Si se llega a un punto determinado,
ya no hay regreso posible. Hay que alcanzar ese punto.
Franz Kafka
El titulo del presente texto es en
definitiva la visión de una concepción moderna de la filosofía.
Se dialoga con la pretensión de asumir un consenso, una comunicación,
una estabilidad. Es el deseo del Grund. La conciencia optimista
de la razón ilustrada buscando la emancipación de la humanidad.
Razón, historia, humanismo, clase, estado (¿o Estado?),
raza. Tantos nombres aferrados a una proyección de la conciencia
que nos aleja cada vez más del silencio.
Habermas defiende el proyecto de la razón ilustrada, desea reconstruir
la racionalidad para llevarla al mundo de la vida con la praxis que
ello conlleva. Una racionalización que no se ha llevado a cabo
por la escasa comprensión de los ideales de la modernidad. Luego
bajo este discurso se erradica lo antiguo, lo caduco, lo inservible
por la comodidad y el asombro que representa lo nuevo. La erradicación
de la guayina en esta ciudad por la sustitución de vehículos
más ad hoc con el modus de vida moderno es un ejemplo
de dicho acontecimiento.
La cuestión es meditar sin lo claro y lo distinto. Para enfocar
la conciencia en una genealogía de las fuerzas –tal y como
lo entiende Deleuze- para detectar ¿cuáles son las energías
que se apoderan de dichos dasein para enlistarse en las raíces
de tal o cual ideología? Se hace uso de la razón porque
la estructura capitalista esta planeada bajo esa concepción de
lo real. Octavio Paz en El arco y la lira reflexiona: un hombre
que se distrae niega lo moderno. Estamos obligados a llevar cierta
planeación y disciplina en la forma de la maquinaria social.
Cumplir horarios, normas, esquematismos de funcionabilidad en lo mundano;
en el cual la materia esta por encima de cualquier pretensión
sensible. La distracción golpea secretamente la obsesión
por el orden y el progreso.
¿Me llevará a algún lado el meditar sobre la posibilidad
de un dialogo modernidad-posmodernidad? La muerte de Dios, la muerte
del hombre, las muertes. Artaud y la crueldad. Derrida y su concepción
de Artaud. Derrida y Freud. Las huellas del inconsciente. La rizomática
desfloración de lo moderno por fuerzas reactivas que
han sido develadas desde el momento en que el simulacro de la inhumación
fue detectado en el texto por su ausencia. El optimismo del nihilismo
activo. La seriedad con la que el taoísmo asume el silencio.
La experiencia clínica de las letras. La gramática clónica.
Disertación profana de la concepción sistémica
de la razón. Baudrillard: muerte de lo social, negación
del sujeto histórico, la seducción y el poder. La parodia
del simulacro. Todo se ha simulado desde lo social hasta la relación
social.
El dialogo modernidad-postmodernidad genera una enemistad. La amistad
ha sido nulificada. Refutaciones, objeciones, contradicciones. Un moderno
le dirá a un postmoderno: 'Defíneme, de donde sacaste
tal o cual concepto, dame una referencia clara, te estas contradiciendo.
No asumes ninguna postura política, careces de compromiso social,
eres un cínico'. Luego llega alguien supuestamente postmoderno
el cual por mera lógica aristotélica asume la postura
de la no postura negando lo anterior.
Personificar lo posmoderno es la simulación de un personaje que
se intuye asumido en la paradoja de su discurso tal y como lo asumió
Heidegger cuando habla de la lichtung desde la tradición
metafísica. Por ello se invoca una conexión al plano de
las ideas, con el propósito de evadir la representación
habitual de los pensamientos. Es la agonía del texto, la que
remite, a la ineluctable explicación de lo real desde una incoherencia
resultado de la conveniencia del devenir. ¿Cómo hacer
hablar a dos clasificaciones tan tajantes de la realidad histórica
occidental?
Por otro lado al encasillar al posmodernismo como un acontecimiento
histórico se está encorsetando su pretensión del
afuera a un compromiso ideológico que no le corresponde. Es la
histeria del logicismo pretendiendo eslabonar el eterno retorno. Jugar
con el Apocalipsis como escape de una filosofía que se pretende
antifilosofía desde los confines de los relatos que mueren plegados
a la trama ontológica en una explicación carente de sentido
en su connotación representativa. El intento de una escritura
logrando erigirse más allá de la velocidad de un pensamiento
que suele degollarse a sí mismo; en el momento mismo del fallecimiento
de una conclusión avergonzada.
