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Los órganos de D. Julián de la orden: el gran proyecto final
Chantal Martínez Fernández
17/06/2005


 

Como ya hemos advertido, con la terminación de las obras del templo catedralicio el Cabildo dedicará todos sus esfuerzos a la búsqueda del mejor maestro organero del país y no escatimará en medios, como hasta ahora había ocurrido. Pese a que las arcas estaban casi vacías por los gastos de las obras de construcción, los Capitulares no pararon hasta encontrar el mejor proyecto y el mejor ejecutor para dotar de un magnífico órgano al nuevo y grandioso templo. 

En el siglo XVIII la ciudad de Málaga vive una época dorada gracias al auge del comercio y a la inversión de capital extranjero, la situación mejorará considerablemente sobre todo en el último tercio del siglo con el Obispo Molina Lario al cual le debemos, en gran medida, la construcción de los órganos de la Catedral por D. Julián de la Orden. Sin embargo, no sería justo olvidar que dicho proyecto no hubiera sido viable sin la labor del Obispo José Franquis Lasso de Castilla antecesor de Molina Lario.

Un informe firmado por el Superintendente del Cabildo, D. Francisco Barbán de Castro, el 20 de agosto de 1772, resume y valora los cuatro proyectos seleccionados por el Obispo Franquis. Éstos son, en síntesis, los planes valorados [Nota 1] :

 -Proyecto del organero D. Francisco Pérez de Valladolid (Sevilla).

            plan a)   3.356 tubos...                                                        15.000 ducados.

            plan b)   2.249 tubos   40 registros   80 tiradores                   12.000 ducados.


-Proyecto del organero D. Salvador Pabón (Granada):

            plan a)   2.585 tubos...                                                         10.000 ducados (sin caja)

            plan b)   2.389 tubos   54 registros   108 tiradores                    9.000 ducados

 
-Proyecto del organero D. José García (Málaga):

2.454 tubos   33 registros   66 tiradores                                            12.000 ducados


 
-Proyecto de los organeros D. Antonio Soler y D. Jorge Bosch (Madrid):

5.196 tubos   50 registros   100 tiradores                                          15.000 ducados

Como vemos, no se detallan en el informe los datos completos de los dos primeros planes de Granada y Sevilla. Asímismo, todos los proyectos adjuntaban un dibujo de la caja menos el de Madrid y el de Granada éste último porque no preveía hacerla.

El Señor Obispo, ante el informe de D. Francisco Barbán, toma la decisión de que sea el proyecto de D. José García el que se lleve a cabo, y así se lo hace saber a la Real Cámara comprometiéndose, además, a costear uno de los órganos y el tabernáculo. Sin embargo, el Obispo, enfermo y anciano, muere en 1773 sin que hubiesen concluido las tramitaciones para la aprobación de su Legado. De este modo, aunque en Sede vacante, el Cabildo seguirá dando muestras de su preocupación por el tema de los órganos y el tabernáculo pero no será hasta la llegada del nuevo Obispo, D. José de Molina Lario, en 1776 cuando se de el impulso definitivo al proyecto de construcción.

Efectivamente, el tema de los órganos preocupa inmediatamente al nuevo Obispo, el cual había hallado los diseños y proyectos expuestos a su antecesor, además, no duda en ponerse en contacto con D. Francisco Barbán de Castro que lo pone al día de todos los pasos dados por el Obispo Franquis y el Cabildo anteriormente y le presenta dos proyectos más que no había conocido Franquis Lasso pues fueron presentados en Sede vacante. El primero de ellos queda descartado al tratarse del proyecto del maestro francés Guillermo Denoyer, sin embargo, el presentado por D. José García interesa sobremanera al Obispo al ser de un maestro local que ya había presentado uno de los proyectos para su antecesor. Parece ser que este nuevo diseño de José García es el mismo que había presentado en 1772 con algunas modificaciones en cuanto al número de tubos, tiradores de registros y otros elementos.

