Introducción
al arte Románico
El término románico aparece
en el siglo XVIII con un contenido filológico, al denominar así
a las lenguas modernas europeas vinculadas al latín, las lenguas
románicas o romances. La Historia del Arte se aprovechó
de la misma nomenclatura y definió con ese término a las
formas artísticas del periodo de la Edad Media cuya cronología
oscila según países entre el siglo XI y principios del
XIII.
Cronológicamente, es el estilo
predominante en Europa en los siglos XI, XII y parte del XIII,
podemos fijar en el año 1000 el comienzo de la época románica,
que dura hasta la expansión del gótico. Y es considerado
el primer estilo común de toda Europa occidental tras el arte
imperial romano.
Se desarrolló principalmente
en Francia, España, Alemania, Italia y parte de Inglaterra. En
España el área del románico se limita a la zona
cristiana, la península estaba dividida entre musulmanes y cristianos
protagonistas de un duro enfrentamiento. El románico entró
desde Francia por Cataluña, en la primera mitad del siglo XI,
dándose por todo el Camino de Santiago, que era la meta lejana
de un largo camino de peregrinación.
La unidad de criterios artísticos
es fruto de varios factores históricos que contribuyen a su desarrollo
y plenitud, y entre ellos, la unidad espiritual cristiana es sin duda
determinante, con la expansión monástica y las peregrinaciones
como actores principales en un marco de una sociedad feudal.
A modo se resumen, ampliando un poco
la idea anterior, podemos decir que cuatro procesos históricos
enmarcan el nacimiento de este arte continental: el terror milenario,
las peregrinaciones, la expansión monástica y el feudalismo.
• El terror del
año mil. Se propagaba por todas partes la profecía
del Apocalipsis, en la que se entendía que el mundo desaparecería
en el año mil. Se comprobó que ni en éste ni
en el 1033 (milenario de la muerte de Cristo) se producía la
última hora de la humanidad, el juicio final.
• Las peregrinaciones.
La fe en las reliquias iba a promover un gran fenómeno social:
la peregrinación, que constituye la mayor manifestación
de masas de la Edad Media. Tres centros capitalizan el interés:
Los santos lugares de Jerusalén, las catacumbas de Roma y el
Sepulcro del Apóstol Santiago en Galicia. El Camino de Santiago
se convirtió así en la gran arteria medieval por donde,
a la ida y a la vuelta, transitaron personas e ideas; también
artistas. Los caminos de peregrinación actúan como cauces
de difusión del arte y la cultura.
• La expansión
monástica. Las órdenes monásticas, especialmente
los benedictinos, alcanzan entonces un poder económico y un
prestigio político que permite su expansión más
allá de sus núcleos de origen. Órdenes poderosas
como la de Cluny se extiende por todo el continente europeo imponiendo
en sus numerosas casas monásticas unas mismas soluciones técnicas,
una misma ordenación del espacio y una misma estética.
• El sistema
feudal. La sociedad de este momento era una sociedad feudal
[Nota 1], los dos
estamentos que culminaban la pirámide social eran: el clero
y la nobleza. En la Edad Media la tierra era la fuente de toda riqueza
y de todo poder, y en la calidad de terratenientes coinciden monjes
y nobles, que son mecenas y clientes casi exclusivos de los artistas
hasta el siglo XIII.
La escultura monumental
Para entender la escultura románica
es imprescindible conocer algo del momento histórico que la vio
nacer y de la que es fruto. Entrar al templo suponía para un
habitante cualquiera del siglo XI un paso de un mundo a otro, del mundo
de los hombres al mundo de Dios. De las casas pobres de adobe y madera,
del bullido y el desorden, de la lucha por la subsistencia, de la realidad
muchas veces angustiosa, de una vida elemental y difícil, de
las enfermedades y la temporalidad; se pasaba al entrar en una iglesia
a la piedra labrada, la intensidad de la policromía, el silencio,
el orden lo atemporal, lo monumental, lo perdurable, lo eterno. Pero
sobre todo estamos en una época en la que casi nadie sabía
leer, por lo que la escultura y pintura se tornan esenciales por su
valor simbólico.
