'May day, every day, my day
Could've had a heart attack, my heart
We don't know anything, my heart.
We all want something fair, my heart'.
Tourette’s, Nirvana
Y qué
si tiene Tourette, dijo el padre a su esposa en un acto por hacer feliz
a la hija. El hombre estaba preocupado, se sentía culpable de
haber traído a una niña que quizá estaba predeterminada
genéticamente por él; maldecía a sus ancestros
cada vez que un nuevo tic aparecía. Y qué si tiene Tourette,
le gritó en cuanto vio a la madre replicarle a Silvia que no
podía asistir a ese programa de concursos. Cansado de verla durante
veintisiete años sufrir de espasmos crónicos, ecolalia,
coprolalia y palilalia, se enfrentó a su esposa. Quizá
eran las ganas de cumplirle un capricho a su nena, quizá la culpa,
quizá ese síntoma humano que tenemos cuando un ser querido
está desahuciado y tiene la última petición. La
mujer se volvió reprimente, sabía que era un riesgo que
no quería correr: ver a su hija en cadena nacional teniendo un
ataque de violencia, gritando obscenidades a la cámara, haciéndose
daño con la madera del panel, con el micrófono. Sin contar
la vergüenza que sentiría cuando la captaran a ella como
madre de la loca.
Los señores habían criado veintisiete años a Silvia
sin necesidad de una escuela, alejada de amigos que pudiesen hacerla
sufrir con bromas crueles. Se dieron cuenta de la enfermedad cuando
el psicólogo les dijo que sólo era déficit de atención:
es una niña índigo. Luego el kinder y los golpes a sus
amiguitos, la repetición de frases, de groserías que escuchaba
en la calle; luego los tics: ése de alzar la cabeza abruptamente
como si el cuello fuera invertebrado: el parpadeo constante, el morderse
las uñas, el exceso de sudor por la preocupación del fin
del mundo. Alguna vez vio las Profecías de Nostradamus y la idea
rondaba en su cabeza, tanto que todos los días cavaba un agujero
en el patio para meterse cuando llegaran los ataques nucleares: Lo mejor
es estar bajo la tierra, escuchó decir a alguno de los científicos
precavidos. El padre volvía a cubrirlo intentando culpar a los
perros, mas en el fondo sabía que era Silvia, su niña,
la que le dijeron que era índigo. La madre procuraba no verla,
pasar por alto los ataques, los golpes, la vida.
—Y qué si tiene Tourette, sólo será una hora.
Quince minutos si no pasa a la final.
Ella no dijo nada. Sólo volteó y lo miró cansada,
suspiró una nostalgia futura como presintiendo una desgracia.
Sirvió la cena sin decir palabras de ánimo o aprobación.
Silvia se aguantaba los tics, los que podía reprimir para que
la madre se diera cuenta de su capacidad de pasar un rato sin los espasmos
motrices. Realmente deseaba estar en ese programa de concursos donde
los participantes responden de acuerdo a una temática. Acabaron
de cenar, se levantó a lavar los platos, deseaba que su mamá
la viera actuar en sociedad, en la microsociedad. Que viera que podía
lavar platos, levantar la mesa, decir lo siento cuando alguna grosería.
El padre estaba conmovido por aquel acto de su hija, el ruego: Mamá
quiero yo ir. Mamá (manos sudadas), mamá, escúchala
|perraeresunaperra| mami di que sí |perraputaperra| voy a ganar
yo |malditaperra| Perdón. Papi, di algo |malditosmierdas|.
—Digo que no y la respuesta es no: N-O.
—¿Porqué? |vetealamierdadigoquenoylarespuestaesno:N-O|
No me voy a enfermar |Digoquenoylarespuestaesno:N-O|.
—Tú ya sabes porqué, Silvia.
Y QUÉ SI TIENE TOURETTE
Ella, la madre no puede olvidar aquella escena. No puede superar los
celos, el incesto, el cristianismo, el salvajismo animal; los genes,
la vida, los tics, las groserías, las repeticiones, las imitaciones:
ella no puede. Ya no puede y a veces quiere, sólo quiere morir
o que muera ella, la otra: su hija. A veces piensa en el error, el pecado
cometido para que Dios, Su Dios le hiciera pagar con semejante castigo:
una hija con síndrome tourette, índigo, neuronostálgica,
obsesiva-compulsiva: ellanopuede.
