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Israel/Palestina: paz o guerra santa, de Mario Vargas Llosa
Javier Munguía
13/10/2007


MARIO VARGAS LLOSA
Israel/Palestina: paz o guerra santa
Aguilar
México, 2006
216 pp.

Mario Vargas Llosa, además de ser autor de 15 novelas, varias de ellas capitales para la narrativa latinoamericana contemporánea, así como de un puñado de relatos, obras de teatro y un nutrido grupo de ensayos literarios, también lo es de un par de reportajes y varias recopilaciones de artículos, donde ha expuesto, de manera clara y sin ocultar contradicciones, sus puntos de vista respecto de los más diversos asuntos, desde la Guerra de Irak, pasando por la obra de Frida Kahlo, hasta cómo se curó del miedo a los aviones.

Para el autor peruano, es deber de un escritor participar en el debate de los problemas más acuciantes del mundo. Sin entrar a discutir esta idea tan atractiva como controvertible, diré que Vargas Llosa la ha aplicado a sí mismo, de modo que su labor periodística ha corrido paralela a su obra creativa.

De hecho, antes de ser novelista, cuando aún no concebía vivir de sus libros, fue reportero del diario limeño La Crónica. Aún no cumplía los 16 años.

Ha sido tan importante el periodismo para Vargas Llosa que sin él, en palabras suyas, no habría escrito al menos la mitad de sus novelas. Producto de este compromiso del autor con su realidad circundante son las compilaciones Contra viento y marea I, II y III, Desafíos a la libertad y El lenguaje de la pasión; y los reportajes Diario de Irak e Israel/Palestina: paz o guerra santa. Este último es el que me ocupa.

Para escribirlo, Vargas Llosa permaneció 15 días en la zona de conflicto entre israelíes y palestinos, recopilando información de primera mano y de ambos bandos. ¿El resultado? Un libro que no sataniza ni a unos ni a otros, sino que intenta comprender sus motivos, sin caer en la tentación de justificarlos, y pugna por una solución definitiva de una lucha que ha costado ya demasiadas vidas tanto a israelíes como a palestinos.

Hay en Israel/Palestina… una esmerada claridad expositiva y un acusado afán didáctico, los cuales posibilitan que un lector neófito en el tema, como yo, pueda entender de qué se le está hablando e incluso termine poseyendo un panorama aceptable del conflicto.

El volumen está compuesto por los ocho artículos que Vargas Llosa escribió desde aquel lugar y luego publicó en diversos periódicos del mundo, y por siete artículos anteriores a su visita, presentados como anexos. El libro está acompañado, además, por las fotografías de Morgana Vargas Llosa, hija del escritor, quien acompañó a éste durante toda su estancia.

Vargas Llosa inicia su obra haciendo un retrato de Israel como una nación, próspera y moderna, que a pesar de haber iniciado como Estado apenas en 1948, ha pasado en muy poco tiempo del tercer al primer mundo, ha resucitado una lengua muerta como el hebreo, ha alcanzado altos niveles de desarrollo tecnológico, científico y militar, y sobre todo se ha constituido como la primera democracia en toda la extensión de la palabra del Oriente próximo, pues sus ciudadanos viven en Estado de Derecho, se les respetan sus derechos humanos y se les garantiza su libertad de expresión y crítica.

Sin embargo, para el autor todos estos logros quedan empañados al contrastarlos con la discriminación que ejerce Israel contra sus ciudadanos árabes y sobre todo con la invasión a tierras palestinas, donde se veja, incomunica y hasta masacra a los palestinos.

Lamenta Vargas Llosa que, en 38 años de ocupación, los dirigentes israelíes siempre se hayan dicho dispuestos a desear la paz, a la vez que lo desmentían con sus políticas abusivas contra los palestinos.

Pero tampoco estos últimos son unas blancas palomas: el autor consigna cómo siembran el terror entre los israelíes al hacerse explotar con dinamita, provocando el fin de cientos de vidas inocentes.

Uno de los procedimientos de los que Vargas Llosa se vale en este reportaje para concienciar e impactar al lector de forma más contundente es poner nombres y apellidos a este viejo conflicto. Echando mano de su pericia de narrador, Vargas Llosa presenta las historias de israelíes y palestinos que entrevistó para documentarse, los cuales vuelven concreto el drama colectivo: una mujer israelí que perdió a su madre y a su hija en una explosión provocada por palestinos; un hombre israelí que perdió a un amigo y resultó quemado durante otra explosión; una familia palestina habitante de las zonas ocupadas que apenas puede salir de su casa, acosada por los colonos israelíes, que golpean a sus niños, orinan sobre ellos, les tiran desperdicios.

Otra de las figuras que presenta Vargas Llosa en este libro es la del fanático, por el cual siente fascinación, a juzgar por declaraciones suyas y por sus novelas La guerra del fin del mundo e Historia de Mayta. Y fanáticos es lo que sobra en Israel/Palestina, tanto en uno como en otro bando. Los del lado israelí creen que Dios le ha dado las tierras palestinas y proponer devolvérselas a sus dueños originales les parece un sacrilegio; los del lado palestino se hacen explotar en nombre de Dios con el fin de matar israelíes inocentes y así vengarse de los abusos cometidos contra su pueblo.

También cuenta Vargas Llosa historias de personajes moderados de ambos bandos, quienes creen posible una solución real del conflicto. Unos proponen la existencia de dos estados soberanos; otros proponen un solo estado en el que israelíes y palestinos convivirían en paz, en igualdad de condiciones y derechos.

Mientras que los ocho artículos que Vargas Llosa escribe desde la zona de conflicto no tienen desperdicio, en cuanto a que permiten al lector formarse un panorama claro de la situación, con testimonios tanto de un lado como del otro, los textos que conforman el anexo parecen redundar en el tema, ya que la información que dan aparece integrada en los primeros ocho artículos. Dicho anexo parece más bien una estrategia editorial para vender más caro el volumen. Solo dos de los textos se salvan de redundar, pero tampoco le van bien al libro, pues hablan secundariamente del conflicto israelí-palestino y se ocupan sobre todo de Estados Unidos.

Lo peor de esta obra son los relatos de Vargas Llosa que acompañan las fotos de Morgana: narrados en tercera persona, planeados como libre recreación de las fotografías, son inverosímiles y forzados.

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Para saber más


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DATOS DEL AUTOR:


Javier Munguía (Hermosillo, Sonora, México, 1983).- Escribe actualmente cuentos de nostalgia y ruptura para Modales de mi piel, su tercer libro. También batalla con su novela Hambre, que espera tener el valor de continuar y concluir. Ha publicado los libros de cuentos Gentario (2006) y Mascarada (2007). Quiere ser un buen escritor.