La crítica impresionista, no impresiona a nadie. La anecdótica,
que basa sus ‘argumentos’ en obsesiones, que personaliza,
atiende emociones, traumas de infancia y se ‘apoya’ en aspectos
externos a la obra, naufraga en la patología de su propio autor.
La crítica descriptiva, sentimental, que bucea en las solapas
de la obra y en las amígdalas del poeta o autor, y tiene como
referencia un vasto listado de detractores o amigos de la rosca y del
círculo vicioso del discurso anoréxico, es un virtual
ejercicio de antropofagia, subalterno y mezquino.
Hace
años que la crítica adquirió mayoría de
edad, y pasó del platonismo romanticón a la ciencia literaria,
y dejó de ser presa de las presunciones y de la buena voluntad
o como de la mala leche, de quien se erige en crítico, aunque
aun vista ropa de kindergarten y juegue a las bolitas con Tutankamon,
que en paz descanse y nos perdone esta metáfora, como sagrada
momia que es.
La
crítica de las tijeras y de algunas Penélopes, -que tejen
y destejen la red de Internet en búsqueda de la idea y del tema
perdido (como Ulises bajo el hechizo de las sirenas)- es tan miserable,
como la que realiza un poetastro, contra quienes han abierto inéditas
avenidas a la poética americana, continente tan afrancesado como
british y copista por pecado de juventud y vicio.
Pablo
Neruda, chileno, y César Vallejo, peruano, tangencialmente este
último mencionado, en verdad no requieren defensa ante el rosario
de inexactitudes y afirmaciones extraliterarias, y de citas de vengador
despechado, de Floriano Martins, porque la obra de ambos poetas americanos
y universales, habla, se expresa, irrumpe, desde la melancólica
y vasta región andina, al profundo ser americano, a la visión
desoladora del hombre y las cosas, donde las Residencias nerudianas
marcan pauta tempranamente en la poesía iberoamericana.
Vallejo,
Vallejo todavía
De César Vallejo, fallecido prematuramente a los 42 años,
el crítico inglés J. M. Cohen, dice que ha escrito una
nueva poesía en América. En su ensayo crítico Poesía
de nuestro tiempo, (356 páginas) Cohen, analiza a los principales
poetas modernos, entre ellos, George, Rilke, Yeats, Eliot, Pound, Tralk,
Blok, Dylan Thomas, Montale, Machado, Auden, Apollinaire, Eluard, Breton,
Mayakovsky, Alberti, Lorca, Molinari, Paz, y Neruda, entre otros. ‘Neruda
es un gran escritor, dice, casi el único poeta de hoy para quien
todo el mundo material, del mineral al hombre y desde su patria nativa
hasta la China comunista, constituye un tema y una inspiración.
Neruda es casi el único ejemplo de gran poeta materialista’.
Jorge
Luis Borges no aparece en este libro de referencia fundamental, publicado
en 1959, porque con su texto ‘El Hacedor’, editado en 1960,
comienza ser realmente conocido mundialmente. A Borges debemos de entenderlo
en la situación límite, más allá del bien
y el mal, como si no hubiese existido más que para el reflejo
de los espejos.
Para César Vallejo no constituye novedad este ningueneo, ya que
en un texto vaticinador nos advierte: Yo nací un día/que
Dios estuvo efermo/grave.
Veamos
lo que dice Floriano Martins, brasileño, poeta visitante, en
el semanario Talingo del diario La Prensa, bajo el título Pablo
Neruda: desmesurado, irregular y frívolo.’
Gerardo
Deniz (?), mexicano, cita Floriano Martins, dice que ‘Neruda difícilmente
resistiría al tiempo sin sus vínculos con el comunismo,
lo que implica afirmar que no tiene sustento en su obra’. El prestigio
de Neruda es un misterio que, por suerte, me es indiferente, ya que
estoy convencido de que, sin su comunismo, ni Vallejo ni Neruda serían
tan apreciados.
De
lejos el mejor, Paz
Octavio
Paz, mexicano, ensayista y poeta, Premio Nobel, fervoroso anticomunista,
quien criticó ácremente a Neruda por su militancia y estalinismo
-del que se fue desprendiendo en sus últimos años de vida,
según Jorge Edwards- afirma en el libro Adiós, Poeta,
(313 pags.) del chileno Edwards:…el año pasado releí
la obra completa de Neruda, desde la primera página hasta la
última. Creo que en mi edición faltaban algunas cosas
del final, pero leí entero y por orden todo lo que tenía.
