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Era de esperarse
Peter Paul Ramírez Chávez
09/04/2007


Los perros ladran, Sancho,
señal de que cabalgamos.
[Miguel de Cervantes]


VIERNES, 29 DE ENERO, 2001
GUADALAJARA, JALISCO

Ayer jueves, en el Auditorio La Feria de la Universidad Autónoma de Guadalajara, se reveló que Juan Nepomuceno Pérez Rulfo, con su reciente obra póstuma Los muertos no hablan, ganó el cotizado Premio Internacional de Novela Juan Rulfo, certamen 2000-2001. Por tal motivo, su cuerpo será exhumado en próximas horas para la ceremonia de premiación, que se llevará a cabo mañana en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, y para un homenaje privado en la misma entidad.

Confirmamos que el escritor (célebre por El llano en llamas y Pedro Páramo) recibirá la no despreciable cantidad de 100,000 dólares (menos gastos de envío y representación), así como la publicación del libro y una dotación de servicios funerarios y mausoleos temporales, tanto para la conservación de su última posada, como para el traslado de la misma, a razón de una gira por Europa y Sudamérica que se tiene planeada para febrero con los restos del ilustre.

Durante la ceremonia en que se anunció al ganador, cabe resaltar que la competencia por el primer lugar fue reñida, y que el veredicto final, a su vez, bastante polémico. El jurado estuvo compuesto por los personajes más capacitados para tan crucial evento literario: el cuentista y prestidigitador italiano, Joseph Bioy Lewis; el voceador y caricaturista hispano, Abel Quevedo; el ensayista y oftalmólogo nacionalizado mexicano, Tito Montes Rousseau; el comediante y parapsicólogo inglés, Woody Allan Faulkner; el Nobel gastronómico más conocido de América, El Marqués García; así como el francés y homónimo de los anteriores, Novocob Vargas Joyce; y la no menos importante guionista y poetisa latina, Sor Justine de la Cruz; que en suma, fungieron el papel de jueces con el rigor que su popularidad les concede. Asimismo, dentro de los participantes finalistas, sobresalieron los nombres de Homero, Shakespeare, Dante, Kafka, Hesse y Cortázar, lo que provocó la algarabía de muchos y la intriga de otros tantos.

Homero   Hesse

SÍNTESIS DEL DESCONTENTO

Fuentes fidedignas [Arthur Conan Doyle] corroboran que el criterio de desempate fue la causa de la controversia. La Odisea de Homero, por ejemplo, fue descartada cuando (mediante un fax anónimo) se descubrió que el seudónimo del autor no correspondía sino a las siglas H.O.M.E.R.O., compuestas por las iniciales de un Colectivo Escandinavo que pretendía hacer pasar el trabajo de seis escritores como el de uno. ‘La descalificación fue automática (dictaminaron por voz de Abel Quevedo), la convocatoria estipulaba que las obras serían individuales.’

Por su parte, Dante no se quedó atrás con su Divina Comedia, pues con ella hizo el hazmerreír de su vida. Las opiniones de Montes y Allan Faulkner acerca de este trabajo, fueron contundentes. ‘No conforme con dividir el recorrido de su personaje en tres episodios inverosímiles y por lugares comunes [Cielo, Infierno y Purgatorio], la estructura versificada deja mucho qué desear. Ese recurso pertenece a la epopeya griega. En resumidas cuentas, la apelación es falta de originalidad; casi podríamos decir que evidenció demasiado su plagio estilístico.’

Dante   Shakespeare

En cuanto a Shakespeare, los maestros García y Vargas reconocieron que los diálogos de Hamlet sobrepasan por mucho el nivel que Platón y Sófocles le mostraran al mundo a. de C., pero que tres aspectos fundamentales influyeron para restarle calificación y alejarlo del primer puesto. ‘Número 1 (sostuvieron) el dilema ‘Ser o No Ser’, más que una pertinente cuestión existencialista, no pasa de ser un curioso juego de palabras; además, es ridículo que lo presente a partir de un cráneo, ya que la psicología freudiana, señala que las lechugas son un ‘símbolo más integrado y representativo del oneirismo del pensamiento’. Número 2, la muerte de los personajes es injustificada, a pesar del carácter dramático de la trama; para masacres por el estilo, el cine de Hollywood recomienda mercenarios, pues dan un toque más real y mágico a la tragedia, al resaltar el afán de la paz mundial. Y número 3, el teatro no sería considerado para participar en un concurso de novela, especialmente, porque nunca estará a la altura de la narrativa: eso lo comprueban las taquillas.’.