Y QUÉ SI TIENE TOURETTE
Sirve la cena en silencio. Piensa en el qué pasaría si
su hija fuera al programa de concursos. En el qué cambiaría
de sus vidas. Qué cambiaría de la vida de su hija, ya
no la de ella, ni la de su marido. Que la historia de Silvia de pronto
sufriera un cambio sería un obvio efecto en su vida también.
Mas ella no sabe. Sólo recuerda, nunca está segura del
futuro y el pasado siempre lo quiere olvidar. Sirve la cena en silencio.
El padre le da ánimos a la hija para que siga insistiendo a su
madre: le dice bonita: bonitadileamamáquenadapasará:
quéropatepondríasbonita:siganasdeberásarreglarellavaboquedescompusistebonita.
BONITA. BO-NI-TA: bonita: Ella no puede olvidar la escena: ella siente
rabia de aquel bonita en la voz de su esposo: ella maldice por dentro
haberlo conocido en el trabajo: ella maldice haberse acostado con él:
ella cree que es él el culpable de las enfermedades de su hija:
ella piensa en ellos mientras lo ve acariciarle el rostro y decirle:
bo-ni-ta.
Y QUÉ SI TIENE TOURETTE
Una noche como todas las noches en casa de la familia García
Moreno, la madre, es decir, Eugenia Moreno regresa después de
haber ido con su vecina a una demostración de vitaminas y pastillas
con calcio. Son ocho años atrás de esta insistencia por
ir a un programa de concursos. Silvia tiene diecinueve y está
sentada en la sala junto a su padre; ambos ven televisión. Don
Humberto García, es decir, su esposo tiene una cerveza en la
mano, con la otra cubre la espalda de su hija. Silvia sonríe
y le señala a su padre una escena graciosa de una película
de Capulina. Ambos ríen. Les parece divertido ver las peripecias
del gordo comediante al querer pintar una pared. Doña Eugenia,
siempre precavida y llena de corazonadas, los observa desde un rincón;
ellos no se han dado cuenta. El sonido de una sonaja contra el piso:
se le ha caído un frasco de vitamina E que compró en la
demostración. Padre e hija se vuelven para descubrir a la madre
que se inclina a recoger las pastillas.
Y QUÉ SI TIENE TOURETTE
—Silvita está muy preocupada porque no tiene novio, me
dijo ayer que dónde te conocí, que cómo te conocí
y esas cosas que las muchachas de su edad preguntan.
—No la dejes ver esas chingaderas, las novelas nomás apendejan
a las muchachas, ya le dije que sólo tiene permiso de ver películas
de Capulina y programas de concursos.
—Es que yo creo que ya está en edad de que los muchachos
la inviten a los bailes y a las fiestas.
—No no no, cuáles muchachos, cuáles fiestas. Ella
no está pa eso, y tú lo sabes, Eugenia.
—Y entonces cómo le voy a hacer cuando me pregunte de nuevo.
Qué le voy a decir.
—Eso yo lo arreglo ahora mismo. Hoy mismo. Ahora que te vayas
a la demostración ésa yo le explico cómo está
el asunto.
—Qué le vas a decir.
—No te preocupes, yo ya sabré.
Y QUÉ SI TIENE TOURETTE
El
sonido edípico. El sonido de una relación sexual que sólo
escuchamos cuando en casa tenemos a un par de perros, un par de gatos,
un par de conejos: un par de animales que son parientes. El sonido de
la necesidad, no tanto del ritual, ni de la sociedad copulando para
evitar su extinción: No. El sonido de un pene que entra y sale
de la vagina virginal de su hija. El sonido no de una violación
por parte del que te engendra. Éste es el sonido de un trato.
El sonido que evitará que busques en las calles lo que te da
tu familia. Es este sonido el de la educación. Es este sonido
el mismo que escucha una madre que regresó temprano de una demostración
de vitaminas y pastillas con calcio. Los gemidos de una hija que pareciera
repentinamente curada por el miembro de su padre.
‘Cuando los pacientes con el Síndrome Tourette comienzan
su actividad sexual se observará en ellos una disminución
en los tics y espasmos motores; ya en la edad adulta, dichos pacientes
tienden a drenar la energía que causa estos espasmos por medio
de actividades sexuales como la masturbación o la cohabitación’.
Ella no compró nada. Regresaba a casa con la preocupación
de qué le había mostrado Humberto a su hija, cómo
había resuelto el problema. Estaba ahí, escuchando la
respuesta. La división de sus posibles reacciones la hizo tragar
una saliva espesa; un sudor en la frente le acompañó el
momento. Los brazos se le volvieron flácidos y en su cerebro
de madre-amante no había una luz que le indicara qué hacer.
