El pasado viernes lo dediqué
a pasear. Hacía una tarde agradable y entre paso y paso rumiaba
feliz, ensoñaciones de exilio, sin esperar demasiado de la ciudad
que soportaba mi caminar. Me equivoqué, el camino teñido
de melodías agridulces me condujo hacia una grata sorpresa.
Me topé con una niña
recién nacida de tamaño descomunal. Una pieza desconcertante
titulada A Girl, realizada por el artista australiano Ron Mueck
(Melbourne, 1958). Una escultura en fibra de vidrio y silicona de un
realismo llevado al estado máximo, que me fascinó. La
pieza se encontraba en el Centro de Arte Contemporáneo de Málaga
y ahí permanecerá expuesta hasta el 17 de junio.
El CAC Málaga y su director,
Fernando Francés, han situado en cuatro años a esta ciudad
mediterránea en la órbita cultural internacional. Es la
gran excepción, un respiro dentro de la miseria cultural establecida.
En la colección del Centro de
Arte hay piezas de diversa calidad, pero es innegable, por encima de
gustos personales, que nos ha permitido a todos los amantes del arte
contemporáneo coquetear con la elite sin coger un avión.
Muchas de las exposiciones temporales han sido señaladas entre
las más destacadas internacionalmente. Por sus paredes blancas
han desfilado Tony Cragg, los hermanos Chapman, Julian Opie, Alex Katz,
Anish Kapoor, Vanesa Beecroft o el actual Ron Mueck, entre otros. Artistas
que jamás habrían pisado tierras malagueñas, muchos
de ellos ni siquiera españolas, sin la mediación de Francés.
El secreto de la eficiencia, que se
traduce en estos buenos resultados, es el trabajo de todo un equipo
que está dando una lección, de la que espero tomen nota
muchos. Sólo hay que pensar en recientes desastres como la gestión
de Mariluz Reguero al frente de la Fundación Picasso, un hazmerreír
caótico y desprofesionalizado, que sonrojaría al más
sinvergüenza. Para ver que el CAC Málaga es una vendita
‘anomalía’ dentro del panorama cultural de esta ciudad.
Eternamente agradecido… Sr. Francés.