Las amó a todas,
qué quieren que les diga,
estoy aquí para interpretar
su voz,
confesar
sus días de gloria,
llevar su canto
a la tierra que amó sin espanto,
con sus olas el mar.
Del Sur vienen las lluvias,
el tren con sus Musas de boinas rojas,
Estación Central.
El Poeta está en casa
con sus campanas alegres,
vuelve a nacer
en Parral, Temuco, Maruri,
Santiago, México, Buenos Aires,
Isla Negra, donde el tiempo
fija alas al viento.
104 años es el tiempo
de la primavera,
botón por botón,
renace la poesía,
brota el sueño,
la rosa, la Utopía.
(Rolando Gabrielli)
Aquí está el árbol
del olvido
de él saqué un trozo de madera
para grabar tu nombre...
Aquí en Isla Negra
está la ola estrellada
que trae tu recuerdo
compañera del cielo
Neruda versos inéditos a Alicia......esta Historia continúa...
Amé otra vez y levantó el amor/ una ola en mi vida y fui
llenado/ por el amor, sólo por el amor, / sin destinar a nadie
la desdicha. Memorial de Isla Negra, Pablo Neruda.
Pablo Neruda, la poesía están de plácemes: 104
años cumple hoy el poeta, y lo están celebrando en La
Sebastiana, Valparaíso y la Chascona, Santiago, y mañana
en Isla Negra, su último puerto frente al mar de Chile. No es
Isla, ni es negra, pero sí lo es su roca en el mar y Neruda así
la bautizó. Se transformaría en su principal refugio y
si no andaba de viaje, estaba en Isla Negra. Los principales objetos
que coleccionaba por el mundo y dentro de Chile, viajaban hacia Isla
Negra, ‘un puerto’ de reencuentro del mundo material nerudiano,
que en su poesía nunca tuvo límites.
La historia de Neruda, como su poesía
es tan conocida, como sus amores, vida, porque fue un hombre público
y en su palabra más íntima, están sus aciertos
y errores, convicciones, pasiones, su manera de ver y sentir la vida,
el hombre y las cosas. Isla Negra está a cien kilómetros
de Santiago, en las proximidades del puerto de San Antonio. Yodo y sal
es lo que se respira del mar de Isla Negra, que truena y cuyas olas
inmensas revientan en las rocas. Así describe el paisaje del
mar Neruda, en estos versos inéditos que conforman un poemario
de 14 páginas, de acuerdo con el coleccionista, Nurieldin Hermosilla,
quien los dio a conocer hace unos días. Forman parte y dan vida
al Álbum de Isla Negra. La dedicatoria revelada recientemente
es esta: ‘Isla Negra. Pablo Neruda. Para que navegues por
mi poesía. Para mi querida Alicia’. El libro, subraya
Hermosilla, descansa en estos poemillas que son típicas cosas
de Neruda y de sus álbumes. Yo tengo cuatro de los cinco que
al parecer hizo: Java, Nyon, Terusa e Isla Negra. Sólo me falta
el de Capri, que, me parece, está en la Fundación. El
Álbum de Capri corresponde a Versos del Capitán,
donde Neruda le escribió a Matilde en Pequeña América:
Cuando miro la forma/ de América en el mapa/, amor, a ti
te veo:/ las alturas del cobre en tu cabeza,/ tus pechos, trigo y nieve,/
tu cintura delgada,/veloces ríos que palpitan, dulces colinas
y praderas/y en el frío del sur tus pies terminan/ su geografía
de oro duplicado./ Amor, cuando te toco/ no sólo han recorrido/mis
manos tu delicia, sino ramas y tierra, ¡rutas y agua,/ la primavera
que amo,/ la luna del desierto, el pecho/ de la paloma salvaje,/ la
suavidad de las piedras gastadas/ por las aguas del mar o de los ríos/
y la espesura roja/ del matorral en donde la sed y el hambre acechan./
Y así mi patria extensa me recibe,/ pequeña América,
en tu cuerpo./ Aún más, cuando te veo recostada/ veo en
tu piel, en tu color de avena,/ la nacionalidad de mi cariño.
En cinco mil metros cuadrados de terreno,
Neruda logró construir 500 metros cuadrados de su propiedad,
inventada por su imaginación y deseos, y así fue creando
espacios, que cualquier arquitecto, quizás habría volado
por alguna ventana por ese mar de algas y cochayuyos, sin comprender
los caprichos de su dueño, el Vate de Isla Negra. La casa se
llenó de rincones, objetos, recuerdos, vida, pasillos, puertas,
recámaras, sitios más privados y de todo lo que Neruda
consideró que le pertenecía.
Yo recuerdo en el 2000, cuando hablábamos de Neruda que había
dejado siete libros inéditos y me preguntabas con asombro: ¿es
verdad? y la conversación brotó como en cascada. Neruda
nunca pensó ni remotamente que iba a morir en circunstancias
tan difíciles y dolorosas, porque se preparaba para su cumpleaños
número 70, que celebraría con la tradicional edición
de sus libros. Uno por cada década. Hablábamos en la noche
como iluminados, separados por el mar, unidos a las estrellas y la luz
de la luna tenue, a uno y otro lado...¿Recuerdas? Y Neruda diciéndonos
en su libro El Corazón Amarillo.
