A finales de los años 70 el
panorama artístico estaba siendo dominado por movimientos no
pictóricos, como el caso del arte
povera, el conceptual o el land art, movimientos que en algunos
casos ya estaban empezando a dar señales de agotamiento por lo
que se estaba empezando a abrir paso la idea de un retorno a la base
pictórica del arte.
En ese contexto un tanto difuso en
el que se estaban empezando a producir algunas respuestas todavía
no formalizadas a cien por cien de una vuelta a los valores pictóricos,
va a nacer en Italia una agrupación de artistas alrededor de
la figura del crítico de arte, Achille Bonito Oliva, bautizada
como transvanguardia con la idea de superar a una vanguardia ya agotada
e ir un paso más allá con la recuperación de los
valores pictóricos, algo que no dejaba de tener una cierta paradoja
después de que el propio Oliva afirmara en una conferencia celebrada
en Madrid a finales del franquismo, que España era un país
atrasado artísticamente precisamente porque aquí los artistas
pintaban mucho. Así lo afirma José Manuel Bonet en el
artículo de 1995, La transvanguardia italiana vista desde
Madrid.
Dejando de lado esa aparente contradicción en un crítico
muy aficionado a los focos, lo cierto es que la transvanguardia se insertó
de una forma muy oportuna en un contexto en el cual el nuevo expresionismo
alemán también empezaba a reivindicar la importancia de
la pintura aunque con resultados de mayor calado de los que conseguirían
sus coetáneos italianos.
La presentación en sociedad de Sandro Chia,
Enzo Cucchi, Francesco Clemente, Nicola de Maria y Mimmo Paladino, es
decir, del núcleo duro del grupo, tuvo lugar en el año
1979 en la colectiva Opere fatte ad arte. Al año siguiente,
en la que algunos consideran como una de las peores bienales de la historia
comisariada por el propio Oliva, se asomaron al escaparate internacional
que tendría su continuidad al año siguiente en la Documenta
de Kassel. En 1982, la transvanguardia presentará sus respetos
al público español en la primera edición de Arco.
Oliva sería
el encargado de elaborar el manifiesto identitario del grupo en el que
se formulan los principios básicos de un movimiento nacido en
un momento en el que el arte había sido empujado ‘hacia
una impersonalidad de expresión que no podía conjugar
el ego siempre apostado detrás del impulso creativo de la imagen’,
según escribe el propio crítico.
Se reivindica entonces un regreso al trabajo manual al servicio del
subjetivismo del artista, una subjetividad que, en palabras de Oliva
‘se afirma justamente a través de la accidentalidad de
la imagen que no es nunca un momento unitario y totalitario, sino una
visión precaria que no recoge, o no quiere hacerlo, el sentido
del mundo y la idea del infinito que lo acompaña’.
Es la reivindicación del genius loci, expresión
muy del gusto de Oliva, tomando como base la riqueza artística
italiana del manierismo, el barroco, el futurismo ahora convertidas
en fuentes de las que apropiarse y reconducir por medio de un eclecticismo
individual síntoma de la nueva libertad animadora del devenir
artístico de cada individualidad, de un artista ya no volcado
en la transformación del arte, ni en plantear dudas, reflexiones,
inquietudes al espectador, sino que busca que sus obras, aún
a pesar de la importancia dada al fragmento, capaces de abrir y de cerrar
el enigma al mismo tiempo.
A
ese respecto Oliva afirma: ‘El arte pierde así su lado
nocturno y problemático, de solamente interrogar, en favor de
una gloriosa visualización que significa la posibilidad de realizar
obras hechas con arte, en la que la obra es realmente hipnotizadora
en el sentido que doma la mirada inquieta del espectador, acostumbrado
por la vanguardia a la obra abierta, al proyectado inacabado de un arte
que exige la perfectiva intervención del espectador’.
Para llevar adelante esos presupuestos los artistas transitan por los
diferentes momentos artísticos en una suerte de práctica
nómada también amparada por los presupuestos teóricos
de Oliva. Un transitar del que vuelven cargados de fragmentos, de recuerdos
luego pasados al lienzo en composiciones de una buena carga colorista
generalmente tendentes hacia una figuración afirmada ‘a
través de la accidentalidad de la imagen que no es nunca un momento
unitario y totalitario, sino una visión precaria que no recoge,
o no quiere hacerlo, el sentido del mundo y la idea del infinito que
lo acompaña’.
Oliva desgrana otros de los presupuestos de la transvanguardia cuando
escribe: ‘El dibujo en los trabajos de Chia, Clemente, Cucchi,
De Maria y Paladino es signo, trazo, imagen, retrato, línea,
esbozo, arabesco, paisaje, planta, diagrama, perfil, silueta, viñeta,
ilustración, figura, escorzo, grabado, sección, boceto,
calco, caricatura, claroscuro, grafito, incisión, mapa, litografía,
pastel, aguafuerte, xilografía. Los instrumentos pueden ser,
carboncillo, lápiz, pluma, pincel, lápiz, compás,
tiralíneas, escuadra, pantógrafo, regla de cálculo,
regla, esfumino, molde. El proceso puede ser: Trazar arabescos, calcar,
componer, copiar, borrar, corregir, lustrar, recabar. El resultado:
campo, contorno, sombra, ornato, perspectiva, bosquejo’.
El final de un recorrido no demasiado
largo del grupo, lo que quedará para la historia del arte es
más bien poco, apenas un puñado de nombres la mayoría
de los cuales se han ido diluyendo con el paso del tiempo, si hacemos
excepción de Francesco Clemente considerado como una de las figuras
claves del arte europeo de los años 80.
En relación a esto Juan Manuel Bonet, en el artículo que
cito más arriba es categórico al afirmar que ‘los
transvanguardistas no se nos aparecen como pintores de una gran importancia.
Sus universos son limitados. Su fuste, considerablemente menor que el
de sus coetáneos alemanes, norteamericanos o incluso españoles,
y no digamos que el de los italianos del novecento’.
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DATOS
DEL AUTOR:
Licenciado en Geografía e Historia, especialidad
en Historia del Arte, además de Especialista Universitario en
Gestión Cultural y master en Dirección de Comunicación
y Nuevas Tecnologías. Todo ello por la Universidad de Oviedo.
Trabaja como periodista. Autor del blog lavidanoimitaalarte.blogspot.com,
además de publicar artículos en la sección de música
de la revista digital alenarte.