Optó por salir a la calle sin digerir el tiempo. Se encaminó
hacía la demostración fingiendo estar interesada por la
vitamina E.
Y QUÉ SI TIENE TOURETTE
Verlos ahí, disfrutando el postcoito con una película
de Capulina la hacía sentirse fuera de cuadro, fuera de la escena
que a una extra no le toca. Los observaba cautelosa, quizá en
busca de un plan b. Tal vez esperando que las leyes divinas le perdonaran
matar a los dos supuestos amores de su vida. Sacar un cuchillo de la
cocina y así, así como él le había enseñado
a Silvia las reglas del sexo, así, justo así ella les
enseñaría las de la venganza, las de la visceralidad de
una mujer dolida. Pero no. El frasco de vitamina E la salvó de
la cárcel, el sonido infantil de la sonaja nada parecido al del
incesto le ofreció la salida más rápida.
Y QUÉ SI TIENE TOURETTE
Don Humberto está cansado de ver sufrir a su esposa y a su hija.
No sabe porqué y se pregunta porqué su única hija
tiene una enfermedad que hasta ahora él no comprende. Su ideología
de rancho está dividida entre ser un macho o un consentidor.
Siempre fue un buen hijo y un gran padre. En cuanto supo el padecimiento
de su Silvia pensó en abandonar a Eugenia con la niña.
Que batallara ella con la chiflada. Pero no. Él cree que los
problemas que la gente tiene nadie los puede resolver más que
la propia gente. Sabe que también es su problema porque también
es su culpa. Pero ninguno de los dos sabe que el caso de Silvia es un
llamado caso esporádico, es decir, es uno de los tantos casos
de Síndrome Tourette que no es genético.
Don Humberto decidió resolver el problema de la actividad sexual
de su hija él mismo. Su idea del amor va más allá
de la relación sexual. Para él, ayudar a Silvita de esta
manera era decirle: esto es lo que se siente, yo te amo pero en la calle
no habrá hombre que te respete más que tu padre. Todos
se burlarían de ti, a nadie le gusta estar con una loca, a la
gente como tú sólo la violan. Pero no. Nunca le explicó
esto ni a ella ni a su esposa que desde hace ocho años sufre
cada vez que los deja solos porque Silvita anda en celo. Él no
está enamorado de su hija, siente compasión por ella.
La enseñó a masturbarse porque a veces él ya no
puede, él ya no quiere. Ahora sólo le dice bonita porque
ella le ha dicho que se siente fea.
Y QUÉ SI TIENE TOURETTE
Doña Eugenia mira a Silvia levantar los platos de la mesa. No
es su rival ni mucho menos. Es su hija que la obliga a amarla porque
así dictan las reglas de la familia. El padre le hace un gesto
de por favor déjala que vaya al programa. La madre baja la mirada.
Durante la cena ha recreado los encuentros entre su esposo y su hija.
Ha pensado matarse, matarla, matarlo. Ninguna solución. Ha pensado
dejarla ir y que concurse a ver si gana. Dejarla ir y que diga groserías
o que repita las preguntas que el conductor haga.
Y QUÉ SI TIENE TOURETTE
Silvia lava los platos y escucha a sus padres discutir por su culpa.
Los espasmos se multiplican cuando se encuentra en estas situaciones.
Tiene la necesidad de golpearse la mano con una cuchara de peltre. |Dijequenoylarespuestaesno:N-Odijequenoylarespuestaesno:N-Odijequenoylarespuestaesno:N-Odijequeno|.
Ella quisiera a veces que el fin del mundo llegara, así: no estar
preparada con un hoyo en el patio. Que el planeta explotara junto con
ella y los programas de concursos y las películas de Capulina
y los tics y las medicinas y el azul de su aura.
Y QUÉ SI TIENE TOURETTE
Y qué si tiene Tourette, eso no significa que no pueda responder
una pregunta, don Humberto le explica a la recepcionista del programa
de concursos. Le dice que si no la aceptan se quejará de intolerancia
hacia la gente con enfermedades motrices, hacia la gente con capacidades
distintas. La recepcionista hablará con los productores del programa,
ellos dejarán concursar a Silvia que ese día tendrá
un vestido color rosa porque es su color favorito y cree que le dará
suerte. La temática del programa es películas de comedia.
