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La escultura monumental románica
Marc Montijano Cañellas
14/11/2007


Introducción al arte Románico

El término románico aparece en el siglo XVIII con un contenido filológico, al denominar así a las lenguas modernas europeas vinculadas al latín, las lenguas románicas o romances. La Historia del Arte se aprovechó de la misma nomenclatura y definió con ese término a las formas artísticas del periodo de la Edad Media cuya cronología oscila según países entre el siglo XI y principios del XIII.

Virgen Trono de la Ermita de Vilaseca S. XI-XII, pintura sobre tabla. Museu Episcopal de Vic Capitel románico de la iglesia de la Colegiata de Santillana del Mar Pantocrator de la Iglesia de San Clemente de Taull, Lerida

Cronológicamente, es el estilo predominante en Europa en los siglos XI, XII y parte del XIII, podemos fijar en el año 1000 el comienzo de la época románica, que dura hasta la expansión del gótico. Y es considerado el primer estilo común de toda Europa occidental tras el arte imperial romano.

Se desarrolló principalmente en Francia, España, Alemania, Italia y parte de Inglaterra. En España el área del románico se limita a la zona cristiana, la península estaba dividida entre musulmanes y cristianos protagonistas de un duro enfrentamiento. El románico entró desde Francia por Cataluña, en la primera mitad del siglo XI, dándose por todo el Camino de Santiago, que era la meta lejana de un largo camino de peregrinación.

La unidad de criterios artísticos es fruto de varios factores históricos que contribuyen a su desarrollo y plenitud, y entre ellos, la unidad espiritual cristiana es sin duda determinante, con la expansión monástica y las peregrinaciones como actores principales en un marco de una sociedad feudal.

Pintura sobre tabla del frontal Catedral de Urgell, S XII, Anónimo. Iglesia de san Martín de Fromista, Palencia, S. XI.

A modo se resumen, ampliando un poco la idea anterior, podemos decir que cuatro procesos históricos enmarcan el nacimiento de este arte continental: el terror milenario, las peregrinaciones, la expansión monástica y el feudalismo.

El terror del año mil. Se propagaba por todas partes la profecía del Apocalipsis, en la que se entendía que el mundo desaparecería en el año mil. Se comprobó que ni en éste ni en el 1033 (milenario de la muerte de Cristo) se producía la última hora de la humanidad, el juicio final.

Las peregrinaciones. La fe en las reliquias iba a promover un gran fenómeno social: la peregrinación, que constituye la mayor manifestación de masas de la Edad Media. Tres centros capitalizan el interés: Los santos lugares de Jerusalén, las catacumbas de Roma y el Sepulcro del Apóstol Santiago en Galicia. El Camino de Santiago se convirtió así en la gran arteria medieval por donde, a la ida y a la vuelta, transitaron personas e ideas; también artistas. Los caminos de peregrinación actúan como cauces de difusión del arte y la cultura.

La expansión monástica. Las órdenes monásticas, especialmente los benedictinos, alcanzan entonces un poder económico y un prestigio político que permite su expansión más allá de sus núcleos de origen. Órdenes poderosas como la de Cluny se extiende por todo el continente europeo imponiendo en sus numerosas casas monásticas unas mismas soluciones técnicas, una misma ordenación del espacio y una misma estética.

El sistema feudal. La sociedad de este momento era una sociedad feudal [Nota 1], los dos estamentos que culminaban la pirámide social eran: el clero y la nobleza. En la Edad Media la tierra era la fuente de toda riqueza y de todo poder, y en la calidad de terratenientes coinciden monjes y nobles, que son mecenas y clientes casi exclusivos de los artistas hasta el siglo XIII.


La escultura monumental

Para entender la escultura románica es imprescindible conocer algo del momento histórico que la vio nacer y de la que es fruto. Entrar al templo suponía para un habitante cualquiera del siglo XI un paso de un mundo a otro, del mundo de los hombres al mundo de Dios. De las casas pobres de adobe y madera, del bullido y el desorden, de la lucha por la subsistencia, de la realidad muchas veces angustiosa, de una vida elemental y difícil, de las enfermedades y la temporalidad; se pasaba al entrar en una iglesia a la piedra labrada, la intensidad de la policromía, el silencio, el orden lo atemporal, lo monumental, lo perdurable, lo eterno. Pero sobre todo estamos en una época en la que casi nadie sabía leer, por lo que la escultura y pintura se tornan esenciales por su valor simbólico.

