Gabriel
Impaglione nació el 15 de enero de 1958 en Villa Sarmiento, partido
de Morón, provincia de Buenos Aires, la Argentina. Reside en
la ciudad de Lanusei, provincia de Ogliastra, isla de Sardegna, Italia.
Es el responsable de la revista de poesía ‘Isla Negra’
y de http://revistaislanegra.fullblog.com.ar
y de http://revistaislanegra.wordpress.com.
Ha sido traducido al francés, ruso, catalán, italiano,
gallego, inglés, búlgaro, portugués, sardo, turco
y rumano. Es co-fundador y organizador del Festival Internacional de
Poesía ‘Palabra en el Mundo’ y miembro fundador del
Movimiento Poético Mundial que integra más de un centenar
de festivales de poesía y cientos de organizaciones literarias
y poetas de innumerables países. Su quehacer fue incluido en
antologías de España, Canadá, México, Chile,
Italia, Argentina y Francia. Algunos de sus libros cuentan con ediciones
electrónicas. De entre los que aparecieron en soporte papel,
elegimos citar ‘Echarle pájaros al mundo’ (1994),
‘Letrarios de Utópolis’ (México, 2004), ‘Prensa
callejera’ (Buenos Aires, 2004), ‘Carte di Sardinia’
(Italia, 2006), ‘Racconti fantastici, d’amore e di morte’,
en co-autoría con Giovanna Mulas (España, 2007), ‘Medanales,
crónicas y desmemorias /y otros enigmas’ (Buenos Aires,
2009), ‘Parte de guerra’ (Venezuela, 2012) y ‘Giovannía’
(Venezuela, 2012).
- ¿Así
que naciste en esa localidad del Partido de Morón que suele confundirse
con zonas de las ciudades de Haedo y Ramos Mejía, y que linda
con El Palomar, Caseros y Ciudadela? Se me da por imaginarte un pibe
inquieto, curioso, atrevido y hasta con carisma de líder sarmientino.
¿Me equivoco?... ¿Y de muchacho?...
Villa Sarmiento, esa zona difusa, como decís, que para mí
tiene identidad de reivindicación. Nací en una clínica
que creo ya no existe, la Peralta Ramos o algo así, pero en esa
ciudad no pasé sino esos días de establecida rutina natalicia.
Mis padres vivían en Ramos Mejía (del otro lado de las
vías) y hacia allí fuimos los tres en ese enero del ‘58.
Vivíamos por la calle Necochea, a pocas cuadras de la estación.
No puedo precisar cuanto tiempo estuve allí; toda la información
que pueda ofrecerte sobre esta etapa surge de fuentes confiables familiares,
mis recuerdos no existen o apenas, vagamente, me sugieren cosas que
asocio a veces equivocadamente. Tengo imágenes de muros bajos
en las casas asomadas a las calles arboladas, veredas anchas, un camioncito
metálico de bomberos, a cuerda. Creo que luego fuimos a vivir
a Ituzaingó. Mi familia hizo varias mudanzas. Algo del desarraigo
y de andante proviene desde entonces. Villa Sarmiento es una reivindicación
cuando la nombro, una referencia necesaria. Cada tanto me llegan noticias
de ese 'pago' de luz primera a través de la escritora Gloria
Arcushin que dirije (no sé si aun lo continúa) el taller
literario de un centro cultural en el que realizan hermosas actividades
(de las que me llega el convite afectivo). La confusión de ciudades
que comentás en tu introducción a la pregunta con referencia
a mi natal Villa Sarmiento, sea la parábola que explique mi colección
de domicilios... Ramos Mejía, Ituzaingó, Reta, Merlo,
capitalino barrio de Floresta, San Antonio de Padua, Luján, Roma,
Nuoro, Lanusei, y muchas escalas por sitios ‘impensables’.
Siempre inquieto y curioso, a pie o en bicicleta, en aquellos años
de exploraciones inaugurales. Y la pelota. Y la gloriosa camiseta de
mi Gimnasia/Lobo querido. Nos sabíamos todos los potreros del
barrio, las horas de rito, las cuentas pendientes que a veces se resolvían
en guerrillas de terrones semihúmedos (esos que estallan cuando
dan en el blanco, pero casi no duelen). Mas, así como tenía
una intensísima vida social (callejero), que disfrutaba, también
amaba encontrarme un rincón donde leer, dibujar, escribir...
