Psicopolítica: el movimiento
de los indignados, la modernidad líquida y sus parias. -15-m-
Zygmunt Bauman y Edward Snowden [Nota
1]
1.- El Movimiento de los Indignados -15-M- y la globalización
de la protesta
El movimiento de los indignados se originó en las redes
del ciberespacio, y se le ha visto crecer en las calles de Europa, Estados
Unidos, Asia y América Latina. Zygmunt Bauman señala algunos
rasgos que caracterizan al movimiento de los indignados.
Las consignas de la rebelión y protesta pacífica tuvieron
su versión española en los acampados de la Puerta del
Sol (Madrid) –Surge así la conocida manifestación
del 15-M, días antes de las elecciones municipales en todo el
país.
En su estado actual la indignación es un insumo para cineastas,
literatos y artistas de la sociedad de la información y del espectáculo,
así como para activistas políticos y movimientos anárquicos.
Los principios del movimiento de los indignados son el apartidismo es
decir, el no reconocimiento de ninguna filiación a partidos políticos
o sindicatos, el pacifismo, la horizontalidad y la transparencia. No
aceptan ningún tipo de representatividad. Se constata la desaparición
de los medios de representación directa. Se organizan a través
de asambleas populares abiertas, celebradas en plazas o parques y está
estructurado en diversas comisiones (Legal, Comunicación, Acción)
y grupos de trabajo (Cultura, Educación, Política, Economía,
Medio Ambiente, Migración y Movilidad). Nada reconocible en los
viejos conceptos de la ciencia política o la sociología,
más bien se trata de un movimiento espontáneo.
El músico Jorge González
[Nota 2],
líder y vocalista de Los Prisioneros, es quien mejor lo describe
en su emblemática canción ‘No necesitamos banderas’ [Nota
3]:
‘Con la autoridad que
nos da el buen juicio y en pleno uso de nuestra razón / declaramos
romper de forma oficial los lazos que nos pudieron atar alguna vez
a una sola institución o forma de representación /
que nos declare parte de su total / con todo honestidad y con la
mente limpia renegamos de cualquier patrón / ya todas las
divisas nos dan indiferencias / renegamos de cualquier color / se
llame religión, se llame nacionalidad / no queremos representatividad
./ no necesitamos banderas / no reconocemos fronteras / no aceptaremos
filiaciones no escucharemos mas sermones /. Es fácil vegetar,
dejar que otros hablen y decir ‘ellos saben más que
yo’ / ponerse una insignia / marchar detrás de un líder
y dejar que nos esgriman con razón / no vamos a esperar,
la idea nunca nos gusto / Ellos no están haciendo
lo que al comienzo se pactó.’
- En el origen de las inestabilidades
sociales y políticas actuales se encuentra el hecho de que las
fuerzas económicas son globales, pero los movimientos ciudadanos
se mantienen anclados en lo local y/o nacional con insuficiente coordinación
internacional. En la base de esta disonancia está la evolución
desigual de la globalización, muy rápida en economía,
ciencias y tecnologías comunicacionales, pero lenta en estructuras
políticas globales, gobierno internacional, equidad y reconocimiento
recíproco de valores y experiencias entre distintas sociedades
y civilizaciones.
Fenómenos como el hiper-individualismo y la fragilidad de los
vínculos humanos dejan entrever cómo las sociedades telemáticas
dan lugar a nuevas formas de fuga y ausencia del mundo, a un malestar
cultural, donde hombres escindidos entre la agresión y el temor,
experimentan derivas identitarias y zozobras existenciales ante la exacerbación
del consumo, la alienación del trabajo y el terror difuso de
las ciudades del pánico. El movimiento de los indignados es un
fenómeno emocional y reactivo de gentes que se sienten solas
y amenazadas por la pérdida del empleo, la disminución
del sueldo, la dificultad de adaptación al riesgo. En su origen
la crisis tiene su principal causa en ‘la disociación entre
las escalas de la economía y de la política’ [Nota
4]. Las fuerzas económicas son globales y los poderes
políticos, nacionales. Esta descompensación que arrasa
las leyes y referencias locales convierte la creciente globalización
en una fuerza nefasta. De ahí, efectivamente, que los políticos
aparezcan como marionetas o como incompetentes, cuando no como corruptos,
y en efecto, muchas veces lo son.
El modelo capitalista obedece a los intereses de las transnacionales,
una súper-estructura frente a la que los gobiernos locales son
permeables y serviles, cuando no cómplices y accionistas, sin
tener en cuenta la devastación social que generan. Es significativo
que esto ya lo advirtiera Salvador Allende [Nota
5] – Presidente mártir- de Chile ante el foro
de las Naciones Unidas en 1972:
‘[...] Vengo de Chile, un
país pequeño, pero donde hoy cualquier ciudadano es
libre de expresarse como mejor prefiera, de irrestricta tolerancia
cultural, religiosa e ideológica, donde la discriminación
racial no tiene cabida. Un país con una clase obrera unida
en una sola organización sindical, donde el sufragio universal
y secreto es el vehículo de definición de un régimen
multipartidista, con un Parlamento de actividad ininterrumpida desde
su creación hace 160 años, donde los tribunales de
justicia son independientes del Ejecutivo, en que desde 1833 sólo
una vez se ha cambiado la carta constitucional, sin que ésta
prácticamente jamás haya dejado de ser aplicada. Un
país donde la vida pública está organizada
en instituciones civiles, que cuenta con Fuerzas Armadas de probada
formación profesional y de hondo espíritu democrático.