Pero su función no es tan, no sólo narra de forma pasiva historias concretas en espacios puntuales y aislados, sino que todo el conjunto actúa de forma activa, a través de numerosos mensajes visuales en la misma dirección, para estimular al fiel hacia un comportamiento determinado, para alentar una piedad concreta (su simbolismo se basa en la dualidad, típicamente románica, pecado-salvación), que refuerza el mensaje del sermón.

Por otra parte es primordial conocer que existe una jerarquía entre las artes que hace de la arquitectura la actividad dominante, a la cual están subordinadas las demás: pintura, escultura y mosaico. Es decir, a la iglesia y al monasterio se subordinaran las esculturas de las portadas y los capiteles historiados del claustro, la pintura mural y las vidrieras de las ventanas. La unión de escultura, pintura y arquitectura es completa.

Dentro de tal concepción, escultura y pintura quedan sometidas a las necesidades y preferencias de la arquitectura (adaptación al marco arquitectónico). La escultura estaba limitada a ciertas partes del monumento con un sentido funcional, se adapta a los distintos espacios interiores y exteriores del edificio: arcos de las portadas de acceso, capiteles, ambones (púlpitos para los predicadores), ménsulas, cornisas y superficies de las puertas. Aunque sin duda el mayor empeño de la decoración escultórica se centra en las fachadas. Ese tipo de portada, que se ha venido denominando portada historiada, tenía en el tímpano [Nota 2] el campo más amplio para disponer composiciones complejas. Tampoco podemos olvidar la importancia de los claustros, como espacio de escultórico, y dentro de ellos el del monasterio de Silos, que es una obra maestra de la iconografía románica.

Claustro de Santo Domingo de Silos (Burgos), S. XI,  Capitel panteón Real de San Isidoro de León, S. XI Tímpano del pórtico de la Iglesia de San Trófimo de Arlés (Francia), con el Pantocrator rodeado de tetramorfos.

Este tipo de escultura es un complemento a la arquitectura, por lo que es denominada escultura monumental. Su dependencia del edificio no es sólo funcional, sino incluso material. Pero además se caracteriza y está determinada por su aspecto didáctico, la función de la escultura románica es más pedagógica que decorativa, debe transmitir los misterios de la fe a una población analfabeta. Las iglesias románicas deben ilustrar sobre el contenido esencial de las sagradas escrituras de una forma clara, contundente y expresiva.

La adaptación al marco arquitectónico, que ya hemos mencionado, lleva aparejado la geometrización de las formas y un gran abigarramiento, en una especie de horror al vacío (horror vacui).

Las figuras son hieráticas y esquemáticas, faltas de volumen y carentes de expresión. Se niega el espacio en profundidad, las composiciones son mínimas y se tiende a la estilización y repetición de los motivos.

La escultura se caracteriza por una geometrización y desproporción de las anatomías casi expresionista, por ello se dice que es una escultura antinaturalista. Pero no está tan claro que esa simpleza obedezca a carencias técnicas o a la tosquedad de los artistas, detrás, según una parte de la historiografía, hay un componente ideológico. En este caso motivado por la decisión de apartarse de la belleza física (carnal, mundana, pecaminosa), y transmitir una mayor espiritualidad.

En todo caso prima el contenido, buscando mensajes claros y contundentes, todo está lleno de simbolismo. No hay que olvidar nunca que es un instrumento para enseñar, posee una función adoctrinadora.

Como ya hemos mencionado el principal papel de la escultura y de la pintura románica fue instructivo, pedagógico y aleccionador. Pero cómo debemos interpretar el mensaje icónico de los templos. A este respecto la respuesta de la Iglesia ha sido siempre idéntica a partir del siglo IV y hasta el concilio de Trento. Gregorio Magno (540-604) lo explica con total claridad en medio de una polémica iconoclasta: ‘Las obras de arte tienen pleno derecho a existir, pues su fin no era ser adoradas por los fieles, sino enseñar a los ignorantes. Lo que los doctos pueden leer con su inteligencia en los libros, lo ven los ignorantes con sus ojos en los cuadros’.