Tuve una familia muy apegada a los libros. Abuelos, padres, tíos...,
en casa se compraban casi junto al diario y había una gran biblioteca.
Pasaba mucho tiempo con mis abuelos. Abuela Sara me hacía elegir
un libro de poesía antes de ir a dormir; también la abuela
Amelia: dos grandes lectoras. Sara escribía: letras de tango
que mi abuelo Humberto musicalizaba. También poesía y
novela. Sé que hay materiales suyos en los archivos de la Biblioteca
Nacional o en la Sociedad Argentina de Autores y Compositores de Música.
El abuelo Humberto fue un pionero de la telegrafía sin hilos
y escribió libros técnicos (este hincha de Gimnasia nacido
en Massarino, Sicilia, llegó con pocos años all’Argentina
en 1904) y compuso centenares de tangos. Tenía un inmenso piano
de cola que yo aporreaba cada tanto.
Mi quinto grado lo cursé en la escuela rural de Reta, localidad
balnearia del partido de Tres Arroyos. Allí pasé varios
veranos en casa de la abuela Amelia (y semanas santas y escapadas en
cualquier momento del año). Éramos también muy
compinches con Amelia. Es como que siempre estuve en Reta: Atlántico
por un lado y vastedad de girasoles y trigo por el otro. Grandes amigos.
(Una punta de años después en los cuentos de ‘Medanales…’,
instalo aquel territorio fantástico, con los modismos campesinos
como herramienta contracorriente, de valoración identitaria.
Eso somos, eso me siento también.) ¿Y qué más
confluía en la niñez?: el fútbol, ininterrumpidamente,
y siempre como arquero.
¡Con la adolescencia llegan tantos pájaros! Bandadas multicolores
que abren huecos en lo que se suponía un mundo conocido y entonces
resulta que crece el mapa.
Comienzo a intuir a los poetas de la Generación del ’27,
me llegan nombres como los de Raúl González Tuñón,
Elvio Romero, Pablo Neruda, algunos franceses... En simultánea,
en cuadernitos intentaba lo mío con las palabras: balbuceos.
Pura sabiduría de quien no sabe nada.
En 1978 aparezco en Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut, y allí
'resido' por dieciocho meses como colimba en el ejército. Nunca
participé de misas, que eran obligatorias. Recuerdo que esto
me llevó cada vez, por todo el tiempo que duraban los oficios
religiosos, a 'pasear' con un sargento que me hablaba de dios y de la
familia..., yo con cara de escuchar, buscaba con los ojos en la tierra
pedregosa alguna punta de flecha, algún güesito fósil,
que me habían dicho que cada tanto algo se encuentra. Con posterioridad
entendí la verdadera dimensión de aquellas caminatas.
No lograron endurecerme – ya las 'durezas' de la vida se me fueron
inscribiendo en mi proletario sello de familia-.
Hasta algunos años después de mi salida de la 'colimba'
solía calzarme la mochila para andar de travesías, solo
o con algún amigo, sin urgencias ni destino fijo. Aparecí
en Bolivia una vez; otra, llegué a la provincia de Tucumán;
otra, en Carmen de Patagones, la ciudad más austral de la provincia
de Buenos Aires. Me gustaba hablar con la gente. Rebuscármelas
con menos de lo indispensable. Conocer más la realidad. Entender
la historia y cómo transformarla. No es caprichoso este sintético
repaso. Creo que todo esto fue el alimento de aquello que comenzó
a aparecer luego en mi poesía. El sufrimiento y la pobreza, la
soledad y la contemplación, los diversos rostros, los gestos,
las latitudes, sus geografías y silencios... me llevaron a la
poesía porque tuve la fortuna de encontrar muy temprano la que
me hablaba de todo ello. De esas materias el pibito curioso y andariego
al que le creció la barba junto a la cuestión de clase
que, aunque algunos se molesten, sigue vigente en el planeta, dolorosamente.
