sumario
palabras
contacta
 


Inés Arredondo: La mujer, la escritora
Nelly Sánchez
10/07/2008


Hace 80 años nació en esta ciudad la autora de La señal, Río Subterráneo y Los espejos, libros que le dieron un pequeño reino dentro de la literatura.

Dicen quienes me han leído que soy la mejor narradora de la segunda mitad del siglo 20, pero no puedo determinarlo yo. Lo cierto es que a mí, Inés Camelo Arredondo, me impactó la literatura desde muy pequeña.

Tenía tan solo 6 años cuando mi padre, el médico militar Mario Camelo y Vega, me recitó de memoria El romancero del Cid. Aquello me impresionó de tal manera que a esa edad empecé a escribir mis primeros versos.

Nací en el centro de Culiacán, un 20 de marzo de 1928, mi madre fue Inés Arredondo y fui la mayor de nueve hermanos, de los que sólo sobrevivimos siete.

Inés Arredondo 1 año  Inés Arredondo 7 de agosto 1943  Graduación Preparatoria, Colegio, Aquiles Serdán, Guadalajara, 1946 fototeca CNL  

Crecimos en una hermosa casa de techos altos y cuartos grandes, ubicada en los portales de la Ruperto L. Paliza, entre Rosales y Ángel Flores, que hoy no es más que estacionamiento.

Ahí gozaba con mis hermanos de correr por el huerto que siempre estaba lleno de frondosas lichis, limón real, sidras, mangos, limonarias y jazmines. Pero a veces sus gritos y sus peleas, me enfadaban tanto, que prefería encerrarme en mi cuarto a leer durante horas. A veces cuatro, a veces ocho.

El amor por las palabras y los libros lo manifesté como a los 4 años, cuando empecé a leer. Y como premio, una navidad mis padres me regalaron la preciosa enciclopedia de tomos, El tesoro de la juventud, que se convirtió en una fuente invaluable de información para mi apetito intelectual que cada vez crecía más.

Mi infancia y juventud fueron como la de cualquier otra chica. Fui inquieta, estuve rodeada de amigas con quienes me gustaba ir a las fiestas, los bailes y la playa. Participaba en todo tipo de actividades culturales: iba a los conciertos, a las conferencias y adoraba la tambora.

Una vez, a escondidas de mis padres, nos salimos a la plazuela porque estaba tocando una banda. Nos fuimos caminando en silencio a la otra esquina, pagamos otra ronda y nos pusimos a bailar. ¡Qué gusto nos dimos al dar la vuelta a la plazuela, bailando música sinaloense!


Eldorado, el mito

Mi casa era también el sanatorio de mi padre y para escapar de aquel ambiente, en sus vacaciones solía ir a Eldorado a visitar mi abuelo Francisco y a montar a caballo. Eldorado significaba la libertad de caminar ligera y olvidar los conflictos familiares, las presiones de la escuela.

Papá Pancho, como le decía, trabajaba en el ingenio azucarero y al final de cada jornada, llegaba a casa a leernos cuentos de Andersen, Hoffmann, Perrault, Salgari y Los hermanos Grimm trazó que preparaba durante todo el año.

Él sembró con sus manos las huertas que yo creí que habían estado allí siempre. Ayudó a lograr la realidad que yo viví y que usé después al escribir mi literatura.

Al interpretar, inventar, mitificar nuestra infancia hacemos un esfuerzo para comprender el mundo que habitamos y buscar un orden dentro del cual acomodamos nuestra historia.

En Culiacán, en la escuela y con mis padres, me sentía incrustada en una realidad ajena, que me parecía informe. En cambio en Eldorado, la existencia de un orden básico posibilitaba ser una persona armónica en el momento en que se aceptaba ese orden. Ahí se demostraba que si crear era cosa de locos, los locos tenían la razón.

Fui educada con una disciplina basada en estrictas normas religiosas. Estudié primaria y secundaria en el Colegio Montferrant en tiempos en los que las 'niñas bien' no hacían carreras profesionales, se les preparaba para el matrimonio con viajes, buenos modales, idiomas... Todo eso me lo dieron a mí.

Inés Arredondo ca. 1965  Inés Arredondo, ca. 1970  En su casa en la calle de Atlixco, Col. Condesa, ca. 1980 fototeca CNL

La partida

Siempre me interesó cultivarme, pero aquí ni si quiera había librerías. Había un señor que vendía libros y encargaba lo que yo le pedía, mi madre pagaba las cuentas. Hice el bachillerato en el Colegio Aquiles Serdán, de Guadalajara, me fui con el apoyo de mi abuelo.

Por aquella época, pasé una larga temporada en México, donde pude ver exposiciones francesas, espectáculos de música y ballet, y me convencí de que había un mundo más profundo y verdadero que quería conocer.

Quise irme a estudiar Filosofía a la Ciudad de México y mi padre se opuso. Fue de nuevo papá Pancho, quien me apoyó económicamente y se hizo responsable de mí. A él le debo haber podido desarrollar mi vocación por la Literatura, carrera a la que me cambié, y estudiado Biblioteconomía y una maestría en Lengua. Cuando publiqué La señal, mi primer libro de cuentos, en 1965, se lo dediqué.

Me llamo Inés Arredondo por amor a él, porque no tuvo hijos varones y quise preservar su apellido en mí.

Tuve un novio que era piloto llamado Juan Manuel López. Después me enamoré del poeta Tomás Segovia y en 1953 me casé con él. Tuvimos tres hijos, Inés, Ana y Francisco. En ese tiempo colaboramos en la Revista Mexicana de Literatura, a mí me tocaba corregir planas, galeras, seleccionar material y hacer traducciones. En 1961 nos fuimos a vivir a Montevideo, donde estuvimos tres años, y en 1965 nos divorciamos.

    La escritora y cuentista mexicana, Inés Arredondo (1928-1989), en su departamento en México, D.F

Después me casé con Carlos Ruiz Sánchez, médico de profesión, que sabía apreciar la literatura y la crítica.

Las palabras precisas

Fui lectora de Chéjov, Katherine Mansfield y Cesare Pavese, catedrática en la UNAM y di conferencias por diversos países. Me interesé por la obra de Jorge Cuesta, sobre quien escribí un libro, y mi narrativa se reúne en tres títulos, La señal, Río Subterráneo, con el que gané el Premio Xavier Villaurrutia, y Los espejos.

Nunca escribí para ganar premios, méritos ni reconocimientos. No escribí por escribir. Busqué las palabras precisas que le dieron sentido a mi vida.

    

Los últimos años padecí depresión e intensos dolores de columna que muchas veces me obligaban a permanecer sedada. Dejé este mundo el 2 de noviembre de 1989 y aunque sé que en mi ciudad el viejo Cine Reforma, lleva mi nombre desde hace algunos años, como también un premio literario, sigo esperando que mi gente sepa de mí, por mi obra. Sigo esperando que me lean.

'Me llamo Inés Arredondo por amor a mi abuelo Francisco, porque no tuvo hijos varones y quise preservar su apellido en mí.'
Inés Arredondo
Escritora



Fuentes:
Diálogo de voces en la narrativa de Inés Arredondo, Esther Avendaño Chen
               Luna Menguante, Claudia Albarrán
               Personajes de Sinaloa, INEA. Entrevista con Rosa Camelo Arredondo.



_________________________

DATOS DE LA AUTORA:


Nelly Sánchez (Guadalajara, Jalisco, México).- Reportera de la sección cultural del periódico Noroeste, de Culiacán.