Pero su función no es tan, no
sólo narra de forma pasiva historias concretas en espacios puntuales
y aislados, sino que todo el conjunto actúa de forma activa,
a través de numerosos mensajes visuales en la misma dirección,
para estimular al fiel hacia un comportamiento determinado, para alentar
una piedad concreta (su simbolismo se basa en la dualidad, típicamente
románica, pecado-salvación), que refuerza el mensaje del
sermón.
Por otra parte es primordial conocer
que existe una jerarquía entre las artes que hace de la
arquitectura la actividad dominante, a la cual están
subordinadas las demás: pintura, escultura y mosaico. Es decir,
a la iglesia y al monasterio se subordinaran las esculturas de las portadas
y los capiteles historiados del claustro, la pintura mural y las vidrieras
de las ventanas. La unión de escultura, pintura y arquitectura
es completa.
Dentro de tal concepción, escultura
y pintura quedan sometidas a las necesidades y preferencias de la arquitectura
(adaptación al marco arquitectónico). La escultura estaba
limitada a ciertas partes del monumento con un sentido funcional, se
adapta a los distintos espacios interiores y exteriores del edificio:
arcos de las portadas de acceso, capiteles, ambones (púlpitos
para los predicadores), ménsulas, cornisas y superficies de las
puertas. Aunque sin duda el mayor empeño de la decoración
escultórica se centra en las fachadas. Ese tipo de portada, que
se ha venido denominando portada historiada, tenía en
el tímpano [Nota
2] el campo más amplio para disponer composiciones
complejas. Tampoco podemos olvidar la importancia de los claustros,
como espacio de escultórico, y dentro de ellos el del monasterio
de Silos, que es una obra maestra de la iconografía románica.
Este tipo de escultura es un complemento
a la arquitectura, por lo que es denominada escultura monumental. Su
dependencia del edificio no es sólo funcional, sino incluso material.
Pero además se caracteriza y está determinada por su aspecto
didáctico, la función de la escultura románica
es más pedagógica que decorativa, debe transmitir los
misterios de la fe a una población analfabeta. Las iglesias románicas
deben ilustrar sobre el contenido esencial de las sagradas escrituras
de una forma clara, contundente y expresiva.
La adaptación al marco
arquitectónico, que ya hemos mencionado, lleva aparejado
la geometrización de las formas y un gran abigarramiento, en
una especie de horror al vacío (horror vacui).
Las figuras son hieráticas
y esquemáticas, faltas de volumen y carentes
de expresión. Se niega el espacio en profundidad, las composiciones
son mínimas y se tiende a la estilización y repetición
de los motivos.
La escultura se caracteriza por una
geometrización y desproporción de las anatomías
casi expresionista, por ello se dice que es una escultura antinaturalista.
Pero no está tan claro que esa simpleza obedezca a carencias
técnicas o a la tosquedad de los artistas, detrás, según
una parte de la historiografía, hay un componente ideológico.
En este caso motivado por la decisión de apartarse de la belleza
física (carnal, mundana, pecaminosa), y transmitir una mayor
espiritualidad.
En todo caso prima el contenido, buscando
mensajes claros y contundentes, todo está lleno de simbolismo.
No hay que olvidar nunca que es un instrumento para enseñar,
posee una función adoctrinadora.
Como ya hemos mencionado el principal
papel de la escultura y de la pintura románica fue instructivo,
pedagógico y aleccionador. Pero cómo debemos interpretar
el mensaje icónico de los templos. A este respecto la respuesta
de la Iglesia ha sido siempre idéntica a partir del siglo IV
y hasta el concilio de Trento. Gregorio Magno (540-604) lo explica con
total claridad en medio de una polémica iconoclasta: ‘Las
obras de arte tienen pleno derecho a existir, pues su fin no era ser
adoradas por los fieles, sino enseñar a los ignorantes. Lo que
los doctos pueden leer con su inteligencia en los libros, lo ven los
ignorantes con sus ojos en los cuadros’.
Está perfectamente claro que el clero utilizaba las artes visuales
para que la población iletrada aprendiera las verdades de la
salvación. Pero cuales son los principales temas iconográficos:
• El juicio final.
Es el principal tema del románico y con él se pretende
inculcar el temor a la condenación, suele colocarse en los
tímpanos y dinteles de las portadas, acompañado por
el Pantocrator [Nota
3] dentro de la mandorla y escoltado por los cuatro
evangelistas (Tetramorfos) [Nota
4] y los veinticuatro ancianos del Apocalipsis.
