Enrique Olmos de Ita nació en Llanos de
Apan, Hidalgo, en 1984. Actualmente reside entre Laredo, Cantabria,
España, donde diseña espectáculos a partir de neurociencia
cognitiva y neuroestética; y su pueblo natal, en México.
Estudió las licenciaturas en Ciencias Religiosas (Regina Apostolorum),
y Humanidades en el Colegio de Literatura de la Universidad del Claustro
de Sor Juana. Fue editor de la página cultural del vespertino
Cambio 21 de Hidalgo. Ha publicado crítica y reportaje
teatral en los periódicos mexicanos Milenio Diario,
Reforma, La Jornada, Síntesis, Plaza Juárez, Milenio
semanal; en revistas como Paso de Gato, Replicante, Tierra
Adentro y El Perro; y artículos y piezas dramáticas
en páginas como Homines, Espiral y SUMA.
Egresó
de la Escuela Dinámica de Escritores, dirigida por Mario Bellatin.
Sus profesores fueron Sergio Pitol, Álvaro Enrigue, Bárbara
Jacobs, Margo Glantz y Cayetano Cantú. Estudió en los
seminarios de crítica teatral con Luz Emilia Aguilar Zínser
y Jorge Dubatti en Pátzcuaro, Michoacán. En 2001 obtuvo
los siguientes reconocimientos: Premio Estatal de Teatro y Premio Estatal
de Literatura (INHIJUDE).
Resultó finalista del Premio
Nacional de Dramaturgia Gerardo Mancebo del Castillo en 2005; en 2006,
del Nacional de Dramaturgia Manuel Herrera Castañeda y del Nacional
de Ensayo Teatral CITRU-Paso de Gato; en 2008, del Nacional de Dramaturgia
Víctor Hugo Rascón Banda. Ese mismo año lo galardonaron
con el XI Premio Internacional de Autor Domingo Pérez Minik en
Tenerife, España; y el Premio Nacional de Dramaturgia Manuel
Herrera, en Querétaro, México.
En el 2004 se encargó del primer ciclo de lecturas dramatizadas
de joven dramaturgia en la Escuela de Artes en Pachuca; y de la Muestra
de Dramaturgia Contemporánea en Casa del Lago, Ciudad de México,
en el 2005. Trabajó también en la iniciativa cultural
México: Puerta de las Américas.
Su obra Un curso de milagros fue traducida al inglés
y portugués. Ha estrenado varias obras teatrales en distintas
ciudades del país, destacan Parafernalia (dir. Víctor
Santoyo), Un curso de milagros (dir. Paulino Toledo), Últimas
simientes (dir. Ricardo Rodríguez), De sombras y ridículas
preciosas (dir. Darío Pantaleón), No tocar
(dir. Paulino Toledo), La voz ovaL (dir. Alberto Villarreal)
y No ganarás (Francisco Beverido).
Está publicado en varias antologías
de dramaturgia y cuento contemporáneo, entre ellos los trabajos
No ganarás (Tierra Adentro-Centro Cultural Helénico),
Últimas simientes (Universidad Nacional Autónoma
de México) Un curso de milagros (Cd rom–Dramaturgos
mexicanos) Huelga de bebés y Exaudi quaesmus Dómine
(Fonca) y Perla triste (Letras pachuqueñas), además
del libro La voz ovaL (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2006)
que contiene seis piezas teatrales y Ateo Dios (La Capilla
ediciones, 2008).
Ha sido Becario FOECAH 2004; FONCA
Jóvenes Creadores 2005-2006, de la Fundación Antonio Gala,
en España, 2006-2007; de Iniciarte Junta de Andalucía
2007 y del Consejo de las Artes y de las Letras de Québec-FONCA
2007, en Montreal; así como beneficiario de PACMYC 2006. Tiene
inédita la obra Dios mineral. A propósito del más
triste de los Alquimistas, cuya trama gira en torno del extinto
poeta mexicano Jorge Cuesta.
El primer libro
de Olmos que leí fue La Voz Oval. Me gustaron esas
piezas breves de narraturgia (fusión de elementos narrativos
y dramatúrgicos), donde se aprecia la versatilidad con que
el autor se dirige, indistintamente, al público adulto o infantil,
pasando del realismo más crudo a la más elaborada fantasía.
He aquí una entrevista cibernética y trasatlántica
a Olmos, el de la profunda irreverencia.
- Lord Buckley sostenía: ‘El
Teatro vino a mí como un trabajo muy religioso. Es un trabajo
de dedicación completa. Es un trabajo peligroso’ [Nota
1], ¿Estaría usted de acuerdo con semejante
afirmación?
Cuando no eres un genio, en cualquier disciplina artística, debes
dedicarte completamente a ello, pero no creo que sea un peligro, más
bien un placer o, si se quiere, una forma de sobrevivencia.
- José Caballero en su ensayo ‘Teatro: el acto y el
discurso’ [Nota 2]
refiere que, al escuchar a Luis de Tavira decir que poner obras en escena
no significa hacer teatro, para él fue como una llamada a misa.
¿Cuál sería para usted la diferencia entre una
y otra cosa?
Rehúyo de la fraseología romántica o no entiendo
la pregunta. Hacer teatro es, sin duda, algo más que poner una
obra en escena, pero al final no hay resultado más visible que
unos actores repartiendo la palabra entre la audiencia.