Yo volví del fondo del mar odiando las cosas mojadas:me sacudí
como los perros de las olas que me querían y de repente me sentí
contento de mí desembarco y únicamente terrestre.
El Mar y las campanas, ¿recuerdas?
Y solo
su campana
allí está entre las otras
guardando en su vacío
un silencio implacable
que se repartirá cuando levante
su lengua de metal ola tras ola.
De tantas cosas que tuve,
andando de rodillas por el mundo,
aquí, desnudo,
no tengo más que el duro mediodía
del mar, y una campana.
Me dan ellos su voz para sufrir
y su advertencia para detenerme.
La noche nerudiana atravesaba el frío norte sobre el cálido
buzón tropical. Las palabras pesadas, livianas, estallando como
el cristal de la noche, reflejo del reflejo. Un gran poeta, me decías,
uno de mis favoritos. Yo había dado la conferencia: Neruda,
todos los nerudas, título cortaziano, él argentino
un admirador del chileno y reconocía influencias en su novelística.
Sí, te decía, son muchos poetas en Neruda, sus libros
como Residencia en la Tierra, Canto General, Odas elementales, 20
Poemas de Amor y una canción desesperada, Tentativa del Hombre
infinito, en fin. La poesía seguía viajando en la
palabra de dos. Detrás del sol, el sol, sin fronteras, la
palabra, la palabra, me repetía. Tú eres mi poeta,
mi Neruda, me dijiste, estás vivo. Estallé en una carcacajada
de Sur a Norte y debe estar escuchándola ahora Pablo Neruda que
conmemora (hoy 13 de julio) sus 104 en Isla Negra, un día después
de su fecha real, el 12 de julio. Mis amigos, los poetas, José
Ángel Cuevas y Manuel Silva Acevedo, y David Bustos, a quien
no conozco, conmemoran la fecha en Isla Negra con recitales.
¿Como serán tus ojos, me preguntaba? ¿Tus manos,
tu risa, tus pies, tus piernas, tu mirada, tus sueños, tus días,
tus albas? Esa noche Sur y Norte, como los copihues.
Y ahí está Neruda en Isla Negra, en la cordillera de la
Costa, entre Vicente Huidobro, sobre la cima de un cerro en Cartagena,
respirando el mismo mar, a y Nicanor Parra, vivo aún, en Las
Cruces, quien con sus binoculares observa Isla Negra y Cartagena. El
peso de la Cordillera de la Costa en materia de poesía sobre
el resto de la geografía nacional es indudable, aunque existen
poetas que respiran por todo el territorio patrio.
Huidobro y Neruda polemizaron en su tiempo con De Rokha como telón
de fondo bramando por los cuatro vientos y costados. Fueron tiempos
memorables para la poesía en un país del tercer para cuarto
mundo, una pobre capitanía general abandonada a su desierto,
mar y nieve, a los ventisqueros de Chile y su Patagonia encantada. La
sal y la pimienta, la trajo después Nicanor Parra, antipoeta
de Chillán, a poco más de 200 kilómetros de Temuco.
Parra se subió al tren de la poesía cuando nadie lo esperaba
y se puso a pedalear a su manera contra todo, primer contra si mismo
y luego se transformo en gas en su carrucel multicolor. Dijo Parra con
respeto, humor, resignación y mucho realismo: ‘Hay dos
maneras de refutar a Neruda: una es no leyéndolo, la otra es
leyéndolo de mala fe. Yo he practicado ambas, pero ninguna me
dio resultado’.
Hablamos de la Hormiguita esa noche:
¿recuerdas? Sí, la aristocrática, culta, rica,
espléndida Delia del Carril, argentina, y tal vez la mujer más
importante de Neruda, con quien vivió casado 18 años.
Delia cambió la historia de Neruda y con ella escogió
la casa de Isla Negra, el terreno, cuando regresaron de España
al departamento de Silvia Thayer en Santiago. Volodia Teitelboim, su
mejor biógrafo, nos habla de esta mujer de una sensibilidad extraordinaria,
artista, pintora, comunista y quien fuera la ‘maestra y orientadora
de Neruda’. Fue Delia quien le presentó a Picasso, Juan
Gris, los surrealistas, empezando por Aragón, informa Teitelboim.
En España era amiga de García Lorca, Alberti, Hernández,
quienes serían amigos posteriormente de Neruda y parte importante
de su destino poético y político. Ella percibió
en él al poeta al cual ella podría empujar a vuelos más
altos, afirma Volodia. El poeta mexicano José Emilio Pacheco,
afirmó que Residencia en la Tierra es el mejor libro
surrealista escrito en cualquier idioma. Se casaron en México
en 1943. Delia había estudiado arte en París y cantaba.
Delia fue una mujer secreta, nunca
se refería a ella, amiga de Jorge Luís Borges hasta el
fin de los días del ficcionador universal argentino, porque ella,
físicamente, viviría casi al fin de los tiempos: 104 años.
