Herido,
como si muriera el sueño,
el pájaro en la montaña
respira el azul del cielo,
bajan el ala
sus dos manos cortadas,
por un camino
que desconoce el destino.
Pájaro herido,
el sueño seguirá volando
Todos quieren tener un pedacito del
Che, hasta sus enemigos. Antes de convertirse en el
icono más reconocido mundialmente de América latina, el
Che había recorrido Argentina, nuestro subcontinente,
hecho la revolución en Cuba, combatido en África y sería
asesinado en una escuelita de una aldea boliviana llamada La Higuera,
el 9 de octubre de 1967. Ya era un mito y la fotografía emblemática
del Alberto Korda, el Che con su boina y mirada hacia
un infinito inalcanzable, recorría las principales páginas
de los medios del mundo y se convertía en poster de muchas causas.
En la última década, surgiría el Che
mercado, estampado en todo tipo de camisetas, reproducido en souvenirs
inimaginables, incorporado a la vitrina mundial de la moda.
¿Otro mundo bajo nuestros pies?
Las preguntas son más numerosas que las respuestas. Hace 40 años,
lo había acribillado un soldado boliviano llamado Mario Terán,
ordenado por sus superiores de Estados Unidos y Bolivia. Tal vez no
le miró a los ojos al Che o quizás se
quedó con su última mirada, la historia a veces es ciega
no ve lo que sucede, o quien sabe, muchos años después
recobra la vista. Hay personas que tienen historias sobre el Che,
los diarios y medios masivos las reproducen, no toda la verdad está
dicha ni escrita, un mito crece por la fuerza de su ética, convicción
de lo que representa en la gente y lo que en él perdura por los
tiempos, es en definitiva la fuerza que representa en los demás,
como si una idea fuera inmortal.
El Che murió
con los ojos abiertos y en una lavandería donde fue limpiado,
su cadáver de Cristo sigue mirándonos, allá en
Vallegrande, como si el tiempo se hubiese detenido en ese humilde recinto.
Cuatro décadas después
que fuera ametrallado por el soldado boliviano en la escuelita enclavada
en la selva boliviana,- contaron los diarios hace unos días-
los despojos del fantasma de Mario Terán, un anciano abandonado
por la historia y la vida, envuelto en la desgracia, se presentó
en un hospital boliviano, donado por el gobierno de Cuba, con el propósito
que le operaran de cataratas para recuperar la vista. Terán quería
volver a ver el cielo boliviano, a sus nietos, hijos y saber que la
vida tiene muchos colores.
Lo sé! ¡Lo sé!
Si me voy de aquí me traga el río.
Es mi destino: 'hoy voy a morir'.
Pero no, la fuerza de voluntad todo lo puede.
Están los obstáculos, lo admito.
No quiero salir.
Si tengo que morir, será en esta cueva.
Las balas, que me pueden hacer las balas
si mi destino es morir ahogado, pero voy
a superar mi destino.
El destino se puede
alcanzar con la fuerza de voluntad.
Morir si, pero acribillado por las balas,
destrozado por las bayonetas,
si, no, no, ahogado no...
un recuerdo más perdurable que mi nombre
es luchar, morir luchando.
(Un poema del Che a los 19 años de edad).
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Para
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