Mi conclusión es que Neruda es el mejor poeta de su generación.
¡De lejos! Mejor que Huidobro, mejor que Vallejo, mejor que Borges.
Y mejor que todos los españoles….Es un poeta muy irregular,
acotó Paz, pero en sus grandes momentos es el mejor. Siempre
lo he pensado así: uno de los mejores del idioma. Residencia
en la Tierra es un libro extraordinario, pero también hay poemas
extraordinarios en Odas elementales, y más adelante.
Edwards le pregunta a Paz si conoce Geografía Infructuosa, El
Campanario de Authnay, y el mexicano, dice que no.
De
Octavio Paz podría decirse lo mismo que de Neruda: el mejor poeta
de su generación, pero se matriculó con la derecha, comenta
Edwards, citando a unos amigos españoles.
Sigamos
comentando las perlas de Floriano: (Pablo) De Rokha, poeta chileno que
polemizó con Neruda y Huidobro, en una verdadera guerrilla literaria
de mamuts de la poética, ‘era tan impetuoso e irregular
como Neruda’.
Nada
más alejado de la verdad, Neruda era un ‘mapuche’
sigiloso y terminante en sus respuestas, y no se inmutaba al mentar
sutilmente la madre de su contrincante, y no prestaba mayor atención
a la polémica, que a su propia obra. Literariamente hablando,
son harinas de costales muy diferentes, y la historia extraliteraria
forma parte de los bien ganados archivos nacionales de una poética
continental mayor de edad hace 80 años en Chile y a distancia
de sus pares en América Latina.
Rosamel
del Valle, poeta chileno, ‘escribe una poesía verdaderamente
delirante’, nos revela Floriano. Pero, qué quiere decir
con esa afirmación, nos preguntamos, cuando, delirante viene
de delirar que significa ‘decir cosas incoherentes por efecto
de una fiebre muy alta.’ ¿Hacia dónde, pregunto,
enfoca su visión poética y su propia poesía?
Todo estado febril impone una ilusión, una imagen engañosa
que una mente enferma o en estado anormal toma por real.
Rosamel
del Valle y Humberto Díaz Casanueva,—amigos inseparables—
son dos extraordinarios poetas chilenos muy vinculados al simbolismo
francés, romanticismo alemán e inglés y al surrealismo,
antecedentes nerudianos como del influyente Walt Whitman, pero asimilados
y transformados de manera muy diferentes en la lírica del vate
de Isla Negra.
Poeta
desmesurado
Su
obra es esencial y vasta como profunda es la cultura de ambos poetas,
más conocidos por círculos literarios, universitarios
y de iniciados, que por el gran público, producto del propio
género y de una poética filósofica en búsqueda
del ser, del tránsito entre la vida y la muerte, y del uso, por
decirlo de manera simple, de un lenguaje preñado de simbolismos
e interrogantes, lo que requiere de algo más que una lectura
de paso.
Esto
dicho, porque el ‘arroz con mango’, un producto de exportación
latinoamericano, tampoco va en poesía, como nos quiere hacer
ver en esta mezcolanza de epítetos, nombres de verdugos antinerudianos,
escuelas y estilos, que nos deja caer como en un pozo de revelaciones,
Floriano Martins, quien apunta más lejos que su propia imaginación
los dardos contra Neruda, desaparecido físicamente hace 27 años.
‘No
sería arriesgado o irresponsable decir que la poesía de
Neruda no resistiría una comparación crítica con
la de sus pares hispanoamericanos’. Neruda, añade Martins,
era una poeta desmesurado y sobre todo obstinado por la enumeración,
por la cuantificación, lo que lo volvía esencialmente
frívolo. ‘En su obsesión por escribir acerca de
todo y en estilo de todas las modas literarias, nunca trató en
profundidad ninguno de los problemas básicos de la lírica.
¿Por
siete décadas se ha equivocado la crítica mundial con
la obra de Neruda y su público, que reside en Moscú, Estados
Unidos, Argentina, México, Francia, Italia, Gran Bretaña,
Brasil, España, China, Centro América, Cuba, Chile o Panamá,
la tierra del banquero nerudiano Lucho Moreno, para no ir tan lejos
de la geografía, ni de las inagotables bóvedas de la poética
nerudiana?