Bueno, Rolando, eso de carisma de lider sarmientino... me ha hecho reir.
Gracias. Sobre tu expresión: tengo a mano dos fragmentos de escritos
del sanjuanino que pintan de cabo a rabo al prócer del stablishment:
se trata de una carta de Domingo Faustino Sarmiento a Mitre del 24/09/1861:
‘Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo
gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá
ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder
y legitimidad? El poncho, el chiripá y el rancho son de origen
salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo,
haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la gloria
de establecer en toda la República el poder de la clase culta
aniquilando el levantamiento de las masas’. Y como si ésta
no bastara: ‘La invasión de las Malvinas por parte
de los ingleses es útil para la civilización y el progreso’
(‘El Progreso’, 28/12/1842). Hay más, pero me parece
un abuso. Por eso lo de líder sarmientino lo cambio por un 'referente
natural', para aludir a esa particularidad que has entrevisto en mi
condición humana. En realidad, de pibito he tenido el imput de
la iniciativa. Esto me ha llevado por la vida a tomar otras responsabilidades,
encarar proyectos con grupos o instituciones, asumir la representación
de mis pares, discutir en primera fila y ponerle el pecho a las realidades
adversas.
- Enfoquemos sobre tus primeras y segundas
incursiones en el periodismo
Empujado no sólo por la necesidad sino también por el
estímulo del bello oficio, desde mis jóvenes años
de estudiante comencé a trabajar en medios zonales del Gran Buenos
Aires y localidades de las provincias. ¡Oh, la linotipia y las
máquinas de impresión plana, armatostes artesanales, monstruos
de multiplicar! Fui corresponsal para agencias y diarios –‘La
Voz del Pueblo’, radio LU24, de la bonaerense ciudad de Tres Arroyos,
entre las más gratas incursiones-. Y cuando aparecen las emisoras
de FM produje programas que contribuían al desarrollo del potencial
de las comunidades. Combatí los monopolios y la centralización
comercial de la información, útil apenas para hacer negocios.
Ejercí el cuentapropismo fundando pasquines –revista ‘Realidades’,
periódico ‘El Correo’- de fugaz tránsito por
los kioscos. Ensayo o error o mala vena para los números.., hasta
arribar al periódico ‘La Provincia’, que desde la
ciudad de Merlo se mantuvo durante los ochenta. Los maremotos económicos
me obligaron a desistir de la jamás rentable empresa, y luego
de una experiencia cooperativa en ‘La Gaceta de los ‘90’,
con los compañeros de un frente de izquierda local que propugnaba
encendidos sueños, me dejé contratar por una televisora
por cable de la ciudad de Luján, en la que fui jefe de redacción
del noticiero y presentador del informativo. Produje allí durante
varios años dos programas de entrevistas sobre el hombre, la
cultura y el mundo –‘El Unicornio’ y ‘En la
Boca del Lobo’- que obtuvieron suceso y premios provinciales y
nacionales. Estos programas también los produje en una televisora
de San Antonio de Padua, donde asumí las mismas responsabilidades
que en Luján. Asistieron como invitados Hamlet Lima Quintana,
Carlos Carbone, Eduardo Espósito, Teresa Parodi, Horacio Guarany,
Jorge Marziali, Ara Tokatlian, Julio Lacarra, Federico Luppi, el Chango
Farías Gómez, Marián Farías Gómez,
Nito Mestre, Gloria Arcushin, Juan Carlos Baglietto, Juan Alberto Nuñez,
Dalmiro Sáenz, Rodolfo Campodónico, Ricardo Horvath, Martín
Dorronzoro, Domingo Cura…, en fin, una lista de conversadores
excepcionales. Con fondo de cámara negra, una mesa, dos copas,
una botella de vino, una hora de charla sin estridencias ni el vértigo
que suele prevalecer en el medio. Por ejemplo, el artista plástico
Jorge Hueso Ricciardulli hacía retratos de los invitados en vivo
(un maestro). Colaboré como corresponsal con la producción
de 'Protagonistas', aquel memorable programa de Eduardo Aliverti. Participaba
en actividades junto a los compañeros de UTPBA (Unión
de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires, donde estaba sindicalizado),
mantenía en una radio zonal programas nocturnos ('El Gato con
Botas', ‘En la Boca del Lobo’) dedicados a la poesía
y las editoriales políticas. Tuve acceso a instancias imborrables:
la jornada de los cien días de democracia en la Argentina (1984),
por ejemplo... ; yo estaba acreditado en el Congreso Nacional, cubría
información para diversos medios, y tuve la suerte de ingresar
al 'famoso' balcón de la Casa de Gobierno, y cerquita del primer
presidente luego de la dictadura cívico-militar, y otros funcionarios
y parlamentarios, vivir el acto allí sintiendo aquella multitud
en Plaza de Mayo. En otra ocasión, munido de una credencial ad
hoc de funcionario municipal y cierta confusión en la organización
de la seguridad, asistí a la excavación y primeros trabajos
de reconocimiento de cuerpos ‘NN’ en una fosa común
en el cementerio de la ciudad de Libertad. Excede cualquier relato fantástico
todo aquello que vi.
