Europa
ha sido una comunidad de culturas desde tiempo inmemorial. Tradiciones
humanísticas, literarias, pensamientos comunes
que han ido conformando a lo largo de la historia un heterogéneo
y complejo continente.
Desde una concepción sofista,
políticamente democrática, pasando por el sentimiento
unificador del Imperio Romano, que terminó derivando en la expansión
por Europa del cristianismo, podemos observar como ya en la Edad Media,
el inicio de la concepción de entidad, el inicio de concepto
homogeneizador europeo, comienza a gestarse.
El latín, lengua vernácula
de las diversas nacionalidades que componen el panorama medieval, comienza
a diversificarse gracias a la expansión de las Universidades,
a partir del siglo XIII. La cultura comienza a tener un espacio común,
traspasando fronteras geográficas o políticas. Diversos
literatos como Dante o Erasmo comienzan a debatir sobre el concepto
europeo; en especial Erasmo, tras estudiar en la Universidad de París,
-muy influenciada por el renacimiento de la cultura clásica italiana-,
comenzó a rechazar los esquemas y pensamientos establecidos,
para evolucionar en pensamiento hacia una liberalización de fronteras,
y una unión de pensamiento e intelectualidad sin límites
geopolíticos o religiosos. La verdadera razón del enfrentamiento
abierto de Erasmo hacia la Institución Eclesiástica radicaba
en el convencimiento de liberalizar las instituciones y conseguir desvincular
la administración y los asuntos públicos de la Iglesia
y el Estado.
Otros literatos del siglo XIV, tales
como francés Pierre Dubois o Raimundo Lulio, conformaron la idea
de organización mundial, con una lengua y unas costumbres comunes.
La idea de Estado Europeo aparecerá
a partir de los siglos XVII y XVIII, bajo la acción papal, descrita
por el Abad Saint-Pierre mediante el Proyecto de Paz Perpetua
entre soberanos cristianos, que derivará en el Tratado de
Paz Perpetua. En este momento comenzará una institución
similar a un tribunal europeo, el cual podrá ser relacionado,
a modo de esbozo, con el actual Senado Europeo. La Paz de Westfalia,
como veremos posteriormente, intentará organizar un sistema de
estados europeos, como base para posteriormente organizar el futuro
mapa europeo de finales del XVII. El siglo XVIII nos presentará
de la mano de E. Kant un estudio basado en el tratado anterior, de lo
que podría denominarse organización europea de estados,
así como separación de poderes. Una idea similar la encontramos
en Saint Simón o Charles Lemonnier, concibiendo Europa como un
grupo unido de naciones, un gran estado federal. Pero no será
hasta el siglo XIX con autores como Augusto Comte o Víctor Hugo,
cuando la unidad de gobierno de este estado federal no empezará
a tomar forma.
Se fundan periódicos como Les
États Unis d´Europe, comienzan a crearse organismos
de cooperación internacional entre instituciones, para una acción
voluntaria entre naciones, basada en el respeto a la soberanía
de estados, resolviendo problemáticas comunes, dentro del campo
técnico y administrativo. Las fuerzas monárquicas y conservadoras
reaccionan al término de las guerras contra el ejército
napoleónico, contra los principios democráticos y liberales
que las distintas revoluciones habían arraigado profundamente
en el pueblo.
Entre 1814 y 1848 se producen una serie
de cambios políticos que, poco a poco, irán dirigidos
hacia la consecución de la Restauración Europea. Las revueltas
industriales, comprendidas entre 1750 y 1820, el auge de la clase media,
la lucha monárquica contra los principios incipientes de la Revolución
Francesa, junto con las Guerras Napoleónicas, hacen que el panorama
de alianzas entre estados vaya conformando la sinergia que, paulatinamente,
acabará derivando en una unión de los denominados Estados
Europeos.
La Revolución francesa marcó
el fin del período absolutista monárquico desde 1789 hasta
1802, dando paso a un régimen configurado por una fuerza política
que comienza a ser dominante en los nuevos procesos: la burguesía.
Las Guerras Napoleónicas tuvieron grandes repercusiones dentro
del continente europeo en el período comprendido entre 1802 y
1815. El idealismo revolucionario, la democracia en los procesos judiciales,
la abolición de derechos a los privilegiados, fueron algunos
de los miles de aportes que germinaron a raíz de estos procesos
sociales y políticos. El mapa de Europa tuvo que ser reestructurado,
basándose en ideologías nacionalistas y conveniencias
políticas tras las siete coaliciones que se formaron a lo largo
de las Guerras contra Napoleón.