• El pecado.
Representado de una forma monstruosa y repelente, especialmente los
que se relacionan con el sexo (lujuria, adulterio, etc). Manejando
una estética que provoque rechazo al espectador y que evite
que caiga en sus tentaciones.
• El crucificado.
La imagen de Dios en el románico es una perfecta ilustración
del himno cristológico en el que se decía: ‘Cristo
vence, Cristo reina, Cristo gobierna…’, hasta en el momento
de su crucifixión. Es uno de los temas más tratados
en las representaciones exentas, repitiendo dos modelos: Cristo aparece
parece vivo, con corona real, cuatro clavos y brazos horizontales.
No hay muestra de dolor (vence a la muerte). Simetría geométrica
en el pelo y la barba. Aunque el más frecuente es el Cristo
en majestad (Cristo Juez), de la escultura monumental, también
durante la época románica se representó a Cristo
en la escultura exenta, por su gran calidad, queremos citar las ‘Majestades’
catalanas, como la Majestad Batlló, famosa talla del siglo
XII en madera policromada [Nota
5].
• La Virgen.
En las esculturas exentas aparece sedente, con el niño sentado
en su regazo (Virgen trono), mirando al frente y sin ningún
tipo de comunicación entre ellos (ausente e hierática).
Como estamos mostrando, la iconografía es principalmente religiosa,
aunque excepcionalmente aparecen temas profanos: animales, vegetales,
escenas cotidianas e incluso eróticas.
Los mejores ejemplos de escultura románica
se darán en Francia y en España. A modo de rápido
resumen en Francia podemos distinguir varias escuelas: En el Languedoc,
uno de los puntos originarios de la escultura románica, donde
destaca Saint-Sernin de Toulouse y San Pedro de Moissac; Borgoña,
con Santa Magdalena de Vezelay y San Lázaro de Autun; la región
de París, con el pórtico Real de Chartres; y Provenza,
con las magníficas portadas de la Iglesia de San Trofimo y de
la Abadía de San Gil de Arlés.
En España hay una gran producción
de escultura durante este periodo, y aunque resulta un poco brusco separar
y aislar dos zonas, si es cierto que en la península ibérica
es necesario distinguir al menos dos ámbitos geográficos
con características e influencias propias. Uno que suele llamarse
el castellano-leonés que se polariza en torno al Camino de Santiago
y ofrece una influencia francesa muy considerable, y otro se extiende
por lo que hoy es Cataluña, con influencia del Rosellón,
y también italianas. Aunque en cada una de estas zonas hay, a
su vez, otras zonas o ámbitos concretos, por lo que no se puede
entender como un bloque férreo y uniforme, con una características
fijas (casi nunca se debe ver así a la Historia del Arte), sino
más bien como dos amplias zonas donde la producción escultórica
de este periodo, tiene una aire o un aroma semejante.
La escultura cuenta en uno y otro lugar
con manifestaciones magníficas. Del área castellano-leonesa
hay que citar sin duda a San Isidoro de León, Santiago de Compostela,
San Martín de Frómista, Santo Domingo de Silos, San Vicente
de Ávila, etc. Entre las catalanas destaca Sant Cugat del Vallés,
Santa María de Ripoll, y los descendimientos de Erill-la-Vall
(Valle del Boí), San Joan de les Abadesses, Santa María
de Taüll y el Cristo majestad Batlló.
Ante la imposibilidad de profundizar
en todos los casos nos centraremos en dos obras emblemáticas
una de cada zona:
En la Catedral de Santiago de Compostela, están dos obras fundamentales
de este periodo, la Portada de las Platerías y el Pórtico
de la Gloria. La Portada de las Platerías que
data de principios del S. XII y la dirección de la obra se le
atribuye al Maestro Esteban. Está formada por dos arcos y la
decoración ocupa los fustes y los capiteles de las columnas,
los tímpanos e incluso la parte superior y las laterales de la
fachada hasta la cornisa.
En el tímpano izquierdo se representan
las Tentaciones de Cristo, junto a la imagen de una mujer adúltera
con una calavera en la mano. El tímpano derecho representa diversas
escenas de la Pasión y la Adoración de los Magos. La parte
alta presenta en el centro una figura de Cristo flanqueado por los apóstoles.