Un país de cerca de diez millones de habitantes que en una
generación ha dado dos premios Nobel de Literatura, Gabriela
Mistral y Pablo Neruda, ambos hijos de modestos trabajadores. En
mi patria, historia, tierra y hombre se funden en un gran sentimiento
nacional.
Pero, Chile es también un país cuya economía
retrasada ha estado sometida e inclusive enajenada a empresas capitalistas
extranjeras, que ha sido conducido a un endeudamiento externo superior
a los cuatro mil millones de dólares, cuyo servicio anual
significa más del 30% del valor de sus exportaciones; un
país con una economía extremadamente sensible ante
la coyuntura externa, crónicamente estancada e inflacionaria,
donde millones de personas han sido forzadas a vivir en condiciones
de explotación y miseria, de cesantía abierta o disfrazada.
[...]
-... Estamos ante un verdadero conflicto frontal entre las
grandes corporaciones y los Estados. Éstos aparecen interferidos
en sus decisiones fundamentales -políticas, económicas
y militares- por organizaciones globales que no dependen de ningún
Estado y que en la suma de sus actividades no responden ni están
fiscalizadas por ningún Parlamento, por ninguna institución
representativa del interés colectivo. En una palabra, es toda
la estructura política del mundo la que está siendo socavada.
Pero las grandes empresas transnacionales no sólo atentan
contra los intereses genuinos de los países en desarrollo, sino
que su acción avasalladora e incontrolada se da también
en los países industrializados donde se asientan. Ello ha sido
denunciado en los últimos tiempos en Europa y Estados Unidos,
lo que ha originado una investigación en el propio Senado norteamericano.
Ante este peligro, los pueblos desarrollados no están más
seguros que los subdesarrollados. Es un fenómeno que ya ha provocado
la creciente movilización de los trabajadores organizados, incluyendo
a las grandes entidades sindicales que existen en el mundo. Una vez
más, la actuación solidaria internacional de los trabajadores,
deberá enfrentarse a un adversario común: el imperialismo...[Nota
6].
- La incertidumbre
en que vivimos se corresponde a transformaciones como el debilitamiento
de los sistemas de seguridad que protegían al individuo y la
renuncia a la planificación de largo plazo: el desarraigo afectivo
se presentan como condición del éxito. Esta nueva (in)sensibilidad
exige a los individuos flexibilidad, fragmentación y compartimentación
de intereses y afectos, se debe estar siempre bien dispuesto a abandonar
compromisos y lealtades. Bauman se empeña en mostrar cómo
la esfera comercial lo impregna todo, que las relaciones se miden en
términos de costo y beneficio –de ‘liquidez’
en el estricto sentido financiero.
El movimiento de los indignados se originó en las redes del ciberespacio,
y se le ha visto crecer en las calles de Europa, Estados Unidos, Asia
y América Latina. Zygmunt Bauman señala algunos rasgos
que caracterizan al movimiento de los indignados:
En primer término señala que es fuerte en emociones y
consignas, pero muy débil en el plano de las ideas. Segundo,
que en el origen de las inestabilidades sociales y políticas
actuales se encuentra el hecho de que las fuerzas económicas
son globales, pero los movimientos ciudadanos se mantienen anclados
en lo local o nacional. En la base de esta disonancia está la
evolución desigual de la globalización [Nota
7], muy rápida en economía, ciencias y tecnologías
comunicacionales, pero lenta en estructuras políticas globales,
gobierno internacional, equidad y reconocimiento recíproco de
valores y experiencias entre distintas sociedades y civilizaciones.
El movimiento de los indignados nace en el interior de este desajuste
e intenta llenar la ausencia de una expresión ciudadana global
frente a la globalidad de los mercados. A lo anterior se une la legítima
indignación al ver que para intentar salir de la crisis financiera
los Gobiernos salvan a los banqueros sacrificando a las clases sociales
medias y a los trabajadores. Socializan las perdidas y privatizan las
ganancias. En una economía global, en la que los capitales financieros
circulan a gran velocidad y cambian de manos con frecuencia y que ofrece
productos financieros altamente sofisticados y automatizados, no todos
los inversores conocen la naturaleza última de la operación
contratada.