Hablar desde la Posmodernidad es haber sufrido la enfermedad de lo moderno
y no encontrar anestesia alguna. Se necesita estar muy sedado de lo
real para dejarse seducir por la tranquilidad que implica el fundamento.
El Grund aceptando la derrota de lo caótico podría
denotar un estado del espíritu, en donde la permanencia de lo
imposible se vuelve una experiencia trascendental. Budismo agónico
de la conciencia.
Por otro lado la Modernidad es íntima de la esperanza. Existe
una presuposición de la conciencia que asume la mejoría
de lo social por vías de un uso correcto de la razón.
Es el optimismo que se arraiga en occidente cuando pretende invadirlo
todo de utilidad y cálculo. Pensar en un futuro como posible
ordenación de las cosas. El curativo perfecto para la falta de
posturas de la posmodernidad. El tiempo lineal de los modernos definitivamente
no se compromete con un presente en sí tal y como lo medita Heidegger
en Ser y Tiempo. Sino que se ancla de futuros y más
futuros. El presente no logra conciliarlo.
Hace tiempo murieron los fines, pero la conciencia necesita un entretenimiento,
una pasión lingüística. Aún no sabemos meditar.
¿Por qué escribe el posmoderno si sabe que ya no hay nada
que decir? La posmodernidad es una filosofía de lo poético.
Vattimo en el quebrantamiento de la palabra poética anota: 'Lo
que ocurre en el lenguaje originario –lenguaje de la poesía-
es una colocación de la cosa en el juego del Geviert
la cuadratura de tierra y cielo, mortales y divinos'.
Para finalizar creo que ambas posturas remiten al institucionalismo,
a un orden del discurso legitimo. Hay que recordar a Derrida cuando
asume que hablar de filosofía en un coloquio institucional ya
no resulta transgresor. La trasgresión se asume con el silencio.
Como bien sabían los orientales desde hace bastante tiempo. Zen
Shojo. Paz mental. Sin embargo el merito del posmodernismo muy al contrario
de la modernidad; reside en la asunción de los limites del conocimiento
humano. Lo cual no alude a cierta empatía con el conservadurismo
como piensan Eagleton y Anderson, sino que nos remite a una salud y
descanso del espíritu en donde la posibilidad juguetona de la
vida se hace presente.
El silencio como modo de ser en el mundo implica menos contaminación
mental. El sueño husserliano de la epojé. Asumir
el infinito universo como parte de nuestra mortandad y estancia pasajera
por este planeta. Asimilar la muerte y dejar a un lado la arrogancia
de sentirnos el centro del universo tal y como lo entiende el humanismo.
No más yo, no mas fragmentos, clasificaciones, denotaciones,
nombres, implicaciones matemáticas. No es una prescripción
médica, ni una discursiva moral, es simplemente la aceptación
del desarraigo y finitud de la vida.
Ahora si el discurso de lo moderno le produce cierto bienestar no implica
nada negativo; quizá caerá en la tentación de fingirse
posmoderno por mera vivencia y le causara angustia y mejor regresara
a explicar el porque de las cosas. Encontrara respuestas para todo.
Ese todo tiene explicación, experimentará el asombro.
Cortázar estaría en un error: 'las explicaciones (no)
son errores justificados'. Y si esa angustia kierkeergardiana le resulta
una carga volverá a ser moderno. Es extraño por qué
la necesidad de explicaciones teológicas sigue siendo una perspectiva
tan necesaria de lo humano. No obstante cada quien asume su implicación
en la vida desde su experiencia más cercana. Es cuestión
de fuerzas como mencioné al principio del escrito. Depende de
la frecuencia corporal con que se perciba la multiplicidad cósmica
de la existencia. De cualquier manera no hay nada fijo. Heráclito
siempre tendrá razón. Y si tanto se odia al cristianismo
terminará siendo cristiano.
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DATOS DE LA AUTORA:
Karla Villapudúa (Culiacán, Sinaloa, México, 1979).-
Licenciada en Filosofía por la Universidad Autónoma de
Baja California (UABC). Directora de Espiral (www.revistaespiral.org).