Para entender las relaciones actuales
existentes entre los países que conforman la actual Unión
Europea, es necesario remontarnos a este período, analizando
las diferentes estrategias entre las naciones integrantes del conflicto,
así como sus alianzas respectivas, para posteriormente comprender
la reestructuración geopolítica del continente.
Entre 1792 y 1797 se formaría
la primera coalición de aliados; potencias como Austria, Reino
Unido, Piamonte, Prusia y España, lucharían juntas contra
las fuerzas invasoras de Napoleón, reforzando vínculos
entre ellas. Lamentablemente, debido a las estrategias napoleónicas,
Prusia cayó, viéndose obligada a firmar la paz en Basilea,
tras la batalla de Rosellón en 1793. De igual manera, España
se ve invadida por el ejército francés que acaba penetrando
hacia Cataluña, Navarra y las Tierras Vascas, viéndose
obligada a firmar la paz en 1795, al igual que haría un año
después Piamonte. Austria, por su lado, se vería forzada
a aceptar las condiciones del Tratado de Campofrío impuesto por
el bando francés. Francia obtendría los Países
Bajos, la Renania y las Provincias Unidas transformadas en República
Bátava, tras el Tratado de la Haya del 19 de Enero de 1795. Bonaparte
acabaría obligando a los Estados Papales a coaligarse con Francia,
de la mano de Pío VI, firmando un tratado provisional de paz,
quedando Gran Bretaña en este mapa de alianzas, como única
potencia rival contra Francia.
Con la República francesa en
bancarrota, hacia 1799, Reino Unido, propone una segunda asociación
de aliados contra el imperialista francés, esta vez con nuevas
potencias como el Imperio Otomano, Portugal, Nápoles, Estados
Unidos, junto con antiguos aliados, como es el caso de Austria, reticente
a las condiciones impuestas tras la derrota ante el ejército
francés. De esta manera, la potencia anglosajona comienza a ser
considerada por Bonaparte un rival, un activo desestabilizador para
la paz entre los territorios conquistados.
Dinamarca y Noruega aprovechan este
panorama para incentivar su comercio y establecer una armada propia,
convirtiéndose en zona neutral en pleno conflicto bélico.
Austria perdería de nuevo en la batalla de Hohenlinder en 1800,
firmando el Tratado de Lunéville en Febrero de 1801, por el cual
se comprometía a abandonar la coalición a la que había
pertenecido hasta ahora.
A través del Tratado de Amiens
en 1802, y tras la coronación de Bonaparte como emperador en
la catedral de Notre Dame en París, comenzaría un breve
período de paz entre Reino Unido y Francia, precedido por lo
que podríamos llamar los primeros trazos que conformarían
la etapa de la Europa de la Restauración: se comienza a planear
la derrota de Napoleón, así como la restauración
de la antigua institución monárquica.
Napoleón intenta invadir Inglaterra,
rompiendo la tregua, venciendo a sus activos en Bolonia, proclamándose
Rey de Italia tras la anexión de Génova y amenazando las
colonias existentes en las Indias Occidentales con una flota franco-española.
El objetivo se ve impedido por la acción de la armada inglesa
en la batalla de Trafalgar, impidiendo a los franceses alcanzar su objetivo
Dicho acto hace que Rusia vuelva a pedir ayuda al ejército inglés
en 1805, aliándose para expulsar de Holanda y Suiza a los invasores.
El conflicto comienza a tener un carácter mundial, con una magnitud
solo comparable anteriormente a la Guerra de los Siete Años.
Surgiría lo que denominamos la Tercera Coalición.
Austria invade Baviera, pero es derrotada
en la Batalla de Ulm en los Alpes, motivo por el cual Napoleón
ocupa Viena, y Austria decide aliarse con Rusia, comenzando una alianza
de tres: Reino Unido, Rusia y Austria. Pero con el Tratado de Pressburg,
firmado tras la derrota en Austerlitz, en Moravia, Austria cede Viena,
Tirol y Baviera al reino napoleónico de Italia, quedando excluida
de la escena política.
