Diego es una de las voces más
bonitas del flamenco [...].
Siempre que lo escucho se me alegra el alma.
Paco de Lucía
Zambullirse en la mar de pasiones que desencadena la voz de Diego El
Cigala equivale a dejarse arrastrar por un remolino irremediable
y sin destino; a confesar que se está preparado para sentirlo,
para sufrirlo, todo. Su voz gitana, flamenca, no sólo se alza
por encima de toda una gama de tonalidades imposibles; también
recorta palabras que se difuminan con las notas y que toca a nuestros
oídos completar, como a nuestra alma unirse a los sentimientos
que, desbordados o casi, buscan enloquecidos una fisura para escapar
de las compuertas que los apresan.
Al igual que su música, las
palabras inconclusas, entrecortadas de El Cigala nos llevan
a presagiar no dos, sino un torrente de lágrimas reprimidas que
amenazan –compás tras compás– con rebosarse,
con lacerarnos con su furia refrenada. Fuego interno sin salida, emoción
callada que no muerta, odio presumido; un canto a gritos que resiente
un amor perdido, apartado, sin retorno. Olor a relaciones segadas de
tajo, de expectativas insatisfechas a las que se contesta con un dejo
de cinismo –para ello no hay más que escuchar su Compasión–
panacea a la soledad impuesta. Y de pronto asoma un ‘pero te extraño’:
revelación tardía, que ya nada modifica. Coplas desesperadas
que evocan un pasado mustio, que nunca fue.
* * * * *
El País madrileño
se apuntó una gran nota al producir Dos lágrimas,
de Diego El Cigala, [Nota
1] junto con un cuaderno de pasta dura en el que aparece
‘una conversación’ que condujo Juan Cruz, en una
media tarde sin fecha. Gracias a la entrevista nos enteramos de los
miedos y los amores de El Cigala, de sus experiencias, de sus
reacciones espontáneas (¿cuánto cuesta cantar junto
a Paco de Lucía?), de su búsqueda por la grabación
perfecta, de su rastreo en Berlín por sus compagnons
de ruta musicales, también perfectos. La España gitana
y la Cuba africana entrelazan sus raíces y de éstas brota
una selva melódica insospechada. Nota tras nota, compás
tras compás, su música nos inquieta. Acompañan
a algunas piezas samplers inexplorados, que van desde La
negra tomasa en voz del propio Diego, hasta el Concierto de
Aranjuez, que mana del teclado mágico de Guillermo González
Camejo, Rubalcaba.
Los cantos de Diego nos transportan.
Nos hablan de distintos instantes del día y de la noche, y nos
revelan que son esos relámpagos temporales, más que los
espacios en los que ocurren, los que permanecen para siempre con nosotros.
Noches nostálgicas sin estrellas, mañanas asoleadas colmadas
de ilusiones, medias tardes que se prestan a charlas inéditas.
Poco importan los lugares; son los momentos los que mellan.
Para los amantes de El Cigala
–un Cigala por cierto más maduro, más cercano a
esa música híbrida que le abrió camino con sus
Lágrimas negras entre musicófilos del mundo entero–
la mala nueva es que se complica dar con él: su disco se ha agotado
en muchas partes. Pese a esto, pecará de imprudencia quien se
pierda de un compacto tan fulminante, como las Dos lágrimas
de Diego, El Cigala.
Nota
1: Dos lágrimas se publicó el domingo
15 de junio de 2008 en una edición limitada de 100 mil copias
junto al diario El País. Disco-libro de 72 páginas
con fotos, anécdotas y entrevistas del autor, a un precio de
9,95 €. El disco posee once canciones que son:
1.Si te contara
2.Dos cruces
3.Bravo
4.Dos Gardenias
5.Compromiso
6.El día que nací yo
7.Historia de un amor
8.Caruso
9.Compasión
10.María de la O
11.Te extraño
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DATOS DEL AUTOR:
Servando Ortoll, escribe desde el Centro de Investigaciones Culturales-Museo,
de la Universidad Autónoma de Baja California, campus Mexicali,
México. Entre sus intereses se encuentran la historia y la literatura.
Está preparando una biografía del general mexicano Victoriano
Huerta.