifica. Pero el ‘mundo oscuro’ también
puede ser construido de manera inversa, y así, en él
encontramos ciudades en las que un sólo estilo ha sido desarrollado
hasta el límite, modelando una sociedad a su imagen y semejanza,
hasta la hipertrofia. En Xhystos (Las Murailles de Samaris,
1983), una sofisticación Art Nouveau tomada de Horta y Guimard
crece hasta impregnar toda la sociedad que le rodea: no sólo
los edificios, sino los vehículos, las máquinas, el
mobiliario, o incluso el vestuario y peinados de las personas parecen
haber sido diseñados por un Henri van de Velde fuera de sí.
Del mismo modo, Blossfeldtstad (previamente la provinciana Brentano)
se reinventa a sí misma a través de un Jugendstijl
floral procedente de una ensoñación arquitectónica
sobre las fotografías de Karl Blossfeldt.
Conceptos como eclecticismo, estilo, manierismo e hipertrofia no fueron
ajenos a Giambattista Piranesi. Siendo veneciano, Piranesi fue especialmente
consciente de la tradición vedutista que, habiendo
sido concebida en el siglo XV por Antonio Dosio y Vicenzo Scamozi
entre otros, sería codificada en los siglos XVII y XVIII por
Heintz, Van Wittel, y, sobre todo, por Luca Carlevaris, Canaletto
y Panini, resultando al fin en el nacimiento del ‘Capriccio’.
Sin embargo, por más que el trabajo de Piranesi sea fácilmente
identificable como ‘vedutístico’, sus
imaginarios parajes arquitectónicos fueron más allá
de las vaporosas orquestaciones aditivas de Panini. Ya en las Carceri,
pero también en sus vedute di Rome y especialmente
en las delirantes y excesivas Opere Varie (1750), las láminas
que acompañaban sus Parere sull'architettura (1765)
o sus Prospettive (1743), Piranesi haría uso de una técnica
superpositiva y evolutiva que será reutilizada por Schuiten.
El trabajo de Piranesi se basó en un preciso estudio de las
ruinas de la antigüedad que, como la perspectiva en Bramante
(ver cita introductoria), adquiría su valor último al
transformarse en herramienta para la invención. Si en las Prisiones
Piranesi buscó el deseado efecto de complejidad en la aparentemente
caótica superposición espacial de pasajes, puentes,
arcos, estructuras aéreas y escaleras, su trabajo posterior
evolucionaría hacia una superposición similar en lo
estilístico, procedente de una ecléctica apreciación
del mundo antiguo. En las Antichites, las Parere, o las
Diversi Maniere d’adornare i cammini, las formas extraídas
de ruinas romanas se combinan con formulaciones etruscas o influencias
egipcias. Los estilos se yuxtaponen, forzándose su interacción,
hasta que un nuevo estilo híbrido surge. Un estilo que es posteriormente
desarrollado hasta la hipertrofia, produciendo un confuso equilibrio
de caos y coherencia que le valdría a Piranesi el continuo
ataque de los críticos [5].
Pero, al margen de las similitudes en la concepción de la naturaleza
orgánica (muy en la dirección apuntada por Viollet-le-Duc)
del estilo, clásico o no y su evolución, La Tour remite
a Piranesi al hacer referencia directa tanto de él (en la figura
homónima de Giovanni Battista) como a su obra. Desde la propia
cubierta, que presenta una traslación casi literal del Mausoleo
de Adriano, a las imágenes que introducen cada capítulo,
pero especialmente en el diseño del propio espacio, extraído
de las Carceri, Schuiten ofrece un homenaje continuo a las imágenes
dibujadas por el italiano, superponiéndolas incluso, como veremos,
en la misma escena. Las Carceri, pese a su nacimiento como obra de
juventud, fueron el ejemplo más vívido del método
compositivo de superposición espacial de Piranesi, por encima
del también ampliamente estudiado Prima Parte di Architettura
e Prospettiva, o las Opere Varie. Aquí, también él
desarrolla un complejo mundo interior diseñado discontinuamente.
En estas cárceles imaginarias, los diferentes planos se acumulan
uno tras otro: dondequiera que dirijamos nuestra mirada, nos encontramos
con una nueva sucesión de elementos que continúan enmarcando
el espacio ad infinitum, transmitiendo una exagerada sensación
de profundidad a la que ayuda el uso de una iluminación teatral,
artificiosa (imposible, casi siempre) y dramática, texturada
por la técnica del grabado. En este sentido, será el
estilo de dibujo uno de los elementos cruciales en la inmediata asociación
con las Carceri que La Torre produce en el lector.
IV.II. Arquitectura y Representación.