Nicanor
Parra, candidato al Nobel de Literatura a partir de enero del 2001,
tan opuesto, ‘crítico y deudor de la poética nerudiana’,
uno de los más grandes poetas vivos del planeta Tierra, y que
en los últimos años se distanció de Neruda, me
comentó en una ocasión que las Odas elementales de Neruda
eran simplemente revolucionarias, tienen el germen precursor afrodisíaco
del hippismo y que él las celebraba con respeto literario, como
lo ha repetido, agrego, la crítica despojada de los atuendos
del personaje que llenó 50 años de poética en iberoamérica.
Amado
Alonso, profesor en Harvard, abre su libro Poesía y Estilo de
Pablo Neruda, (358 pags.) editado en 1940, con la siguiente afirmación,
refiriéndose a Odas elementales: ‘Es una poesía
escapada tumultuosamente de su corazón, romántica por
la exacerbación del sentimiento, expresionista por el modo eruptivo
de salir, personalísima por la carrera desbocada de la fantasía
y por la visión de apocalipsis perpetuo que la informa’.
El
amor, la melancolía de la primera obra juvenil nerudiana, el
dolor del ciclo de las Residencias, el amor una y otra vez en Versos
del Capitán, Cien Sonetos de amor, y en su poesía editada
postmorten El mar y las campanas, El Corazón amarillo y que subyace
en toda la poética, lírica nerudiana con excepción
de los textos políticos , así como el hombre, la naturaleza,
la materia que nos rodea y traspasa, parecen no ser temas profundos
de la lírica de todos los tiempos para Martins, y que la poesía
de Neruda retoma una y otras vez en un singular, caprichoso y deslumbrante
ejercicio de vida.
Neruda,
no era ateo
El
profesor, investigador de la Universidad de París, crítico
literario y uno de los conocedores más profundos de la obra del
poeta sureño, Jaime Concha, en su libro intitulado Neruda, (281
págs) editado en 1972, nos revela ángulos desconocidos
de la poética nerudiana, en uno de los análisis más
lúcidos de la obra nerudiana. Su enfoque va más allá
de la instancia literaria e inserta la poética de Pablo Neruda
en el proceso histórico de la sociedad chilena, sin descuidar
la poesía misma del autor de ‘Veinte poemas de amor y una
canción desesperada’, ‘Tentativa del hombre infinito’,
‘Canto General’, ‘España en el corazón’,
‘Aun, Estravagario’, ‘Plenos poderes’, ‘Cantos
ceremoniales’, ‘Memorial de Isla Negra’ y ‘Fin
del mundo’, entre otros.
Concha
nos revela que no hay en Neruda ni la intensa profundización
en la memoria de símbolos cristianos, como en el caso de Mistral,
ni el conflictivo y desgarrado pathos huidobriano en pos de una imposible
liberación espiritual. Tampoco el tono violento y blasfemo que
exhibe frecuentemente De Rokha o la apaciguada lirización de
un sentimiento primariamente religioso, como ocurre en las primeras
obras de Ángel Cruchaga. La poesía nerudiana nace más
allá del catolicismo, fuera de su órbita cultural. El
ateísmo no existe ni ha existido nunca en Neruda.
Los
pares más formidables de Neruda estuvieron precisamente en Chile:
Huidobro, De Rokha, la Mistral. Con los dos primeros se batió
hasta el fin de sus días. A De Rokha le llamó Perico de
Palothes en sus memorias Confieso que he vivido, y a Huidobro, lo homenajeó
y criticó al mismo tiempo, en nuestra opinión, cuando
le dedicó unos instantes en su discurso del Premio Nobel en Estocolmo,
en 1971.
Huidobro
y Neruda se reconciliaron poco antes de la muerte del autor de Altazor,
como ‘poetas, como chilenos y como amigos’, recuerda Neruda
en sus memorias, donde elogia su poesía que brilla por todas
partes y tiene una alegría fascinadora. ‘Neruda no poseía
el mínimo aprecio por sus pares. Poco entendía de poesía
y menos aún estaba interesado en ella.’
Perlas,
perlas, que culminan con la socorrida cita del eterno enemigo nerudiano,
el español Juan Ramón Jiménez, quien calificó
a Neruda de ‘gran mal poeta’.