En tercer término, la sociedad global experimenta además
un proceso de reconfiguración socio-económica y cultural
cuyas dimensiones y consecuencias concretas son mucho profundas a las
imaginadas por los indignados. En este proceso de transformación
del Mundo interior del Capital [Nota
8]–como denomina Sloterdijk a esta esfera política-religiosa
y económica –imbricada en la lucha de los tres monoteísmos–
a la que pertenecen las revoluciones en el mundo árabe, el conflicto
israelí-palestino, el atmoterrorismo [Nota
9], la guerra en Afganistán, la gestión del
pánico como argumento central de la política.
En cuarto lugar, la crisis económica y financiera en Estados
Unidos a partir de las hipotecas subprime y la especulación
inmobiliaria, generada por la desconfianza crediticia–, que se
extiende a las hipotecas basura europeas y se evidencia con la crisis
bursátil que adviene y que –generalmente– se considera
el detonante de la crisis financiera de 2008 y de la crisis de la Burbuja
inmobiliaria. La crisis hipotecaria ha traído numerosas quiebras
financieras, nacionalizaciones bancarias, constantes intervenciones
de los Bancos centrales de las principales economías desarrolladas,
profundos descensos en las cotizaciones bursátiles y un deterioro
de la economía global real, que ha supuesto la entrada en recesión
de algunas de las economías más industrializadas del Globo.
A ello debe sumarse el encuentro-desencuentro de civilizaciones, la
crisis de la Unión Europea, la reforma del capitalismo o la evolución
del reformismo chino. En tal contexto los indignados están muy
lejos de ser el centro dinamizador del mundo o el eje sin el cual todo
se disgrega, ellos son una pequeña parte de una transformación
que en sus contenidos y formas supera por mucho los enunciados de sus
lemas y consignas.
En este punto, los indignados se presentan como ejemplo de igualitarismo
colectivista frente al exceso de individualismo en las sociedades estadounidense
y europeas. Se ‘sienten iguales’ entre sí, y buscan
construir un movimiento horizontal, sin liderazgos verticales, donde
todos se sometan a la voluntad colectiva de la indignación. Este
igualitarismo, sin embargo, es una ficción, como lo son los conceptos
de ‘voluntad colectiva’ y de ausencia de liderazgos verticales.
Los indignados no son iguales entre sí, en ellos hay dirigentes
y dirigidos, cada uno lleva al movimiento una carga biografía
intransferible y condiciones educativas y económicas diferenciadas,
al tiempo que el vocablo ‘voluntad colectiva’ no elimina
la necesidad de que alguien o algunos (los dirigentes) se arroguen el
derecho de personalizar esa supuesta voluntad como si la misma pudiera
objetivarse.
Sin embargo, uno de los grandes secretos protegidos por los sumos sacerdotes
del capitalismo [Nota 10]–que
el hombre puede vivir sin el control de autoridades auto-erigidas que
nos manipulen activando miedos ancestrales–, ahora, al igual que
antaño somos esclavos de unos pocos, los cuáles han ido
perfeccionando con el paso del tiempo la ‘concentración
del poder’ por parte de una siniestra casta llamada ‘la
clase política’, una cofradía de ineptos que aseguran
sus reelecciones, tanto como el nepotismo. El poder no se transfiere
del poder político, al religioso y de allí al militar,
en un proceso que según Russell [Nota
11] se retroalimenta, pertenece así sólo a
unas pocas familias que viven en un SU estado de Derecho Natural y maximizando
SU propiedad privada y la expansión de SUS negocios protegidos
de impuestos en algún paraíso fiscal, cuya única
razón de ser son el fraude.
2.- Individualismo, mercancía y el repertorio ideológico
de la desinhibición
La caracterización de la fase
tardía de la modernidad como un ‘tiempo líquido’
–la expresión, acuñada por Zygmunt Bauman [Nota
12] – da cuenta del tránsito de una modernidad
‘sólida’ –estable, repetitiva– a una
‘líquida’ –flexible, voluble– en la que
los modelos y estructuras sociales ya no perduran lo suficiente como
para enraizarse y gobernar las costumbres de los ciudadanos y en el
que, sin darnos cuenta, hemos ido sufriendo transformaciones y pérdidas
como el de la duración del mundo y sus objetos, vivimos bajo
el imperio de la caducidad [Nota
13] y la seducción; de la acumulación no funcional
y del individualismo exacerbado –fenómenos que han determinando
una nueva configuración de las relaciones ‘humanas’,
tornándolas precarias, transitorias y volátiles. Un momento
en que se renuncia a la memoria como condición de un tiempo post-histórico.
En la cultura posmoderna se acentúa un individualismo extremo,
una nueva ética permisiva y hedonista; al servicio del culto
al deseo y de su realización inmediata, una ideología
del bienestar que el Estado debiera garantizar. Vivimos un momento de
'consignas' cosméticas [Nota
14], reactiva al desencanto, indignados sin tolerancia a
la frustración. El principio personalizador, que se articula
como democratización del consumo de modelos por la vía
de la serialidad y la ética novedosa del crédito y la
acumulación no productiva. Hoy el glamour de las mercancías
aparece como nuestro paisaje natural, allí nos reconocemos y
nos encontramos con ‘nosotros mismos’, con nuestros ensueños
de poder y ubicuidad, con nuestras obsesiones y delirios, con los desperdicios
psíquicos en el escaparate de la publicidad —verdadero
espejo que nos devuelve nuestra imagen deformada— una verdadera
summa espiritual de nuestra civilización, el repertorio
ideológico de la desinhibición.