De dibujos y grabados
‘Técnicamente, Piranesi
es asombroso e inimitado: un rayado
nervioso y preciso, un gris que parece metal bruñido hace brillar
los medios tonos de las piezas menores, un brío claroscurista,
tenebroso, creando un contraste dramático de los negros.[6]
De su herencia arquitectónica,
Schuiten heredó una actitud heroica ante el dibujo que también
encontramos en MCay (al que también le une su pasión
por la representación de la arquitectura y el paisaje urbano),
y que hace que sus universos imaginarios estén, ante todo,
perfectamente construidos geométricamente. En sus perspectivas
puede identificarse cada elemento de las arquitecturas –sea
este ornamental o estructural- con claridad, pero lo mismo ocurre
con cada detalle de las maquinarias de los vehículos, o de
los ropajes de los personajes [7].
En el paso de los últimos setenta a la mitad de los ochenta,
el dibujo de Schuiten evolucionó de la elegante pero convencional
línea clara francobelga que utilizaba en sus primeros trabajos
hacia una sofisticada –y trabajosa- reinterpretación
del grabado del XVIII y XIX, que utilizaría con una mentalidad
más ‘ingenieril’ que ‘pictórica’ [8].
Por medio de un cuidado control de la línea, Schuiten
delinea intrincados conjuntos arquitectónicos y escenas urbanas
que nos hablan de la fascinación de una ciudad futura soñada
en los albores del siglo XX [9].
Este recurso a una línea mecánica, rigurosa,
desapasionada, es lo que le permite conferir homogeneidad a (la representación
de) una multiplicidad de objetos extraídos de épocas,
estilos y contextos diversos, enmascarando las diferencias y difuminando
las discontinuidades. El tipo de grabado que encontramos en Schuiten
es deudor, antes que del romanticismo piranesiano, del frío,
geométrico y descriptivo grabado del XIX que confiere al conjunto
el aspecto exacto y académico que encontramos en las Lecciones
de Arquitectura de Viollet – Le – Duc, o en la Historia
de la Arquitectura de Choisy.
En La Torre, sin embargo, el dibujo
de Schuiten adquiere una mayor densidad (que será aún
más palpable en L'enfant penchée), y aunque el mecanicismo
aún sigue presente, puede apreciarse claramente un mayor trabajo
en las texturas que parece buscar la sensación de gravidez
presente en las Carceri. Los dibujos de Piranesi están cargados
con una materialidad lograda por medio de un rayado frenético,
nervioso, que crea sombra y textura a la vez, generando superficies
sucias y atmósferas polvorientas. No siendo la espontaneidad
un entorno en el que Schuiten se mueva a gusto, en la Torre se decide
a esculpir la sombra. Si bien la iluminación y geometría,
así como la línea, están tan rigurosamente planificadas
como de costumbre, el aspecto final del dibujo se consigue por medio
de un progresivo oscurecimiento de la página, superponiendo
trazos, antes que variando su grosor , evocando, antes que reproduciendo,
el tenebrismo de la vigorosa línea orgánica de Piranesi.
Las Carceri que se recrean aquí no son, pues, las de las más
sencillas y evocadoras láminas del joven Piranesi, sino los
oscuros, sobresaturados espacios en que serían transformadas
por el ya maestro en su cuarentena [10].
La luz, pero sobre todo la sombra, son el principal material de construcción
de las Cárceles de la Invención, y es en la atmósfera,
antes que la geometría (en general simplificada), los elementos
del espacio (reducidos a una selección de unos pocos motivos),
la perspectiva (más rigurosa que sofisticada) o los encuadres
(desprovistos de la característica carga dramática piranesiana),
donde Schuiten busca la proximidad. En el primer capítulo,
Giovanni se queda dormido cerca del perímetro de La Torre.
Por la mañana, cuando la luz del sol lo despierta, no puede
evitar exclamar: 'Hay demasiada luz aquí fuera. Esto no es
sano'. Giovanni pertenece al mundo de penumbra del interior de la
virtual cárcel que es La Torre. Un mundo, como el de las Carceri,
la fuente de cuya escasa luz es imposible de discernir.
IV.III Construyendo las Carceri. Orden en la heterotopía.
Elementos de la prisión piranesiana
No buscando realizar una copia literal de las láminas de las
Carceri, Schuiten opta por utilizar la estética compleja y
la atmósfera opresiva de Piranesi para construir un espacio
que permita a los personajes desplazarse por él. La credibilidad
de este espacio depende en gran medida de la continuidad que las diferentes
imágenes ofrezcan entre sí, lo que conllevará
una selección de elementos, una simplificación de las
heteromorfas cárceles piranesianas que permitan el efecto cinemático.