Oda
a la envidia
Neruda
responde en Oda a la envidia: Escribí, escribí sólo/para
no morirme./Y entonces/apenas/mis versos de muchacho/desterrado/ardieron/en
la calle/me ladró Teodorico/ y me mordió Ruibarbo. Se
irguieron/amenazantes/contra mi poesía,/ con ganchos, con cuchillos,/con
alicates negros. Y advierte a sus detractores: seré, /seré
implacable./Yo les pido/que sostengan sin tregua el estandarte/de la
envidia./Me acostumbraré a sus dientes/Me hacen falta/Y reafirma:
Y estoy casi seguro/aunque no les agrade la noticia,/que seguirá/mi
canto/más acá de la muerte/en medio/de mi patria/será
mi voz, la voz/del fuego o de la lluvia/o la voz de otros hombres. Neruda
concluye su Oda subrayando que su poesía tiene tanta salud/como
una ordeñadora….
Pero
volvamos al principio, a la cita con que Floriano Martins abre su caja
de Pandora más que antinerudiana, antipoética en el mal
sentido de la palabra.
Para ello utiliza un comentario a la volandera, que no conozco, de Enrique
Lihn, uno de los grandes poetas chilenos y latinoamericanos, y lúcido
y sistemático crítico de la obra de Neruda. Cito textualmente:
‘Una vez dijo el poeta Enrique Lihn que no veía la razón
para incluir a Borges entre los fundadores de la poesía hispanoamericana,
por considerarlo formalmente conservador, destacando la previsibilidad
de sus recursos métricos y rítmicos. La contribución
incuestionable de Borges, estaría marcada por otros aspectos
y no por la estructuración del poema. Quizás pudiera hacerse
una observación muy parecida en lo que atañe al chileno
Pablo Neruda’.
Nadie
puede desconocer la honestidad y agudeza literaria de Lihn, quien también
se llevó por los cachos a Borges, a quien le niega como poeta
fundacional porque ‘su poesía en verso traiciona en exceso
su conservadurismo formal paralizante’.
Lihn,
cuando llegó de Cuba el 69, puso picas en Flandes, trazó
la cancha, y abrió fuego contra el poeta mago (Huidobro), el
angélico, el poeta vidente, Neruda y todo lo que viene), poeta
cívico nacional, alto parlante de voz aterciopelada y torrencial.
En 1979, en un artículo del su obra crítica titulado el
Circo en llamas (694 págs), Lihn subrayaría que Neruda
fue ‘uno de los últimos aedos contemporáneos. Un
líder, cuya función consistió en hacer poesía
política; esto es, ninguna de las dos cosas’.También
diría en su ensayo sobre Neruda, rescatado por su amigo Germán
Marín, que ‘después de Huidobro y, junto al imponderable
Vallejo (qué le parece Floriano Martins) aprovechando la lección
de fundadores más modestos o menos hábiles, Neruda es,
sin duda, uno de los cuatro o cinco poetas contemporáneos básicos
de este subcontinente; mal leído por sus manipuladores y admiradores
críticos, entre los cuales se contó el mismo’.
Neruda
abandonó sus deberes poéticos, Lihn
Lihn
nos da a entender que Neruda cedió la palabra a Nicanor Parra
sin proponérselo, por abandono a ‘sus deberes poéticos
en favor de la política’. Es probable, ya era hora. Neruda
había relevado, de acuerdo con Lihn, a Rubén Darío.
Nicanor
Parra y Lihn, marcan en Chile rumbos antípodas de la poesía
vanguardista, modernista, neorramántica y finalmente nerudiana,
y no escatiman oportunidad para hacerlo sentir desde sus trincheras
o públicamente. El mito de Neruda, con su pasado verbal estremecedor,
como subraya el poeta salvadoreño Roque Dalton y estoy citando
a Lihn, sigue estando para nuestra generación en Residencia en
la Tierra ‘donde dio Neruda el tono único e instransferible
a su poesía’. Neruda hizo un estilo, agrega Lihn, en Residencias
y las posteriores (un ciclo de tres en una década).
