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Internet, espacios virtuales y reconfiguración del autor
Prof.Dr.Adolfo Vásquez Rocca
05/08/2006


Georg Trakl

I - Hipertexto, plagio utópico y cuestionamiento del establishment cultural.


La comunidad horizontal de conocimientos que es Internet reconfigura al autor y a los lectores. Los ‘espacios virtuales’ equivalen a campos de datos de los que cada punto puede considerarse como una puerta de entrada a otro campo de datos, hacia un nuevo espacio virtual que conduce a su vez a otros espacios de datos. Esta conexión electrónica promete afectar nuestras nociones tanto de autor –y de autoría– de los textos que estudiamos, como de nosotros mismos como autores [Nota 1].

Lo que nos instala ante el problema postmoderno de reconfigurar tanto al autor como al lector. La realidad es que la Web se ha convertido en una comunidad horizontal de conocimientos en la que lo verdaderamente valioso son las ideas que no tienen dueño, por lo que cabe anunciar que el pensamiento goza de buena salud. Y, paradójicamente, la salud del pensamiento crítico y auténticamente científico, está desde hace mucho fuera de los departamentos universitarios. En ellos lentamente desfallece y, a menudo, muere.

Los teóricos culturales y especialistas en hipertexto postulan que deben abandonarse los actuales sistemas conceptuales basados en nociones como centro, margen, jerarquía y linealidad y sustituirlos por otras de multilinealidad, nodos, nexos y redes. Casi todos los participantes en este cambio de paradigma, que marca una revolución en el pensamiento, consideran la escritura electrónica como una reacción directa a las desventajas e inconvenientes del libro impreso. Esta cambio esta teniendo, como se verá aquí, profundas repercusiones en la literatura la enseñanza y la política.

Es de importancia capital para la filosofía, el psicoanálisis, la ciencia y en general para la lógica que subyace en toda trama argumental, esto es en todo desarrollo conceptual o discursivo - el ocuparse tanto del problema del estatuto ontológico de lo que denominamos texto como del conflicto entre las dos formas estratégicas de diseñar el mismo. Conflicto que no es de orden tecnológico sino fundamentalmente valórico. Se trata de dos formas de interpretar la Modernidad y su Idea de Progreso, que son el fundamento del Paradigma Lineal de representación de los conocimientos o de la información. Los intentos actuales de ruptura con el Texto Unilineal en nombre de la multilinealidad (Hipertextualidad) muestran en forma implícita o explícita la lucha entre la defensa política y académica del discurso universal, fijo, e inamovible (el ‘pensamiento único’) frente al relativismo individual capaz de establecer sus propios centros o descentrar el discurso establecido.

Es importante constatar como la Hipertextualidad esta siendo usada por los defensores del Texto Lineal para su mejor consolidación. Esto con independencia de que haya sido una tecnología - como es el soporte hipertextual y la capacidad de digitalizar la escritura- quien lo haya puesto sobre el eje de las discusiones postmodernas sobre la articulación del pensamiento.

En su aspecto operacional las nuevas retóricas ponen en escena diferentes tipos de cruces entre lo real y lo virtual, entre lo sintético y lo natural. Entre estas representaciones podrán encadenarse metamorfosis continuas. Los ‘espacios virtuales’ equivalen a campos de datos de los que cada punto puede considerarse como una puerta de entrada a otro campo de datos, hacia un nuevo espacio virtual que conduce a su vez a otros espacios de datos. Serán, por ello, necesarias nuevas formas de navegación mental para orientarse en esos laberintos de información en constante regeneración. De ahí la importancia de las técnicas de ‘navegación’, de ‘orientación’. Hay que saber luchar contra la deriva inherente a las travesías largas, hay que saber alcanzar el destino del viaje.