Como veremos más adelante, las láminas de las Carceri
tienen algo de caleidoscópico. Como las fotografías
de Julius Schulman, los dibujos de Piranesi esconden una superposición
de momentos, miradas, realidades, que cobran vida cuando el observador
los examina y atraviesa su falsa apariencia de imagen congelada. La
cárcel de Schuiten debe ser descubierta a lo largo de la historia,
y para ello, los diferentes planos de cada carcere son desdoblados
en imágenes sucesivas, y su estructura abstraída y clarificada.
De este modo, Schuiten rescata algunos elementos recurrentes de la
heterotopía piranesiana, utilizándolos como un código
de diseño. El motivo principal será el arco (generalmente
de medio punto), omnipresente en las Carceri, y que será utilizado
como soporte de un inaccesible techado, o formará puentes que
se alternarán con pasajes suspendidos o apoyados. El arco es
un elemento que Piranesi utilizaría recurrentemente durante
toda su carrera, por su especial capacidad de recrear atmósferas
misteriosas, arrojar múltiples sombras, y enmascarar, al ocultar
las juntas, las –buscadas- incoherencias de la perspectiva.
Los espacios ocultos por el cuadrante superior del arco son utilizados
por Piranesi para crear nuevas situaciones y juegos de escala. La
disposición en planos perpendiculares de las arcadas hace difícil
dilucidar sus tamaños y posiciones relativos, y los espacios
se vuelven ambiguos, dilatándose y contrayéndose a medida
que la mirada del observador se detiene en uno u otro lugar de la
lámina. El arco ofrecía a Piranesi unas condiciones
de drama y una habilidad disruptiva de las que la construcción
porticada carecía, pero también un carácter romano [11]
que haría de él la herramienta idónea para recrear
las misteriosas, pesadas, oscuras, y cinemáticas Carceri. Igualmente,
el espacio interior de la Torre está poblado de arcos de ladrillo,
piedra o diferentes tipos de opus mixtum, libremente situados sobre
una retícula. La exagerada proporción entre las altura
de las pilas y el tamaño éstos evoca en algunas viñetas
la intersección de dos sistemas de acueductos perpendiculares,
como vemos en las páginas 4 y 5 (Figura VI) del primer capítulo,
en las que elementos extraídos de las Carceri se superponen
sobre una estructura de arcos similar a la que encontramos en el Acqua
Claudia de 1775. En la página 2 (Figura IX), encontramos asimismo
una traslación directa de las pilastras de La Cisterna de Castel
Gandolfo (1764).
Por medio del escalado y superposición
de estos elementos, que son enlazados por puentes y pasarelas, Schuiten
construye una evocación ‘genérica’ de las
Carceri que se combina con ocasionales reproducciones literales de
partes de los dibujos originales (ver la comparación de viñetas
de las páginas 4 y 5 en comparación con las láminas
X y XI, Figura IX), o desdoblamientos de éstos en elementos
más sencillos que dan origen a varias imágenes, como
es el caso de la famosa lámina III y su estructura circular
(ver figura VIII). Esta interpretación de Schuiten se corresponde
mucho más fidedignamente, en su concepción espacial,
con una incursión anterior en el tema que el joven Piranesi
había realizado en Prima Parte di Architetture e Prospettive
(1743): el grabado Carcere Oscura (Figura X).
Pieter Brueghel y la Torre de Babel
No
obstante, será en el viaje de Giovanni hacia la frontera exterior
de la construcción que la verdadera naturaleza de esta prisión
nos será revelada. Si en la cubierta del álbum la Torre
se muestra como un macizo telón de piedra soportado por contrafuertes
(tomado del grabado ‘Spaccato degli Speroni, i quali servono
de contraforti al gran Fondamento del Mausoleo d’Elio Adriano’,
en Le Antichitá Romane IV, 1784), según nos acercamos
al perímetro descubrimos una estructura interior de pilares
y arbotantes de resonancias góticas [12]. La
Torre, una vez fuera del carcelesco espacio interior, se revela como
una estructura circular, formada por una estructura radioconcéntrica
de cámaras que remiten también a otras constantes del
imaginario piranesiano. En sus grabados, Piranesi representó
en numerosas ocasiones la complejidad de las galerías y costillares
internos de los circos romanos, y las vistas exteriores de la torre
de Schuiten no pueden dejar de recordarnos también a la estructura
central de su imposible reconstrucción de Il Campo Marzio [13].
El referente más inmediato para la volumetría de la
torre es, por otra parte, la pintura La Gran Torre de Babel (1563),
de Pieter Brueghel, siendo este un tema que acompañará
a Schuiten a lo largo de su carrera [14].
