El Vaquero Más Auténtico
que Existió
Ignacio Trejo Fuentes
Editorial Ficticia
Gobierno del Estado de Hidalgo, 2006
91 pps.
El hidalguense Ignacio Trejo Fuentes (Pachuca, 1955) es de los autores
más queridos y admirados dentro del propio círculo intelectual
por razones varias. La principal pudiera ser el cariño y respeto
con que ejerce la crítica literaria, ajeno a poses y a desplantes,
sobre todo a envidias y frustraciones, motivado más por su entusiasmo
de lector aficionado que por el afán de descubrir el hilo negro,
y esto pudiera deberse a que, narrador él mismo, comprende cabalmente
los gajes del oficio.
Su más reciente libro, El
vaquero más auténtico que existió, confirma
sus dotes de narrador y aporta una visión alejada por completo
de la provincia idílica, más bien idealizada. Ambientada
en la Pachuca de finales de la década de los 60 del siglo XX,
Trejo Fuentes narra, a través de una serie de brevísimos
relatos que conforman una novela, las vivencias de un grupo de adolescentes
que se inauguran en la adultez en circunstancias harto dolorosas pero,
a un tiempo, hilarantes. Todo empieza con la pérdida simultánea
de la virginidad del protagonista, su noviecita Inés (ambos de
catorce años) y la luna, en una suerte de menage a tröis,
ya que la joven pareja descubre las mieles del sexo en el preciso instante
en que se trasmite por televisión el alunizaje de Neil Armstrong,
cosa de la que, naturalmente, los amantes se percatan apenas. Este pareciera
ser el detonante de una serie de circunstancias de desenlace tan inesperado
como sangriento, particularmente a raíz del arribo a la ciudad
del Vaquero Más Auténtico que Existió, que da título
al libro, y cuya presencia transforma aquel entorno provinciano en una
película de pistoleros: 'El Vaquero más auténtico
que existió (…) vino de pronto a nuestro vecindario proveniente
de un oscuro pueblo (…) y con la mayor tranquilidad del mundo
hablaba de sus hazañas pueblerinas, y moría de la risa
cuando contaba que en su rancho los hombres jóvenes acostumbraban
compensar la ausencia de mujer cogiéndose animales, principalmente
gallinas (…)' (p. 63).
Además
de la pareja de tórtolos que fornican con desenfreno y milagrosamente
no tienen que lamentar un embarazo precoz, nos topamos con Zedillo,
terrorista en potencia siempre armado de unas tijeras con las cuales
realiza desfiguros como cortarle las trenzas a Carmela; la loquita del
pueblo; Papelito Colorado, inocente niño platónicamente
enamorado de Inés; Eloísa, acaso el personaje más
alucinante, hermosa joven que habita un basurero y se presta a toda
clase de juegos sexuales, y otros cuyas hormonas los hacen competir
tanto en temeridad como en perfidia, especialmente el Vaquero, vaquero
genuino que acarrea dos pistolas (se murmura que una de ellas es de
juguete) y el atuendo típico. La inofensiva ciudad provinciana
hierve a causa de las pasiones desatadas de este grupo de chiquillos
de imaginación truculenta y que Trejo Fuentes detalla con su
muy particular sentido del humor que oscila entre lo atroz, lo conmovedor
y lo ingenuo, impregnado de una nostalgia asimismo distintiva de su
pluma, hasta ahora más familiarizada con la crónica: su
libro Crónicas romanas, de 1990, está considerada
un clásico del género. En este mundo de adolescentes anárquicos
brillan por su ausencia los adultos, como no sea la loca Carmela, de
los personajes más entrañables de la novela. No hay sermones
ni consejos bien intencionados, de hecho, Carmela le insiste al joven
narrador que 'se coja' a Inés, sin imaginar que él se
ha adelantado por mucho a su conseja. Aunque exultante de alegría
y humor, no tardará el hacer acto de presencia la tragedia, como
bien advierte el narrador en las primeras líneas, 'Nos amábamos
tanto, sin saber todavía que esa relación habría
de terminar de la manera más terrible, en medio de infidelidades
y de sangre, mucha sangre.' (p. 9); y aún la tragedia, perpetrada
por los extravagantes caprichos sexuales de una de estas jovencitas
que sería la envidia de Xaviera Hollander, no puede menos que
movernos a la carcajada loca. Porque el humor ya forma parte inherente
del más puro estilo Trejo Fuentes.
Y si bien El Vaquero Más Auténtico Que Existió
es una novela muy breve y tremendamente divertida que se lee de un tirón,
puede estar seguro el lector de que jamás olvidará la
anécdota y mucho menos a su carnaval de personajes. Trejo Fuentes,
a quien recientemente se le ha hecho justicia (¡por fin!) con
su admisión al Sistema Nacional de Creadores, ha sido acreedor,
entre otros reconocimientos, al Premio Nacional de Periodismo Cultural
Comitán de Domínguez en Chiapas y el Certamen Internacional
de Ensayo Sergio Galindo, ambos en 1988. Tiene publicados más
de una docena de libros, clásicos varios de ellos. Por si fuera
poco, muchos nos asumimos orgullosamente sus alumnos.
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