De las esculturas de los muros laterales debe destacarse la del Rey
David músico.
Retomamos la figura femenina con una
calavera en la mano de la portada de las Platerías, que acabamos
de mencionar para incidir en el sentido didáctico y moralizador
de los templos. ¿Por qué sostiene la mujer un cráneo
en la mano? La respuesta nos la da Aymeric Picaud, un hombre de Iglesia
de la época: ‘Y no ha de relegarse al olvido que junto
a la tentación del Señor está una mujer sosteniendo
en sus manos la cabeza putrefacta de su amante, cortada por su propio
marido, quien la obliga dos veces por día a besarla. ¡Oh,
cuán grande y admirable castigo de la mujer adúltera para
contarlo a todos!’.
Aquella mujer no había sabido
vencer la tentación de la carne y estaba condenada al castigo.
Su presencia allí en clara correspondencia con Cristo, el vencedor
de las tentaciones, servirá de recordatorio a todos sobe lo que
les espera si se dejan arrastrar por las pasiones.
El Pórtico de la Gloria
se ha considerado como una de las obras cumbres del románico
europeo. El conjunto de la obra está datado en 1188 y se le atribuye
al Maestro Mateo. Las tres puertas se corresponden con las naves de
la catedral, siendo la central más ancha y la única que
tiene tímpano. En éste se representa la Gloria: una visión
apocalíptica con el Cristo triunfante acompañado por el
tetramorfos y ángeles con los símbolos de la pasión
y los bienaventurados. Sobre ellos, en el arco y en disposición
radial, sitúan a los veinticuatro ancianos del Apocalipsis. En
el parteluz [Nota
6] que sostiene el tímpano, la imagen de Santiago,
titular del templo, recibe a los peregrinos. En las arquivoltas de la
puerta izquierda se representa a Adán y Eva y al pueblo judío
aprisionado por la antigua ley, y en la derecha el Juicio Final, con
almas llevadas al cielo y otras sufriendo castigos infernales. Una de
las originalidades son las estatuas-columnas, tratadas casi como figuras
de bulto redondo. A la izquierda se representan los profetas del Antiguo
Testamento y a la derecha los apóstoles del Nuevo. Las esculturas
estuvieron policromadas, factor que contribuía a aumentar el
efecto de realismo.
Tampoco podemos olvidar, en este breve
estudio, la más importante portada historiada del románico
catalán, la del templo monasterial de Santa María
de Ripoll, con una fachada íntegramente recubierta de
esculturas, con un rico repertorio iconográfico. El monasterio
benedictino de Ripoll fue fundado por el conde de Barcelona, Urgell
y Cerdaña Wilfredo ‘El Vellosos’ (Guifré ‘El
Pilós’), en el año 879. La creciente importancia
del monasterio como centro cultural, en parte gracias a su colección
de manuscritos, motivó sucesivas ampliaciones del edificio, siendo
la efectuada por el abad Oliva a principios del siglo XI la que conformaría
su forma definitiva. Aunque la portada es posterior, se corresponde
a una datación tardía, tercer cuarto del siglo XII y está
dividida en siete franjas horizontales donde se representan escenas
bíblicas, históricas y alegóricas. La portada desarrolla
su temario iconográfico a la manera de un arco de triunfo, conservando
el sentido de una estructura clásica.
La puerta de acceso consta de siete
arquivoltas, todas ellas decoradas. La primera y más externa
presenta hojas de acanto, mientras la segunda tiene veintiséis
medallones con animales, plantas y entrelazos vegetales. Entre estos
medallones destacan los que representan al Agnus Dei rodeado de ángeles.
La tercera arquivolta se decora con escenas de la vida y muerte de San
Pedro y San Pablo y la cuarta arquivolta con escocias y follajes.En
la quinta se desarrolla un magnífico toro decorado con motivos
vegetales entrelazados, mientras en la sexta arquivolta se representan
las historias de Jonás y Daniel, distribuidas en diez tallas.
Llaman la atención las representaciones de los meses del año
que se desarrollan en las jambas, así como la profusión
decorativa de los fustes de las columnas.
En torno a esta puerta hay un frontispicio,
distribuido en tres frisos, destinado a desarrollar el ciclo apocalíptico.
