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UNA CRÓNICA MORTAL: el área dócil del pecado
Rolando Gabrielli
24/03/2009


 

‘Con la mujer correcta, todos los hombres pueden ser fieles’
Hugh Hefner


Hugh Hefner es aparentemente un gringo común y corriente que siguió todos los pasos del stablishment: High School. Sirvió en el ejército estadounidense durante los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial. Luego estudió psicología en la Universidad de Illinois, Chicago y proviene de una familia conservadora y religiosa. Tal vez le faltó brindar un par de años sus servicios al Cuerpo de Paz en África y una pasantía como Mormón en el Caribe. Pero su currículum es completamente, básicamente norteamericano.

Lo que iba a hacer después formaría parte del Sueño Americano: fortuna, fama, poder, hedonismo, transformarse en una celebridad y gozar de ese altar hasta el final de sus días. H.H. está vivo y vive a sus 82 años con dos mellizas de 19 años: Karrisa y Kristina Shannon. K.K.

H.H. se inició con una revista para hombres solos en los años 50, toda una osadía post Segunda Guerra Mundial, un periodo de efervescencia en la reconstrucción de Europa y expansión imperial. Al poco tiempo, ese primer intento, se transformó en el sello del conejo más famoso del mundo revisteril: Playboy, nacía para satisfacción del hombre soltero y casado y de cualquier lector sin anteojeras. Marilyn Monroe al desnudo catapultó la primera edición, y todos los semáforos se encendieron en rojo con la luz propia de la Diva del momento.

Hugh Hefner Primera portada del Playboy, 1949 Una de las fotos de Marilyn aparecidas en el primer número de Playboy Hugh Hefner

Un gran olfato de H.H. Playboy trajo dividendos incuantificables, el negocio se amplió a casinos, hoteles, clubes nocturnos: la imagen del inocente conejo de las bunnys se expandió y adentró en la mente de los norteamericanos y del mundo entero. No había fronteras para este hedonista conservador y saltó a la TV.

La vida es placer, podría acuñarse esta frase a su favor, aunque no la hubiese dicho. Años setenta y la competencia cayó como un rayo inesperado, desolador y el viejo modelo comenzó a agotarse. HH cedió el negocio a su hija Christine, quien lo modernizó. Había llegado la hora de lo mediático desde el celuloide en adelante.

Él, se casaba y descasaba, vivía su propia vida de Playboy. Un verdadero ascensor sin parada fija. Del subterráneo a la torre más alta. Bueno, contaba con todo el andamiaje y la materia prima. El viagra le volvió a abrir el apetito. Las conejitas desfilaban como saliendo del sombrero de un mago. El psicólogo movía sus fichas y al diván.

Portada de Playboy de 1992  Portada de Playboy de 1994  Portada de Playboy de 1997  Portada de Playboy   Portada de Playboy, diciembre de 2005

Nosotros leíamos en un principio Playboy, con el rabo del ojo, debajo de la cama, entre las sábanas, bajo una estricta disimulada autocensura y nos sentábamos a la mesa a comer arroz con leche. Era el Chile pacato, con alfombrilla y peste cristal, seudo conservador, trasnochado, pueblerino, con ese toque encantador de la inocencia perdida de puta de pueblo chico. La montaña vigilaba por todos nosotros. Los Playboy desfilaban en los recreos de los colegios sacros, laicos y de cualquier religión. HH había tocado el pubis de la sociedad con sus conejitas, pero también con grandes artículos, un periodismo de primera fila, documentado, inteligente, visionario, pluralista, sin complejos. La belleza y el sexo sin cortinas, ni persianas. El tabú de la equivocada educación sexual se disparaba en caída vertical.

Los viejos guardaban su Playboy en la mesita de noche junto al Reader Digest. Lecturas de closet. Qué vergüenza, qué olor a naftalina. You Tube se matricularía en las Monjas Ursulinas, si hubiese existido en ese entonces. Internet estaría bajo arresto domiciliario de por vida.

