‘Con la mujer correcta, todos
los hombres pueden ser fieles’
Hugh Hefner
Hugh Hefner es aparentemente un gringo común y corriente que
siguió todos los pasos del stablishment: High School. Sirvió
en el ejército estadounidense durante los últimos meses
de la Segunda Guerra Mundial. Luego estudió psicología
en la Universidad de Illinois, Chicago y proviene de una familia conservadora
y religiosa. Tal vez le faltó brindar un par de años sus
servicios al Cuerpo de Paz en África y una pasantía como
Mormón en el Caribe. Pero su currículum es completamente,
básicamente norteamericano.
Lo que iba a hacer después formaría parte del Sueño
Americano: fortuna, fama, poder, hedonismo, transformarse en una celebridad
y gozar de ese altar hasta el final de sus días. H.H. está
vivo y vive a sus 82 años con dos mellizas de 19 años:
Karrisa y Kristina Shannon. K.K.
H.H. se inició con una revista para hombres solos en los años
50, toda una osadía post Segunda Guerra Mundial, un periodo de
efervescencia en la reconstrucción de Europa y expansión
imperial. Al poco tiempo, ese primer intento, se transformó en
el sello del conejo más famoso del mundo revisteril: Playboy,
nacía para satisfacción del hombre soltero y casado y
de cualquier lector sin anteojeras. Marilyn Monroe al desnudo catapultó
la primera edición, y todos los semáforos se encendieron
en rojo con la luz propia de la Diva del momento.
Un gran olfato de H.H. Playboy trajo
dividendos incuantificables, el negocio se amplió a casinos,
hoteles, clubes nocturnos: la imagen del inocente conejo de las bunnys
se expandió y adentró en la mente de los norteamericanos
y del mundo entero. No había fronteras para este hedonista conservador
y saltó a la TV.
La vida es placer, podría acuñarse esta frase a su favor,
aunque no la hubiese dicho. Años setenta y la competencia cayó
como un rayo inesperado, desolador y el viejo modelo comenzó
a agotarse. HH cedió el negocio a su hija Christine, quien lo
modernizó. Había llegado la hora de lo mediático
desde el celuloide en adelante.
Él, se casaba y descasaba, vivía su propia vida de Playboy.
Un verdadero ascensor sin parada fija. Del subterráneo a la torre
más alta. Bueno, contaba con todo el andamiaje y la materia prima.
El viagra le volvió a abrir el apetito. Las conejitas desfilaban
como saliendo del sombrero de un mago. El psicólogo movía
sus fichas y al diván.
Nosotros leíamos en un principio
Playboy, con el rabo del ojo, debajo de la cama, entre las sábanas,
bajo una estricta disimulada autocensura y nos sentábamos a la
mesa a comer arroz con leche. Era el Chile pacato, con alfombrilla y
peste cristal, seudo conservador, trasnochado, pueblerino, con ese toque
encantador de la inocencia perdida de puta de pueblo chico. La montaña
vigilaba por todos nosotros. Los Playboy desfilaban en los recreos de
los colegios sacros, laicos y de cualquier religión. HH había
tocado el pubis de la sociedad con sus conejitas, pero también
con grandes artículos, un periodismo de primera fila, documentado,
inteligente, visionario, pluralista, sin complejos. La belleza y el
sexo sin cortinas, ni persianas. El tabú de la equivocada educación
sexual se disparaba en caída vertical.
Los viejos guardaban su Playboy en
la mesita de noche junto al Reader Digest. Lecturas de closet. Qué
vergüenza, qué olor a naftalina. You Tube se matricularía
en las Monjas Ursulinas, si hubiese existido en ese entonces. Internet
estaría bajo arresto domiciliario de por vida.