Este extremo quedará confirmado cuando, durante su estancia
en la ciudad de Elías Aureolus Palingenius, situada en uno
de los niveles superiores, Giovanni contemple una pintura de la estructura
tal y como debería verse una vez terminada. El cuadro representa
un homenaje explícito al del pintor flamenco. Desde la ciudad
de Elías, la estructura radial exterior puede verse claramente.
Las arcadas de la ciudad, situada en el perímetro de la torre,
tienen su origen asimismo en otro de los ensayos de Brueghel sobre
el tema: La Pequeña Construcción de la Torre de Babel
(1563). El laberíntico y oscuro espacio interior de las Carceri,
con su inacabable sucesión de salas hipóstilas cobra
ahora sentido como soporte de una colosal estructura vertical. La
‘cisterna de Castelgandolfo’ es, como el mundo de los
Morlocks de Metrópolis, tan sólo la subestructura
que permite construir el hiperbólico mundo renacentista de
los Eloi [15].
Con su integración dentro de una Torre de Babel, Schuiten parece
querer dotar de un centro a las Carceri de Piranesi, un autor cuyos
grabados, como Tafuri explica, ‘presentan no sólo el
capricho de un escenógrafo teatral, sino más bien una
crítica sistemática del concepto de ‘centro’
[16]. Precisamente,
cuando Giambattista llega a este centro, descubre un vacío
que se pierde en el infinito. En contraste con la complejidad, la
saturación del espacio piranesiano, el centro es un no-lugar.
De La Tour al Grand Tour
Tras conocer la verdadera naturaleza de La Torre, Giovanni decide
ascender hacia su cima. La historia se volverá, a partir de
este punto, un viaje iniciático a través de diferentes
vedute de Piranesi. Si, como ya hemos mencionado, en el espacio interior
encontrábamos imágenes que parecían tomadas de
Prospettiva della piscina delle medesime conserve (Antichitá
d’Albano e di Castel Gandolfo, 1764), o de Pars Residua
porticuum, et concamerationum... (Il Campo Marzio dell’Antica
Roma, 1762), en los niveles superiores Giovanni visitará ruinas
cubiertas por vegetación como las mostradas en las Termas de
Caracalla, o la Basílica Constantina, pero también estructuras
con ciclópeas columnas dóricas como las del porche del
Panteón, paredes horadadas por ábsides tomados del Tempio
detto volgarmente di Giano (Vedute di Roma, 1778), o incluso
las ruinosas escaleras de la Cisterna di Albano (1764). Es en esta
parte donde Schuiten hace el collage piranesiano más evidente.
En su artículo 'Kinemastiche Kerker... [17]',
Alexander Kupfer identifica una de las viñetas (ver Figura
XIV) como una interpretación libre del ‘Gruppo di Scale...
[18]'.
Un examen más atento de la imagen situada en primer plano revela
que el dibujo proviene en realidad de la superposición de dos
grabados: ‘Galleria grande di statue’ (Prima
parte di Architettura e Prospettiva) y ‘Monumento antico
e due vasi’ (Vasi, Candelabri, Cippi I, 1778), en los que
Schuiten reúne, a modo de secreto Capriccio, los primeros y
los últimos trabajos de Piranesi. El texto es revelador: ‘A
las pocas horas, dimos con unas extrañas construcciones que
no se parecían en nada a lo que yo había visto hasta
entonces.’ ¿Se refieren Schuiten y Peeters a las
construcciones de Piranesi o a su propia ‘recontextualización’
de éstas, en el más puro espíritu piranesiano?.
El inconcluso paisaje de la coronación de la Torre proporciona
la oportunidad de crear una suerte de jardín pintoresquista,
en el que los caprichos de Canaletto (ver por ejemplo el Capriccio
con Rovine Classiche, 1723) se combinan con tracerías
góticas como las representadas por Caspar David Friedrich (Abadía
del Robledal, 1808-1810).
La Torre
es una megaestructura arcaica, un paisaje edificado en el que disponer,
como en una casa de muñecas, como en un jardín inglés,
las diferentes vedute. Cerca del final del álbum, nos encontramos
con una detallada imagen de una vacía Camera sepolcrale, (Camera
sepolcrale inventata e disegnata conforme al costume, e all'antica
magnificenza degl'imperatori Romani), uno de los primeros grabados
de Piranesi, publicado en Prima Parte di Architettura e Prospettiva
(1743); una mirada atrás a un modelo que, junto con Carcere
Oscura, se encuentra en el origen de la interpretación
que Schuiten hace del espacio piranesiano [19].