La sociedad de consumo supone la programación de lo cotidiano;
manipula y determina la vida individual y social en todos sus intersticios;
todo se transforma en artificio e ilusión al servicio del imaginario
capitalista y de los intereses de las clases dominantes. El imperio
de la seducción y de la obsolescencia; el sistema fetichista
de la apariencia y alienación generalizada. La construcción
del sentido social se desplaza del espacio de la política, hacia
un mundo que no tiene historia, sólo pantalla. Son las nuevas
formas de producción, las de un nuevo universo simbólico
en donde se resignifican las viejas utopías mediante un proceso
de descontextualización que las convierte en imágenes
sin historia; en mercancías.
En esos mismos medios de comunicación se desplazan hoy los actores
políticos jugando su rol hegemónico en la construcción
de sentido en tanto perpetran el secuestro de nuestra moral. La fe pública
violada ha creado las condiciones para el desprestigio de lo político
y con ello el de nuestras instituciones, así como de las complejas
organizaciones transnacionales que son el poder detrás del poder
y que se articulan según un modelo gansteril. Nuestra vida cotidiana
esta así signada por las abusivas relaciones mercantiles que
nos agobian con deudas e insomnio.
Por su parte hace más de diez
años, Bin Laden y su socio fáctico, el ex presidente norteamericano
George W. Bush, globalizaron el terrorismo de masas y la represión
a escala mundial. Exactamente una década después, el movimiento
de los indignados ha globalizado la protesta social y el hartazgo ante
un modelo de depredación social, de abuso y de consumo cuyo control
está reservado a una élite violenta e impune. Las protestas
que sacaron a la calle a miles de personas en todo el mundo vienen a
darle cuerpo a una corriente moral y política cuyos precursores
proponen modelos alternativos al encarnizado sistema neoliberal. Del
mismo modo la industria financiera desempeña un papel muy importante
en el discurso antisistémico actual, la crítica se ha
focalizado en la decisión de los gobernantes de Estados Unidos
y de otras Naciones ricas de cubrir a los banqueros, a fin de evitar
supuestos males mayores, al mismo tiempo que éstos, pese a todo,
no cambiaban su esplendoroso nivel de vida.
3.- Individualismo hedonista y bulímico; Del 'homo economicus'
al 'homo consumens'
La caracterización de la fase tardía de la modernidad
como un ‘tiempo líquido’ –la expresión,
acuñada por Zygmunt Bauman [Nota
15] – da cuenta del tránsito de una modernidad
'sólida' –estable, repetitiva– a una ‘líquida’
–flexible, voluble– en la que los modelos y estructuras
sociales ya no perduran lo suficiente como para enraizarse y gobernar
las costumbres de los ciudadanos y en el que, sin darnos cuenta, hemos
ido sufriendo transformaciones y pérdidas como el de la duración
del mundo y sus objetos, vivimos bajo el imperio de la caducidad [Nota
16] y la seducción; de la acumulación no funcional
y del individualismo exacerbado –fenómenos que han determinando
una nueva configuración de las relaciones ‘humanas’,
tornándolas precarias, transitorias y volátiles. Un momento
en que se renuncia a la memoria como condición de un tiempo post-histórico.
Y es que tal vez Lipovetsky tenga razón al señalar que
‘no vivimos el fin de la modernidad, sino por el contrario, estamos
en la era de la exacerbación de la modernidad, de una modernidad
elevada a una potencia superlativa. Estamos en una era ‘híper’:
hipercapitalista, de hiperpotencias, hiperterrorismo, hipervacaciones,
hiperindividualismos, hipermercados…’ [Nota
17]. De modo que lo que nos tiene que preocupar es la –fragilización
de los individuos-. El individuo hipermoderno es libre, pero frágil
y vulnerable. Disfruta de su individualismo hedonista y bulímico,
pero vive angustiado por la ausencia de referencias.
La modernidad líquida es una figura del cambio y de la transitoriedad:
‘los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo:
duran, mientras que los líquidos son informes y se transforman
constantemente: fluyen. Como la desregulación, la flexibilización
o la liberalización de los mercados’ [Nota
18].
Zygmunt Bauman muestra cómo la esfera comercial lo abarca todo,
cómo las relaciones, ‘los riesgos y angustias de vivir
juntos y separados’, son siempre pensadas en términos de
costos y beneficios, de conveniencia. El 'homo economicus' y el 'homo
consumens' definen y conforman la sociedad de mercado. Frente a ellos,
el 'homo sacer', los habitantes de los campos de refugiados, ‘obstinada
permanencia de lo efímero, que puede convertirse un día
en el hábitat común y corriente de todos los habitantes
de un planeta repleto y globalizado’ [Nota
19].