Está perfectamente claro que el clero utilizaba las artes visuales para que la población iletrada aprendiera las verdades de la salvación. Pero cuales son los principales temas iconográficos:

El juicio final. Es el principal tema del románico y con él se pretende inculcar el temor a la condenación, suele colocarse en los tímpanos y dinteles de las portadas, acompañado por el Pantocrator [Nota 3] dentro de la mandorla y escoltado por los cuatro evangelistas (Tetramorfos) [Nota 4] y los veinticuatro ancianos del Apocalipsis.

El pecado. Representado de una forma monstruosa y repelente, especialmente los que se relacionan con el sexo (lujuria, adulterio, etc). Manejando una estética que provoque rechazo al espectador y que evite que caiga en sus tentaciones.

El crucificado. La imagen de Dios en el románico es una perfecta ilustración del himno cristológico en el que se decía: ‘Cristo vence, Cristo reina, Cristo gobierna…’, hasta en el momento de su crucifixión. Es uno de los temas más tratados en las representaciones exentas, repitiendo dos modelos: Cristo aparece parece vivo, con corona real, cuatro clavos y brazos horizontales. No hay muestra de dolor (vence a la muerte). Simetría geométrica en el pelo y la barba. Aunque el más frecuente es el Cristo en majestad (Cristo Juez), de la escultura monumental, también durante la época románica se representó a Cristo en la escultura exenta, por su gran calidad, queremos citar las ‘Majestades’ catalanas, como la Majestad Batlló, famosa talla del siglo XII en madera policromada [Nota 5].

La Virgen. En las esculturas exentas aparece sedente, con el niño sentado en su regazo (Virgen trono), mirando al frente y sin ningún tipo de comunicación entre ellos (ausente e hierática).


Como estamos mostrando, la iconografía es principalmente religiosa, aunque excepcionalmente aparecen temas profanos: animales, vegetales, escenas cotidianas e incluso eróticas.

Virgen de Castejón (Nieva de Cameros), madera policromada, S. XII Majestad Batlló (detalle), talla en madera policromada, mediados S. XII, Col. MNAC Virgen románica (h.1200) maderra policromada, Col. MNAC Virgen y San Juan del Descendimiento de Erill la Vall, S. XII, Col. MNAC

Los mejores ejemplos de escultura románica se darán en Francia y en España. A modo de rápido resumen en Francia podemos distinguir varias escuelas: En el Languedoc, uno de los puntos originarios de la escultura románica, donde destaca Saint-Sernin de Toulouse y San Pedro de Moissac; Borgoña, con Santa Magdalena de Vezelay y San Lázaro de Autun; la región de París, con el pórtico Real de Chartres; y Provenza, con las magníficas portadas de la Iglesia de San Trofimo y de la Abadía de San Gil de Arlés.

En España hay una gran producción de escultura durante este periodo, y aunque resulta un poco brusco separar y aislar dos zonas, si es cierto que en la península ibérica es necesario distinguir al menos dos ámbitos geográficos con características e influencias propias. Uno que suele llamarse el castellano-leonés que se polariza en torno al Camino de Santiago y ofrece una influencia francesa muy considerable, y otro se extiende por lo que hoy es Cataluña, con influencia del Rosellón, y también italianas. Aunque en cada una de estas zonas hay, a su vez, otras zonas o ámbitos concretos, por lo que no se puede entender como un bloque férreo y uniforme, con una características fijas (casi nunca se debe ver así a la Historia del Arte), sino más bien como dos amplias zonas donde la producción escultórica de este periodo, tiene una aire o un aroma semejante.

La escultura cuenta en uno y otro lugar con manifestaciones magníficas. Del área castellano-leonesa hay que citar sin duda a San Isidoro de León, Santiago de Compostela, San Martín de Frómista, Santo Domingo de Silos, San Vicente de Ávila, etc. Entre las catalanas destaca Sant Cugat del Vallés, Santa María de Ripoll, y los descendimientos de Erill-la-Vall (Valle del Boí), San Joan de les Abadesses, Santa María de Taüll y el Cristo majestad Batlló.

Ante la imposibilidad de profundizar en todos los casos nos centraremos en dos obras emblemáticas una de cada zona:
En la Catedral de Santiago de Compostela, están dos obras fundamentales de este periodo, la Portada de las Platerías y el Pórtico de la Gloria. La Portada de las Platerías que data de principios del S. XII y la dirección de la obra se le atribuye al Maestro Esteban. Está formada por dos arcos y la decoración ocupa los fustes y los capiteles de las columnas, los tímpanos e incluso la parte superior y las laterales de la fachada hasta la cornisa.