No sólo en ficción hipertextual sino también en la literatura experimental es posible encontrarse con estilos caudalosos en constante pliegue y despliegue. Narrativas o articulaciones discursivas que se puede recorrer en diversas direcciones, no sólo sucesivas sino simultáneas, opuestas, contradictorias, que no admiten una sola categorización, sino las más variadas: novela, antinovela, antipoesía, escritura automática, parodia literaria, reflexión filosófica, meditación esotérica, y muchas otras caracterizaciones paralelas o complementarias. No se trata de lo uno o lo otro, sino de lo uno y lo otro.

La presencia de múltiples trayectos de lectura crea un texto que existe con independencia mucho menor respecto de los comentarios, analogías y tradiciones que el texto impreso. Este tipo de democratización no sólo reduce la separación jerárquica entre el así llamado texto principal y las anotaciones, que ahora existen como textos independientes, unidades de lectura o lexias, sino que también difumina las fronteras entre los textos individuales. De este modo, la conexión electrónica reconfigura nuestra experiencia tanto del autor como de la propiedad intelectual. Y ello promete afectar, nuestras nociones tanto de autor –y de autoría– de los textos que estudiamos como de nosotros mismos como autores. Lo que nos instala ante el problema postmoderno de reconfigurar tanto al autor como al lector.

La palabra hipertexto es mucho más concordante con la necesidad de enfatizar que la red de asociaciones está poblada de signos y no de palabras. Etimológicamente el vocablo texto remite a la antigua técnica del tejido. Se hace el vestido para vestir a la única especie que se viste. El texto es sinónimo de elaboración cultural, pero el texto, me arriesgo a decir, es siempre hipertexto, como la ropa que nos delimita y a la cual confluye la tela de sentidos societales que le atribuimos. La metáfora del hipertexto está poblada de topologías apropiadas. Baste recordar que por los hipermedia se navega, se interactúa, es decir, se opera en un contexto que a la vez contribuimos a crear. La red hipertextual no está en el espacio, ni en el tiempo –como una Enciclopedia– ella es el espacio y el tiempo. Los hipermedia, cabe advertir, nos exponen a un riesgo, el de ser absorbidos por una efectiva entropía semiótica: nos perdemos mucho más fácil en una carretera hipertextual que en una Enciclopedia. La referencia espacial y sensomotora que actúa cuando, delante de la pantalla, tenemos acceso a una pequeña superficie proveniente de otro espacio, suspendida entre dos mundos. La Enciclopedia se sobrevuela, el hipertexto es apenas manipulable ya que se nos presenta como un paquete (en el sentido cuántico) doblado y redoblado (plexos), actualizado por vía de una ventana. ‘Es como si exploráramos un gran mapa sin que jamás pudiésemos desdoblarlo, sólo es observable a través de fragmentos minúsculos’ [Nota 2] Al ‘navegar’ por un discurso de pensamientos relacionados al modo de un hipertexto, debemos ser metodológicamente rigurosos –nunca arbitrarios– aun cuando el modo de tratar un problema se abre a una dimensión plástica, que encierra en su creación y utilización una serie de asuntos tanto éticos, lógicos como estéticos. El hipertexto constituye un cuestionamiento fundamental a la lógica subordinativa que ha imperado en el pensamiento occidental, y una reivindicación de los modelos asociativos y coordinativos que se encuentran en concordancia con el paradigma holístico y trans-disciplinario de la postmodernidad.

En un principio puede pensarse que la palabra más adecuada para denominar al ‘creador-constructor’ de un hipertexto es la de ‘autor’, pero un análisis más cuidadoso nos hará caer en la cuenta que más precisa aún es la designación, tan denostada últimamente, de ‘diseñador’. La razón es que no sólo existe autoría en los discursos formales, existe también construcción, mantenimiento, indagación intelectual, búsqueda de nuevas formas, diseño de grafos, composición ergonómica, etc. En cierto modo al autor y conocedor de la materia hipertextualizable ha de unirse el hacer del diseñador y de los inventores del medio, pues es claro que: ‘los autores (según este planteamiento diseñadores) de hipermedia (para nosotros hipertexto) afrontan problemas similares a los que confrontaron los pioneros del cine. Tienen que inventar el primer plano, el fundido a negro, la profundidad de campo y la disolución de la imagen y cuando llegó el sonido tuvieron que reinventar el medio para incorporarlo. Lo mismo es válido para los hipermedia; tenemos la tecnología, pero aún estamos en el proceso de inventar el lenguaje y las convenciones de este nuevo medio de comunicación’ y con éstas y aquél el propio "juego del lenguaje" en el sentido Wittgensteiniano del término. Por decirlo de algún modo estamos cerca de realizar bricolaje informático con el diseño de nuestros propios objetos.