Desde finales de los noventa trabajé en la Universidad Nacional
de Luján, contratado como director de Radio Universidad. Varios
directores de radios similares planificamos y concretamos la Asociación
de Radios Universitarias, red que continúa en la actualidad.
Además de ser co-fundador, fui el primer secretario: redactamos
los apuntes iniciales para incluir a dicha categoría de emisoras
en la Ley de Radiodifusión. Es con suerte dispar que participé
en diversas iniciativas para unir a los laburantes de medios zonales
y a los agitadores culturales desde los ochenta en adelante. Recordarás
que eran tantas revistas alternativas en la Patriagrande y que la vinculación
entre ellas era fluida. Pretendimos armar también en esta área
una red, con carácter de foro e intercambio de contenidos y proyectos
(anticipo de aquello que con Internet acontece con naturalidad). El
poeta Antonio Aliberti, poniendo el acento en las propuestas gráficas
alternativas, me había hecho un reportaje difundido en la revista
‘Pájaro de Fuego’. Todo aquello no excedió
el alcance de algunos intercambios por correo tradicional. El costo
del franqueo era una bicoca, todavía. No se pudo pasar a mayores,
a pesar de que eran casi permanentes los encuentros de revistas subtes
por todas partes. El material – ‘Antimitomanía’,
‘El Lagrimal Trifurca’, ‘Rayos del Sur’, ‘Celeste’,
‘Némesis’, ‘El Zumo Sumo’, ‘Ayesha’,
‘La Rosa Blanca’, ‘Merlina’ ‘Noesis’,
‘Oeste’…, eran tantas...- que recibía lo compartía
con los amigos. Los poetas santafesinos Rubén Vedovaldi y Eduardo
D’Anna formaban parte del corazón de aquel movimiento;
también Daniel Mourelle, de Buenos Aires y el poeta Eduardo Reboredo,
de ‘Rayos del Sur’, un amigo que nos dejó temprano;
David Ciechanover con su ‘Oeste’, que hacía desde
Merlo. Ellos integraban junto a otros la vanguardia de aquel movimiento
de revistas subte. En diversas localidades de las provincias había
muchachos y muchachas que armaban trípticos con poesía,
lo foto-duplicaban y repartían: acciones aisladas, módicas,
pero que tal vez no lo eran tanto.
- Acaba de surgirte, entre otros, ese
referente del Oeste del conurbano bonaerense: el reconocido traductor
al italiano y periodista cultural, Antonio Aliberti, nacido en Sicilia
en 1938, quien residiera en la Argentina desde 1951 y falleciera en
2000
Lo
conocí siendo yo pebete adolescente. Estudié algunos años
en el San Antonio, colegio de los franciscanos casi enfrente de su peluquería.