En el tímpano izquierdo se representan las Tentaciones de Cristo, junto a la imagen de una mujer adúltera con una calavera en la mano. El tímpano derecho representa diversas escenas de la Pasión y la Adoración de los Magos. La parte alta presenta en el centro una figura de Cristo flanqueado por los apóstoles. De las esculturas de los muros laterales debe destacarse la del Rey David músico.

Detalle de la Portada de las Platerias de la Catedral de Santiago 'Mujer Adultera' en la Portada de las Platerias de la Catedral de Santiago

Retomamos la figura femenina con una calavera en la mano de la portada de las Platerías, que acabamos de mencionar para incidir en el sentido didáctico y moralizador de los templos. ¿Por qué sostiene la mujer un cráneo en la mano? La respuesta nos la da Aymeric Picaud, un hombre de Iglesia de la época: ‘Y no ha de relegarse al olvido que junto a la tentación del Señor está una mujer sosteniendo en sus manos la cabeza putrefacta de su amante, cortada por su propio marido, quien la obliga dos veces por día a besarla. ¡Oh, cuán grande y admirable castigo de la mujer adúltera para contarlo a todos!’.

Aquella mujer no había sabido vencer la tentación de la carne y estaba condenada al castigo. Su presencia allí en clara correspondencia con Cristo, el vencedor de las tentaciones, servirá de recordatorio a todos sobe lo que les espera si se dejan arrastrar por las pasiones.

Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago Detalle del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago 

El Pórtico de la Gloria se ha considerado como una de las obras cumbres del románico europeo. El conjunto de la obra está datado en 1188 y se le atribuye al Maestro Mateo. Las tres puertas se corresponden con las naves de la catedral, siendo la central más ancha y la única que tiene tímpano. En éste se representa la Gloria: una visión apocalíptica con el Cristo triunfante acompañado por el tetramorfos y ángeles con los símbolos de la pasión y los bienaventurados. Sobre ellos, en el arco y en disposición radial, sitúan a los veinticuatro ancianos del Apocalipsis. En el parteluz [Nota 6] que sostiene el tímpano, la imagen de Santiago, titular del templo, recibe a los peregrinos. En las arquivoltas de la puerta izquierda se representa a Adán y Eva y al pueblo judío aprisionado por la antigua ley, y en la derecha el Juicio Final, con almas llevadas al cielo y otras sufriendo castigos infernales. Una de las originalidades son las estatuas-columnas, tratadas casi como figuras de bulto redondo. A la izquierda se representan los profetas del Antiguo Testamento y a la derecha los apóstoles del Nuevo. Las esculturas estuvieron policromadas, factor que contribuía a aumentar el efecto de realismo.

Tampoco podemos olvidar, en este breve estudio, la más importante portada historiada del románico catalán, la del templo monasterial de Santa María de Ripoll, con una fachada íntegramente recubierta de esculturas, con un rico repertorio iconográfico. El monasterio benedictino de Ripoll fue fundado por el conde de Barcelona, Urgell y Cerdaña Wilfredo ‘El Vellosos’ (Guifré ‘El Pilós’), en el año 879. La creciente importancia del monasterio como centro cultural, en parte gracias a su colección de manuscritos, motivó sucesivas ampliaciones del edificio, siendo la efectuada por el abad Oliva a principios del siglo XI la que conformaría su forma definitiva. Aunque la portada es posterior, se corresponde a una datación tardía, tercer cuarto del siglo XII y está dividida en siete franjas horizontales donde se representan escenas bíblicas, históricas y alegóricas. La portada desarrolla su temario iconográfico a la manera de un arco de triunfo, conservando el sentido de una estructura clásica.

Vista lateral de la Portada de Santa María de Ripoll (Fotografía de Ricardo Caballero) Detalle portada Santa María de Ripoll (Foto de T. Vilarrubí) Detalle portada Santa María de Ripoll (Foto de T. Vilarrubí)

La puerta de acceso consta de siete arquivoltas, todas ellas decoradas. La primera y más externa presenta hojas de acanto, mientras la segunda tiene veintiséis medallones con animales, plantas y entrelazos vegetales. Entre estos medallones destacan los que representan al Agnus Dei rodeado de ángeles. La tercera arquivolta se decora con escenas de la vida y muerte de San Pedro y San Pablo y la cuarta arquivolta con escocias y follajes.En la quinta se desarrolla un magnífico toro decorado con motivos vegetales entrelazados, mientras en la sexta arquivolta se representan las historias de Jonás y Daniel, distribuidas en diez tallas. Llaman la atención las representaciones de los meses del año que se desarrollan en las jambas, así como la profusión decorativa de los fustes de las columnas.