Participó activamente en la edición del Canto General,
una de las cumbres nerudianas. Promovió la obra del poeta hasta
el año 1955, cuando se separaron. Delia nunca dejó de
ser argentina y siento que fue una mujer sin fronteras, una adelantada
de su tiempo, una mujer briosa como sus magníficos caballos que
pintó hasta el final de sus días. Expuso su arte casi
por 30 años, entre París, Buenos Aires y Santiago de Chile.
Es difícil que Neruda haya olvidado a semejante bello animal
bohemio, Musa generosa..., nacida sin límites, ni vencida por
los vientos de la historia...Tú, la del país extenso/a
mí llegabas... le dice en memorial de Isla Negra. Delia,
entre tantas hojas/del árbol de la vida/tu presencia/en el fuego/tu
virtud/de rocío:/en el viento iracundo/una paloma....que el amor
extinguido noe s la muerte/sino una forma amarga de nacer...Por eso,
pasajera/suavísima,/hilo de acero y miel que ató mis manos/en
los años sonoros/existes tú no como enredadera/en el árbol
sino con tu verdad.
¿Al poeta le sobraba amor en su poesía y vida real? Difícil
indagación en el corazón humano. Las bestias suelen ser
fieles al agua que bebe y al aire que respiran. En Memorial de Isla
Negra, si usted lee e indaga en sus páginas, mi querido lector,
encontrará versos a una de sus Musas de 20 Poemas de Amor
y una canción desesperada: Terusa, ¿un recuento de
su autor de algunos amores que consideró importantes? El corazón
es un músculo, toc, toc, toc, tiene una puerta que a veces es
muy grande y se abre como el sol de las mañanas y oscurece como
en las noches sin estrellas. Terusa/ abierta entre las amapolas/
centella negra/ de primer dolor/ estrella entre los peces/ a la luz/
de la pura corriente genital,/ave morada del primer abismo... Terusa
de ojos anchos...
Neruda no se detuvo en Veinte Poemas de Amor, ni en los Versos
del capitán, ni en toda su poesía amorosa, todo fue
inútil para detener su último y torrencial amor con Alicia.
Avezados sabuesos y sabuesas intrigadas, hurgaron en los confines de
la geografía para encontrar a la Musa que volvió a reencantar
el corazón del Mago Merlín, al Buda de Isla Negra. Alguien
llegó a Arica, la última ciudad de Chile en el Norte,
o el principio de Chile como país hacia el Sur, a tocar la puerta
de Alicia, cuya modestia y olvido supera los sueños de su gran
amor. Alicia se esfumaba cuantas veces fuera necesario y no dejaba más
huella que su silencioso misterio de no estar para entrevistas ni respuestas
a su vida amorosa con Pablo Neruda. El pasado es más poderoso
a veces que el futuro. Cuenta una de las rastreadoras más audaz,
la periodista Inés María Cardone.
‘Pero ni los treinta años que lleva muerto ni los cien
desde su nacimiento ni cualquier excusa es suficiente para convencer
a Alicia o a Rosario. Mi insistencia, que no fue leve, alcanzó
para convencer a la hija y con ella mantuve una breve entrevista. En
la puerta de su casa en Arica, conversé con esta pelirroja que
tuvo en Neruda a un padre amoroso y complaciente, que le permitía
entrar a su escritorio, que le celebraba sus dibujos y que la quería
como a la hija que siempre quiso tener. No tiene más que buenos
recuerdos y la estricta convicción de que su madre, la última
mujer que Neruda amó, ejerce un silencio respetable y que ella
no hará nada por hacerla cambiar de opinión. Lo que ellos
vivieron es un secreto que algún día Alicia se llevará
a la tumba.’ Estas expresiones son de hace cuatro años
hasta que Nurieldín Hermosilla, el coleccionista, se encontró
con los versos escritos a mano: la revelación de las revelaciones
que todos buscaban. Jamás sabremos por qué Neruda es Neruda,
advirte José Emilio Pacheco.
PD Las últimas dos Musas de Neruda, Matilde y Alcia Urrutia,
su sobrina, son de pelo rojo, colorín decimos en Chile. Colorín
colorado este cuento se ha acabado.
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DATOS DEL AUTOR:
Rolando Gabrielli (Santiago de Chile, 1947).
Estudió Periodismo en la Universidad de Chile. Ejerció
hasta el 11 de septiembre de 1973 en su país. Fue Corresponsal
Extranjero en Colombia y Panamá (1975-79). Funcionario Internacional,
experto en la industria bananera, encargado de estrategias para los
ocho países de la región miembros de la UPEB, Editor de
la publicación científico-técnica y económica,
con circulación en 56 países, columnista de la revista
alemana D+C (1979-89). Escribe para varios periódicos panameños
como Analista Internacional y trabaja en el programa de la Unión
Europea-PNUD, Tips On Line, mercadeo de oportunidades empresariales
vía Internet. Asesor en estrategias empresariales, editor de
Suplementos especializados, ha trabajado y lo hace actualmente en marketing.