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DIVINA COMPAÑÍA
(poema místico)
Oír quiero, mi Dios amado,
la fragancia de tu Espíritu, incesante,
que expande mi alma en colores infinitos
y la suspende totalmente en un instante.
 Nada
más dulce que saberte cerca,
que tener el universo por amigo,
que tener respuesta a la pregunta,
que dejar este mundo en el olvido.
Gozo eterno, veo tu destello
al poder llorar mis alabanzas
ante la suave faz del Dios del cielo,
completamente inundado en alegrías.
Sin palabras adorando...
a la Majestad Divina...
en ese cosmos sin techo,
libre ya de toda inquina.
Así quieras tú,
Señor,
Que esté tu siervo por siempre,
En tus gozos sumergido
Y teniéndote presente.
(1989).
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AMÁNDONOS EN DIOS
Es mi deseo ferviente
que Tú, Señor, Dueño Nuestro,
en ella me ames al tiempo
que en ella pueda yo amarte
Y pues que ella en Ti me ama
y yo amarla en Ti prefiero,
mi Buen Jesús es mi ruego
que en mí ella te tenga
amor imperecedero...
Y en el sueño de mi gozo,
para tenerlo completo,
que en mí la ames, Rey Santo,
es mi deseo primero.
(14-2-89).
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A JESÚS EN LA CRUZ
Oh mi Dios sacrificado
que en tan singular trono
quisisteis reinar sereno
por mis pecados clavado
para lograrme el sufragio.
Yo os pido, Soberano,
que dignas sean mis manos
de sosteneros muy alto
en vuestro signo sagrado
para que el corazón humano,
al veros tan traspasado,
sepa que por él quisisteis
ser Jesús crucificado.
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AMOR VERDADERO
Es el vuestro un amor sereno,
o bien agitado, fuerte, ameno
pero siempre, Señor, es verdadero
y deja el espíritu bien pleno
Los amores de este mundo fallan
decepcionan, defraudan, dañan,
todo lo imperfecto es cosa vana
nace hoy para morir mañana
Toda
gracia, belleza encanto,
desaparece, se muda, ¡cuánto!
deja vacío, humo, desencanto,
causa tedio, fobia, espanto.
En tu amor, Cristo, no hay mudanza,
es armonía, es bella danza,
es fortaleza, templanza,
alegría del bien que avanza.
Por mí, Jesús, das tu Santa Vida,
no hay quien tu amor, Dios, calibre o mida,
me lo entregas sin que yo lo pida,
tu amor es sol donde la luz anida
Tenme preso de este amor, mi Dueño,
que no me aparte de él ningún empeño,
que no vaya yo tras vano sueño,
que sea siempre en vuestra hoguera leño.
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TIEMPOS OSCUROS
¿Es vida esta vida que
no es vida,
con los hombres alejados de tu Amor?
¿Es justo que mi alma dolorida
conozca entre pocas tu calor?
 Pues
los hay, Señor, que niegan tu Nombre,
que te niegan sin llegarte a conocer,
¡qué ciego y qué vacío está
así el hombre!
¡qué tiempo tan oscuro llegué a ver!
Cuanto más ‘saben’,
menos te conocen,
más orgullo y sequedad hay en su ser;
ni tu Voz ni tu Presencia sienten
aquellos que adoran el tener.
¿Está tu
sacrificio malgastado?
No. Renueva la luz de aquella llama
que el hombre en el olvido ha arrojado
y escucha la oración que te reclama.
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DICHOS DE JESÚS A TU
ALMA
I.
Rosa que habitas las cumbres
de lo más puro del alma,
sembrada para que alumbres
un corazón que a Dios llama...
Si
tu tallo se tronchara
por un viento desatado,
lo reparo con cuidado
con agua de vida clara.
Si la nieve en su inocencia
te hiela un pétalo tierno,
del acoso del invierno
te resguarda mi presencia.
Y al llegar tu primavera
de entre mis manos abiertas
surgen tras paciente espera
tus bellezas descubiertas.
II.
Cálida columna esbelta
donde hallo mi reposo,
rayo blanco que sustenta
mi palacio más hermoso...
Si bajo tu base quiebra
un temblor tus pies pequeños
no temas, que con mis sueños,
mi Amor tus perlas enhebra.
Si la humedad una sombra
crea en tu cuerpo pulido,
mi poder, que al cielo asombra,
renueva el mármol herido.
Y así, fortaleza enhiesta,
que Yo soy Dios, tu belleza
al mundo lo manifiesta
en tu límpida pureza.
III.
Garza rosada y perfecta
de mi cielo luminoso,
virgen de mi coro electa,
fruto del Edén precioso...
Si
un ala se te quebrara,
en tu revolar inquieto,
es tu Dios quien la repara,
como de Su Amor un reto.
Si por bajar a los lagos
tu plumaje tiene mancha,
confía, que por mis manos
tu luz de nuevo se ensancha.
Y pese a tus travesuras,
en vuelo sobre las nubes
testimonia en las alturas
que por mi ternura subes.
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A TU SONRISA
Sonríe, que cuando ríes
vivir vale más la pena,
que la tristeza deslíes
que el alma de luz se llena.
Sonríe, que así regalas
a Jesús mil alhelíes,
que el sol reviste sus galas,
que Dios goza si sonríes.
 Sonríe,
que mi alma llora
si ve llorar tu alma hermosa,
mas si tú sonríes ora
al verla cual mariposa.
Sonríe, porque es entonces
que las estrellas titilan
y que proclaman sus voces
que tus labios miel destilan.
Muchas veces me pregunto
cómo belleza en palabras
puedo crear, y el asunto
del primor con que en mí labras
miles de versos, barrunto...
Eres tú que mi alma inspiras,
que mi sueño enamorado
cual rayo de sol inclinas
hasta un pétalo dorado.
No es el arte o la hermosura
mérito mío ninguno,
es que en ti el cielo procura
lo mejor del Dios que es Uno.
No es que mi pluma merezca
honor o alabanza alguna,
es que Dios hace que crezca
tu edén que su amor acuna.
Mujer amada es tu gloria
amar al Señor Eterno,
salvar mi alma solitaria
de no amarme el frío invierno.
Y si tu amor yo alcanzara
no es que a tu trono yo escale
es que Dios a mi otorgara
flor que de sus manos sale.
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Para
saber más
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DATOS DEL AUTOR:
Gabriel Wüldenmar Ortiz. Psicólogo,
teólogo, escritor de artículos y libros de ensayo, conferenciante,
invitado en programas de radio y TV, informático y técnico
en medioambiente.
