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Introducción al concepto moderno de Europa (Primera parte)
Mirta Rodríguez Acero
12/12/2007


Europa vista desde un satéliteEuropa ha sido una comunidad de culturas desde tiempo inmemorial. Tradiciones humanísticas, literarias, pensamientos comunes que han ido conformando a lo largo de la historia un heterogéneo y complejo continente.

Desde una concepción sofista, políticamente democrática, pasando por el sentimiento unificador del Imperio Romano, que terminó derivando en la expansión por Europa del cristianismo, podemos observar como ya en la Edad Media, el inicio de la concepción de entidad, el inicio de concepto homogeneizador europeo, comienza a gestarse.

El latín, lengua vernácula de las diversas nacionalidades que componen el panorama medieval, comienza a diversificarse gracias a la expansión de las Universidades, a partir del siglo XIII. La cultura comienza a tener un espacio común, traspasando fronteras geográficas o políticas. Diversos literatos como Dante o Erasmo comienzan a debatir sobre el concepto europeo; en especial Erasmo, tras estudiar en la Universidad de París, -muy influenciada por el renacimiento de la cultura clásica italiana-, comenzó a rechazar los esquemas y pensamientos establecidos, para evolucionar en pensamiento hacia una liberalización de fronteras, y una unión de pensamiento e intelectualidad sin límites geopolíticos o religiosos. La verdadera razón del enfrentamiento abierto de Erasmo hacia la Institución Eclesiástica radicaba en el convencimiento de liberalizar las instituciones y conseguir desvincular la administración y los asuntos públicos de la Iglesia y el Estado.

Otros literatos del siglo XIV, tales como francés Pierre Dubois o Raimundo Lulio, conformaron la idea de organización mundial, con una lengua y unas costumbres comunes.

La idea de Estado Europeo aparecerá a partir de los siglos XVII y XVIII, bajo la acción papal, descrita por el Abad Saint-Pierre mediante el Proyecto de Paz Perpetua entre soberanos cristianos, que derivará en el Tratado de Paz Perpetua. En este momento comenzará una institución similar a un tribunal europeo, el cual podrá ser relacionado, a modo de esbozo, con el actual Senado Europeo. La Paz de Westfalia, como veremos posteriormente, intentará organizar un sistema de estados europeos, como base para posteriormente organizar el futuro mapa europeo de finales del XVII. El siglo XVIII nos presentará de la mano de E. Kant un estudio basado en el tratado anterior, de lo que podría denominarse organización europea de estados, así como separación de poderes. Una idea similar la encontramos en Saint Simón o Charles Lemonnier, concibiendo Europa como un grupo unido de naciones, un gran estado federal. Pero no será hasta el siglo XIX con autores como Augusto Comte o Víctor Hugo, cuando la unidad de gobierno de este estado federal no empezará a tomar forma.

Escultura de Dante Alighieri Detalle del retrato de Erasmo de por Hans Holbein Fotografía de Victor Hugo en 1883

Se fundan periódicos como Les États Unis d´Europe, comienzan a crearse organismos de cooperación internacional entre instituciones, para una acción voluntaria entre naciones, basada en el respeto a la soberanía de estados, resolviendo problemáticas comunes, dentro del campo técnico y administrativo. Las fuerzas monárquicas y conservadoras reaccionan al término de las guerras contra el ejército napoleónico, contra los principios democráticos y liberales que las distintas revoluciones habían arraigado profundamente en el pueblo.

Entre 1814 y 1848 se producen una serie de cambios políticos que, poco a poco, irán dirigidos hacia la consecución de la Restauración Europea. Las revueltas industriales, comprendidas entre 1750 y 1820, el auge de la clase media, la lucha monárquica contra los principios incipientes de la Revolución Francesa, junto con las Guerras Napoleónicas, hacen que el panorama de alianzas entre estados vaya conformando la sinergia que, paulatinamente, acabará derivando en una unión de los denominados Estados Europeos.