Juan
Larrea, que se transformó después en un acérrimo
antinerudiano, reconoció en Neruda lo siguiente: ‘Todos
los ismos - y cito una cita de Lihn-que conocían a la sazón
boga en Hispanoamérica han sido poco a poco desbancados por esa
ululación angustiosa de lo informe, que se resuelve en una espesa
elocuencia desordenada y monótona como las inundaciones. Como
ellas, su corriente arrastra un sinfín de objetos arrancados
a su coherencia natural, dejando a su paso una impresión de arbitrariedad,
desesperación y catástrofe’. Es ni más ni
menos el impacto de las Residencias.
El
referencial de la poesía chilena en el siglo XX se llama Pablo
Neruda, sin desconocer a sus gigantescos pares de muy distintas visiones
de mundo, Huidobro, la Mistral y De Rokha, y muy posteriormente en 1954,
con Poemas y antipoemas, vendría Nicanor Parra a disputar el
trono, no desde el Olimpo, ni como pequeño Dios, sino desde la
tierra y en su propia carpa.
Tuve
mucho contacto personal con Nicanor en mis tiempos universitarios y
más adelante después del Golpe Militar en 1973, y siempre
noté una obsesión, que considero natural, por la poesía
de Neruda y el personaje, completamente oleado y canonizado, criticado
y odiado por sus enemigos.
Parra
ha estado haciendo su trabajo demoledor de lo que considera la retórica
y vieja poesía, desde 1954, con paciencia de huaso ladino y casurro,
que montó su propio tinglado en este cuadrilátero de cinco
patas en que se transformó la llamada guerrilla poética,
aunque cuatro de los gigantes dejaron de existir hace largo tiempo.
Nicanor tuvo movimientos ligeros de piernas, ganchos cortos y certeros
con De Rokha y Neruda, no así con la Mistral y Huidobro a quienes
expresa reiteradamente su admiración y deudas.
Parra
es un kamikasi, pero no suicida, del yo nerudiano, y como físico
racionalista que es, pude conocer de cerca su trabajo a veces aséptico
de su construcción poética, ya que él rechaza por
principio el término creación, por considerarlo posiblemente
intuitivo y romántico. Busca la objetividad y como una suerte
de sacerdote del excepticismo, porta en su bitácora poética
la fórmula de la nitroglicerina para hacer estallar todo intento
de recetas literarias.
Más
vasto que la larga faja de tierra
El tema es más vasto que la larga y angosta faja de tierra llamada
Chile. De lo suyo subjetivo, pero medible, y requiere de un trabajo
más acucioso, y no de crónica periodística.
Pero
algunas cosas deben de quedar en claro. En poesía, quién
no viene de algún lado y carece de influencia (s). ¿O
acaso la poesía es un gran globo que inflamos desde nuestro cordón
umbilical? Lo malo está en la copia feliz del Edén, parodiando
el himno Nacional de Chile. Quizás, gramo a gramo, Neruda y la
Mistral, sean los dos poetas latinoamericanos mayores del siglo XX.
Borges fue un gran y fantástico ficcionador, pero un poeta que
pidió prestado todo lo que pudo y lo hizo bien. Ernesto Sábato
sostiene que el Borges que perdurará, será el más
olvidado, el cotidiano, argentino. No debemos de olvidarnos de Huidobro,
Vallejo, De Rokha, Lezama Lima, Nicanor Parra, Borges, Paz, Gonzalo
Rojas, Hahn, los más visibles en el invisible río de la
poesía continental.
La
soga de la poesía es más larga en América latina,
y me inclino además en sus extremos geográficos, por Juan
Gelman, Argentina, y José Emilio Pacheco, México. Ernesto
Cardenal, en Centroamérica. Drumond de Andrade, en el vasto y
maravilloso Brasil. Hay grandes poetas intermedios en el paraíso
poético, sin la dimensión, universalidad, lenguaje, ‘originalidad’,
de Rubén Darío, Neruda, Vallejo, Huidobro, la Mistral,
Parra y Lezama Lima.
La
poesía de Neruda y el personaje son más profundos que
las charlatanerías de sus oficiosos detractores, y no hay nada
mejor en poesía, que leer la obra, leer la obra. Neruda ocupó
una época como una gigantesca tortuga en las transparentes, torrentosas
y a veces lúgubres aguas de su poesía en el sur del planeta.
Su tiempo fue la Guerra Fría y hoy se revela con lujo y detalles,
como la C.I.A., impidió que le otorgaran el Premio Nobel mucho
antes que en 1971, en medio de una cascada de miles de documentos considerados
top secret. No comparto los análisis extraliterarios, pero éste
es un hecho único en la historia literaria contemporánea.