José Franquís Lasso de Castilla, obispo de Málaga (1756-1774)         José Molina Lario y Navarro, obispo de Málaga  (1776-1783)

Los cinco proyectos son enviados a la Real Cámara e inspeccionados por D. Jorge Bosch, organero de la Real Capilla y personaje de gran renombre en el mundo de la organería, el cual se inclina por el de su oficial Antonio Soler aunque aumentando hasta 5.000 ducados el precio establecido para hacer modificaciones en la caja y así adaptarla mejor a las características de la Catedral de Málaga. El Informe de Bosch junto con su nuevo plan [Nota 2] son enviados al Obispo Molina Lario en abril de 1777, sin embargo, como era de esperar, la suma es demasiado elevada en relación a los 12.000 ducados que se había impuesto como máximo. Sin embargo, el Sr. Obispo no parece querer resignarse y, en su intento de que el tema no quedase olvidado, decide escribir a maestros organeros de Madrid, Valencia y Granada [Nota 3] para que les asesoraran. Además, ante las dificultades de cobro de los 569.538’26 mrs. del expolio del Obispo Franquis Lasso, Molina Lario decide invertir 2 ó 3.000 ducados más de las rentas de su mitra [Nota 4] . Sin duda alguna todos los maestros consultados coinciden en que el maestro más capacitado para llevar a cabo esta obra que ya tanto se había demorado, era D. Julián de la Orden, maestro de la Catedral de Cuenca.

Muy buenas referencias y una confianza total debían tener en el maestro conquense para que, tanto los Capitulares como el Sr. Obispo, determinaran sin vacilaciones confiarle el proyecto sin haber presentado ningún diseño previo. De hecho, D. Julián de la Orden ve por primera ver el espacio donde tiene que trabajar cuando llega a Málaga el día 12 de noviembre de 1778 junto con el arquitecto José Martín de Aldehuela [Nota 5] . Tan sólo siete días después, el 19 de noviembre, se firma el acta notarial como afirma el propio Julián de la Orden en su Relación de lo que contienen los órganos de la S.I. de Málaga... [Nota 6] . Esta absoluta confianza en el buenhacer del maestro se debió en gran medida a las buenas referencias que de seguro le facilitarían al Obispo Molina Lario, el cual tenía frecuentes contactos con el Cabildo de la Catedral de Cuenca pues había regido años antes la Diócesis de la vecina localidad de Albarracín [Nota 7] . Son tantas las expectativas puestas en el trabajo de Julián de la Orden que, tras la presentación de un breve proyecto previo, el Sr. Obispo decide costear todo un segundo órgano que haga pareja con el primero para conseguir así una unidad perfecta y una excelente sonoridad. De este modo, el Cabildo, en señal de gratitud, decide que sea el encargado por Molina Lario el primero en construirse y que, además, se colocara en ambos órganos el escudo del Sr. Obispo a pesar de que estaba prohibido colocar armas particulares en las capillas. No obstante, se opta por no comentarle nada al Obispo pues 'dado su natural modesto se hubiera negado [Nota 8] '. Finalmente, el órgano del lado del Evangelio lleva el escudo de Molina Lario, mientras que en el de la Epístola vemos el jarrón de azucenas símbolo de la Catedral y su Cabildo.

Sin embargo, el Cabildo de la Catedral de Cuenca no cedió fácilmente al permiso solicitado por Julián de la Orden para trabajar en Málaga, sin duda alguna el maestro no era fácilmente sustituible. En un principio este permiso le fue negado aunque el maestro organero expuso todo tipo de argumentos para que se le permitiera acometer tan importante tarea en la Catedral de Málaga. Debió ser de nuevo la arrolladora personalidad y capacidad persuasiva de Molina Lario lo que permitió que el Cabildo conquense aceptara liberar a su célebre maestro. A partir de este momento la vida y la trayectoria profesional de Julián de la Orden y de José Martín de Aldehuela quedan unidas a la ciudad de Málaga. Con un énfasis casi romántico nos relata D. Miguel Bolea y Sintas la decisión de ambos maestros de permanecer en Málaga por el resto de sus vidas:

Quedó Don Julián de la Orden tan prendado de su obra, que menospreciando el risueño porvenir que  seguramente le ofrecían su mucho ingénio y buen gusto, manifestados en sus obras, quiso acabar sus días al lado de ésta, y suplicó al Cabildo le hiciese merced del título de Maestro Campanero de esta Iglesia, para vivir en su torre y escuchar desde allí los dulces acordes de los hermosos Organos que había construido; y así se lo otorgó el Ilustrísimo Cabildo, y vivió en la torre todo el tiempo de su vida, que fué  hasta el mes de Enero de 1794. Y otro tanto sucedió con Don José Martín Aldehuela, que labró las cajas   de los Organos; pues habiéndose dado à conocer en esta obra, recibió el encargo de hacer un diseño para  el Tabernáculo é hizo aquel modelo en madera, que de Tabernáculo sirvió hasta que se hizo el que hoy   hay de mármol; y comprendiendo el Cabildo su pericia y delicado gusto, à la muerte de Don Antonio    Ramos, le nombró Maestro Mayor de las obras de esta Iglesia, y murió desempeñando este cargo [Nota 9] .

 

No sabemos si cual nuevos 'Pigmaliones' los dos maestros decidieron fijar en Málaga su residencia para no separarse de su amada obra, o si fueron motivos de índole profesional lo que les hizo tomar esta decisión. Sin embargo, a juzgar por el resultado los órganos catedralicios son una obra única capaz, sin duda, de enamorar a cualquier espectador y, por supuesto, también a sus propios creadores. Del mismo modo, la obra tuvo que despertar una gran pasión tanto en el Cabildo y como en Molina Lario, que vieron recompensados largos años de espera con unos órganos realmente soberbios.

El coste de la obra fue muy superior a los primeros 12.000 ducados previstos, incrementándose hasta un 150% aproximadamente [Nota 10] . Llama la atención que el Cabildo aceptara, de buena gana y sin nada que oponer, cualquier gasto adicional sobre todo si tenemos en cuenta que estamos ante el mismo Cabildo que unos años antes habían escatimado continuamente el coste de los diversos proyectos presentados desde los tiempos del Obispo Franquis Lasso, y que el propio Molina Lario había sido bastante reacio al proyecto propuesto por D. Jorge Bosch sobre el original de Antonio Soler por resultarle excesivamente caro.

El primero de los órganos se termina en diciembre de 1781 y, aunque en un principio el Sr. Obispo piensa en el organista de la Catedral de Cuenca, D. José Barrera, para que lo inaugurase, son demasiados los compromisos del célebre organista en las proximidades de la Pascua por lo que deberá rechazar, a su pesar, la invitación. Finalmente, será D. Jaime Torrens, Maestro de Capilla de la Catedral malagueña, el encargado de la inauguración del órgano. Sin embargo, los autores difieren en la fecha exacta de esta inauguración, mientras que Medina Conde y García Leña no concretan y afirman simplemente que fue en diciembre de 1781 [Nota 11] , el Padre Llordén y D. Miguel Bolea y Sintas dan como fecha exacta el 24 de diciembre coincidiendo con la Misa del Gallo [Nota 12] . Otro punto de divergencias entre los autores es el referente al primer órgano concluido, sin embargo, siguiendo a García de la Leña, Medina Conde y Guillén Robles, parece que fue el del lado del Evangelio pues es el que presenta el escudo de Molina Lario. Además, Julián de la Orden en su Relación... describe el órgano del lado del Evangelio y presenta el otro como una copia al que sólo ha cambiado el registro de Pífano por la Flauta alemana [Nota 13] . Tan sólo dos años después, en 1783, se inauguraría el órgano del Cabildo.

 
Los órganos de la Catedral de Málaga como obra de arte excepcional

 Sin duda alguna, es el conjunto del coro junto con los dos majestuosos órganos uno de los elementos más atractivos de la Catedral de Málaga. Y es que los órganos de D. Julián de la Orden se imponen con su perfecta adaptación a la fábrica catedralicia. En la ejecución de esta obra magna, además del talento excepcional del maestro de Cuenca, habría que sumar el magnífico y sublime trabajo de Martín de Aldehuela en el diseño de las cajas y su decoración, y el buen hacer de maestros como los escultores Juan de Salazar y Antonio Medina y, por otro lado, Gregorio Ortiz y José Romero que llevaron a cabo una espléndida tarea de policromía y dorado [Nota 14] .         