De él me había hablado, si no me equivoco, Alberto Macagno,
un artista-historietista paduense que, sabiendo de mis intentos de escribir
poesía, me sugirió visitar a Aliberti. Me armé
de coraje y entré en la peluquería cuando no tenía
clientes. Recuerdo su sonrisa, su trato afectuoso, su atención
para escuchar. Charlábamos varias veces por semana. Durante algunos
años viví a la vuelta de su peluquería. Intercambiábamos
revistas, me regalaba libros de poesía, cada tanto leíamos
juntos, me hacía conocer a los poetas italianos. Él editaba
‘Zum Zum’, medio donde difundía las traducciones
de poetas argentinos y de la península. Escuchaba el concierto
de la tarde de Radio Municipal mientras trabajaba. A veces le buscaba
una vuelta más a una palabra porque estaba con una traducción
y él las laboraba finito, con rigurosa paciencia, y entonces
me preguntaba qué me parecía, y yo ¿qué
podía decirle a Él? Pero Antonio escuchaba y pensaba.
Examinaba mis balbuceos poéticos. Polemizábamos sobre
posicionamientos políticos. Años después me di
cuenta que sufrió mucho todo lo que sucedía en Argentina,
y especialmente la desaparición de Roberto J. Santoro. Era muy
amigo de Gabriel Cacho Millet, entonces franciscano en el San Antonio;
quizá el mayor estudioso sobre la poética de Dino Campana
(reside ahora en Roma y cada tanto hablamos por teléfono), y
de un mito proveniente de la escuela del Teatro del Pueblo, Carlos Rubino,
con quien, a inicios de los ochenta comencé a tomar cursos de
arte dramático.
En algún concurso que organizamos con un diario que edité
en los ’80, Aliberti fue miembro del jurado junto a Alberto Luis
Ponzo y, si no me equivoco, Elsa Fenoglio. Recuerdo que en una de esas
ediciones el primer premio lo ganó Jorge Ariel Madrazo, y otro
premiado fue el amigo entrerriano Luis Salvarezza, a quienes conocí
entonces.
Una tarde, tantos años después y hace tantos años,
visité a Antonio en su peluquería y me puso al día
de sus ediciones, sus actividades y su próximo viaje a Italia.
Yo vivía en la ciudad de Luján y los horarios no me permitían
pasar a tiempo por su local. Muy después supe de su muerte.
- La única vez que nos vimos fue
el 12 de julio de 2004. Fuiste uno de los poetas programados, junto
con Gladys Cepeda, Nixte Zapicán, Cristina Cambareri y Wenceslao
Maldonado, para leer en ‘La Anguila Lánguida’ Muestra
de Poesía, que yo coordinaba. En cada encuentro se evocaba la
poética de algún autor fallecido. Aquel 12 de julio correspondió
a Salvatore Quasimodo (1901-1968). Wenceslao, además de leer
textos propios, dio a conocer versiones suyas de poemas del homenajeado.
Un toque allí de la Italia, ¿no, Gabriel?, donde no mucho
después te radicarías
¡Una década, Rolando! ¡Y qué valioso ese ciclo!
Tengo un gratísimo recuerdo de esa visita a ‘La Anguila
Lánguida’. Y además de contactar con las compañeras
y los compañeros allí presentes, sus territorios poéticos,
atesoro el encuentro con Elsa Fenoglio, poeta que estaba sentadita con
una amiga en la antesala del bar, y la lectura de Wenceslao de sus impecables
traducciones de Quasimodo. Si no recuerdo mal, esa noche también
estaba José Emilio Tallarico, otro hermano. Sí, un toque
de italianitá, seis meses antes de mi partida hacia
Roma. Sabés, no he abundado en participaciones en ciclos o cafés
literarios a pesar de los convites. Tu invitación la acepté
con mucho gusto. Tenía el deseo de conocerte personalmente, y
además, la presencia de Wenceslao, un escritor de esos con los
que no bastan mil horas para charlar.
- Y en 2004… ‘Isla Negra’
¡2004! Es de un programa de radio nocturno, ‘Isla Negra’,
que nace ese año el Boletín del programa. Llamados telefónicos
y mails reclamaban los textos de los poetas invitados. En unas cuantas
semanas se convirtió en ‘revista’. En tanto se gestaba
lo que devendría en la continuación de mi vida en el ‘Viejo
Mundo’. Resulta que yo tenía una amiga sarda en nuestro
país, Teresa Fantasía (cuyo hermano Antonio fue director
técnico del Sardi Uniti, equipo de fútbol de los sardos
en los torneos argentinos, que integré una temporada como arquero).