Neruda fue un protagonista social relevante en la historia del siglo
XX en Chile y América latina, Senador y ‘poeta de utilidad
pública’, como le gustaba que le llamaran, pero ya había
acuñado un patrimonio literario indiscutido. Claro que fue un
aedo, mi estimado Enrique Lihn. No hay duda de ello. Celebro la capacidad
vital, creativa, muchas veces higiénica, de un país al
intentar demoler sus propios mitos, pero hay que ubicar también
los tiempos, y Neruda se transformó sin querer en un animita,
en la pequeña vela que baña de luz la rendija del cuarto
de la pobreza, de la soledad y el silencio totalitario. La naciente
dictadura lo elevó a la categoría de mártir al
vandalizar su casa La Chascona, en Santiago, debido a los atropellos
en su residencia permanente en Isla Negra y la humillación en
la carretera cuando viajaba de urgencia a la clínica Santa María.
Su entierro fue en una tumba anónima y el cortejo, vigilado por
la metralla militar. Son actos únicos, no buscados. Podría
decirse que la historia trabajó a favor de Neruda, pero también
su poesía, su oficio, su temprana, vigorosa e irrepetible aparición
en el escenario poético de los años 20 y su permanencia.
Neruda es un paradigma en América latina, como subraya el poeta,
ensayista y Rokhiano, Naín Nómez, en su esclarecedor ensayo
‘Poesía Chilena Contemporánea’. (351 páginas).
__________________________
DATOS
DEL AUTOR:
ELocation:Panama
Rolando Gabrielli nació en Santiago de Chile el 22 de febrero
de 1947.Estudió Periodismo en la Universidad de Chile. Ejerció
hasta el 11 de septiembre de 1973 en su país. Fue Corresponsal
Extranjero en Colombia y Panamá (1975-79). Funcionario Internacional,
experto en la industria bananera, encargado de estrategias para los
ocho países de la región miembros de la UPEB, Editor de
la publicación científico-técnica y económica,
con circulación en 56 países, columnista de la revista
alemana D+C (1979-89). Escribe para varios periódicos panameños
como Analista Internacional y trabaja en el programa de la Unión
Europea-PNUD, Tips On Line, mercadeo de oportunidades empresariales
vía Internet. Asesor en estrategias empresariales, editor de
Suplementos especializados, ha trabajado y lo hace actualmente en marketing.
En el campo de la literatura ha obtenido premiaciones en Chile, México
y Panamá, en poesía y cuento. Es un escritor absolutamente
inédito en papel impreso y tiene varios libros por editAr en
poesía:
‘De estos y otros sueños’, ‘Sol Rojo’,
‘Manifiesto Aldeano’, ‘Los Poetas de Chile’,
entre otros. Dos novelas en curso, un libro de cuentos y varios volúmenes
de crónicas literarias.
Fue becado dos años por la Vicerrectoría de la Universidad
Católica de Chile, en el el Taller de Poesía que dirigía
Enrique Lihn. Allí participó en los debates con Waldo
Rojas, Federico Schopf, Zurita, Cecicilia Vicuña, Luis Oyarzún,
Ernesto Cardenal y muchos otros escritores.
Ha brindado conferencias magistrales en la Academia de la Lengua de
Panamá y la Embajada de Chile, sobre Pablo Neruda, Gabriela Mistral,
Jorge Teillier y Jorge Luis Borges.
Ha ingresado al papel en Chile, décadas después en el
librito Santiago en 100 palabras, en una selección cerca de 13
mil historias urbanas:
‘UN LOCO ANDA SUELTO.
Si sabe que un loco anda suelto, comience por cerrar ventanas y
puertas, pasos cordilleranos, aeropuertos, terminales de buses.
Haga la denuncia en Carabineros de Chile. Ponga un aviso en los
clasificados de El Mercurio. Demande ante la Corte Suprema y declare
ante Notario Público que el loco anda suelto. La ciudad puede
ser un manicomio, pero no aguanta un loco más. Es un buen
argumento por si le piden declarar para qué tanto papeleo.
Movilice a la Cruz Roja y al Ejército de Salvación;
una, por salud, y el otro, por si el hombre decide retornar al servicio
activo.’