La Revolución francesa marcó el fin del período absolutista monárquico desde 1789 hasta 1802, dando paso a un régimen configurado por una fuerza política que comienza a ser dominante en los nuevos procesos: la burguesía. Las Guerras Napoleónicas tuvieron grandes repercusiones dentro del continente europeo en el período comprendido entre 1802 y 1815. El idealismo revolucionario, la democracia en los procesos judiciales, la abolición de derechos a los privilegiados, fueron algunos de los miles de aportes que germinaron a raíz de estos procesos sociales y políticos. El mapa de Europa tuvo que ser reestructurado, basándose en ideologías nacionalistas y conveniencias políticas tras las siete coaliciones que se formaron a lo largo de las Guerras contra Napoleón.

Para entender las relaciones actuales existentes entre los países que conforman la actual Unión Europea, es necesario remontarnos a este período, analizando las diferentes estrategias entre las naciones integrantes del conflicto, así como sus alianzas respectivas, para posteriormente comprender la reestructuración geopolítica del continente.

Entre 1792 y 1797 se formaría la primera coalición de aliados; potencias como Austria, Reino Unido, Piamonte, Prusia y España, lucharían juntas contra las fuerzas invasoras de Napoleón, reforzando vínculos entre ellas. Lamentablemente, debido a las estrategias napoleónicas, Prusia cayó, viéndose obligada a firmar la paz en Basilea, tras la batalla de Rosellón en 1793. De igual manera, España se ve invadida por el ejército francés que acaba penetrando hacia Cataluña, Navarra y las Tierras Vascas, viéndose obligada a firmar la paz en 1795, al igual que haría un año después Piamonte. Austria, por su lado, se vería forzada a aceptar las condiciones del Tratado de Campofrío impuesto por el bando francés. Francia obtendría los Países Bajos, la Renania y las Provincias Unidas transformadas en República Bátava, tras el Tratado de la Haya del 19 de Enero de 1795. Bonaparte acabaría obligando a los Estados Papales a coaligarse con Francia, de la mano de Pío VI, firmando un tratado provisional de paz, quedando Gran Bretaña en este mapa de alianzas, como única potencia rival contra Francia.

Con la República francesa en bancarrota, hacia 1799, Reino Unido, propone una segunda asociación de aliados contra el imperialista francés, esta vez con nuevas potencias como el Imperio Otomano, Portugal, Nápoles, Estados Unidos, junto con antiguos aliados, como es el caso de Austria, reticente a las condiciones impuestas tras la derrota ante el ejército francés. De esta manera, la potencia anglosajona comienza a ser considerada por Bonaparte un rival, un activo desestabilizador para la paz entre los territorios conquistados.

Dinamarca y Noruega aprovechan este panorama para incentivar su comercio y establecer una armada propia, convirtiéndose en zona neutral en pleno conflicto bélico. Austria perdería de nuevo en la batalla de Hohenlinder en 1800, firmando el Tratado de Lunéville en Febrero de 1801, por el cual se comprometía a abandonar la coalición a la que había pertenecido hasta ahora.

Jacques-Louis David, Napoleón cruzando los Alpes, c. 1801 Mapa del reino de Westfalia

A través del Tratado de Amiens en 1802, y tras la coronación de Bonaparte como emperador en la catedral de Notre Dame en París, comenzaría un breve período de paz entre Reino Unido y Francia, precedido por lo que podríamos llamar los primeros trazos que conformarían la etapa de la Europa de la Restauración: se comienza a planear la derrota de Napoleón, así como la restauración de la antigua institución monárquica.

Napoleón intenta invadir Inglaterra, rompiendo la tregua, venciendo a sus activos en Bolonia, proclamándose Rey de Italia tras la anexión de Génova y amenazando las colonias existentes en las Indias Occidentales con una flota franco-española. El objetivo se ve impedido por la acción de la armada inglesa en la batalla de Trafalgar, impidiendo a los franceses alcanzar su objetivo Dicho acto hace que Rusia vuelva a pedir ayuda al ejército inglés en 1805, aliándose para expulsar de Holanda y Suiza a los invasores. El conflicto comienza a tener un carácter mundial, con una magnitud solo comparable anteriormente a la Guerra de los Siete Años. Surgiría lo que denominamos la Tercera Coalición.

Austria invade Baviera, pero es derrotada en la Batalla de Ulm en los Alpes, motivo por el cual Napoleón ocupa Viena, y Austria decide aliarse con Rusia, comenzando una alianza de tres: Reino Unido, Rusia y Austria. Pero con el Tratado de Pressburg, firmado tras la derrota en Austerlitz, en Moravia, Austria cede Viena, Tirol y Baviera al reino napoleónico de Italia, quedando excluida de la escena política.