El elemento central de la teoría aquí expuesta es la noción de temas que se ‘entrecruzan’ en muchas direcciones y con muchas dimensiones temáticas que sirven de travesías. El tratamiento de un tópico irregular y complejo no puede limitarse a una sola dirección sin mermar el potencial de transferencia.

La clave para hallar esta nueva forma estaría en la estructura que prestan a los argumentos el movimiento y los nexos, logrando ir más allá de la limitada conexión de tema y comentario.

He aquí la verdadera novedad del hipertexto, el aporte duradero que llevaría hacia la tridimensionalidad en la construcción de información, mas allá de la linealidad del texto apuntando a una lógica de superficies, engarces, planeos y multiplicación de puntos de anclaje.

En el contexto de esta escritura laberíntica en la que corremos el riesgo del extravío del autor subsumido por el texto o por los constantes y expansivos comentarios, estamos ante la idea de texto como tejido en perpetuo urdimiento, como un tejido que se hace, se traba a sí mismo y deshace al sujeto en su textura: una araña que se disolvería ella misma en las secreciones constructivas de su tela. En un sentido similar en la obra de William Burroughs[Nota 3]el sujeto se encuentra manipulado y transformado por los procesos de contagio. El lenguaje es un virus que se reproduce con gran facilidad y condiciona cualquier actividad humana, dando cuenta de su intoxicada naturaleza. Los textos de Burroughs proliferan sin principio ni fin como una plaga, se reproducen y alargan en sentidos imprevisibles, son el producto de una hibridación de muy diversos registros que no tienen nada que ver con una evolución literaria tradicional, sus diferentes elementos ignoran la progresión de la narración y aparecen a la deriva desectructurando las novelas de su marco temporal, de su coexistencia espacial, de su significado, y posibilitando que sea el lector quien acabe por estructurarlas según sus propios deseos.


II- Postmodernidad; textualidad, redes y discurso ex –céntrico.

Desde fines de los años ‘90 -del siglo recien pasado hasta hoy- la Web ha evolucionado considerablemente. Sistemas de publicación, modos de navegación y tránsito de la información, nuevos modos de telepresencia, fundidos del inconciente, metafísicas de la realidad virtual, se han múltiplicado mejores tecnologías digitales, más usuarios y lectores.

Dada la instrumentalización radical a la que nuestra sociedad se ha visto llevada por muy diversos y complejos motivos, el mercado en general y muy particularmente el editorial, en la medida en que convencionalmente ha sido el encargado de la difusión de ideas, se ha convertido o en una forma de ganar dinero o en una plataforma ideológica de determinados grupos de poder.

Ante esta situación, por todos conocidos, pareciera que no quedaba resquicio alguno por donde introducir un pensamiento que no pretendiese o ganar dinero o legitimar alguna forma de dominación.

Si el desarrollo social humano se puede caracterizar por algo es por incrementar de forma constante los modos y formas de comunicación, pero no resulta difícil imaginar que la red termine siendo controlada por aquellos que esperan beneficios de cualquier cosa y muy especialmente de la producción de ideas (buenas o malas). Eso es lo que sistemáticamente se ha producido, uno a uno han ido cayendo bajo el control de grupos de intereses los medios de comunicación que las sociedades humanas han producido. Internet tiene el consuelo de que siempre habrá un nivel de vulnerabilidad que permitirá que nunca nada en ella sea fiable. Este es un conocimiento importante porque no permite que la gente idolatre el medio y acepte sin desconfianza la información o el conocimiento que transmite. Internet obliga a contrastar la información a complementarla o ampliarla, invita a la comunicación, crea, en definitiva comunidad.

