Carlos A. Aguilera [Nota
1], poeta y narrador cubano, me dice que
nunca ha viajado a China. Que tampoco está en sus planes a corto
plazo hacerlo, pero que por sus venas sí que corre sangre oriental.
Las 116 páginas del libro de relatos Teoría del Alma
[Nota 2] confirman
que A. Aguilera no ha estado ahí. Pero a la vez, cada una de
esas páginas acusan recibo un cierto viaje, de ese viaje supuesto
que probablemente implica la ficción: el viaje por casualidad,
por voluntad, ¿por añadidura se dice? El libro tiene esos
sellos: aeropuertos, pasaporte y timbres orientales. Almas, fantasmas
errando en un territorio desconocido. Seguro que la literatura no está
en las valijas, ni mochilas ni en las maletas, ni en los bolsos de mano.
Menos aún cuando se nos permite llevar un máximo de 20
kilos por persona. Aunque a veces llevemos sobrepeso. De libros, sobre
todo.
- ¿Qué relación
tienes con la cultura china?
Una relación kitsch-familiar, por decirlo de alguna manera. Caricaturesca.
He sido desde siempre un aficionado a todo lo que venga o gire sobre
el ‘gigante asiático’ y nunca me ha importado mucho
que hubiera sido escrito por escritores chinos o no. Es decir, por momentos
he disfrutado más con el libro de Van Gulik sobre literatura
erótica asiática o con el ya clásico estudio de
Grané sobre pensamiento oriental que con las obras de teatro
de la dinastía Ming o los poemas de Tu Fu. Lo que no significa
que no los disfrute también. Al contrario. Pero no hago muchas
discriminaciones entre lo que viene de allá y lo que ha escrito
occidente sobre ese ‘allá’, territorio que por mucho
que intentemos siempre se nos va a escapar. Por otra parte, procedo
de familia cantonesa por parte de madre. Lo que en mi caso no quiere
decir mucho, ya que nunca adoramos en mi casa a San Fang Con ni nunca
vi un altar especial con velas y fotos de antepasados detrás
de la puerta ni mi abuelo me obligó a recitar poemas en mandarín
después del horario de escuela... Y salvo algunas visitas a la
sociedad china en Centro Habana o a los talleres donde los chinos imprimían
su propio periódico (creo el único que se hacía
en toda Latinoamérica) a visitar a un amigo de la familia, no
recuerdo ningún otro contacto en Cuba con esa cultura...
- ¿Cómo trabajaste como
autor para escribir tantos detalles de la cultura china? ¿Llevaste
a cabo un trabajo de investigación?
Más allá de las lecturas que ya comentaba (y ante todo
tenían que ver con la literatura o la curiosidad...), yo había
realizado previamente una pequeña investigación para un
poema que escribí a finales de los 90 y se llamaba -se llama
aún- Mao. Digamos que con todo lo que sobró de esa pesquisa,
más todo lo que apareció después en forma de películas,
noticias de periódicos, comentarios de amigos, postales, fotos...,
me dispuse a armar pacientemente este libro. Libro que comencé
a escribir en Cuba y terminé años después en Austria.
- Poética
La poética de casi todos los escritores varía según
la experiencia o los libros. La mía ha sido hasta ahora crear
una resistencia; una suerte de ratonera de cristal donde la tradición,
el lenguaje, la literatura, lo político y hasta yo mismo nos
pudiéramos golpear la cabeza una y otra vez hasta que saliese
sangre... Ahora, si lo logré o no es ya otra pregunta. Como bien
recomendaba el gran Pound, lo importante es el intento.
- ¿Quiénes son los narradores de Teoría del alma
china? Parecen fantasmas que deambulan por las cosas y el territorio
Son nada y algo a la vez. Sacos vacíos, fantasmas como tú
bien señalas; aire. No me interesaba -no me interesa- construir
psicologías, autómatas que se parezcan a algo / alguien
en la realidad, tal y como canoniza a veces la novela histórica
o la prosa realista (ésa que tanto se practica aún en
España). En determinados momentos sólo quería poner
a hablar diferentes bocas, que se movieran como sombras chinescas contra
una pared, que la mordieran. Y para mi orgullo, creo, esto en Teoría
del alma china se puede ‘leer’ a veces.
- ¿Por qué el narrador se pasea por la materia, las cosas,
los territorios, para llegar a develar el alma china?
En el libro el alma no es más que una metáfora irónica
sobre el encierro, lo opresivo, lo sin salida. Y las cosas, los territorios,
la materia, las carreteras fue la mejor manera que encontré de
narrar esa abstracción, hacerla visible. A la vez, convertirla
en pregunta. La pregunta por lo que está en todas partes y se
hace difícil constatar. La pregunta por ese despotismo, odio,
miedo o hueco que estando en todas partes a casi nadie parece importarle.
