David Pascual Arroyo (Palma de Mallorca,
España, 1973). Desde muy pequeño ya sintió
pasión por todo lo relacionado con la pintura. Sus estudios
los realiza primero en su ciudad natal en los jesuitas, más
tarde se traslada a Mijas, Málaga, terminando el instituto
en Estados Unidos, en Iowa. En esta ciudad gana numerosas medallas
a nivel estatal, que junto con su portafolio le valieron para
obtener la Beca Corinne War Flemming, en Savannah College
of Art and Design (SCAD) de Georgia (1992-1995).
Su carrera se vió
trastocada en 2001 cuando le diagnosticaron un trastorno bipolar
tipo 1, se trata de un brote psicótico que como él
mismo define: “consistió en entrar en contacto,
con todos mis sentidos, con un ente superior, creí ver
a Dios en sus dos formas. Una que era todo paz y otra terrible”.
Desde entonces le obsesiona
la pintura Religiosa “me libera, castiga, me da forma
me encuentro y me pierdo con ella”. Lleva diez años
encerrado en el estudio dándole forma a esas obsesiones
en forma de pintura. “Pinto, borro, vuelvo a pintar encima”.
Se inspira en el Barroco español e italiano, y sus máximas
figuras son Caravaggio y José de Ribera. El claroscuro
es una técnica que le inspira: “Me encanta captar
el volumen a través de la oscuridad y el color”.
Otra de sus premisas
es la utilización de las posturas extremas de los personajes
que pinta, los representa expresando agonía, inquietud,
siempre buscando que el espectador se vea atrapado en todo momento
en sus composiciones, el espectador está solo ante la
obra, que no deja de gritar su particular historia a través
de su propio silencio. Todo está callado y, sin embargo,
se impone una narración abierta y llena de posibilidades
capaz de trascender el aspecto poético de todos y cada
uno de los personajes pintados.
La obra de Pascual Arroyo, es la pasión llevada hasta
el drama. Es la angustia, la violencia, que anula todas las
preocupaciones técnicas para buscar una forma personal
de representar lo que siente.
Susana
Hermoso-Espinosa García
Comisaria