En este sentido ha tenido lugar un importante cambio en los últimos años conforme Internet se ha ido imponiendo como el mejor medio en la difusión de ideas. Todavía queda el recelo respecto a quién está detrás de cada cosa y todavía queda el contraataque que desde los medio establecidos, que representan a los grupos de poder y de interés, se realiza, pues ellos siguen teniendo el control de las agencias de evaluación, de las revistas ‘prestigiosas’, de las cátedras universitarias y de los medios masivos de comunicación, pero inevitablemente la publicación electrónica se equiparará con otras formas tradicionales en los que se asientan en la actualidad los derechos, los méritos o la propiedad.

Es habitual, por ejemplo, que el autor, generalmente académico y no familiarizado con la Web, cuando publica en iniciativas on line su mayor preocupación son los derechos de autor, si le copiarán sus textos, si su obra será reconocida y valorada de la misma forma que en formato papel.

Frente a esto cabe reivindicar una idea que constituye o, más bien debiera constituir uno de los principios de la Web, entendida esta como una comunidad horizontal de conocimientos, y es que lo verdaderamente valioso son las ideas y éstas no tienen dueño. En el número cinco de A Parte Rei se tradujo y publicó el trabajo del Critical Art Ensemble ‘El plagio utópico, la hipertextualidad y la producción cultural electrónica’ el que, junto a ‘El Hipertexto y las nuevas retóricas de la Postmodernidad; textualidad, redes y discurso ex –céntrico’[Nota 4]. se ha convertido en una especie de ideario, del que se desprende una consideración valórica para toda la comunidad que interactúa en la Web, y es que se debe reivindicar el valor del trabajo del pensar y no la instrumentalización sistemática y aniquiladora que se hace de esta tarea. De ahí que ciertas prácticas descalificadas –como mal espíritu deportivo– por los lugares comunes de la crítica al medio informático, deban ser reivindicadas, y esto con sólidos argumentos desde la propia empresa del conocimiento y la cultura.

Argumentemos:

Las ideas mejoran. El significado de las palabras participa de esta mejora. El plagio es necesario. El progreso lo requiere. El plagio abraza la frase de un autor, utiliza sus expresiones, borra una falsa idea y la sustituye por otra correcta.

‘En su forma más heroica, la nota a pie de página tiene una función hipertextual de baja velocidad, esto es, al poner en contacto al lector con otras fuentes de información que pueden más tarde articular las palabras del productor. Señala información adicional demasiado larga para poder incluirla en el mismo texto. No es una función objetable. La nota a pie de página es además una forma de vigilancia sobre un escritor, para asegurarse que no está utilizando de forma impropia una idea o frase de la obra de otro escritor. Esta función convierte a la nota en algo problemático, aunque pueda ser conveniente en tanto que se trata de una forma de comprobar las conclusiones en un estudio cuantitativo, por ejemplo. La función de vigilancia de la nota a pie de página impone interpretaciones fijas en una secuencia lingüística e implica la propiedad del lenguaje y de ideas por parte del individuo citado. La nota se convierte en un homenaje al genio que supuestamente ha sido el artífice de la idea’[Nota 5].

Es así como la reconfiguración del concepto de autor, bajo el de escritura cooperativa, evita la hipostación de remitir el texto a una figura fantasmagórica –la del autor– que se encuentra fuera de él (del texto) y lo precede. Punto de vista que generaba esa apariencia de personalidad, que creaba la ficción de poder sacar o derivar una personalidad a partir –o como soporte de los textos–, creyendo hallar en ello una prueba de que existe una personalidad unificada ‘detrás’ o ‘dentro’ de los textos o incluso ‘implícita’. [Nota 6]

La producción cultural, literaria o de cualquier otro tipo, ha sido siempre un proceso largo y laborioso. Una empresa colectiva. Hoy debemos entender las parcelas del saber como comunidades de retóricas, las que a su vez deben estar abiertas al dialogo interdisciplinario.