- ¿Cómo definirías, a grandes rasgos, la literatura
cubana actual?
La definiría como una literatura encerrada en el emblema nación;
enferma, por decirlo de manera rápida. Y hasta que no abandone
este sacrum, que por demás padecen casi todas las literaturas
chiquiticas en todas partes, no pasará de ser por momentos curiosa
o regionalmente interesante. Sólo esto.
- ¿Crees que hay una demanda definida para la escritura cubana
en términos de mercado?
No.
La única demanda de mercado que gira sobre Cuba se reduce única
y exclusivamente a sus estereotipos, a ese juego cínico entre
editoriales europeas y gobierno cubano. Se pueden contar con los dedos
de las manos los escritores cubanos que construyendo un tipo de literatura
diferente (diferente a los clichés que se importan constantemente
a España, diferente al canon político-pastoral que impera
en Europa), han podido abrirse espacio en editoriales de prestigio.
Si existiese esa demanda Lorenzo García Vega, Carlos Victoria,
Fernando Villaverde, José Kozer, Reina María Rodríguez
u otros estarían ampliamente representados en las estanterías
de las mejores librerías de cualquier lugar. Pero no. La mayoría
de las veces tienen que irse a editoriales pequeñas, semidesconocidas,
oscuras, para poder publicar lo que han ido metabolizando (sic). Un
buen ejemplo de esto sería Reinaldo Arenas. Uno de los grandes
escritores cubanos. Tuvo que morir de sida y dejar inéditas sus
memorias (que son a la vez una acusación puntual contra Fidel
Castro) para que las editoriales españolas incluyeran sus novelas
en su catálogo y lo reconocieran. Esto para no hablar de Guillermo
Rosales. Un caso grotesco en verdad. Su escritura y vida, creo, merecerían
algo más que un pequeño homenaje.
- ¿Te sientes identificado con la idea de Bernal Granados de
que le vuelves la espalda a la literatura local?
Creo más bien le doy el frente (je, je, je...) No, para ser sincero,
nunca había pensado de esa manera hasta que Gabriel Bernal Granados
escribió la nota de contraportada. Supongo que sí. Supongo
que el que vaya a buscar en mi libro anécdotas o paseítos
por Cuba o Beijing se sentirá frustrado. Sobre todo porque mi
Teoría... es un viaje a ninguna parte, a ese nirgendswo
que uno puede llamar de cualquier manera porque no identifica ningún
nombre. China es China y a la vez es Corea es Cuba es Hungría
es Noruega es Chile. En fin...
- ¿Qué riesgos asumes al no sacar a luz la cultura cubana?
¿Crees que hay alguno?
La cultura cubana es una ficción... lo que no quiere decir que
sea mentira. Pero es una ficción que se alimenta constantemente
de otras ficciones o puestas en escena. El hecho -contradictorio si
se quiere- de que en mi libro no aparezca ‘señalizada’
no significa no esté presente. Por el contrario, quizá
está esquivamente representada porque nunca se le nombra, porque
ya no importa si los personajes son cubanos, europeos o del medioeste
americano, porque ya no hace falta emblematizar nada para que un modo
de pensar esté atravesado por el resto de vida que uno inserta
en todo lo que escribe. Y ese resto es lo que hace a un libro complejo.
Por desgracia, también, lo que lo banaliza. Entonces, quizá
podamos decir en forma de chiste que Teoría del alma china
no es más que un recorrido por el China town de La Habana
futura. Esa Habana que será una mezcla de ruinas con ruines,
si no lo es ya. Ruinas que por suerte no tienen ni tendrán ningún
esplendor, como bien ha escrito recientemente otro escritor cubano.
- ¿Qué autores cubanos le ‘vuelven la espalda a
la cultura cubana’, como dice Bernal Granados, y crees son necesarios
destacar?
Creo que Bernal Granados lo que dice es que le vuelven la espalda ‘a
sus contemporáneos’, que es algo diferente a volverle la
espalda a un determinado tipo de cultura. Ahora, si lo que te interesa
saber es que escritores de la isla pudieran ser considerados posnacionales,
es decir, que ya no dependen de la teta-Nación para construir
sus textos, mencionaría sólo uno: Virgilio Piñera.
De él se puede decir lo mismo que dijo Cabrera Infante de Borges,
va a durar tanto como dure el idioma español. Y en el caso de
Piñera, para mayor ironía, ni siquiera por haberlo escrito
muy bien. Es decir, tal y como ordena el gran diccionario de la lengua...