De escaleras y escalas
Las escaleras son quizás el elemento de las prisiones cuya
ausencia se hace más notoria en La Torre. En las Carceri
pasarelas, puentes, escalinatas de piedra, escaleras colgantes y helicoidales,
escalas... todos estos elementos comparten el papel de elemento conector
de las gigantescas estructuras de piedra, poniendo de relieve, más
que la multiplicidad de diferentes niveles, lo deliberado de su aparente
caos. Las anchas escalinatas de piedra que parten del plano del suelo
recalcan la pesadez de éste, sufriendo una progresiva desmaterialización
en su ascensión hacia el inalcanzable techado. Las escaleras
y pasarelas son además el espacio para la performance, para
situar a los patéticos actores de este drama, que ascienden
sin fin, como el Piranesi de De Quincey. La verticalidad del espacio
se subraya para contribuir a la magnificación de una prisión
de escala opresiva, que convierte a sus habitantes en virtuales enanos.
En contraposición, la torre se concibe como un oscuro, infinito
vacío, ocupado, como Urbicanda, por una retícula
espacial, esta vez de lenguaje clásico. En este sentido, el
espacio creado Schuiten responde a la interpretación que Alberto
Cuomo hace de las cárceles de Piranesi. Liberada de la tiranía
del plano del suelo, la Torre es el homenaje al 'espacio absoluto'
de Newton -vacío, infinito, donde los cuerpos gravitan (ver
Figura XVI)- que Cuomo ve en Le Carceri [20].
En
efecto, la concepción espacial de La Torre no es tan diferente
de la de su predecesora, La Fièvre d’Urbicande, lo que
ilustra claramente la divergencia en la metodología de Schuiten
con respecto a la de Piranesi: Si bien siempre existe una estructura
subyacente, las Carceri están construidas principalmente por
agregación. Elegida la posición del observador, los
elementos estructurantes se disponen organizando el espacio, añadiendo
sucesivamente nuevas estructuras en los espacios en blanco que quedan
entre aquellos, y que los complementan y contradicen. Schuiten, por
el contrario, dispone una estructura global sucesivamente detallada,
evitando el conflicto. No existe evolución, tan sólo
desarrollo (matemático, en el caso de Urbicanda). Las Carceri
de Piranesi semejan un organismo vivo, en constante desarrollo orgánico.
La Torre, por el contrario, evoca la kantiana sublimidad matemática
de los dibujos de Ledoux. En este contexto, el espacio donde vive
Giovanni parece infinito en todas direcciones, y nosotros, los observadores,
lo percibimos su centro. No hay plano del suelo al que descender,
o techumbre que alcanzar, la subjetividad se atenúa, y las
escaleras pierden su razón de ser.
Las Carceri están construidas a través de la
percepción de un observador, situado en la esquina, y en el
suelo, que contempla la escena orquestada para él. La Torre,
por el contrario, es un espacio que invita a moverse libremente a
su través. En La Torre, Schuiten nos ofrece la oportunidad
de transformarnos en voyeurs virtuales de un espacio tomado de Piranesi,
permitiéndonos mirar por vez primera a los espacios bajo nuestros
pies. Al final de su viaje, Giovanni y Milena encuentran que la torre
está inconclusa (sugiriéndose que es inacabable), y
el único modo de continuar es descender por unas escaleras
(ahora sí )en espiral que, como en La Biblioteca de Babel,
de Borges, parecen descender hasta el infinito.
Índice iconográfico
1. LÁMINA VI. La
Tour o Le Carceri d’invenzione.
Arriba, izquierda: los paisajes interiores de La Torre comparados
con las Carceri de Piranesi: de la esquina superior derecha hacia
abajo: Lámina X (2ª edición), Lámina XI
(1ª edición) y Lámina XI (2ª edición).
Observar que la imagen proviene de la superposición de elementos
de la Lámina XI (I) y una estructura genérica de acueducto.
Abajo: Schuiten recreando la Lámina XV (2ª edición).
2. LÁMINA VII. Complejidad
sin Contradicción. El dibujo de Schuiten confiere
unidad a una torremundo poliestratificada en la que las influencias
góticas coexisten con un Renacimiento hiperbólico o
con el pintoresquismo de las vedute de Piranesi, invadidas por vegetación.
3. LÁMINA VIII. Mitad superior: La estructura
circular de la lámina III de las Carceri da origen a dos lugares
diferentes de la Torre. Mitad inferior: el trabajo en las texturas
está extraído del estilo de Piranesi en 'L’antichita
d’Albano e di Castel Gandolfo'.
4. LÁMINA IX. Arriba: Giovanni
en una de sus reparaciones. Abajo: La Cisterna de Castel Gandolfo
(1764), de 'L’antichita d'Albano e di Castel Gandolfo'.