Para estabilizar la situación,
Napoleón conforma la Confederación del Rin en 1806, emulando
la fórmula ideada por Luís XIV, para designar una agrupación
de estados alemanes reunidos tras la invasión de Renania, como
intento de bloqueo de la siempre derrotada Austria. Baviera y Württemberg
se elevan a la categoría de reinos de la mano de Francia, así
como Baden, a la categoría de Ducado, al igual que Berg. A todo
ello se le denominó Sacro Imperio Romano Germano.
Prusia intenta enfrentarse en solitario
con Napoleón, teniendo como aliado al ejército ruso, pero
fue derrotada por Francia en la batalla de Jena, en 1806. Se crea con
ello el Reino de Westfalia, extendiendo la frontera del imperio francés
hasta Elba, formándose el Ducado de Varsovia en 1807, tras la
paz de Tilsit, después de la derrota del ejército ruso
en Friedland. Estas demarcaciones terminarían disolviéndose
siete años más tarde tras la batalla de Leipzig, y el
Tratado de Paz, buscando con ello el respaldo de los estados alemanes
entre Prusia, Rusia, Austria y Gran Bretaña. Todo ello derivará
en la denominada Confederación Germánica,- que reemplazaría
en 1815 a la Confederación del Rin, tras el famoso Congreso de
Viena.
En 1806 Napoleón decide bloquear
el refuerzo económico de Reino Unido, a través de la anulación
del comercio internacional de esta potencia. Mientras Suecia se ve forzada
a unirse al bloqueo continental tras el Congreso de Erfurt, en 1808,
hecho que derivó hacia la guerra de dicho país y la consecuente
división nacionalista por el golfo de Botnia. La parte oriental
anexionada por Rusia comenzaría a llamarse, a partir de este
momento, Ducado de Finlandia.
Entre 1808 y 1814 sigue manteniéndose
la lucha por el bloqueo continental hacia Reino Unido. El panorama se
presenta entre dos frentes: por un lado el Reino Unido, combatiendo
junto con Estados Unidos en la guerra de 1812, contra la dominación
del territorio por las tribus indígenas. Por otro, Francia, luchando
contra España en la batalla de la Independencia entre 1808 y
1814, tras la imposición de José Bonaparte en el trono.
Austria crea coalición entre
Austria y Reino Unido contra Bonaparte, aprovechando la derrota contra
España en la batalla de Bailén. La guerra duraría
cinco años hasta el fracaso de las tropas francesas en la batalla
de Vitoria en 1813. Austria, mientras tanto, comenzaría a adentrarse
en Varsovia para luego ser vencida en la batalla de Radzyn, en 1809.
Aún así, intentará recuperar su antiguo imperio
alemán, mediante un ataque sorpresa a Francia, obligándola
a abandonar definitivamente la Península Ibérica para
centrarse en este nuevo flanco.
En 1810 Napoleón asegura una
alianza estable a través de su matrimonio con la archiduquesa
de Austria, proporcionándole un heredero a su imperio. De esta
manera comenzaría a controlar la Confederación Suiza,
la Confederación del Rin, el Gran Ducado de Varsovia y el Reino
de Italia. Quedarían así definidos como territorios aliados
el Reino de España, con José Bonaparte dentro de las líneas
directorias, el Reino de Westfalia, con Jerónimo Bonaparte, el
Reino de Napoleón, con Joaquín Murat, hermano adoptivo
de Napoleón, al igual que pasa con la figura de otro de sus hermanos
adoptivos, Félix Baccionchi, dentro del Principado de Lucca y
Piombino. Prusia y Austria, antiguos enemigos, ahora buscarán
alianza con él.
En 1812 Napoleón invade Rusia
como preventiva para mantener a dicho estado dentro del bloqueo continental,
eliminando así el riesgo de invasión de Polonia. Rusia
proclama la segunda guerra patriótica, mientras Napoleón
simultáneamente gestiona la guerra polaca. Comienza así
la sexta coalición. Reino Unido, Rusia, Prusia, Suecia y Austria,
junto con cierto número de estados alemanes, unirán sus
fuerzas frente a Francia.