Para estabilizar la situación, Napoleón conforma la Confederación del Rin en 1806, emulando la fórmula ideada por Luís XIV, para designar una agrupación de estados alemanes reunidos tras la invasión de Renania, como intento de bloqueo de la siempre derrotada Austria. Baviera y Württemberg se elevan a la categoría de reinos de la mano de Francia, así como Baden, a la categoría de Ducado, al igual que Berg. A todo ello se le denominó Sacro Imperio Romano Germano.

Prusia intenta enfrentarse en solitario con Napoleón, teniendo como aliado al ejército ruso, pero fue derrotada por Francia en la batalla de Jena, en 1806. Se crea con ello el Reino de Westfalia, extendiendo la frontera del imperio francés hasta Elba, formándose el Ducado de Varsovia en 1807, tras la paz de Tilsit, después de la derrota del ejército ruso en Friedland. Estas demarcaciones terminarían disolviéndose siete años más tarde tras la batalla de Leipzig, y el Tratado de Paz, buscando con ello el respaldo de los estados alemanes entre Prusia, Rusia, Austria y Gran Bretaña. Todo ello derivará en la denominada Confederación Germánica,- que reemplazaría en 1815 a la Confederación del Rin, tras el famoso Congreso de Viena.

En 1806 Napoleón decide bloquear el refuerzo económico de Reino Unido, a través de la anulación del comercio internacional de esta potencia. Mientras Suecia se ve forzada a unirse al bloqueo continental tras el Congreso de Erfurt, en 1808, hecho que derivó hacia la guerra de dicho país y la consecuente división nacionalista por el golfo de Botnia. La parte oriental anexionada por Rusia comenzaría a llamarse, a partir de este momento, Ducado de Finlandia.

Entre 1808 y 1814 sigue manteniéndose la lucha por el bloqueo continental hacia Reino Unido. El panorama se presenta entre dos frentes: por un lado el Reino Unido, combatiendo junto con Estados Unidos en la guerra de 1812, contra la dominación del territorio por las tribus indígenas. Por otro, Francia, luchando contra España en la batalla de la Independencia entre 1808 y 1814, tras la imposición de José Bonaparte en el trono.

Austria crea coalición entre Austria y Reino Unido contra Bonaparte, aprovechando la derrota contra España en la batalla de Bailén. La guerra duraría cinco años hasta el fracaso de las tropas francesas en la batalla de Vitoria en 1813. Austria, mientras tanto, comenzaría a adentrarse en Varsovia para luego ser vencida en la batalla de Radzyn, en 1809. Aún así, intentará recuperar su antiguo imperio alemán, mediante un ataque sorpresa a Francia, obligándola a abandonar definitivamente la Península Ibérica para centrarse en este nuevo flanco.

En 1810 Napoleón asegura una alianza estable a través de su matrimonio con la archiduquesa de Austria, proporcionándole un heredero a su imperio. De esta manera comenzaría a controlar la Confederación Suiza, la Confederación del Rin, el Gran Ducado de Varsovia y el Reino de Italia. Quedarían así definidos como territorios aliados el Reino de España, con José Bonaparte dentro de las líneas directorias, el Reino de Westfalia, con Jerónimo Bonaparte, el Reino de Napoleón, con Joaquín Murat, hermano adoptivo de Napoleón, al igual que pasa con la figura de otro de sus hermanos adoptivos, Félix Baccionchi, dentro del Principado de Lucca y Piombino. Prusia y Austria, antiguos enemigos, ahora buscarán alianza con él.

En 1812 Napoleón invade Rusia como preventiva para mantener a dicho estado dentro del bloqueo continental, eliminando así el riesgo de invasión de Polonia. Rusia proclama la segunda guerra patriótica, mientras Napoleón simultáneamente gestiona la guerra polaca. Comienza así la sexta coalición. Reino Unido, Rusia, Prusia, Suecia y Austria, junto con cierto número de estados alemanes, unirán sus fuerzas frente a Francia.

