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A las ciudades les pertenecen los sueños
Rolando Gabrielli
27/12/2011


Si tú no estás en Nueva York,
En Nueva York no hay nadie
Ernesto Cardenal

Nueva York, (es un paréntesis) crucificada en sus rascacielos, en plena gloria, derrumbada en sus Torres Gemelas, tan llena de libertad, busca, siendo Babel, salir de su monólogo. Recurre a la literatura, al Arte, las palabras, para romper el cerco de hierro, la auto asfixia, esa página amarilla muda, insomne. La Gran Manzana, en estos tiempos huérfanos de poesía, de literatura real, vuelve con la alegría y esperanza de las palabras.

Silencio en el corazón del mundo. No hay olvido NY.

Hay Babel dentro de la Babel, los poetas nunca brillarán por su ausencia. Sorprendente este paréntesis. Aquí está la poesía en la calle, en tus manos, Lorca, Whitman, Lihn, Neruda, Cardenal, tocaron en profunda cuerda las hondas aguas del Hudson, las aceradas calles invernales y sus primaveras que no sabían que hacer con tanta belleza muerta en Manhattan.

Augusto Roa Bastos, que ya dio un paso al frente silencioso, advertía: Estamos caminando sobre la cornisa de una casa muy alta y no sabemos cuántos metros de profundidad tiene el abismo. Podemos resbalar en cualquier momento.

  

¿La poesía cae de los rascacielos? ¿O sube por las escaleras de servicio? Ciega aúlla en un sótano, y el Alcalde decreta un minuto de silencio por las víctimas de la palabra. No es una censura, sino un acto de fe. La moda está en creer, tragarse una rueda de carreta, el Caballo de Troya y soñar con el mito bajo de las sábanas. Se sienten millones de remos al mismo tiempo, el gesto mudo de la paciencia, avanza más lejos la noche que el día. La más global, se siente sola, la ciudad de los cien idiomas, como la poesía de nunca acabar, yace en una banca del Central Park, dándole comida a las palomas que se saben un símbolo de la paz vencida por la memoria.

Muchos nombres en NY. Un gran elenco y parloteo babélico temas individuales, voces también aisladas, en un mundo fragmentado, polarizado, dormido, anestesiado, secuestrado en su silencio, aterrorizado, paseado por el limbo universal.

Sitio de negocios, Arte, un lugar de reencuentro de los dos idiomas vecinos y allende los mares: castellano e inglés. Un corredor natural para el Verbo común. No vayamos tan lejos, si estamos aquí, al lado.

Nueva York, mi memoria está en tus calles desconocidas. Se vuela el poema en el cementerio urbano de la ciudad. El alba es el alba, en poesía no hay antes ni después. Es reflejo de neón, sueño de víbora, la palabra se arrastra en su paraíso perdido, inútil y no es posible reciclar su escombro. La lengua se aturde y el poema es el acto y supremo elogio a lo inefable, lo que se nombra porque no existe.

El poema Es también lo que Es, y nace de la Noche de la Noche, hijo de todas las oscuridades, en su secreto afán de Ser. Después de todo, su principal razón. Siempre es nuevo, no se parece ni así mismo. Pero también es pasado. El futuro es lo que le espera realmente si es verdadero.

  

El Verbo no es prisión eterna de su espada. ¿Cuántos filos tiene un poema? ¿O es hacha? ¿Un poema se poda así mismo T. S. Eliot? El tiempo es nómada y el poema su vasallo. ¿Dónde crece el viento, se reafirma el poema? ¿Tiene la raíz del aire? ¿Tiene la raíz de la raíz o de la palabra? La palabra tiene su casa matriz en el poema. Allí se enseñorean, rebuznan, cantan.

Estos poemas me nombran y son memoria de sus propias palabras. Tienen rótula, coyunturas, piel, pequeñas sandalias que se niegan a entrar al Infierno. Un poema es la superficie del carozo de su fruto. El poema no tiene corazón, porque debe latir por todas partes. Se sabe escrito por la yema de los dedos. Nunca niega lo que es, ni su reflejo y menos lo que no dice.