- Autores de referencia.
Mis autores de referencia varían
según el proyecto. Éste tiene que ver sobre todo con Bowles,
el de los relatos más que el de las novelas, con Bernhard, al
que le rindo homenaje en uno de los textos, con Gombrowicz, el primero,
el de algunos cuentos de Bakakai. También con dos que
se mencionan ya en el mismo libro: Henri Michaux y Werner Herzog. De
éste último, sobre todo su película Auch zwerge
haben klein angefangen (‘También los enanos comenzaron
pequeños’) es una referencia a la que vuelvo una y otra
vez. Pudiéramos por supuesto también hablar de Arlt, pero
de esto seguro el lector ya se dio cuenta.
- Proyectos literarios en los que trabajas actualmente.
Una novela. Una novela sobre
cojos, tuertos, sifilíticos, gente con cabeza grande y cabeza
chiquitica, santones... Todos buscando su propia alma y monologando
entre ellos. Un alma que les será asignada en la medida que logren
construir de manera colectiva un gran santuario. Todos coleccionando
libros y leyes raciales en medio de un campo lleno de fango... Por cierto,
ahora que me doy cuenta, casi parece una novela sobre Cuba y los cubanos,
¿no? Hmmm... mejor terminamos aquí. Creo ya he dicho más
de lo que mi paranoia me recomienda decir.
Nota
1: Carlos A. Aguilera (La Habana, Cuba, 1970).- Escritor. De
1997 a 2002 codirigió en Cuba la revista de literatura y política
Diáspora(s). Premio David de poesía en 1995 y Premio Calendario
de poesía en 1996, ambos en La Habana. Ha publicado los libros
de poesía: Retrato de A. Hooper y su esposa (1996, Ediciones
Unión, La Habana, Cuba) Traducción al francés:
Portrait de A. Hooper et son épouse suivi de Mao (2000,
Éditions Fárrago). Das Capital (1997, Ediciones
Abril, La Habana, Cuba). Die Chinamaschine. (Antología:
Relatos, Poemas, Ensayos) Steirische Verlagsgesellschaft, (Austria,
2004). El libro de relatos: Teoría del alma china. (Ediciones
Umbral, México DF., 2006). Traducción al alemán:
Theorie der chinesischen Seele (Editorial Erata, Leipzig, 2007).
Traducción al croata: Kinamašina (Editorial Profil,
Zagreb, 2006). Próximamente se editará también
en checo por la editorial Fra, Praga. Ha realizado además las
antologías Memorias de la clase muerta. Poesía cubana
1988-2001 (2002, Editorial Aldus, México), Pobuna Bolesnih.
Kubanske Kratke PRI (La rebelión de los enfermos. Veinte
cuentos cubanos del siglo xx) (2005, Editorial Profil, Zagreb, Croacia)
y Die leere Utopie. Intellektuellen und Staat in Kuba (La utopía
vacía. Intelectuales y Estado en Cuba) (2005, Editorial Leykam,
Austria) Así como el dossier Virgilio Piñera: La inundación
ilustrada (revista Tsé Tsé 17, Buenos Aires, Argentina,
2006). Actualmente posee una beca como escritor en la ciudad de Frankfurt.
Radica en Alemania.
Nota
2 : TEORÍA DEL ALMA CHINA, Carlos
A. Aguilera, Libros del Umbral, México, 2006, 116 pp
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DATOS DE LA AUTORA:
Claudia Apablaza (Chile, 1978).- Estudió
Psicología y Magíster en Teoría Literaria ©
en la Universidad de Chile. Hizo estudios de Escritura Creativa en la
Universidad Autónoma de Barcelona y en el Ateneo Barcelonés.
Ha publicado el libro de relatos Autoformato (Lom Ediciones,
2006. www.lom.cl).
Ha obtenido el Primer lugar en el Concurso de Cuentos de la Revista
Paula 2005, primer lugar en el Concurso Filando cuentos de mujer (Asturias,
España, 2004), entre otros. Ha publicado en las antologías
Pozo (Lanzallamas, Chile, 2006), Mi nombre en el Google y otros
cuentos (Alfaguara, Chile, 2005), Lenguas: Dieciocho jóvenes
cuentistas chilenos (J.C. Sáez Editor, Chile, 2005), Que
el libro sea la llave (Asterión, Chile, 2004) y en las revistas:
Los Noveles, Bilis, Lanzallamas, entre otras. El año 2006 obtuvo
la beca de estudios de postgrado en el extranjero que otorga el Ministerio
de Cultura de Chile. Actualmente reside en Barcelona y colabora en Literaturas.com.