Napoleón, tras acceder a Moscú
y a la negativa del zar a capitular y el posterior incendio de la ciudad,
se ve obligado a retroceder. Comienza así la defensiva de Polonia
contra los rusos. Mientras, en España es vencido Napoleón
en la batalla de Vitoria, en 1813, abandonando la Península Ibérica
por los Pirineos, y restituyendo la monarquía en España
con Fernando VII, en la llamada Restauración Española,
hecho por el cual Rusia aprovechará para entrar en guerra. Napoleón
reforzará posiciones, comenzando una de las mayores batallas
de todos los tiempos, como se pudo atestiguar en la batalla de Lützen
en 1813. Austria confirma en el armisticio, el enfrentamiento abierto
con Francia, pero es vencida por Napoleón en Dresde. Sin embargo,
no sería hasta mediados de este año, tras la batalla de
Leipzig y el tratado que surgiría como consecuencia, el Tratado
de Chaumont, en 1814, cuando Napoleón comenzaría a enfrentarse
a su trágico fin: la Batalla de las Naciones, donde los franceses
se vieron derrotados y forzados a retirarse a Francia.
La abdicación de Bonaparte,
el 30 de Marzo de 1814, fue de obligado cumplimiento después
de la denominada Campaña de los Seis Días, siguiendo el
pacto de Fontainebleau.Tras el exilio a la Isla de Elba, y la posterior
Restauración Francesa, es decir, de la dinastía borbónica
de Francia bajo el mandato de Luís XVIII, comenzaría la
etapa de lo que llamamos la Restauración de Europa, gracias a
los principios instaurados por el Congreso de Viena. El emperador de
Austria, Francisco I y su canciller Metternich fueron los impulsores
de este congreso, que junto con el zar de Rusia, Alejandro I y su propuesta
de Santa Alianza gestarían el inicio de la restauración
europea, si bien el comienzo de tal período no surgiría
hasta la derrota final del francés. Esto no se llevaría
a cabo hasta el 22 de junio de 1815, cuando tras el abandono de la isla
de Elba, se traslada a París, derrocando a Luís XVIII.
Comienza lo que se denominaría posteriormente la Guerra de los
Cien Días. Dicho acto provoca una nueva alianza de estados contra
él: nace la Séptima Coalición. Napoleón
ataca a Bélgica, como estrategia para forzar a los prusianos
a luchar en la Batalla de Ligny, retrocediendo tras su derrota.
La batalla de Quatre Bras fue decisiva;
tras el bloqueo de la salida de los refuerzos ingleses esperados, Napoleón
se ve obligado a refugiarse en París, como último esfuerzo
para reagrupar a su ejército, el cual era conocido como los Cien
Mil hijos de San Luís. Pero la retirada de apoyo de importantes
cargos políticos y con una respuesta negativa frente a la lucha
del pueblo francés, fueron desencadenantes del obligado exilio
a la Isla de Santa Elena, en el Atlántico Sur, y por supuesto,
la finalmente conseguida abdicación del trono.
Francia no volvería a
ser potencia dominante en Europa, tal como lo había sido desde
Luís XIV. Gran Bretaña se convierte en potencia hegemónica
tanto en tierra como en mar. Ocupará colonias holandesas bajo
la excusa de la ocupación de los Países Bajos por Francia,
mejorando de esta manera sus puntos estratégicos en ultramar,
tomando posesión de Ceilán, Malac, Sudáfrica y
Guyana, tras finalizar la contienda. La Península Ibérica
se queda diezmada en sus colonias tras las sublevaciones independentistas
de las posesiones americanas,- si bien hay que recordar que ya hacia
1825, la mayor parte de la América española, con excepción
de Cuba y Puerto Rico, son Repúblicas Independientes o anexiones
estadounidenses, como Florida o Luisiana, o posesiones británicas
como Trinidad o Haití para Santo Domingo.
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Para
saber más
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DATOS
DE LA AUTORA:
Mirta Rodríguez Acero, es Licenciada en Historia
del Arte por la Universidad de Málaga. Posee los títulos
de Master en Tasación y Valoración de Activos Artísticos
y Culturales, por la Universidad de Valencia, así como el de
Master en Comercio Exterior y Relaciones Internacionales por el Instituto
de Formación y Empleo de Madrid. Ha publicado el libro La
Gestión Cultural y la Mujer en España desde la Edad Media
hasta Hoy, por la Colección de Estudios de Género
de Atenea, perteneciente a la UMA.