Asistimos a lo que Bauman llama el desvanecimiento de todo lo sólido
en el aire y la permanencia de todo lo líquido en la realidad
[Nota 20]. El desencanto(s)
que ya analizamos, tiene implicaciones no sólo en la constitución
social sino que incide directamente en todas las manifestaciones sociales.
La ausencia de algo definitivo en el centro de la vida empuja a buscar
una satisfacción momentánea en excitaciones, satisfacciones
en actividades continuamente nuevas, lo que nos induce a una falta de
quietud y de tranquilidad (hasta velar por la seguridad quita la tranquilidad)
que se puede manifestar como el tumulto de la gran ciudad, la manía
de los viajes, la lucha despiadada contra la competencia, la falta específica
de fidelidad moderna en las esferas del gusto, los estilos, las relaciones.
La ambivalencia parece ser el estatuto (el espacio vital) de la recomposición
cultural propia de la era de la globalización.
El incremento del individualismo y el incremento de la protección
de las formas de la vida privada –de la propiedad privada, del
domicilio privado– se ve reforzado por el el desarrollo de la
tecnología digital, con su posibilidades telemáticas.
La proliferación de los computadores personales en los hogares
medios del continente está alterando drásticamente los
modos de convivencia o de enclaustramiento en nichos personales, estaciones
de trabajo, o búnkeres del entretenimiento solitario. Una expansión
muy parecida a la de los televisores hace 5 o 6 décadas.
La exploración de nuevos mundos, el vértigo de las nuevas
carreteras de la información nos permiten traspasar fronteras
y gozar de una hiperconectividad que propicia la comunicación
con alejados individuos de todo el orbe, pero que paradojalmente limita
nuestros lazos afectivos familiares y fragmenta nuestros espacios de
relación cotidiana. La complejidad del ser humano se disgrega
en un contacto instrumental que rehuye la franquicia del cara a cara.
La relación de alteridad, cara a cara, a la que también
se refiere Levinas, es una relación ética originaria,
fundante de la afectividad y que se expresa a través de la imagen,
a través del rostro que me mira y me reclama, sin que pueda olvidarle,
sin que pueda dejar de ser responsable de su miseria [Nota
21].
Así para Levinas [Nota
22] el rostro, y en particular la mirada, es el principio
de la conciencia emotiva, ya que la identidad sólo puede constituirse
a partir de la mirada del otro; frente a ella develamos nuestra frágil
desnudez, nos volvemos vulnerables y comprensibles, somos traspasados.
Así el ser humano no puede entenderse ni ser entendido sino en
una compleja red de relaciones, constituidas por miradas que se entrecruzan
con otras, en un entorno amueblado por signos identitarios de diverso
orden y registro, por la fisionomía del rostro, por el acento
de un gesto facial.
Llega un momento en que ‘los individuos se retiran habitualmente
del campo de intercambio de miradas –que los griegos siempre comprendieron
también como campo de intercambio de palabras– a una situación
donde ya no necesitan el complemento de la presencia de los otros, sino
que, por decirlo así, son ellos mismos los que pueden complementarse
a sí mismos’.
Internet se convierte así en un simulacro del encuentro persona
a persona en una sociedad donde rozarse en un supermercado o acariciar
por la calle al niño de otro puede dar motivos respectivamente
para disculparse o para ser sospechoso de desorden sexual.
En lugar de ‘relaciones’,
en la modernidad líquida, debe hablarse de conexiones. A diferencia
de ‘relaciones’ o ‘pareja’ y categorías
semejantes que enfatizan el compromiso mutuo y excluyen su opuesto,
el descompromiso, la ‘red’ representa una matriz que conecta
y desconecta a la vez. No es sino el solipsismo de la navegación
por la Web.
Bauman en su análisis de las relaciones humanas en la sociedad
globalizada, profundiza en las paradojas del eros contemporáneo,
siempre temeroso de establecer lazos fuertes. La angustia ambivalente
del querer ‘vivir juntos y separados’ es lo que constituye
la actual condición humana, la del sexo sin compromiso de las
parejas semiadosadas.
4.- Vidas desperdiciadas y
comunidades desespiritualizadas: La modernidad y sus parias
Junto al individualismo podemos reconocer también como nota característica
de nuestras sociedades del consumo, la alienación del trabajo
y la degradación de los sin empleo. Bauman se vale de conceptos
tan provocadores como el de ‘desechos humanos’ para referirse
a los desempleados (parados), que hoy son considerados ‘gente
superflua, excluida, fuera de juego’. Hace medio siglo los desempleados
formaban parte de una reserva del trabajo activo que aguardaba en la
retaguardia del mundo laboral una oportunidad. Ahora, en cambio, dado
el desarrollo tecnológico ‘se habla de excedentes, lo que
significa que la gente es superflua, innecesaria, porque cuantos menos
trabajadores haya, mejor funciona la economía’. Para la
economía sería mejor si los desempleados desaparecieran.