- ¿Por qué recurrir a la Narraturgia?
¿Y por qué no? Discutir eso es tan elemental y anacrónico
como rebatir la novela ensayo de Thomas Mann, por ejemplo, o la crónica-periodística-literaria
de Monsiváis, para los nacionalistas. A veces en México
nos gusta discutir hasta lo más obvio.
- ¿Cómo surge su interés por abordar la pedofilia
en obras como ‘No tocar’ (incluida en La Voz
Oval) y Ateo Dios?
Me parece un tema fundamental. Algo muy común en las clases medias
y altas de países desarrollados o en vías de desarrollo,
y escribí una obra sobre el tema para niños y otra para
adultos.
-Hace tiempo usted me comentó la censura sufrida por su obra
‘No tocar’, en España. ¿De qué
manera ocurrió esto?
Censura no. Más bien ignorancia o incompatibilidad de criterios
en lo que al teatro para niños se refiere. Aquí piensan
que el teatro para niños consiste en entretener –a medias–
a los niños con títeres bobos, actores pésimos
haciendo sonidos de animales y primarios títeres de guante. Y
los temas como el abuso sexual, para niños, asustan, por decir
lo menos. Es una sociedad, incluso en lo teatral, muy reaccionaria.
- Volviendo a la ya mencionada obra, Ateo Dios, considero que
en ella se cuestiona implícitamente lo obsoleto que resulta hoy
el seguir exigiendo el celibato al sacerdocio católico.
Seguramente. Pero la religión tiene
que ser obsoleta, es su función histórica.
- También encuentro en esta obra lo cuestionable que puede ser
faltar a la ética cuando se trata de obtener una exclusiva periodística
-caso de Reportero cuando pretende abordar al padre O’ Connor-.
Entendiste muy bien la obra.
- ¿Por qué recurrir a temas bíblicos -como en ‘¡Sacrifíquenlo!’
(incluida en el ya citado libro La Voz Oval; basada en el cuento
‘Los cinco panes’, de Karel Capek); y en Job, queja
en tres voces para ser silencio y nada-?
Es parte de mi formación – soy teólogo – y
creo, como Erich Aurbach (el autor de Mimesis) que nuestros mitos fundacionales
no están, lamentablemente, en la tradición grecolatina.
Con la difusión cultural del cristianismo, y después de
la larga noche medieval, nuestra cultura es absolutamente judeocristiana.
Sólo es la usanza del pasado para intensificar personajes del
presente.
- Usted escribió Dios mineral, en honor al extinto poeta
Jorge Cuesta. ¿En qué radicaría la trascendencia
del autonombrado ‘el más triste de los Alquimistas’
dentro de la literatura mexicana, según su perspectiva?
En todo. Es un escritor fundamental en la tradición literaria
mexicana. Como crítico es voraz, como poeta roza la genialidad
a pesar de lo críptico de su trabajo, incluso como químico
es relevante. Es un escritor en las antípodas de su tiempo y
de sus circunstancias.
- ¿Qué importancia se le otorga al teatro en Canadá
y España, respecto a México?
En Canadá no sé, en Quebec, el lugar donde viví,
es fundamental para el desarrollo cultural y juega un lugar importante
en la difusión del francés, pero también acompaña
al tejido social, al debate y en general es una carta de presentación
de cualquier quebecúa más o menos culto, las artes escénicas
son para los quebecúas lo que el futbol para nosotros. En el
estado español, el teatro es muy irregular, muy mezclado entre
comercial-cine-denuncia-amateur-con premios. Los catalanes hacen buen
teatro, en su lengua y con su mirada bien puesta en lo mejor de Europa,
los vascos hacen buen teatro de títeres, y en general hay muchos
festivales, grupos y compañías, pero como no genera prestigio
social, ni al estado le interesa el teatro, es una actividad comparable
con las clases sabatinas de yoga. En México hay más interés,
y creo que mejores instituciones culturales, pero no termina de dar
el estirón, entre otras cosas por la falta de difusión,
las pésimas políticas culturales y pedagógicas
de años y la ausencia de creadores dispuestos a llevar más
gente a las salas con mejores montajes. Pero en el fondo, en México
no ha existido una tradición teatral, y eso se nota, somos muy
poco occidentales en ese sentido, nuestro mejor teatro es involuntario
y está en la lucha libre, en los mercados, en el metro de la
Ciudad de México y en la Cámara de Diputados, por supuesto.
(Entrevista realizada el 14 de enero
de 2009)
Nota
1: http://www.jornada.unam.mx/2008/12/28/sem-jose.html.
Nota 2:
Cita original: ‘The Theater came to me as a very religious
work. It is a work of complete dedication.
It's a dangerous work’.
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Para
saber más
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DATOS DE LA AUTORA:
Elena Méndez (Culiacán, Sinaloa, México,
1981).- Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad
Autónoma de Sinaloa. Narradora. Redactora de www.homines.com
Subdirectora de www.revistaespiral.org
Ha participado en los talleres literarios de los escritores mexicanos
María Baranda, David Toscana, Cristina Rivera Garza, Andrés
de Luna, Federico Campbell, Anamari Gomís y Antonio Deltoro.
Textos suyos han sido publicados en España, Chile, México,
Estados Unidos, Brasil y Colombia.