Teresa, que conduce un programa radial en la Argentina, ‘Sardegna
nel cuore’, me comentó por entonces que sabía
de una escritora italiana –Giovanna Mulas- que precisaba contactar
con traductor y editor para elaborar un libro que deseaba publicar en
nuestro país. Y bueh, contactamos! Ah! también el libro
(‘El tiempo de un verano’), finalmente apareció
en la editorial de Alejandro Margulis. El Gran Encuentro entre ella
y yo fue en Roma, en enero de 2005. Y ya no volví. Nos casamos
el siete del siete de 2007. Y como desde el primer día somos
felices, remamos a brazo partido, resistimos borrascas, proyectamos.
En 2009 pudimos viajar a la Argentina para abrazar a mis hijos (Gonzalo
y Martín), estuvimos durante un mes queriéndonos recuperar
con ellos de tanta distancia, en Reta sobre todo.
Fue estupendo cuando en ‘La Academia’, emblemático
bar del centro intelectual de tu ciudad, me encontré con “tantos
hermanos que no los puedo contar’ (vos, recuerdo, estabas veraneando
en una quinta de por mis lares: Moreno).
¡Quién diría que jugando para los sardos a la pelota,
iba a terminar en Sardegna! También aquí juego al fútbol.
Ya son dos temporadas con el Olimpique Intermedia, de Lanusei, luego
de integrar otros equipos en el torneo amateur. Siempre de arquero,
claro…, mientras el cuerpo aguante. Ya lo dijo el colega Camus
(Albert, quien también era arquero): ‘Lo poco que sé
de moral lo he aprendido en los campos de fútbol…’.
- ¿Y qué más, de
allá?...
El aquí es una relación compleja. Bella la isla, su gente,
pero... El movimiento cultural es básico; se carece de espacios
de encuentro, debate, entrecruzamiento de ideas e identidades. En el
centro del mundo antiguo, y así, tan carentes de posibilidades,
se hace difícil el día a día. Hay una enorme belleza
en el paisaje, en su patrimonio arqueológico. Saltando fuera
de la isla con cualquier rumbo se puede acceder a esa dialéctica
añorada. Claro que abonando avión o barquito de ocho horas
de travesía.Viajamos mucho por Italia e incluso llegamos a Canarias,
España, Portugal. Giovanna, que es principalmente narradora (diversos
libros publicados, dos candidaturas al Nobel de Literatura por Italia),
y yo, organizamos en ocasiones mesas de lectura, y ofrecimos laboratorios
de poesía y narrativa, tanto para adultos como para los chicos
de escuela, con buenos resultados. Lo que nos reconforta. Pero no existe
desde los municipios un real interés: historia universal de la
indiferencia… Orgánicas políticas de Estado no hay.
Conclusión: durísimas estrecheces económicas. Pude
sí participar de varios festivales de poesía, como el
de Medellín, Colombia, y el de Venezuela (por citarte dos).
Fui secretario de sección del Partido de los Comunistas Italianos
(una de las dos o tres resultantes de la fragmentación del histórico
PCI). Y tuve alguna posibilidad de integrar las listas electorales para
el parlamento italiano y el consejo regional sardo (que no acepté).
Me preocupa mucho más refundar el PCI. A pesar de los reveses
en este tiempo insólito y feroz en Europa, la iniciativa de unir
a los diversos segmentos comunistas bajo un mismo símbolo y construir
un frente de izquierda anti-imperialista, podría llegar a operar
como herramienta para salir de la perversa succión de energías
que victimiza.
¿Y qué más, de acá?... Como hincha histórico
de Gimnasia y Esgrima La Plata amanezco conectado para mirar los partidos
en directo; en otras cuestiones, estoy empeñado en traducir a
poetas de Patriagrande al italiano. Van apareciendo en el suplemento
Navegaciones de Isla Negra y quisiera editar una colección de
fascículos.
