Para Alex Vásquez
PRIMER SÁBADO
Contemplabas el cuadro María
Magdalena como la Melancolía. Ella recordaba a Cristo, recostado
en su hombro, mordiéndolo apenas, rozando con la lengua su curvatura.
Pensaste en el ansia divina por hurgar en su vestido color atardecer,
cuando sentiste un aliento en el cuello.
Cabello rojo, murmuró, como el pecado del que sólo el
amor pudo redimirla, Cierto, y hablaron de su mano ávida de caricias,
su alma desierta.
Cerrarían el Soumaya, Vamos al Gallo de Oro, naufragaste en sus
ojos azules, Vamos.
Cuando era niño vi Las Meninas
en una enciclopedia y me fascinó el manejo de la luz, la expresión
de los rostros, el juego de perspectivas y supe que sería pintor,
te dijo; y tú, de pequeña leí Mujercitas
y me enamoré de Jo, por eso decidí ser escritora, confesaste,
y brindaron con cerveza entre danzones y boleros.
Llegaron a su departamento en Polanco,
casi todos sus cuadros eran abstractos pero también hacía
arte figurativo, en especial desnudo femenino.
Viste su firma: Geliebter.
El mes próximo expondré
en Bellas Artes, estás invitada. Te sirvió vino tinto
y brindaron de nuevo, por la cerveza y por las letras.
Se sentaron en la alfombra. Puso jazz,
cerraste los ojos al vaivén de la música.
Te revolvía el pelo, desabrochaba
tu blusa. Besaba tus pechos morenos mientras le acariciabas la espalda
con los pies.
Afuera llovía, y tras
la lluvia y el orgasmo contemplaron abrazados un par de estrellas huérfanas.
SEGUNDO SÁBADO
Se citaron en
el MUNAL, donde contemplaron la exquisita indolencia que prendía
fuego al mármol en Après l’ orgie. Se rió
porque te mofaste de Thaïs, la puta arrepentida, citando unos versos
sorjuanescos.
En Bellas Artes te hizo descubrir a los amantes del frontispicio, cuyo
amor los condujo a la misma muerte.
Fueron al Salón Corona, donde
el vicio asciende en espirales, y de ahí a su casa. Te quedaste
dormida después del sexo, despertaste al sentir frío,
¿Qué estás haciendo? Te fotografiaba, cubriste
tu piel con almohadas, le fascinaba tu cuerpo andrógino, fingiste
volver a dormir, como no quisiste posar para él…
TERCER SÁBADO
Anduvieron
por el Museo de Arte Moderno, me encanta Remedios Varo, cómo
se movía entre la realidad y el delirio, ¿Y Frida? Me
parece demasiado artesanal y abusa al exaltar su tragedia. Del dolor
nace la belleza, diría van Gogh, te replicó.
Cenaron en La Selva. Un joven portaba
una enorme flor naranja, buscando, sin encontrar.
Ustedes inventaron que el chavo era
gay, y se había citado con algún ciberamante. Y la flor
se marchitó mientras lo esperaba, temblando de frío y
de rabia.
De súbito comenzó un ventarrón y tuvieron que guarecerse
al interior, donde estuvieron horas por la lluvia y el granizo.
Se inundó el lugar y ustedes divertidísimos, hojeando
la sección cultural del Reforma. Un mesero apagó
la luz y encendió velas. Acercaste tu mano a la llama. Levantaste
la mirada; sus pupilas ardían, invitándote a un incendio
más íntimo.
Te desnudé por dentro,
te desquicié tan hondo que se extravió mi orgasmo*,
musitaba, frotándote el clítoris, trazando el mapa de
tus lunares.
CUARTO SÁBADO
En San Carlos estabas fascinada ante
Goya; habías visto sus grabados en Zacatecas y ahora lo redescubrías
y te enterabas de Klinger y Ruelas.
Él, asombrado por sus claroscuros; tú reías por
la sátira social en sus Caprichos.
Brindaron en La Apestosa por su recién
concluida serie pictórica y tu incipiente libro de cuentos eróticos.
Retiró la manta que cubría
el lienzo. ¿Qué te parece? Ésta será la
pieza central, No me gusta, no me transmite emociones. Pinto lo que
me gusta, no lo que quieren los demás, se quedó callado,
de espaldas.
Te fuiste en silencio.
Dejaste sobre la mesa la invitación con tu nombre, junto al boceto
de tu piel desnuda.
*Versos de Fabio Morábito.
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