De acuerdo a esta racionalidad utilitarista, en la actual producción
social los ciudadanos pobres se corresponderían con los de residuos
que las fábricas vierten en sus entornos creando tasas de contaminación.
Los pobres son detritus, se abandonan como stocks improductivos en las
aceras, quedan quietos en las esquinas de las barriadas periféricas.
Se alcoholizan en los suburbios, forman parte del aire tóxico
de los cordones industriales. Están ahí como parte del
sistema competitivo. Materialmente son un efecto de la producción,
moralmente son una consecuencia que el escrutinio del mercado aplica
sobre la heterogeneidad de los seres humanos [Nota
23].
La pobreza no se reduce, sin embargo,
a la falta de comodidades y al sufrimiento físico. Es también
una condición social y psicológica puesto que el grado
de decoro se mide por los estándares establecidos por la sociedad,
la imposibilidad de alcanzarlos es en sí misma causa de zozobra,
angustia y mortificación. Ser pobre significa estar excluido
de una vida normal generando sentimientos de culpa y vergüenza,
reduciendo la autoestima, se cierran las puertas para una vida feliz.
La ‘vida normal’ es la de los consumidores que pueden elegir
entre las diferentes oportunidades, brindándoles sensaciones
placenteras [Nota 24].
La consecuencia es resentimiento y malestar – sentimientos que
al desbordarse– se manifiestan en forma de actos agresivos o auto-destructivos,
o de ambos a la vez.
Estado del desperdicio, el pacto con el diablo: la decadencia física,
la muerte es una certidumbre que azota [Nota
25].
El alto grado de competitividad en vida social, en las confrontaciones
deportivas, en las carreras universitarias de mayor prestigio, en el
consumo, se corresponde con la agresividad del talante empresarial que
domina nuestras sociedades.
El amor, y también el cuerpo decaen. El cuerpo no es una entelequia
metafísica de nietzscheanos y fenomenólogos. No es la
carne de los penitentes ni el objeto de la hipocondría dietética.
Es el jazz, el rock, el sudor de las masas. Contra las artes del cuerpo,
los custodios de la vida sana hacen del objeto la prueba del delito.
La 'mercancía', el objeto malo de Mélanie Klein [Nota
26] aplicado a la economía política, es la
extensión del cuerpo excesivo. Los placeres objetables se interpretan
como muestra de primitivismo y vulgaridad masificada.
¿Quién soy? Esta pregunta sólo puede responderse
hoy de un modo delirante, pero no por el extravío de la gente,
sino por la divagación infantil de los grandes intelectuales.
Para Bauman la identidad en esta sociedad de consumo se recicla. Es
ondulante, espumosa, resbaladiza, acuosa, tanto como su monótona
metáfora preferida: la liquidez. ¿No sería mejor
hablar de una metáfora de lo gaseoso? Porque lo líquido
puede ser más o menos denso, más o menos pesado, pero
desde luego no es evanescente. Sería preferible pensar que somos
más bien densos – como la imagen de la Espuma que propone
Sloterdijk para cerrar su trilogía Esferas, allí con la
implosión de las esferas– se intenta dar cuenta del carácter
multifocal de la vida moderna, de los movimientos de expansión
de los sujetos que se trasladan y aglomeran hasta formar espumas donde
se establecen complejas y frágiles interrelaciones, carentes
de centro y en constante movilidad expansiva o decreciente.
La imagen de la espuma es funcional para describir el actual estado
de cosas, marcado por el pluralismo de las invenciones del mundo, por
la multiplicidad de micro-relatos que interactúan de modo agitado,
así como para formular una interpretación antropológico-filosófica
del individualismo moderno. Con ello Espumas responde a la pregunta
de cuál es la naturaleza del vínculo que reúne
a los individuos, formando lo que la tradición sociológica
llama ‘sociedad’, el espacio interrelacional del mundo contemporáneo.
Nuestras comunidades son artificiales,
líquidas, frágiles; tan pronto como desaparezca el entusiasmo
de sus miembros por mantener la comunidad ésta desaparece con
ellos. No es posible evitar los flujos, no se pueden cerrar las fronteras
a los inmigrantes, al comercio, a la información, al capital.
Hace un año miles de personas en Inglaterra se encontraron repentinamente
desempleadas, ya que el servicio de información telefónico
había sido trasladado a la India, en donde hablan inglés
y cobran una quinta parte del salario .