La poesía es un estado de muchas cosas repentinas, acumuladas, sorprendentes, obsesivamente, registradas y rumiadas. Todo está en gestación frente al poema, latente. No hay gracia, sino un panal lleno de palabras. La poesía carga sus dados y juega. Si el poema es redondo como un cuadrado, gana el lector. La X del poema nunca se despeja. El poema siempre interroga. Hilo suspendido en el Verbo, lenguaje de relucientes opacas monedas, madera húmeda, la red se atrapa así misma, en la palabra que la convierte en mariposa.

  

Nueva York, quise avisarte y no pude, esta noche no estaré en Nueva York. A las ciudades, a veces, les pertenecen los sueños.


KGB BAR


Este poema es confidencial,
la huella blanca de Siberia
se recuesta en la noche, aquí
en la 4ta. Calle del este 85,
en Nueva York
y un oso duerme detrás
de la Barra de KGB Bar.
Lo delata la respiración blanca,
un profundo sueño de invierno lejano.
Dan, un whisky en la roca,
dos vodkas y tres margaritas,
Glenn y Lincoln Bennet, close
la puerta roja en el 85,
es nuestra seguridad.
Denise debiera estar en Odessa,
descifrando el mensaje
de este poema.
Johnny, Jennifer, Kim,
que todos beban gratis, esta fría guerra
ha terminado.

NUEVA YORK

Nueva York, los edificios crecen
bajo la sombra de otros edificios.
La ciudad es una espiral
o duerme, dicen, somnolientas
sombras del atardecer y más.
La noche ya nos devuelve su cara
y le sonrío a esta virgen puta santa.
Con su velo de diosa cae el alba,
los escalones fríos que llevan sus tacos
y la veo correr en el Central Park,
loca, le digo, no dejes tu cintura
al viento, boca abajo sopla,
arriba el techo vuela estrellas,
un, dos, tres, cuatro pasos resuenan,
los días que no vuelve, vuelan,
la ciudad cruza la acera, un helado,
el frío no inmoviliza las palabras,
la ciudad es de risa, un cuerpo
inmóvil de cera, abrázame,
en el violeta la pared devora el graffiti.
Es el turno, la hora sin emergencia,
no me pidas un epitafio,
ahora quiero bailar.
(Rolando Gabrielli).

BABEL N.Y.

Un cajón no me devolverá
el secreto, ni el origen
del cuerpo que se lleva,
ni de sus palabras.
Lengua, mi idioma es otro,
si el sol sale al revés.
Qué rápido pasa el tiempo
En Nueva York.
Oh, Gran Manzana
apiádate de este frustrado viajero
que cansado vaga por tus postales,
y no confundas su poesía con otra poesía
y que no sea su memoria
como una maleta vacía.


Libertad
La libertad
es una golondrina
y hace verano.



WHITMAN EN N.Y.


