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Las arañas de Louise Bourgeois hacen un alto en la Habana
Lena Iñurrieta Rodríguez
22/03/2005


Louise Bourgeois.……..Y corren por toda la ciudad, después de saltar desde las nubes rojizas del atardecer. No encuentran espacio suficiente para enfrentarse y amarse. Después de comerse uno de los hongos que les diera Alicia, cuando estuvieron en el País de las Maravillas, su estado físico varió notablemente. Ella gigantesca, sobrepasa todos los edificios con facilidad. Él, más pequeño la sigue con dificultades, ese mundo diminuto para ella es inmenso para él, pero no importa. Agitado y feliz le sigue la pista, más exactamente, sigue su destino. Sabe (seguro que lo sabe):- después de poseerla moriré, es la ley de la naturaleza y por ello terminaré mi vida feliz entre los ocho brazos de mi amor. Pero ahora están suspendidos en ese instante antes de ella abalanzarse sobre él, ese minuto uno frente al otro, eterno, en el cual se definirá todo…… último momento para decirse mutuamente las palabras más tiernas, pero las palabras del fin. Ella también morirá, el fruto de su amor, sus hijos, cobrarán la muerte del padre al que no conocerán. Estos padres se sacrificarán y después la vida continuará perpetuada en una historia que se repetirá cuando cada uno de sus hijos vivan el minuto eterno que ellos viven ahora.
-Te quiero, te quiero, te quiero -él le dice-. Lo único deseado es abrazarte mientras te miro a los ojos, a ver si se me quita esta ansiedad de verte. Estoy feliz de haberte encontrado, estoy muy feliz, aunque la frustración sea parte de esto, aunque la muerte sea a donde me conduces.
Ella no puede responder. Conmovida, comparte cada palabra pero no lo dice. Su cuerpo en una pausa, espera también el desenlace inevitable del destino.
Así, durante ese ínterin, los dos arácnidos de Louise Bourgeois se quedaron petrificados en el espacio que encontraron disponible frente a la Manzana de Gómez y el Museo de Arte Universal de Ciudad de la Habana, Cuba. Allí están todavía hoy y hasta el 26 de abril del 2005. Son parte de la exposición ‘Nos y Otros’, de la misma artista, con otras veintitrés esculturas y once grabados, exhibidas en el Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam
Los transeúntes las miran sorprendidos y cada uno teje para sí una historia, porque es imposible verlas y no inventarse una propia, sobre todo cuando colocadas en un lugar tan populoso quienes se las tropiezan distinguen una obra escultórica original tanto por su tamaño como por su tema. Más allá de un significado estético o de un concepto artístico específico, prevalece la interacción entre las piezas y los habitantes-caminantes-espectadores. Muchos no conocen nada sobre la autora. Ignoran totalmente el significado de los arácnidos dentro de su obra, no saben que es un homenaje a su madre. Y precisamente el desconocimiento los libera de las imposiciones cognoscitivas, les permite ser más creativos cuando la observan y la interpretan, y por ello disfrutarla más. La gente juega entre sus patas. Ya han sido parque de diversiones para niños, escenario para actrices, locación para fotografías, en fin han creado todo una respuesta en torno a ellas, distante a los reglamentos – no tocar- impuestos por algunas obras de arte.
Las arañas de Louise Bourgeois interaccionan con el espacio urbano, físico y psíquico, entran en la memoria vinculadas a la arquitectura del itinerario cotidiano. Esa plaza es en estos momentos “la plaza de las arañas” y lo será por un tiempo, aun después de retiradas. Como algo insólito transforman el contexto y de pronto uno está en un espacio fantástico donde puede ocurrir cualquier evento: despiertan sensaciones e historias. Para mí representa un amor que ha de terminar, pero quien sabe cual será la historia de cada quien cuando parado bajo las enormes estructuras de metal libere su mente para soñar con personajes de ficción dispuestos a forjar una historia que siempre será un motivo para ser feliz y sonreír.