¿Dónde hay un mango para imprimir cuadernillos bilingües
y distribuirlos en bibliotecas de estos lares? Lares en los que es casi
nada lo que se conoce de nuestrapoesía. Con respecto a Isla Negra
(diez años, casi 400 ediciones) sé que hay quienes contribuyen
imprimiéndola para divulgarla en universidades, bibliotecas,
escuelas o centros culturales, la reenvían vía mail e
incluso la publican en sitios de la web. Diversos poetas toman sus contenidos
para traducirlos a distintas lenguas y publicarlos en blogs y sitios.
Por otro lado está el Festival Palabra en el Mundo, que en cada
mayo gestiona más de mil acciones poéticas en numerosos
países. Lo que fue promoviendo programas radiales, cafés
literarios, colectivos poéticos, bibliotecas, otros festivales
y algunos proyectos comunes valiosos.
Hace dos años, en Medellín, varios poetas fundamos el
Movimiento Poético Mundial. Algo se va logrando en el plano de
las realizaciones y en el de afirmar las bases para, uniendo, propender
a tareas colectivas. Trabajar por un mundo posible es una tarea que
ninguno de nosotros debe soslayar. Desde la cultura se pueden obtener
los cambios más sólidos.
- Mencionaste tu lejano contacto laboral
con ese notable periodista que es Eduardo Aliverti. Resulta que él,
desde hace varios años realiza una propuesta radial semanal donde
entrevista a músicos, actores, escritores, políticos,
científicos… Y las charlas las concluye preguntando lo
que da nombre al programa (www.decimequiensosvos.com.ar ). Me apropio
de la frutilla del postre del citado programa: Gabriel: decime quién
sos vos
‘...Bajo los chuscos carteles/ pasan los fieles/ del dios
jocundo...’ y vos querés que me saque el antifaz?
Será una desnudez completa el estarse sin mascarita en medio
del carnaval? O de tanto carnavalear el mundo, ya la máscara
haya perdido sentido?
No conocía este programa de Eduardo. Por lo que pispeo, de charlas
informales se trata. Él y yo conversamos varias veces. Hace unos
años encontré unas fotos del ‘83, tomadas en el
primer congreso de periodistas que se hizo en aquel histórico
y argentino diciembre democrático; aconteció en la Universidad
de Morón; Eduardo Aliverti había sido el panelista de
la jornada inaugural. Yo hacía las funciones de presidente de
ese congreso y laburé de moderador de su charla. Le envié
esas fotos, donde éramos tan jóvenes... ¡30 años
no es nada!
Pero me fui del tema... ¡Si supiera! Si me fuera fácil
definirlo. Acaso una larga pausa sirviera para ayudar a juntar en una
síntesis las partes que somos y responder sin puntos suspensivos.
En este Ahora me siento habitante de un no espacio. Todo 'exilio' sea
un no espacio. Por eso la isla adquiere formas ideales, un poco de allá,
otro poco de acá, y así se inventa el lugar de uno con
un cocoliche un poco al tono. Soy uno que quiere estar en el pago, con
los hijos, la familia, los amigos, las cosas de este tiempo. Y soy otro
que quiere andar de lugar en lugar buscando las piezas del infinito
rompecabezas. Tengo el amor de Giovanna y de mis hijos. Soy comunista
y tripero (ver Gimnasia y Esgrima La Plata), escribo poesía,
juego al fútbol y me entusiasma ser testigo de la caida fisica
del orden unipolar (la derrota moral ya la han sufrido). Creo en el
Hombre.
En la Ciudad de Lanusei, Isla de Sardegna, Italia,
y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, distantes entre sí
unos diez mil kilómetros, Gabriel Impaglione y Rolando Revagliatti,
septiembre 2014.
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DATOS DEL AUTOR:
Rolando Revagliatti
nació en 1945 en la ciudad de Buenos Aires, la Argentina. Publicó
en soporte papel un volumen que reúne su dramaturgia, dos con
cuentos y relatos y quince poemarios, además de 'Revagliatti
– Antología Poética', con selección y prólogo
de Eduardo Dalter. Sus libros cuentan con ediciones electrónicas
disponibles en http://www.revagliatti.net. Sus 185 producciones en video
se hallan en http://www.youtube.com/rolandorevagliatti..