5. LÁMINA X. De Carcere Oscura
a las Carceri. Arriba, izquierda: El grabado Carcere
Oscura... (Prima Parte di Architetture e Prospettive, 1743)
parece ser un claro referente para la organización espacial
de La Tour. Algunas de las viñetas abajo) reproducen fielmente
la revisión del tema que el propio Piranesi haría en
la Lámina VI de las Carceri (derecha: versión
definitiva. Obsérvese el motivo de la polea; la cuerda cuelga
recta en versiones anteriores) o en la lámina XIV, de la que
Schuiten toma la iluminación. Los pilares han sido rediseñados
de acuerdo con la tipología de la cisterna.
6. LÁMINA XI. Prisión y
Mausoleo. En su ascenso hacia los niveles superiores
de la Torre, Giovanni y Milena se embarcan en un viaje por las vedute
de Piranesi. Arriba, izquierda: Camera Sepolcrale... (Prima
Parte di Architetture e Prospettive, 1743). Abajo: Ruinas en
la Torre y en el Porticum Panthei (abajo, centro; Il Campo Marzio
Dell’Antica Roma, 1762), el Avanzo del Tempio della
Speranza Vecchia (derecha; Le Antichitá Romane I, 1756),
y el Tempio di Minerva Medica vicino á Porta Maggiore
(abajo, dercha; Varie Vedute, 1745).
7. LÁMINA XII. Renacimiento y Barroco.
Arriba, izquierda: El cuerpo central de la Torre reproduce la Torre
de Babel de Pieter Brueghel el Viejo. De arriba a abajo: Giovanni
contemplando una pintura de la Torre, e imágenes de La Gran
Torre de Babel y La Pequeña Construcción de la Torre
de Babel, ambas de 1563. Abajo: El renacentista mundo 'Eloi', representado
en rigurosa perspectiva central.
8. LÁMINA XIII. Las Vedute de
Schuiten. Ábsides y nichos en la Torre y en los
arcos triunfales de Piranesi. Centro, derecha: Tempio detto volgarmente
di Giano (Vedute di Roma, 1778). Abajo: Una delle due Fornici
di Stertinio nel Foro Boario (Le Antichitá Romane
I, 1756).
9. LÁMINA XIV. Architettura, Prospettive,
Candelabri, et altri. En su viaje, Milena and Giovanni
también encuentran algunas de las fantásticas construcciones
clasicistas imaginadas por Piranesi. Arriba, derecha: El precedente
sugerido por Kupfer de 'Gruppo di Scale ornato di magnifica Architecttura,
le quali stanno disposte in modo che conducano a varj piani, e specialmente
ad una Rotonda che serve per rappresentanze teatrali' (Prima
parte di Architettura e Prospettive, 1743). La viñeta
(abajo, izquierda) es realmente una superposición de 'Galleria
grande di statue' (abajo, derecha; Prima parte di Architettura
e Prospettiva) y de uno de los motivos de 'Monumento antico
e due vasi' (arriba, izquierda; Vasi, Candelabri, Cippi
I, 1778).
10. LÁMINA XV. L’Antichitá
di Albano. Arriba, izquierda: Prospettiva della
piscina delle medesima conserve... Abajo, izquierda: Prospettiva
della Scalla della Conserva d’acqua...(ambas de L’Antichitá
di Albano e di Castel Gandolfo, 1764).
11. LÁMINA XVI. Arriba: Las desasosegantes
'escaleras imposibles' de la lámina XIV de las Carceri.
Abajo: las escaleras ambiguas de Escher en Relativity, y
las escaleras de mano de Schuiten en comparación con el imposible
interior/exterior del Belvedere de Escher.
[1]
En 1987, Casterman planeaba comenzar a publicar una serie de álbumes
de gran formato con ilustraciones de dibujantes de cómic de de
primera línea. La idea era que cada página pudiera ser
extraída y usada como un poster. Tras algunas reuniones con el
editor, finalmente las líneas del proyecto se modificaron, incluyéndose
texto e imágenes en la parte posterior de cada lámina,
convirtiendo el portfolio en una historia con su propia narrativa.
[2] En 1999, más
de diez años después de la publicación de La Tour,
y gracias al ofrecimiento de Richard Dagorne, François Schuiten
y Benoît Peeters completarían su particular homenaje al
universo de Giambattista Piranesi en una exposición celebrada
entre el 10 de Abril y el 30 de Septiembre en el Musée de Gajac
en Villeneuve-sur-Lot. En 2000, la exposición viajaría
al Musée de Fesch en Ajaccio.
[3] Para un estudio de
las relaciones entre el universo de las Cités Obscures y la obra
de Jorge Luis Borges, ver: KAPLAN, Frédéric.'“La
Quête du sens dans Les Cités Obscures'. Mayo, 1995.