Portada de Playboy de 1997 Interior del Playboy de 1997 Interior del Playboy de 1997

HH supo que Marilyn Monroe le pondría el primer balón de oxígeno a todas las conejitas que vendrían después. La portada con la MM arrancó las cabelleras del hombre blanco de frontera a frontera. El psicólogo de Illinois no venía a improvisar y a hacer apuestas chicas. El Punto G era su Sueño Americano. Que otros se quedaran con el petróleo y W.S. Vietnam, Irak, Afganistán. Él iba por la piel, la respiración sin artificios, esa área dócil del pecado universal. Su atmósfera era ingresar a la caverna humana y hurgar en la pisquis del placer. Viejo cochino, dirían algunas damas, pero HH, siempre sale sonriente como un confeso pecador sin remedio. Un verdadero profesor que sueña con sus alumnas desnudas en clase. Él tiene el poder de sacarlas al pizarrón de Playboy y exhibirlas por el mundo. Su última oferta de portada fue para Kate Winslet, reciente ganadora de un Oscar y quien ha mostrado y demostrado su ligereza en el vestir y desvestir, aunque dice que no saldrá más desnuda en una película. Lo ha hecho en 10. HH va por la portada, ‘en un mundo tan competitivo’, dice: es la celebridad más sexy del momento. HH sigue teniendo sueños, inclusive más allá de la muerte. ¿Es un capricho de gusano rico? Entrar en la mente del Conejo de Alicia en el País de las Maravillas, no era fácil. Pero, en éste Padre de todas las conejitas, es una tarea aún superior. ¿Su última ocurrencia es la de un hombre agradecido con el pasado y la posteridad? ¿Un último capricho de enamorado del mito de los sesenta? ¿Narcisismo de un promiscuo que busca el amor eterno entre huesos, polvo y renovados gusanos? ¿Un necrofílico? ¿Quién es (HH) Hugh Hefner? ¿Un visionario de la reencarnación y quiere despertarse al lado de una de las mujeres más sexy? Este psicólogo de Illinois, profeta de la promiscuidad, nos quiere asombrar con este gesto puritano postmortem. Vende cruces hasta después de muerto. La eternidad tiene paciencia de chino. Nos espera a todos. HH se prepara a subir a su último carrusel, al final del peldaño. Tomó la sana decisión de comprar su espacio en el más allá.

Hugh Hefner  Hugh Hefner  Hugh Hefner

Su última inversión, la previsión final, lo dice todo. Estuvo con todas las conejitas que el cuerpo le permitió, pero decidió comprar una tumba en el Westwood Memorial Park de Los Ángeles, al lado de Marilyn Monroe. No podía existir una oferta mejor, más que una pirámide egipcia para un Faraón, expuesta a tantas investigaciones y manoseo científico. HH encontró su verdadero nicho, reposo. Al lado de la atribulada, incomprendida, enigmática, audaz, siempre diva Marilyn Monroe. El ubicuo, práctico de bolsillo y olfato, HH, reveló los motivos de su decisión con impecable soltura de cuerpo y palabras: ‘Supe por casualidad que el sitio de al lado se había quedado libre y actué de inmediato. ¿Quién no querría estar junto a Marilyn para toda la eternidad?’, sostuvo Hefner en una entrevista que publicaba el diario alemán ‘Welt am Sonntag’
¿Qué le tendrá preparado Marilyn? ¿Le contará la verdad de su suicidio o crimen para que lo edite en Playboy? Una crónica mortal. Estoy curioso de que hablaran los muertos, si en vida parecen sordos de un mismo oído.



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DATOS DEL AUTOR:


Rolando Gabrielli (Santiago de Chile, 1947). Estudió Periodismo en la Universidad de Chile. Ejerció hasta el 11 de septiembre de 1973 en su país. Fue Corresponsal Extranjero en Colombia y Panamá (1975-79). Funcionario Internacional, experto en la industria bananera, encargado de estrategias para los ocho países de la región miembros de la UPEB, Editor de la publicación científico-técnica y económica, con circulación en 56 países, columnista de la revista alemana D+C (1979-89). Escribe para varios periódicos panameños como Analista Internacional y trabaja en el programa de la Unión Europea-PNUD, Tips On Line, mercadeo de oportunidades empresariales vía Internet. Asesor en estrategias empresariales, editor de Suplementos especializados, ha trabajado y lo hace actualmente en marketing.