Nota
1: Edward Snowden (1983) consultor tecnológico estadounidense,
informante, antiguo empleado de la CIA (Agencia Central de Inteligencia)
y de la NSA (Agencia de Seguridad Nacional). En junio de 2013, Snowden
hizo públicos, a través de los periódicos The Guardian
y The Washington Post, documentos clasificados como alto secreto sobre
varios programas de la NSA, incluyendo los programas de vigilancia masiva
PRISM y Xkeyscore. Snowden filtró documentos que prueban cómo
el Gobierno de EEUU ha estado espiando a través de la NSA a millones
de ciudadanos interceptando sus llamadas telefónicas y accediendo
a sus datos personales a través de los servidores de grandes
empresas como Microsoft, Apple, Yahoo, Facebook, YouTube o Skype.(The
Guardian -The Washington Post).
Nota 2: Jorge González:
Vocalista, bajista, compositor, líder y cerebro del grupo de
rock-pop chileno Los Prisioneros, una banda de letras contestatarias
y musicalmente orientada hacia lo político, el punk, el ska,
el new wave y el electropop. Su trayectoria con Los Prisioneros y como
solista lo han posicionado como uno de los mejores cantautores de la
música chilena, siendo comparado incluso con Víctor Jara
y Violeta Parra.
Nota 3: ‘No
necesitamos banderas’ es el
octava pista del álbum La voz de los '80 del grupo chileno ‘Los
Prisioneros’. El 30 de octubre del año 2000, una grabación
en vivo fue lanzada como sencillo promocional del álbum El cassette
pirata.
Nota
4 : TOURAINE, Alain, Después de la crisis. Por un
futuro sin marginación, Ed. Paidós, Estado y Sociedad,
Madrid, 2011.
Nota 5:
Estados Unidos tiene una larga lista de intervenciones en el mundo y
en especial en Latinoamérica. Chile no fue una excepción.
Inmediatamente después de que el gobierno de Allende asumiera
la alta magistratura, Estados Unidos procuró poner presión
económica sobre Chile. Los documentos del Consejo Nacional de
Seguridad estadounidense (NSA), más tarde pedidos que fueran
desclasificados por el Presidente estadounidense Bill Clinton, incluyen
el memorándum de decisión No 93, con fecha 9 de noviembre
de 1970, escrito por Henry Kissinger y dirigido a los jefes de los departamentos
diplomático, defensa e inteligencia. Este documento declaró
que la presión debería ser colocada en el gobierno Allende
para prevenir su consolidación y limitar su capacidad de poner
en práctica políticas contrarias a las de Estados Unidos
e intereses hemisféricos, como la nacionalización total
de Allende de varias empresas extranjeras y la industria de cobre. Expresamente,
Nixon dijo que ningún nuevo compromiso de ayuda económicos
bilateral fuera emprendido con el gobierno de Chile. [Uribe, Armando
(1975). The Black Book of American Intervention in Chile (en inglés).
Boston: Beacon Press].
Nota
6 : Discurso de Salvador Allende en la Asamblea General de las
Naciones Unidas Naciones Unidas. Nueva York, 4 de diciembre de 1972
http://www.salvador-allende.cl/Discursos/1972/NU.pdf.
Nota 7:
RODRIK, Dani, La paradoja de la globalización. Democracia
y el futuro de la economía mundial, Ed. Antoni Bosch, Barcelona,
2011.
Nota
8 : VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Heidegger y Peter Sloterdijk
y Walter Benjamin: 'Air Conditioning' en el Mundo interior del Capital,
En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas
- Universidad Complutense de Madrid, Nº 22 | Enero-Junio.2009 (II)
pp. 275-285 http://www.ucm.es/info/nomadas/22/avrocca.pdf.
Nota 9:
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Peter Sloterdijk: Temblores de aire,
atmoterrorismo y crepúsculo de la inmunidad, En NÓMADAS,
Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas - Universidad
Complutense de Madrid, | Nº 17 | Enero-Junio 2008 -1º / 1
| pp. 159-168 http://www.ucm.es/info/nomadas/17/avrocca_sloterdijk3.pdf.
Nota 10:
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Peter Sloterdijk: El animal acrobático,
prácticas antropotécnicas y diseño de lo humano”,
En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas
- UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID, NÓMADAS. Nº 39 | Julio-Diciembre,
2013 (I) pp. 100-125
http://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/39/adolfovrocca_es.pdf
.
Nota
11: RUSSELL, B, El poder en los hombres y en los pueblos,
Editorial Losada, 4a. ed., Buenos Aires 1968. (Power. A new social analysis,
Londres: George Allen &. Unwin, 1938).
Recuérdese el caso Edward Snowden, ingeniero informático
estadounidense, que en 2013 filtró los documentos que prueban
cómo el Gobierno de EEUU ha estado espiando a través de
la Agencia Nacional de Inteligencia (NSA) a millones de ciudadanos interceptando
sus llamadas telefónicas y accediendo a sus datos personales
a través de los servidores de grandes empresas como Microsoft,
Apple, Yahoo, Facebook, YouTube o Skype.(The Guardian -The Washington
Post). Finalmente, la composición actual de la economía
mundial se basa en el crecimiento del militarismo, que está creando
las condiciones para el estallido de una nueva guerra mundial.