Los órganos tienen una altura total de 25 varas castellanas, es decir, unos 21 ó 22 metros, y se ubican sobre el coro entre los pilares del primer arco formero de la nave central. Poseen dos fachadas idénticas ligeramente curvadas en sus lados laterales y dos caderetas exentas, una en el lado del coro y otra en la parte de las naves laterales. Cada uno de ellos se divide en tres cuerpos que van decreciendo en altura y adaptándose, a modo de colosal retablo, a los sólidos soportes del templo cuya altura está aumentada gracias a los pilares de ático. Es importante señalar que este monumental retablo en cuanto a la fachada, tiene “corporeidad tridimensional, en las que superpone los diferentes cuerpos afirmando su sentido ascensional mediante la ingravidez de los volúmenes, el ritmo cadencioso y libre, la suave decoración” [Nota 15] .

     

El piso inferior está dividido en paneles rectangulares por medio de un apilastrado jónico, en dichos paneles se desarrolla una rica decoración dorada en molduras, lazadas y medallones. Especialmente atractivas y ricas son las rocallas que decoran las celosías y las mirillas. En el arquitrabe se sitúa la trompetería que conforma la chamada que se proyecta, de forma horizontal, sobre el coro [Nota 16] . Ligeramente separada de este primer cuerpo por medio de un enrejado y con forma de templete sobre el coro y sobre las naves laterales, se sitúa la cadereta. Está dividida también en calles por medio de columnas adosadas de orden compuesto entre las cuales podemos ver los tubos que van decreciendo en altura y se decoran con rocallas, la peana de formas sinuosas que sostiene el pequeño templete recuerda a la de las tribunas de las Concepcionistas de Cuenca, también obra de Aldehuela [Nota 17] . Un frontón segmental coronado por un angelote que sostiene en sus manos una palma y una guirnalda, completan el conjunto de la cadereta.

El cuerpo central se eleva sobre un fastuoso basamento donde podemos ver formas mixtilíneas que se van conjugando para crear un ritmo cadencioso, casi musical: por un lado, los apoyos de formas rectas de las columnas corintias y, por el otro, las zonas curvas de las que parten los tubos. El sentido ascensional está marcado por los tubos que se van situando en las cinco calles que flanquean estas columnas de orden corintio, se van alternando calles con un solo cuerpo de tubos con otras donde hay dos pisos superpuestos en los que los tubos superiores son más pequeños. La rica decoración en rocallas nos conduce hasta un magnífico entablamento con grandes dentellones cuyo friso está decorado con guirnaldas doradas, queda interrumpido por un motivo triunfal flameado que envuelve a un Sol abriendo una línea ascensional que nos lleva hasta los escudos, el de Molina Lario en el órgano del lado del Evangelio y el jarrón con las azucenas del Cabildo en el del lado de la Epístola. Estos escudos se elevan sobre un frontón curvado decorado con dentellones y flanqueado por las esculturas de las Virtudes y, tras ellas, las figuras de unos pequeños angelillos.

El cuerpo superior, más reducido para adaptarse a las dimensiones del templo, está dividido en tres calles por medio de columnas de orden corintio siguiendo el mismo orden compositivo que los otros dos. De nuevo son las magníficas rocallas las que subrayan el sentido ascensional hasta el remate final, esta vez un frontón triangular abierto sobre el que se sitúan ángeles músicos y coronado con una cartela donde figura la fecha 1781, curiosamente la misma en ambos órganos a pesar de que el órgano del Cabildo se inauguró en 1783. Tras esta cartela rodeada de rocallas, se eleva la figura de la Fama que corona todo el conjunto a modo de cénit triunfal.