José I Bonaparte Retrato ecuestre de Alejandro I, por Franz Krüger (detalle)

Napoleón, tras acceder a Moscú y a la negativa del zar a capitular y el posterior incendio de la ciudad, se ve obligado a retroceder. Comienza así la defensiva de Polonia contra los rusos. Mientras, en España es vencido Napoleón en la batalla de Vitoria, en 1813, abandonando la Península Ibérica por los Pirineos, y restituyendo la monarquía en España con Fernando VII, en la llamada Restauración Española, hecho por el cual Rusia aprovechará para entrar en guerra. Napoleón reforzará posiciones, comenzando una de las mayores batallas de todos los tiempos, como se pudo atestiguar en la batalla de Lützen en 1813. Austria confirma en el armisticio, el enfrentamiento abierto con Francia, pero es vencida por Napoleón en Dresde. Sin embargo, no sería hasta mediados de este año, tras la batalla de Leipzig y el tratado que surgiría como consecuencia, el Tratado de Chaumont, en 1814, cuando Napoleón comenzaría a enfrentarse a su trágico fin: la Batalla de las Naciones, donde los franceses se vieron derrotados y forzados a retirarse a Francia.

La abdicación de Bonaparte, el 30 de Marzo de 1814, fue de obligado cumplimiento después de la denominada Campaña de los Seis Días, siguiendo el pacto de Fontainebleau.Tras el exilio a la Isla de Elba, y la posterior Restauración Francesa, es decir, de la dinastía borbónica de Francia bajo el mandato de Luís XVIII, comenzaría la etapa de lo que llamamos la Restauración de Europa, gracias a los principios instaurados por el Congreso de Viena. El emperador de Austria, Francisco I y su canciller Metternich fueron los impulsores de este congreso, que junto con el zar de Rusia, Alejandro I y su propuesta de Santa Alianza gestarían el inicio de la restauración europea, si bien el comienzo de tal período no surgiría hasta la derrota final del francés. Esto no se llevaría a cabo hasta el 22 de junio de 1815, cuando tras el abandono de la isla de Elba, se traslada a París, derrocando a Luís XVIII. Comienza lo que se denominaría posteriormente la Guerra de los Cien Días. Dicho acto provoca una nueva alianza de estados contra él: nace la Séptima Coalición. Napoleón ataca a Bélgica, como estrategia para forzar a los prusianos a luchar en la Batalla de Ligny, retrocediendo tras su derrota.

La batalla de Quatre Bras fue decisiva; tras el bloqueo de la salida de los refuerzos ingleses esperados, Napoleón se ve obligado a refugiarse en París, como último esfuerzo para reagrupar a su ejército, el cual era conocido como los Cien Mil hijos de San Luís. Pero la retirada de apoyo de importantes cargos políticos y con una respuesta negativa frente a la lucha del pueblo francés, fueron desencadenantes del obligado exilio a la Isla de Santa Elena, en el Atlántico Sur, y por supuesto, la finalmente conseguida abdicación del trono.

Francia no volvería a ser potencia dominante en Europa, tal como lo había sido desde Luís XIV. Gran Bretaña se convierte en potencia hegemónica tanto en tierra como en mar. Ocupará colonias holandesas bajo la excusa de la ocupación de los Países Bajos por Francia, mejorando de esta manera sus puntos estratégicos en ultramar, tomando posesión de Ceilán, Malac, Sudáfrica y Guyana, tras finalizar la contienda. La Península Ibérica se queda diezmada en sus colonias tras las sublevaciones independentistas de las posesiones americanas,- si bien hay que recordar que ya hacia 1825, la mayor parte de la América española, con excepción de Cuba y Puerto Rico, son Repúblicas Independientes o anexiones estadounidenses, como Florida o Luisiana, o posesiones británicas como Trinidad o Haití para Santo Domingo.


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Para saber más


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DATOS DE LA AUTORA:

Mirta Rodríguez Acero, es Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Málaga. Posee los títulos de Master en Tasación y Valoración de Activos Artísticos y Culturales, por la Universidad de Valencia, así como el de Master en Comercio Exterior y Relaciones Internacionales por el Instituto de Formación y Empleo de Madrid. Ha publicado el libro La Gestión Cultural y la Mujer en España desde la Edad Media hasta Hoy, por la Colección de Estudios de Género de Atenea, perteneciente a la UMA.