Prueba de ello es que el genio de un inventor de la talla de Leonardo da Vinci radica en su habilidad a la hora de combinar los entonces separados sistemas de la biología, las matemáticas, la ingeniería y el arte. Más que un creador fue un sintetizador. Ha habido muy poca gente como él a lo largo de los siglos, porque la habilidad de contener tantos datos en la memoria biológica de un individuo es algo muy raro. Ahora, sin embargo, la tecnología de la recombinación se encuentra disponible en el ordenador. El problema para los futuros productores de la cultura es el acceso a esta tecnología y a la información. Después de todo, el tener acceso es el más precioso de todos los privilegios, y por ello, está estrictamente custodiado, lo que a su vez le lleva a uno a preguntarse si para llegar a tener éxito en el mundo del plagio, tiene uno además que ser un buen pirata informático.

Todos los textos son utilizables y reutilizables. En esto estriba la epistemología de la anarquía
[Nota 7]. es siempre mejor estar dotado de una conciencia que tenga el mayor número de perspectivas de interpretación que sean posibles evitando así la tiranía de los paradigmas y las interpretaciones canonizadas.

Además, las ventajas de una publicación virtual son evidentes. En primer lugar es más barata y consigue una máxima difusión, que es el fundamental problema que tiene la publicación en papel. Además el medio es bastante ilimitado lo que permite tener todos los contenidos disponibles para su consulta y uso. Por otro lado, permite una modificación en cualquier momento en que sea preciso, lo que el papel no permite.

Pese a ello sigue primando la racionalidad del mercado; todavía hay muchos autores que consultan si en las Publicaciones electrónicas se respetan los derechos de autor o si publicar en sus páginas aporta méritos académicos. Revistas de prestigio intelectual como Observaciones Filosóficas difunden ideas y si hacen curriculum a través de su indexación a Directorios internacionales, esto es sólo secundario.
En los últimos años conforme Internet se ha ido imponiendo como el mejor medio en la difusión de ideas la importancia de las publicaciones on-line han ido cobrando una mayor relevancia.

Sin embargo todavía queda el recelo desde los medio establecidos, que representan a los grupos de poder y de interés. Ellos desean seguir detentando el poder y teniendo el control de las agencias de evaluación, de las revistas ‘prestigiosas’, de las cátedras universitarias y de los medios masivos de comunicación, pero inevitablemente la publicación electrónica se equiparará con otras formas tradicionales en los que se asientan en la actualidad los derechos, los méritos o la propiedad.

Por lo demás, lo original, lo valioso o lo interesante no reside nunca en el soporte en el que se trasmite, sino en lo que cuenta o dice, en la capacidad de suscitar más pensamiento o de desordenar creencias. Contra el lema de McLuhan [Nota 8]
, el medio no es en ningún caso el mensaje. Pensar lo contrario es someterse. Aquí está nuestra reivindicación: que como sea, algún efecto produzca. Lo valioso debe elevarse por encima dejando al medio en sombra, transcendiéndolo y, en consecuencia, unificando todo medio imaginable.

La teoría de McLuhan ‘el medio es el mensaje’, se convirtió en el lema de la contracultura de la década de 1960. En general su teoría trataba sobre las tecnologías y el efecto que producen en las formas y la escala de la organización social y la vida individual.

De modo que no nos no nos engañemos, es infinitamente mayor el beneficio del soporte digital de la información que los males o vicios que ha engendrado.

Muchos estudiantes imprimirán los artículos o aquello que les interese para leerlo como se aprendió de pequeño, en el lugar más cómodo, siguiendo la ruta hipertextual que posiblemente sugiera la lectura. Otros se moverán a lo largo de la pantalla, en lecturas rápidas o depositando la mirada allí donde la atención recaiga. El futuro, no se sabe, pero seguro que durante mucho tiempo convive lo nuevo con lo antiguo, como se ha producido en todos los contextos de la vida humana. En cualquier caso, lo que se espera es que haya algo para leer sea en papel, en pantalla o lo que el desarrollo tecnológico vertiginoso produzca.