[4] Esto no es una excepción
dentro de la serie. La espera de una solución última de
los enigmas al final de la historia nunca es satisfecha, en el caso
de Las Ciudades Oscuras, que exigen una permanente relectura. Esto,
sin duda, forma parte se su innegable magnetismo.
[5] Probablemente la
más conocida sea la polémica que surgió entre Piranesi
y Pierre Jean Mariette, y que llevaría a la publicación
de ’Ozzervazioni di Giovanni Battista Piranesi sopra la Lettre
de Monsieur Mariette aux auteurs de la Gazette Littéraire de
l’Europe’ (1765) y de ‘Parere su l’architettura’
(1765). En la Gazzette Littéraire de l’Europe del 4 de
Noviembre de 1764, Mariette, en su defensa de la autoridad de la arquitectura
griega, había afirmado: ‘(...)Este autor, que la prefiere
(la arquitectura romana), no parece hablar de los griegos con toda la
estima que se merecen. (...) No hay composición que no esté
llena de ornamento superfluo, y de total hors d’oeuvre. Todo se
sacrifica al lujo, y, al final, lo único que le queda a uno es
un estilo que rápidamente se vuelve ridículo y bárbaro.
(Traducido de la introducción de by Kevin C. Lippert a Thoughts
on Architecture, publicado en Oppositions. Primavera, 1984. 5-25.).
[6] Del Catálogo
de la Exposición 'Piranesi, una visión del artista a través
de la colección de grabados de la Real Academia de Bellas Artes
de San Carlos'.
[7] En ‘El
Inmortal’ (publicado originalmente en El Aleph), Borges narra
la búsqueda de ‘La Ciudad de los Inmortales’
por parte del tribuno Marco Flaminio Rufo. Desde la distancia, la ciudad
aparece como un paisaje ecléctico sobre un gran basamento.
'En el alba, la lejanía se erizó de pirámides y
de torres. Insoportablemente soñé con un exiguo y nítido
laberinto (...)’ Tanto el laberinto como las formas egipcias
preparan para una lectura del relato que es muy fácil de hacer
corresponder con el imaginario piranesiano. Cuando Marco consigue penetrar
en la ciudad, lo hace por un inmenso laberinto fácil de imaginar
a través de las láminas de las Carceri. Finalmente, Marco
consigue ascender por unas escaleras de metal hacia la ciudad propiamente
dicha. ‘Fui divisando capiteles y astrágalos, frontones
triangulares y bóvedas, confusas pompas del granito y del marmol.
Así me fue deparado ascender de la ciega región de negros
laberintos entretejidos a la resplandeciente Ciudad’. Pero
la ciudad es un ente incomprensible (‘Después averigüé
que eran inconstantes la extensión y la altura de los peldaños,
hecho que me hizo comprender la singular fatiga que me infundieron'),
una amalgama pesada y agobiante: 'En el palacio que imperfectamente
exploré, la arquitectura carecía de fin. Abundaban el
corredor sin salida, la alta ventana inalcanzable, la aparatosa puerta
que daba a una celda o a un pozo, las increíbles escaleras inversas,
con los peldaños y la balaustrada hacia abajo. Otras, adheridas
aéreamente al costado de un muro monumental, morían sin
llegar a ninguna parte, al cabo de dos o tres giros, en la tiniebla
superior de las cúpulas. Esta Ciudad (pensé) es tan horrible
que su mera existencia y perduración, aunque en el centro de
un desierto secreto, contamina el pasado y el porvenir (...) un caos
de palabras heterogéneas, un cuerpo de tigre o de toro, en el
que pulularan monstruosamente, conjugados y odiándose, dientes,
órganos y cabezas, pueden (tal vez) ser imágenes aproximativas.'
Al final del texto, Borges cita algunos nombres conocidos: 'un profesor
de retórica, llamado, creo, Giambattista', y Thomas De Quincey,
haciendo así referencia a las 'Confesiones...' de éste,
del que el relato extrae parcialmente su inspiración. La Tour
retoma, pues, al Piranesi errante de De Quincey, traduciendo en imágenes
la superposición Ciudad / Laberinto de Borges, y retratando esta
'Ciudad de los Inmortales' como la 'Torre de Babel' de
Brueghel, un tema que vuelve a hacer referencia a Borges (Las Causas,
La Biblioteca de Babel). Como en La Biblioteca de Babel (El
jardín de senderos que se bifurcan 1941; Ficciones, 1944),
también La Tour presenta la irresoluble paradoja de
un espacio a la vez acotado exteriormente e interiormente (como las
Carceri de Piranesi) infinito. Como Giovanni, también
los bibliotecarios vagan indefinidamente por el interior de la biblioteca.