Las calles de Manhattan están vacías de poesía.
Un poema no es una tienda o un policía a caballo,
ni siquiera este aroma de rosas náufragas
que alguien cuelga en sus manos y camina,
o la piel de un traje de estación
y estas muchachas que alumbran con sus risas
las vitrinas doradas de la Gran Manzana.
Nueva York, más bien le ha dado la espalda
a Walt Whitman, quien puso nombre a la poesía
sin nombrarla.
Las palabras están en todas partes y en ninguna,
la gente camina sin saber a dónde va,
es el principio de un poema y de una gran ciudad.
Una campana se queda en el eco de un nuevo silencio,
un poema puede encontrar su rostro en los cristales rotos
de una fachada, detrás de una ventana.
Respira mejor cuando nadie sabe que tú y yo respiramos aquí,
diosa pálida, poesía,
flotamos hoja madura de calendario.
Qué raro es estar sin ti a la hora del almuerzo,
mirar la mañana amarilla del otoño,
ver que no se detiene un segundo la ciudad,
y sus espaldas adolescentes cargan mochilas
y todo seguirá su curso en la nueva estación.
Whitman arrastró el poema como un servicio público,
enfermero, bombero, albañil, conductor, amante de la Nación,
voceó el poema a los cuatro puntos cardinales,
su cuerpo humeante fue la poesía
y repartió la palabra sin un Dios conocido.
Nadie que lo haya leído podría decir:
Whitman no sudó, vivió, disfrutó el aire.
Nació en Nueva York, donde hay poesía,
pero no poetas que bajo la noche,
detrás de los espejuelos del sol,
o donde el invierno puede llegar a tener sus propios árboles desnudos,
lloran los ojos rosados de la nieve,
la inmensa lluvia del poema.
Así creció la barba de nieve de Whitman,
la noche blanca de Manhattan, la noche negra de Brooklyn,
un pedazo de cielo dobla una esquina
y la historia se muda, sin barbas, muda de espanto.
Whitman recorrió las calles rosadas de San Francisco,
sn religión,
sin partido,
con convicción.
Siempre se confundió con el Hudson,
nunca estuvo al otro lado del río.
Todos saben por donde iba cantando.


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NOTA

Estos textos fueron pensados sobre una ciudad desconocida por el autor, imaginada, soñada. No es cualquier ciudad o espacio. Todo lugar tiene una historia y de él poseemos una percepción, aún a la distancia. Hay sitios imanes, emblemáticos, que forman parte de la memoria aún sin conocerlos. Imágenes que traen otras imágenes como si alguien nos dibujara un sueño. El tiempo trabaja como un doble a sueldo de la imaginación y nos repite sensaciones desconocidas, únicas, irrepetibles. La ciudad nos habita por lo que es y no es. No existe el tiempo, ni el paso de las horas, sino el lugar, que fue y volverá a ser con o sin nosotros. El pasado en las grandes ciudades pareciera no existir por un presente absorbente que devora e interpreta el eco de nuestros pasos en otra calle. Lo anónimo y vital, adquiere la forma de un sueño irrealizable, la perfomance perfecta de la ausencia.
Estos textos hablan de lo vivido detrás del espejo, quizás pensando que así ocurrió o que podría suceder. ¿La historia puede llegar a superar su propia historia? Es parte de un principio. ¿O todo es una película, un terrible mal entendido? Sí, es cierto, hablo de Madame Nueva York, la Gran Manzana, un fruto apetecido por millones de extranjeros en la menos extranjera ciudad quizás del mundo. Son palabras sobre palabras acuñadas en el tiempo, mientras veo caer el silencio blanco de la nieve como si el tiempo se ilusionara con un espacio nuevo, ignorado, por venir.
Estos textos circularon en Nueva York, New Jersey, Connecticut, Chicago, Miami, hace una semana, el pasado viernes 9 del 2011. Fueron anunciados en noviembre por el mensuario RAPANUI TIMES que recorre las calles y negocios de Nueva York y estas otras ciudades que menciono. Fueron escritos para un lector desconocido, pero estas palabras les pertenecían. (RG)


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DATOS DEL AUTOR:


Rolando Gabrielli (Santiago de Chile, 1947). Estudió Periodismo en la Universidad de Chile. Ejerció hasta el 11 de septiembre de 1973 en su país. Fue Corresponsal Extranjero en Colombia y Panamá (1975-79). Funcionario Internacional, experto en la industria bananera, encargado de estrategias para los ocho países de la región miembros de la UPEB, Editor de la publicación científico-técnica y económica, con circulación en 56 países, columnista de la revista alemana D+C (1979-89). Escribe para varios periódicos panameños como Analista Internacional y trabaja en el programa de la Unión Europea-PNUD, Tips On Line, mercadeo de oportunidades empresariales vía Internet. Asesor en estrategias empresariales, editor de Suplementos especializados, ha trabajado y lo hace actualmente en marketing.