Finalmente, cabe anunciar, que el pensamiento goza de buena salud. Y, precisamente, la salud del pensamiento crítico y auténticamente científico está desde hace mucho fuera de los departamentos universitarios. En ellos lentamente desfallece y, a menudo, muere. Es desde fuera, donde todavía se respira aire puro, son proyectos como los de esta Revista los últimos reductos posibles para esta actividad originalmente desinteresada y creativa –que es la ciencia y la filosofía– donde aun subsiste la discusión crítica y el pensamiento original e independiente, no interesado en canonizar autores, ni asentar un pensamiento conservador, insípido, aunque políticamente correcto, aséptico y funcional al establishment.

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DATOS DEL AUTOR:

Adolfo Vásquez Rocca PH. D.
Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Teoría del Conocimiento y Pensamiento Contemporáneo. Áreas de Especialización Antropología y Estética. Profesor del Programa de Postgrado del Instituto de Filosofía de la PUCV, del Magíster en Etnopsicología -Escuela de Psicología PUCV, Profesor de Antropología Filosófica en la Escuela de Medicina de la UNAB. Director de la Revista Observaciones Filosóficas http://www.observacionesfilosoficas.net/ Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica del Instituto de Filosofía de la PUCV http://www.philosophica.ucv.cl/n27.htm . Editor Asociado de Psikeba, Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Buenos Aires y de la Revista de Antropología Médica, UNAB. E-mail: adolfovrocca@gmail.com



Nota 1:
Artículo, ‘La reconfiguración del concepto de autor. Alteridad e Identidad en la poesía de Juan Luis Martínez’, En Cyber Humanitatis Nº 33 (Verano 2005), Revista de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile ISSN 0717-2869.
http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/texto_simple2/0,1255,SCID%253D14316%2526ISID%253D512,00.html


Nota 2:
ESTÉ, Aquiles, Cultura Replicante; el orden semiocentrista, Editorial Gedisa, Barcelona, 1999, p.123.


Nota 3:
VÁSQUEZ, ROCCA. Adolfo, William Burroughs y La Metáfora Viral; Postmodernidad, compulsión y Literatura conspirativa, en Psikeba -Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, http://www.psikeba.com.ar/articulos/AVRburroughs.htm


Nota 4:
VÁSQUEZ, ROCCA. Adolfo,’El Hipertexto y las nuevas retóricas de la postmodernidad; textualidad, redes y discurso excéntrico’ En PHILOSHOPHICA N º 27 2004, Revista del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. pp. pp.331 – 350
En Web http://www.philosophica.ucv.cl/abs27hipertexto.htm


Nota 5: Critical Art Ensemble ‘El plagio utópico, la hipertextualidad y l a producción cultural electrónica’, en A Parte Rei, Nº 5.
- VÁSQUEZ, ROCCA. Adolfo, ‘El Hipertexto y la lógica del laberinto’ en Revista Latinoamericana de Filosofía aplicada. (RLFA), publicación asociada a Journal of Applied Philosophy (Inglaterra).


Nota 6: VÁSQUEZ, ROCCA. Adolfo, ‘Reconfiguración del concepto de Autor; Alteridad e Identidad’, En Cyber Humanitatis Nº 33 (Verano 2005) Revista de la Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile ISSN 0717-2869.
http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/texto_simple2/0,1255,SCID%253D14316%2526ISID%253D512,00.html


Nota 7: Según la expresión de Paul Feyerabend.


Nota 8: Herbert Marshall McLuhan (1911-1980). Dr. en Literatura Inglesa por la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Autor de ‘Comprender los Medios de Comunicación’, el libro de no ficción más vendido en Harvard y otras universidades.