Para un estudio de las relaciones entre el universo de las Cités
Obscures y la obra de Jorge Luis Borges, ver: KAPLAN, Frédéric.
'La Quête du sens dans Les Cités Obscures'. Mayo,
1995
[8] Comparar con la estética
a la Doré de Bernie Wrightson (Mary Shelley’s Frankenstein).
[9] Como las que encontramos
en la Metropolis de Lang(1927), pero también en los diseños
urbanos –igualmente futuristas- que Robert Schuiten había
producido algunas veces (ver Robert Schuiten; Architecte et Peintre
by Maurice Culot and Dominique Lamy, Archives d'Architecture Moderne
(AAM), 2000).
[10] La primera edición
de las Carceri se publicó en 1745, constando de 14 láminas.
Todos los dibujos fueron reelaborados para la segunda edición
de 1761, donde fueron numerados del I al XVI, habiéndose añadido
dos láminas más (la II y la V). En esta segunda edición,
las cárceles fueron notablemente oscurecidas, a requerimiento
del editor, para conseguir un efecto más teatral, que permanecerá
hasta nuestros días, siendo la versión más publicada
de las Carceri.
[11] De hecho, el uso
de arcos y bóvedas no era sino un argumento fundamental de su
innovadora visión de la historia de la arquitectura romana (en
contraste con la de J.J. Winkelmann), explicada a través del
uso de arquerías y sistemas abovedados por los etruscos.
[12] No son los únicos
elementos góticos que aparecen en el Álbum, como puede
apreciarse en sus primeras páginas (Figura VII). En los esbozos
publicados en Le Guide des Cités se puede observar que la Torre,
en sus primeros momentos, fue concebida en un estilo mucho más
gotizante.
[13] Il Campo Marzio
de’ll Antica Roma. Roma, 1762.
[14] Schuiten consiguió
construir, finalmente, su propia –y pétrea-'“pequeña
torre de Babel' en el pabellón 'Planet of Visions' de la Exposición
Internacional de Hannover International (2000), para el que diseñó
la escenografía.
[15] El término
había sido acuñado por H.G. Wells en 'The Time Traveller'
(1895)
[16] De acuerdo con Tafuri,
esta crítica del concepto de centro 'se muestra claramente en
la Pianta di ampio magnifico Collegio, publicada en la edición
de 1750 de las Opere varie di architettura'. Tafuri añade: 'It
has already been pointed out that, as far as the perspective compositions
of the Prima parte di architetture e prospettive (1743), Piranesi presents
organisms that pretend to have a centrality but that never achieve one.
In plate X of that collection, the elliptical courtyard, which seems
to constitute the focus of the organism, is seen, in the reconstruction
of the plan, to be deliberately inserted as a spiral into the continuum
of the columns; while in the 'ancient temple invented and designed in
the manner of those which were built in honor of the goddess Vesta',
the outer circle winding around the Pantheon, the directrix of the stairway,
and the Corinthian colonnade prove to be off-center in relation to one
another and dislocated onto independent rings.' Tafuri, Manfredo. 'The
Wicked Architect: G.B. Piranesi, Heterotopia and the Voyage' en 'The
Sphere and the Labyrinth'. Cambridge, MA, 1987.
[17] ‘Kinematische
Kerker : Zur Rezeption von Piranesis Carceri im Film und Comic Strip’.
En VV.AA. Giovanni Battista Piranesi: Faszination und Ausstrahlung
: Begleitpublikation zur Ausstellung im Grassimuseum Leipzig/Museum
für Kunsthandwerk. Leipzig, Das Museum, 1994.
[18] Gruppo di Scale
ornato di magnifica Architecttura, le quali stanno disposte in modo
che conducano a varj piani, e specialmente ad una Rotonda che serve
per rappresentanze teatral'. Prima parte di Architettura e Prospettive,
1743.
[19] Sobre la importancia
de Camera Sepolcrale en la obra de Piranesi: 'Piranesi, teórico
de la arquitectura y grabador del s. XVIII', de Leonardo Fidalgo Fontanet.
[20] Ver Alberto Cuomo’s
'G.B. Piranesi e l’archeologia per ‘frantumi’
come scienze della città,' in V.V.A.A. Dalla città
preindustriale alla città del capitalismo. Editado por Alberto
Caracciolo. Bologna: Il Mulino, 1975. Pp 103-120.
[21] Esto resulta especialmente
evidente en el primer álbum, Les Murailles de Samaris, que es
hasta la fecha su más sobrecogedora fábula sobre la irrealidad
del paisaje urbano.
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