‘¡¿Demian en tiempos de guerra?!’ Exclamó Sor Justine, cuando Donald Summers del Reader’s Digest, la cuestionó sobre la literatura de Hesse. Y posteriormente agregó: ‘¿Acaso no es indigno que un alemán ‘¡y óigame bien lo que le digo!’ que un alemán se preocupe más por la adolescencia de un parásito que por su espíritu nazista, por el feminismo y la desigualdad entre judíos y arios? ¿Dónde está lo relevante de un asunto que redime a Caín y reniega de Abel? Eso ni una monja se lo cree.’ Y a propósito de parásitos, y de la desigualdad entre insectos y cristianos, al resonar el nombre de Kafka en boca de los reporteros allí presentes, los intelectuales se atuvieron a responder en coro: ‘La Metamorfosis es de Ovidio. Y las segundas partes nunca son buenas.’

Franz Kafka    Julio Cotázar

Cortázar y su novela Rayuela también vivieron su último round bajo el puño del jurado; no obstante, el criterio utilizado para desacreditarlo fue, a pesar de unánime, en definitiva muy distinto a los anteriores. Quevedo señaló: ‘Las bases de este concurso eran claras, elocuentes sin duda alguna. Especificamos estrictamente que no se admitiría más de una obra por autor, y mucho menos, una tan disfuncional y tan visceral, que no sigue al pie de la letra la fórmula aristotélica: ‘principio, nudo y desenlace’, sino que anuda el principio con un desenlace desagradablemente bestial y metafísico. ¡¿Y el humor?! ¡¿Dónde dejó el humor?! Ni siquiera hubo debate. Sin necesidad de votación excluimos el escrito. Además ¡¿quién se cree ese gaucho narizón y churrigueresco, para ordenarnos cómo y cuántas veces leer sus kilométricas pavadas?!’.

En resumen, bajo esta tónica se evaluó a cada uno de los aspirantes. Incluso el gran favorito, Miguel de Cervantes, ni con su Ingenioso Hidalgo... libró la primera ronda de eliminación, debido a que (argumentó su mayor admirador, Joseph Bioy Lewis): ‘Sus infames erratas y faltas de ortografía, bifurcan las interpretaciones del texto y desconciertan al lector contemporáneo. Nos referimos a su primitivo y medieval uso del lenguaje, en el que emplea repetidamente efes en las palabras que comienzan con h [cítese: fermosa, fablar, facer, fetc.]. Es una locura, una locura insulsa y pretenciosa; más ingenua que ingeniosa, yo diría. ¡¿Dé qué o de quién se está burlando, me pregunto?! Los muertos no hablan es, indiscutiblemente, la novela ganadora’. Subrayó, y todos dieron paso a la clausura y al banquete de celebración (en ausencia y en honor del mexicano).

Por supuesto, tras las posibles anomalías (poco antes de la convivencia) hubieron apelaciones de la Real Academia de la Lengua Española, Argentina, Alemana, Italiana, Inglesa, Griega y, sobre todo, Judía, al oír el nombre del jalisciense, ‘entre desmanes y rechiflas de júbilo y abucheo’; y aunque la cantidad de reclamos era incalculable, todos pueden abreviarse a uno en particular realizado por filólogos franceses y semióticos rusos: ‘¡Fraude, fraude, fraude! ¿Quién es Rulfo a comparación de Thomas Mann, de Dostoievski, de Saramago, si ni siquiera es posible analizarlo desde la óptica estructuralista?’ Sin embargo, al grito de ¡Viva México! el fallo resultó inapelable. Todo fue en vano. ¡Y el tequila de lo mejor!

Juan RulfoCon respecto a tal inconformidad, desde la Necrópolis de Hombres Ilustres, Juan Rulfo prefirió no ofrecer declaraciones a los medios. Evadió cualquier comentario bajo la [preventiva] amenaza de no propiciar malentendidos con las naciones que visitará en febrero, que sin duda son las mayor indignadas. Su posición la respetamos y admiramos, aunque era de esperarse: la humildad de un gran hombre [como él] nunca nos defraudaría.

Sin más detalles, el domingo 31 de enero a las 12:00 p.m., la cita es en el Palacio de Bellas Artes. Juan Rulfo (o lo que queda del maestro) ofrecerá una conferencia de prensa para leer fragmentos de su obra, por lo que se espera en el recinto capitalino una monstruosa y alborotada concurrencia, ya sea para la adquisición de Los muertos no hablan o para la firma de autógrafos. Prácticamente todo está listo, a menos que el escritor cancele el evento a última hora, pues al parecer ‘la noticia de su logro le contrajo problemas de salud’ (indicó la reciente autopsia que le realizaron para los preparativos de la gira). Por lo que queda, sólo enviar nuestra admiración y felicitaciones al Insigne Juan Nepomuceno Pérez Rulfo ¡Orgullo de México! Más satisfacciones como ésta, señor nuestro. Enhorabuena.

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http://pipoylamurga.blogspot.com/