En torno a esta puerta hay un frontispicio, distribuido en tres frisos, destinado a desarrollar el ciclo apocalíptico. En el friso superior destaca un Cristo en Majestad sentado en un trono almohadillado y bendiciendo con la diestra mientras que con la otra mano sostiene el libro de la ley, estando todo ello completado con la visión apocalíptica del Tetramorfos y de los veinticuatro ancianos del Apocalipsis.

En las dos zonas inferiores se desarrollan dos ciclos distintos, uno a cada lado del arranque de los arcos de la puerta. En ellos los escultores se han valido de los temas figurados en las miniaturas de la Biblia de Ripoll, referentes a los libros del Éxodo. Por último, el registro inferior de la base contiene figuras de animales que en el centro adquieren el valor de figuras casi exentas. El otro núcleo de escultura está situado en el claustro. De él destacan los capiteles esculpidos con representaciones animales, vegetales y humanas.


Bibliografía

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- FOCILLON, H.: Arte de Occidente: la Edad Media Románica y Gótica, Alianza, Madrid, 1988.

- FOCILLON, H.: La escultura románica, Aguilar, Madrid, 1974.

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- PIJOAN, José: El Arte Románico Siglos XI y XII. SUMMA ARTIS Vol. IX. Espasa-Calpe, Madrid, 1949.

- YARZA, J.: Arte y arquitectura en España 500-1250, Cátedra, Madrid, 1984.

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Para saber más


Nota 1: Literalmente la definición de feudal es: Contrato por el cual los soberanos y los grandes señores concedían en la Edad Media tierras o rentas en usufructo, obligándose el que las recibía a guardar fidelidad de vasallo al donante, prestarle el servicio militar y acudir a las asambleas políticas y judiciales que el señor convocaba.

Nota 2: En el románico y en el gótico el tímpano es el espacio delimitado por el dintel y la primera arquivolta. El dintel es un elemento horizontal, generalmente de una sola pieza, cuyos extremos se apoyan sobre las jambas o pies de un vano.

Nota 3: Pantocrator es el nombre con el que se designa a la representación de Dios como principio y fin del universo (alfa y omega), frecuente en la iconografía bizantina. Presenta a Jesucristo entronizado en actitud de bendecir sosteniendo un libro en la mano izquierda, rodeado del tetramorfos. En el arte románico esta figura se halla dentro de un nimbo elipsoidal (mandorla).

Nota 4: Tetramorfos es la representación de los cuatro evangelistas por medio de sus símbolos. San Mateo, con el hombre; San Marcos, con el león; San Lucas, con el toro; San Juan, con el águila.

Nota 5: La escultura románica tiene una segunda manifestación en la escultura exenta o de bulto redondo, son tallas realizadas en madera y policromadas. En Cataluña muchas estatuas de Crucificados van vestidas con un túnica larga, de manga larga y ceñida por un talabarte. Esculpidas en madera y policromadas, son imágenes formidables, especialmente las de mayor tamaño. Una, de Baget, en Girona tiene casi tres metros de altura. Se las ha llamado majestades por que llevan una alta corona postiza de metal. Como indica José Pijoan, 'no representan al Hijo del hombre en el acto del sacrificio, sino al Monarca de la Gloria que ha escogido la cruz para trono o pedestal'. En Castilla, es más común que la figura de Cristo esté sólo cubierta con un paño de pureza.

Nota 6: se denomina parteluz a una columna o elemento vertical que divide en dos un hueco o ventana.


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DATOS DEL AUTOR:

Marc Montijano Cañellas (n. 1978, Vic, Barcelona) es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Málaga, Experto en Organización y Gestión de Empresas Culturales, y Postgrado en Gestión Cultural por la Universitat Oberta de Catalunya. Tiene una amplia experiencia académica y profesional en diversas instituciones y empresas culturales. Es fundador y codirector del portal de Arte y Cultura Homines.com.