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Más vale que esté muerto
Elena Méndez
25/11/2007


 

A la morena


Pos sí, Licenciada, ¿qué quería que hiciera? Le había advertido, no te acerques a los niños, desgraciado, y ahí va y se les pone enfrente, como si a mí se me hubiera olvidado lo de los cuernotes que me puso.

Viera qué gacho sentí cuando me encontré a una vecina en los Huizaches y me dice, aguas, Morena, vieron a tu marido con una morrita. Y ahí voy y lo tuerzo al muy coscolino, a horas en que debía estar trabajando, esperándola con un osito de peluche. Esto no se queda así, y que la desgreño. Defiéndeme, grita la otra. Y el cabrón, Morena, cálmate, no me calmo nada, degenerado, quítate, y la plebe se quedó llorando, tirada en la tierra, con las rodillas raspadas.

Me voy a la casa bien encabronada, me reclama la madre, por qué chingados había agredido a su hija, le salió una hija muy piruja, oiga, yo soy quien debo estar indignada, ¿a poco no sabía que andaba con mi marido? Y ya que se va la vieja llega aquél y me agarra a putazos, pa’ que se te quite, y me tira al suelo y me quiebra la pierna.

Y ahí voy toda madreada a la delegación. Me atendió una licenciada jovencita, así como usted. Me revisó un doctor. Detuvieron a mi marido; le echaron un año de cárcel.

La cholita se juyó con otro de los albañiles, uno bien morrillo, a los pocos días.

Los niños me preguntaron, ¿y mi apá?, les dije la verdad, me trató mal y por eso lo metí a la cárcel, no quiero que se les acerque.

Pasó el año. Por esas fechas a mi amá le habían dado vacaciones en la empacadora gringa y vino a vernos.

Llega el tacuache a quererse llevar a los niños de la escuela. Los niños lloraban, sobre todo la niña. Me avisó la doña que plancha, Morena, que ahí anda el susodicho. Ahí voy a cacharlo infraganti. ¿Qué te dije, cabrón? Que a los niños no me los tocaras. No me lo puedes prohibir. Cómo chingados no, estuviste en la cárcel. Y arranca pa’ la casa y agrede a mi madre santa. A navajazos.

      

Me agarraron lavándome las manos. Se me figuró que era sangre de rata, se me untaba como un tatuaje en las uñas.
Dígame si consiguió el periódico. ¿Salgo bonita? Téngamelo guardado. Recuerdo la cara del muy pendejo cuando le metí el cuchillo.

¿Qué por qué salgo con la sonrisota en la foto? Porque me deshice de una lacra. Sí, es cierto lo que dicen los reporteros. Que pegué un gritote cuando me confirmaron su muerte. Que posé para la cámara. Que dije, más vale que esté muerto, si no, me les pelo y voy y lo mato.

Entréguele esta carta a mi amá. Dígale que le encargo a los plebes, que no se olviden de su madre que los quiere tanto.


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DATOS DE LA AUTORA:


Elena Méndez (Culiacán, Sinaloa, México, 1981).- Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Narradora. Redactora de www.homines.com, Subdirectora de www.revistaespiral.org. Ha participado en los talleres literarios de los escritores mexicanos María Baranda, David Toscana Cristina Rivera Garza, Andrés de Luna y Anamari Gomís. Escritos suyos han sido publicados en España, Chile y México.