Zalinka
siente que percibe el mundo desde un escalón. A medida que su
percepción se va alejando del plano cartesiano; siente que está
en un lugar lejano. En el instante dentro del instante.
La cornea se abre tanto que el deslumbramiento de su nuevo mundo. La
colapsa: pasan días en los que vagabundea de un árbol
hacia otro; balancea caminatas de un lago hacia otro, devora lo invisible
de un ángulo hacia otro.
Regresar al simulacro científico le causa pesadez. Nivelar su
vibración de pensamiento a acontecimientos analíticos;
la vuelve un poco torpe. Mejor aún: la eclipsa neuronalmente;
a tal grado, que tiene que bajar del escalón.
Abandonar su apercepción esférica es un derrame forzado.
Luego socializar bajo esa vibración resulta soportable.
Últimamente se ha percatado de que es mejor mesurar su anarquismo
epistemológico; frente aquellos que aún creen en el rigor
de hace algunos siglos. En la medición y profanación del
mundo. O como dice G. Bataille: En la humanidad y la elaboración
del mundo profano.
La medición y análisis en exceso ha de producir mutaciones
extrañas en el cerebro. Atenta contra la salud. Si no fuese así;
percibiríamos fiestas cognitivas, por todas partes. Al contrario:
llega un punto en el que el YO se posesiona tanto ante el mundo que
termina convirtiéndose en su vasallo.
[Ritmar- Esferar-Fulgurar: Son palabras que pliegan el ritmo cardiaco
al orden implicado]
Para sentir el rigor; se baja del escalón, simula que está
explorando el mundo. Por supuesto: castra la intuición.
Y bien Zalinka: ¿Cómo es ese escalón?
Escalón dentro del escalón. Se esfera y pliega al universo
en una sensibilidad ligera e infinita. Abre todo el pecho para sentir
las emociones de las múltiples esferas que rodean su transitar.
Difumina claveles blancos en su respiración, y si es preciso
moldearse a la transpiración solar se detiene. Tiene un niño
como compañero de despliegues interplanetarios. A veces se alimenta
de las lágrimas de las bouganvilleas –cuando es luna llena-
y cuida su sangre en épocas en las que sabe que sus compañeros
de planeta pueden enloquecer.
Sus cervicales están ancladas hacia el cielo con plumas de cuervos
dorados. La urbe que la contiene es tan simple y vagabunda como cualquier
dolor humano. A Zalinka le preocupa que el orden implicado no sea pensado
en la universidad. A Zalinka le preocupa el reduccionismo científico.
Por eso en ocasiones inventa formulas mágicas para sanar su pensamiento.
También quiere inventar un lenguaje capaz de esferizarlo todo.
[deslumbrar- esferar: Texturas espaciales]
En otro tiempo Zalinka mira deslumbrante el atardecer desde el monitor.
Alumbrante sombra que se detiene entre los cables de la caja. Luego
transpiensa:
Ritmar la sangre para no escribir
basura. Ritmar las vértebras del sol para no dejar basura.
Desgarrar el andamiaje oculto de la ciudad. Acupunturizar
Tijuana. Detectar la zona exacta donde sus órganos respiran.
Insertar agujas. Riñones hacia el norte. Pulmones en el
sur. Bazo e hígado al este. Corazón al oeste. Todo en
cruz y una vez detectados los canales congestionados. Picarlos
y sanarlos.
Zalinka mira demasiado desde arriba
del escalón. Su mirada puede asustar si no se percata de concientizar
una simulación entre su transpercepciòn y la percepción
normal de la tierra:
Mirar es desnudar al otro atravesando su mismidad; masticando su incorporeidad.
Dilatando su magneticidad. Atravesando la plasmocidad.
No separar [te] esferar [te]: Parar el esfericidio renal. El gluòn
es el pegamento. Efecto resistol en tatoamasificcional
Zalinka seguirá evolucionando
escalones. En la medida en que sea capaz de respirar por el ombligo.
Le causa algo de ansiedad el llegar a percibir el mundo sólo
a través de listones de colores. ¿Qué movimiento
neuronal tendrá que ejecutar para volver a materializar el universo?
La antimateria es algo divertido. No obstante sigue habitando en este
lugar. Cuadro con creencia categorial. Pensar con cita textual. No hay
angustia de por medio. Zalinka empieza a escalar el segundo escalón.
Ha vuelto a desflorar sus redes cognitivas a través del esferamiento
atemporal. Amor es un excelente punto final.
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DATOS DEL AUTOR:
Karla Villapudúa (Culiacán,
Sinaloa, México, 1979).- Licenciada en Filosofía por la
Universidad Autónoma de Baja California (UABC). Textos suyos
aparecen en Andante 26, Psikeba, Homines y Espiral. Directora de la
revista electrónica espiral:
www.revistaespiral.org. Habita en www.filosofika.blogspot.com.