MARIO VARGAS LLOSA
Israel/Palestina: paz o guerra santa
Aguilar
México, 2006
216 pp.
Mario Vargas Llosa, además de ser autor de 15 novelas, varias
de ellas capitales para la narrativa latinoamericana contemporánea,
así como de un puñado de relatos, obras de teatro y un
nutrido grupo de ensayos literarios, también lo es de un par
de reportajes y varias recopilaciones de artículos, donde ha
expuesto, de manera clara y sin ocultar contradicciones, sus puntos
de vista respecto de los más diversos asuntos, desde la Guerra
de Irak, pasando por la obra de Frida Kahlo, hasta cómo se curó
del miedo a los aviones.
Para el autor peruano, es deber de un escritor participar en el debate
de los problemas más acuciantes del mundo. Sin entrar a discutir
esta idea tan atractiva como controvertible, diré que Vargas
Llosa la ha aplicado a sí mismo, de modo que su labor periodística
ha corrido paralela a su obra creativa.
De hecho, antes de ser novelista, cuando aún no concebía
vivir de sus libros, fue reportero del diario limeño La Crónica.
Aún no cumplía los 16 años.
Ha sido tan importante el periodismo para Vargas Llosa que sin él,
en palabras suyas, no habría escrito al menos la mitad de sus
novelas. Producto de este compromiso del autor con su realidad circundante
son las compilaciones Contra viento y marea I, II y III, Desafíos
a la libertad y El lenguaje de la pasión; y los
reportajes Diario de Irak e Israel/Palestina: paz o guerra
santa. Este último es el que me ocupa.
Para escribirlo, Vargas Llosa permaneció 15 días en la
zona de conflicto entre israelíes y palestinos, recopilando información
de primera mano y de ambos bandos. ¿El resultado? Un libro que
no sataniza ni a unos ni a otros, sino que intenta comprender sus motivos,
sin caer en la tentación de justificarlos, y pugna por una solución
definitiva de una lucha que ha costado ya demasiadas vidas tanto a israelíes
como a palestinos.
Hay en Israel/Palestina… una esmerada claridad expositiva
y un acusado afán didáctico, los cuales posibilitan que
un lector neófito en el tema, como yo, pueda entender de qué
se le está hablando e incluso termine poseyendo un panorama aceptable
del conflicto.
El volumen está compuesto por los ocho artículos que Vargas
Llosa escribió desde aquel lugar y luego publicó en diversos
periódicos del mundo, y por siete artículos anteriores
a su visita, presentados como anexos. El libro está acompañado,
además, por las fotografías de Morgana Vargas Llosa, hija
del escritor, quien acompañó a éste durante toda
su estancia.
Vargas Llosa inicia su obra haciendo un retrato de Israel como una nación,
próspera y moderna, que a pesar de haber iniciado como Estado
apenas en 1948, ha pasado en muy poco tiempo del tercer al primer mundo,
ha resucitado una lengua muerta como el hebreo, ha alcanzado altos niveles
de desarrollo tecnológico, científico y militar, y sobre
todo se ha constituido como la primera democracia en toda la extensión
de la palabra del Oriente próximo, pues sus ciudadanos viven
en Estado de Derecho, se les respetan sus derechos humanos y se les
garantiza su libertad de expresión y crítica.
Sin embargo, para el autor todos estos logros quedan empañados
al contrastarlos con la discriminación que ejerce Israel contra
sus ciudadanos árabes y sobre todo con la invasión a tierras
palestinas, donde se veja, incomunica y hasta masacra a los palestinos.
Lamenta Vargas Llosa que, en 38 años de ocupación, los
dirigentes israelíes siempre se hayan dicho dispuestos a desear
la paz, a la vez que lo desmentían con sus políticas abusivas
contra los palestinos.
Pero tampoco estos últimos son unas blancas palomas: el autor
consigna cómo siembran el terror entre los israelíes al
hacerse explotar con dinamita, provocando el fin de cientos de vidas
inocentes.
Uno de los procedimientos de los que Vargas Llosa se vale en este reportaje
para concienciar e impactar al lector de forma más contundente
es poner nombres y apellidos a este viejo conflicto. Echando mano de
su pericia de narrador, Vargas Llosa presenta las historias de israelíes
y palestinos que entrevistó para documentarse, los cuales vuelven
concreto el drama colectivo: una mujer israelí que perdió
a su madre y a su hija en una explosión provocada por palestinos;
un hombre israelí que perdió a un amigo y resultó
quemado durante otra explosión; una familia palestina habitante
de las zonas ocupadas que apenas puede salir de su casa, acosada por
los colonos israelíes, que golpean a sus niños, orinan
sobre ellos, les tiran desperdicios.
Otra de las figuras que presenta Vargas Llosa en este libro es la del
fanático, por el cual siente fascinación, a juzgar por
declaraciones suyas y por sus novelas La guerra del fin del mundo
e Historia de Mayta. Y fanáticos es lo que sobra en
Israel/Palestina, tanto en uno como en otro bando. Los del
lado israelí creen que Dios le ha dado las tierras palestinas
y proponer devolvérselas a sus dueños originales les parece
un sacrilegio; los del lado palestino se hacen explotar en nombre de
Dios con el fin de matar israelíes inocentes y así vengarse
de los abusos cometidos contra su pueblo.
También cuenta Vargas Llosa historias de personajes moderados
de ambos bandos, quienes creen posible una solución real del
conflicto. Unos proponen la existencia de dos estados soberanos; otros
proponen un solo estado en el que israelíes y palestinos convivirían
en paz, en igualdad de condiciones y derechos.
Mientras que los ocho artículos que Vargas Llosa escribe desde
la zona de conflicto no tienen desperdicio, en cuanto a que permiten
al lector formarse un panorama claro de la situación, con testimonios
tanto de un lado como del otro, los textos que conforman el anexo parecen
redundar en el tema, ya que la información que dan aparece integrada
en los primeros ocho artículos. Dicho anexo parece más
bien una estrategia editorial para vender más caro el volumen.
Solo dos de los textos se salvan de redundar, pero tampoco le van bien
al libro, pues hablan secundariamente del conflicto israelí-palestino
y se ocupan sobre todo de Estados Unidos.
Lo peor de esta obra son los relatos de Vargas Llosa que acompañan
las fotos de Morgana: narrados en tercera persona, planeados como libre
recreación de las fotografías, son inverosímiles
y forzados.
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Para
saber más
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DATOS DEL AUTOR:
Javier Munguía (Hermosillo, Sonora,
México, 1983).- Escribe actualmente cuentos de nostalgia y ruptura
para Modales de mi piel, su tercer libro. También batalla con
su novela Hambre, que espera tener el valor de continuar y concluir.
Ha publicado los libros de cuentos Gentario (2006) y Mascarada (2007).
Quiere ser un buen escritor.