En el friso superior destaca un Cristo en Majestad sentado en un trono
almohadillado y bendiciendo con la diestra mientras que con la otra
mano sostiene el libro de la ley, estando todo ello completado con la
visión apocalíptica del Tetramorfos y de los veinticuatro
ancianos del Apocalipsis.
En las dos zonas inferiores se desarrollan
dos ciclos distintos, uno a cada lado del arranque de los arcos de la
puerta. En ellos los escultores se han valido de los temas figurados
en las miniaturas de la Biblia de Ripoll, referentes a los libros del
Éxodo. Por último, el registro inferior de la base contiene
figuras de animales que en el centro adquieren el valor de figuras casi
exentas. El otro núcleo de escultura está
situado en el claustro. De él destacan los capiteles esculpidos
con representaciones animales, vegetales y humanas.
Bibliografía
- BANGO TORVISO, Isidro: El arte de la Alta Edad Media, Anaya,
Madrid, 1989.
- BANGO TORVISO, Isidro: El arte románico,
Historia 16, Madrid, 1996.
- BANGO, I.; ABAD, C.: Arte medieval I, Conocer
el Arte Vol. 4, Historia 16, Madrid, 1996.
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- DURLIAT, Marcel.: El arte románico,
Ediciones Akal, Madrid, 1992.
- FOCILLON, H.: Arte de Occidente: la Edad Media
Románica y Gótica, Alianza, Madrid, 1988.
- FOCILLON, H.: La escultura románica,
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- LAJO, R.; SURROCA, J.: Léxico de Arte,
Akal, Madrid, 1990.
- PIJOAN, José: El Arte Románico
Siglos XI y XII. SUMMA ARTIS Vol. IX. Espasa-Calpe, Madrid, 1949.
- YARZA, J.: Arte y arquitectura en España
500-1250, Cátedra, Madrid, 1984.
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Para
saber más
Nota
1: Literalmente la definición de feudal es: Contrato por
el cual los soberanos y los grandes señores concedían
en la Edad Media tierras o rentas en usufructo, obligándose el
que las recibía a guardar fidelidad de vasallo al donante, prestarle
el servicio militar y acudir a las asambleas políticas y judiciales
que el señor convocaba.
Nota 2: En el románico
y en el gótico el tímpano es el espacio delimitado por
el dintel y la primera arquivolta. El dintel es un elemento horizontal,
generalmente de una sola pieza, cuyos extremos se apoyan sobre las jambas
o pies de un vano.
Nota 3:
Pantocrator es el nombre con el que se designa a la representación
de Dios como principio y fin del universo (alfa y omega), frecuente
en la iconografía bizantina. Presenta a Jesucristo entronizado
en actitud de bendecir sosteniendo un libro en la mano izquierda, rodeado
del tetramorfos. En el arte románico esta figura se halla dentro
de un nimbo elipsoidal (mandorla).
Nota 4:
Tetramorfos es la representación de los cuatro evangelistas por
medio de sus símbolos. San Mateo, con el hombre; San Marcos,
con el león; San Lucas, con el toro; San Juan, con el águila.
Nota 5:
La escultura románica tiene una segunda manifestación
en la escultura exenta o de bulto redondo, son tallas realizadas en
madera y policromadas. En Cataluña muchas estatuas de Crucificados
van vestidas con un túnica larga, de manga larga y ceñida
por un talabarte. Esculpidas en madera y policromadas, son imágenes
formidables, especialmente las de mayor tamaño. Una, de Baget,
en Girona tiene casi tres metros de altura. Se las ha llamado majestades
por que llevan una alta corona postiza de metal. Como indica José
Pijoan, 'no representan al Hijo del hombre en el acto del sacrificio,
sino al Monarca de la Gloria que ha escogido la cruz para trono o pedestal'.
En Castilla, es más común que la figura de Cristo esté
sólo cubierta con un paño de pureza.
Nota 6:
se denomina parteluz a una columna o elemento vertical que divide en
dos un hueco o ventana.
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DATOS
DEL AUTOR:
Marc Montijano Cañellas (n. 1978, Vic, Barcelona)
es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Málaga,
Experto en Organización y Gestión de Empresas Culturales,
y Postgrado en Gestión Cultural por la Universitat Oberta de
Catalunya. Tiene una amplia experiencia académica y profesional
en diversas instituciones y empresas culturales. Es fundador y codirector
del portal de Arte y Cultura Homines.com.