Nota 12:
DBAUMAN, Zygmunt, Modernidad líquida, Editorial Fondo
de Cultura Económica, México DF, 2003.
Nota 13:
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Baudrillard; Cultura, simulacro
y régimen de mortandad en el Sistema de los objetos, En
Cuaderno de Materiales, Universidad Complutense de Madrid, Nº 23
– 2012. http://www.filosofia.net/materiales/pdf23/CDM45.pdf.
Nota 14:
LIPOVETSKY, Gilles, (1992) El Crepúsculo del Deber; La ética
indolora de los nuevos tiempos democráticos, Colección
Argumentos, Editorial Anagrama, Barcelona, 1998, pp. 95 – 97.
Nota
15: BAUMAN, Zygmunt, Modernidad líquida, Editorial
Fondo de Cultura Económica, México DF, 2003.
Nota 16:
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “Baudrillard; Cultura, simulacro
y régimen de mortandad en el Sistema de los objetos.”,
En Cuaderno de Materiales, Universidad Complutense de Madrid, Nº
23 – 2012. http://www.filosofia.net/materiales/pdf23/CDM45.pdf.
Nota
17: LIPOVETSKY, Gilles, Los tiempos hipermodernos, Editorial
Anagrama, Barcelona, 2006
Nota 18:
BAUMAN, Zygmunt, Modernidad líquida, Editorial Fondo
de Cultura Económica, México DF, 2003
Nota 19:
BAUMAN, Zygmunt, Amor Líquido, Sobre la fragilidad de los
vínculos, humanos, Editorial: F.C.E. México, 2005.
Nota 20:
BAUMAN, Zygmunt, La sociedad sitiada, Editorial F.C.E. , Buenos
Aires, 2004.
Nota
21: VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Individualismo, modernidad
líquida y terrorismo hipermoderno; de Bauman a Sloterdijk,
En ERRANCIA, La Palabra Inconclusa– Revista de Psicoanálisis,
Teoría Crítica y Cultura, Nº 3 © 2012, Universidad
Nacional Autónoma de México UNAM
Nota 22:
LÉVINAS, Emmanuel (1993). Entre nosotros: ensayos para pensar
en otro. Editorial Pre-Textos, Valencia
Nota
23: VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Zygmunt Bauman: Modernidad
Líquida y Fragilidad Humana, En NÓMADAS, Revista
Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas - Universidad
Complutense de Madrid, Nº 19 – 2008 (I), pp. 309-316
Nota 24:
BAUMAN, Zygmunt, (2000) Trabajo, consumismo y nuevos pobres,
Editorial Gedisa, Barcelona, 2003, p. 64.
Nota 25:
BAUMAN, Zygmunt, Vidas desperdiciadas: La modernidad y sus parias.
Barcelona. Paidós Ibérica. 2005
Nota 26:
Redes Teoría de las relaciones objetales de Melanie
Klein
Nota
27: VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Peter Sloterdijk: Espumas,
mundo poliesférico y ciencia ampliada de invernaderos, En
NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas
- UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID, Nº 18 – 2008, pp. 315
– 322. http://www.ucm.es/info/nomadas/18/avrocca.pdf
Nota 28:
SLOTERDIJK, Peter, Esferas III , Espumas, Editorial Siruela,
Barcelona, 2005
__________________________
DATOS DEL AUTOR:
Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense
de Madrid, Departamento de Filosofía IV, mención Filosofía
Contemporánea y Estética. Profesor de Postgrado del Instituto
de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de
Valparaíso; Profesor de la Escuela de Psicología y de
la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago. Miembro del Consejo Editorial
Internacional de la 'Fundación Ética Mundial' de México.
–Miembro del Consejo Editorial Internacional de 'Reflexiones Marginales'
–Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Miembro
Titular del Consejo Editorial Internacional de Errancia, Revista de
Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura –UNAM–
Universidad Nacional Autónoma de México. –
Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante
en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad
Autónoma de Puebla. Profesor Asociado al Grupo Theoria –
Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado –UCM. Eastern
Mediterranean University - Academia.edu. Académico Investigador
de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad
Andrés Bello. –Investigador Asociado y Profesor adjunto
de la Escuela Matríztica de Santiago –dirigida por el Dr.
Humberto Maturana. Consultor Experto del Consejo Nacional de Innovación
para la Competitividad (CNIC)– Artista conceptual. Ha publicado
el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas
de climatización, Colección Novatores, Nº 28, Editorial
de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia,
España, 2008. Invitado especial a la International Conference
de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale
2011. Traducido al Francés - Publicado en la sección Architecture
de la Anthologie: Le Néant Dans la Pensée Contemporaine
. Publications du Centre Français d'Iconologie Comparée
CFIC, Bès Editions , París, © 2012. Profesor de Postgrado,
Magister en Biología-Cultural, Escuela Matríztica de Santiago
y Universidad Mayor 2013 – 2014.