HH supo que Marilyn Monroe le pondría
el primer balón de oxígeno a todas las conejitas que vendrían
después. La portada con la MM arrancó las cabelleras del
hombre blanco de frontera a frontera. El psicólogo de Illinois
no venía a improvisar y a hacer apuestas chicas. El Punto G era
su Sueño Americano. Que otros se quedaran con el petróleo
y W.S. Vietnam, Irak, Afganistán. Él iba por la piel,
la respiración sin artificios, esa área dócil del
pecado universal. Su atmósfera era ingresar a la caverna humana
y hurgar en la pisquis del placer. Viejo cochino, dirían algunas
damas, pero HH, siempre sale sonriente como un confeso pecador sin remedio.
Un verdadero profesor que sueña con sus alumnas desnudas en clase.
Él tiene el poder de sacarlas al pizarrón de Playboy y
exhibirlas por el mundo. Su última oferta de portada fue para
Kate Winslet, reciente ganadora de un Oscar y quien ha mostrado y demostrado
su ligereza en el vestir y desvestir, aunque dice que no saldrá
más desnuda en una película. Lo ha hecho en 10. HH va
por la portada, ‘en un mundo tan competitivo’, dice: es
la celebridad más sexy del momento. HH sigue teniendo sueños,
inclusive más allá de la muerte. ¿Es un capricho
de gusano rico? Entrar en la mente del Conejo de Alicia en el País
de las Maravillas, no era fácil. Pero, en éste Padre de
todas las conejitas, es una tarea aún superior. ¿Su última
ocurrencia es la de un hombre agradecido con el pasado y la posteridad?
¿Un último capricho de enamorado del mito de los sesenta?
¿Narcisismo de un promiscuo que busca el amor eterno entre huesos,
polvo y renovados gusanos? ¿Un necrofílico? ¿Quién
es (HH) Hugh Hefner? ¿Un visionario de la reencarnación
y quiere despertarse al lado de una de las mujeres más sexy?
Este psicólogo de Illinois, profeta de la promiscuidad, nos quiere
asombrar con este gesto puritano postmortem. Vende cruces hasta después
de muerto. La eternidad tiene paciencia de chino. Nos espera a todos.
HH se prepara a subir a su último carrusel, al final del peldaño.
Tomó la sana decisión de comprar su espacio en el más
allá.
Su última inversión,
la previsión final, lo dice todo. Estuvo con todas las conejitas
que el cuerpo le permitió, pero decidió comprar una tumba
en el Westwood Memorial Park de Los Ángeles, al lado de Marilyn
Monroe. No podía existir una oferta mejor, más que una
pirámide egipcia para un Faraón, expuesta a tantas investigaciones
y manoseo científico. HH encontró su verdadero nicho,
reposo. Al lado de la atribulada, incomprendida, enigmática,
audaz, siempre diva Marilyn Monroe. El ubicuo, práctico de bolsillo
y olfato, HH, reveló los motivos de su decisión con impecable
soltura de cuerpo y palabras: ‘Supe por casualidad que el sitio
de al lado se había quedado libre y actué de inmediato.
¿Quién no querría estar junto a Marilyn para toda
la eternidad?’, sostuvo Hefner en una entrevista que publicaba
el diario alemán ‘Welt am Sonntag’
¿Qué le tendrá preparado Marilyn? ¿Le contará
la verdad de su suicidio o crimen para que lo edite en Playboy? Una
crónica mortal. Estoy curioso de que hablaran los muertos, si
en vida parecen sordos de un mismo oído.
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DATOS DEL AUTOR:
Rolando Gabrielli (Santiago de Chile, 1947).
Estudió Periodismo en la Universidad de Chile. Ejerció
hasta el 11 de septiembre de 1973 en su país. Fue Corresponsal
Extranjero en Colombia y Panamá (1975-79). Funcionario Internacional,
experto en la industria bananera, encargado de estrategias para los
ocho países de la región miembros de la UPEB, Editor de
la publicación científico-técnica y económica,
con circulación en 56 países, columnista de la revista
alemana D+C (1979-89). Escribe para varios periódicos panameños
como Analista Internacional y trabaja en el programa de la Unión
Europea-PNUD, Tips On Line, mercadeo de oportunidades empresariales
vía Internet. Asesor en estrategias empresariales, editor de
Suplementos especializados, ha trabajado y lo hace actualmente en marketing.