Cuando toque su turno, como un sello del destino le preguntarán
acerca de una escena de Capulina cuando intenta pintar la pared. Ella
sabrá la respuesta pero su garganta no deja escaparla. Sus labios
no pueden articular nada. La cabeza le late demasiado, necesita moverla
de lugar, necesita acomodarla en su cuello, necesita recordar el momento
de la escena |MamátomavitaminaEmierdatuputamadre|. Se golpeará
contra la mesa de los concursantes que asustados huirán hacia
el público. Nadie sabe que se está concentrando. Don Humberto
correrá hacia el panel y la madre entrelazará las manos
en un gesto de rogarle a Dios. Ella pedirá que la suelten, que
sabe la respuesta: ¿Cuál fue la solución de Capulina
para terminar de pintar más rápido? ¿Cuál
fue la solución de Capulina para terminar de pintar más
rápido? ¿Cuál fue la solución de Capulina
para terminar de pintar más rápido? ¿CuálfuelasolucióndeCapulinaparaterminardepintarmásrápido?
¿Cu-ál-fu-e-la-so-lu-ción-de-Ca-pu-li-na-pa-ra-ter-mi-nar-de-pin-tar-más-rá-pi-do?
—No usar la brocha |tuputamadrecuálfuelasolucióndeCapulina|,
no usar la brocha y tirar la pintura en la pared |Cuálfuelasolución|
tirar la pintura desde la cubeta.
Pero será tarde, la interventora de la secretaría de gobernación
dirá que la respuesta está fuera de tiempo. Además
de pronunciar palabras altisonantes en televisión en vivo.
No ganará el concurso. El premio consistía en una camioneta
del año. La mandarán a los camerinos donde un equipo de
primeros auxilios la atenderá. En los programas de chismes hablarán
sobre su caso y le darán un montón de premios de consolación
a su desgracia. Qué es el Síndrome de Tourette, dirán
los televidentes en su efímera otredad. Más por amarillismo
de raiting que por talento, le ofrecerán un papel de sirvienta
con Tourette en una novela teenager. Ambos padres firmarán el
contrato. Y en la sociedad chafa se creará una fugaz cultura
sobre las enfermedades psicomotrices. Ella se enamorará de todos
sus compañeros actores pero nadie le corresponderá. En
una entrevista de talk show hablará –con el típico
beep que censura las malas palabras- sobre la pérdida de su virginidad.
Las luces azul y rojo de una sirena iluminarán las ventanas de
la casa que rentarán los García Moreno en la capital mientras
duraba la novela. Ella declarará en cuanto se acabe el talk show.
No sabrá porqué la policía le hace tantas preguntas.
Dirá la verdad. Papá y mamá detenidos por violación.
Y Silvia llorará afuera de una celda. Y un drama mayor al de
la telenovela en que trabaja. Las groserías, el lo siento papi
mami, perdónala |váyansealamierda|, yo no quería.
Y QUÉ SI TIENE TOURETTE
Los García Moreno esperan en la sala de su casa la llamada de
aprobación en el concurso. El repiqueteo del teléfono.
El sí puede concursar de la recepcionista. Los saltos de alegría.
Doña Eugenia con una sonrisa forzada los abraza. Don Humberto
mira a su esposa; está pensando que la vida va a cambiar.
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Para
saber más
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DATOS DE LA AUTORA:
Gabriela Torres (Monterrey, Nuevo León, 1982).-
Fue codirectora del tríptico de literatura y fotografía
erótica Himen. Publicó la plaquette de cuentos Están
Muertos y ha sido incluida en distintas antologías sobre
nuevas voces narrativas. Actualmente dirige la editorial independiente
Harakiri, es miembro del consejo editorial de la revista Papeles
de la Mancuspia. En 2004-2005 fue becaria del Centro de Escritores
de Nuevo León con su primera novela Tal vez en otro lugar.
Ha publicado en revistas y periódicos de nivel local y nacional.
Pertenece al interdisciplinario Proserpina y al colectivo Las Infratraductoras
Bárbaras del Norte en la Inquietante e Internacional Semana de
las Mujeres Traducidas. Escribe para la revista Armas y Letras de la
UANL, La Rocka (NL), periódico de música, así como
para Indie-rocks! (DF), publicación de música
independiente. Estudia la licenciatura en Letras Hispánicas en
la Universidad Autónoma de Nuevo León. Coordina el Encuentro
de Escritores Jóvenes del Norte de México: Voces Convergentes
en La Silla. Codirige la cultural Factory ProducTorres y asociados.
Ediciones Intempestivas publicará su libro de cuentos Incompletario.