La decoración, como hemos visto, fue cuidadosamente tratada así como el discurso iconográfico en torno a las Virtudes y la Fama. Sin duda alguna este discurso fue programado y estudiado, no sabemos exactamente por quién, quizás los propios escultores Juan de Salazar y Antonio Medina que, como grandes maestros que eran, tuvieron mucha libertad para realizar su obra. Sin embargo, que duda cabe que el Cabildo tuvo mucho que decir al respecto, recordemos que en su intento por honrar y reconocer los esfuerzos del Obispo Molina Lario, impuso que se hiciera en primer lugar el órgano encargado por éste y además, habían propuesto que el escudo del Sr. Obispo se colocara en ambos instrumentos (aunque, como sabemos, finalmente sólo se situó en uno de ellos). Es posible que este despliegue de Virtudes, ángeles músicos y la Fama alada coronando el conjunto, tuviera mucho de homenaje al Obispo que había hecho realidad esta magnífica obra después de muchos años deseando poseer un instrumento que correspondiese a la grandeza y magnificencia del templo catedralicio. Qué duda cabe que los maravillosos órganos de Julián de la Orden y Martín de Aldehuela eran mucho más de lo que el Cabildo podía haber imaginado, una obra erigida en nombre las Virtudes y la grandeza de la Iglesia y digna de ser proclamada a los cuatro vientos, como hace la Fama. Una obra llena de connotaciones simbólicas y con un espíritu aún barroco a pesar de sus elementos clasicistas.

Las esculturas, de una calidad exquisita, tanto en las carnaciones como en los ropajes y su policromía [Nota 18] desarrollan un programa basado en la idea de la Virtud. Por un lado, en las fachadas que dan al coro se sitúan las Virtudes Teologales y la Religión, reina de las Virtudes Morales, en las fachadas exteriores que dan a las naves laterales se sitúan las Virtudes Cardinales. Todo un repertorio de elementos subrayan el triunfo de las Virtudes y de la Iglesia como las guirnaldas, los laureles y las palmas que portan los angelillos que coronan la cadereta. Asímismo, aparece un símbolo cristológico como es el Sol rodeado por guirnaldas de laurel. Todo el conjunto está coronado por la hermosa figura de la Fama, etérea y alada, apoyada sobre un solo pie aludiendo a su fugacidad y tocando una trompeta para proclamar su grito universal tal y como la describe Cesare Ripa [Nota 19] .

Sin duda salta a la vista que la monumental obra de Julián de la Orden requirió de toda la atención del Cabildo y el Obispo Molina Lario que estuvo al tanto de todo lo que iba sucediendo durante la construcción cuidando hasta el más mínimo detalle. Estas atenciones y extremo cuidado, tanto de los patrocinadores de la obra como de la plantilla de artistas y artesanos que trabajaron en ella con Julián de la Orden y Martín de Aldehuela a la cabeza, se materializaron en unos instrumentos realmente únicos. Se puede afirmar que son, hoy por hoy, los órganos más grandes de España y que su estado de conservación es aceptable. Sin embargo, es muy importante que se tome conciencia de su importancia como elementos fundamentales de nuestro Patrimonio Cultural pues, si bien en sus primeros años de vida y durante el siglo XIX la atención a sus necesidades de mantenimiento y conservación eran óptimas, el siglo XX ha traído un desolador olvido de estas complejas y hermosas máquinas del que los órganos catedralicios no han podido escapar. Hoy en día la presencia del organero es cada vez más esporádica y las necesidades de estos maravillosos instrumentos son muchas y requieren de un profesional absolutamente especializado. En gran medida, el abandono y la consecuente degradación de estos instrumentos está motivada por la falta de uso producto de la escasa importancia que se le concede a la música en la liturgia actual, y es que hasta el siglo XIX, todos los maestros de capilla estaban obligados a componer un número determinado de piezas muchas de las cuales permanecen aún inéditas en los archivos de nuestras catedrales [Nota 20] .

La presencia de la música “en directo” en el culto actual es cada vez menor y, por tanto, los órganos han sido condenados a permanecer en las iglesias como meros elementos decorativos. Podríamos, pues, contentarnos con una conservación que permitiera su pervivencia como meros retablos, como elementos ornamentales y, sin embargo, ésto constituiría un grave error. Estos monumentales instrumentos son por sí mismos auténticas obras de arte, pero lo son en función de una compleja maquinaria interna que tiene que ser conservada en sus partes para que pueda existir una auténtica conservación del conjunto: de nada serviría conservar la “fachada” si dejamos que toda su tubería, fuelles y demás elementos se vayan degradando hasta su total desaparición. Los órganos de la Catedral de Málaga son realmente monumentales y es esta misma grandiosidad la que nos hace olvidar que más allá de sus elaboradas y magníficas cajas hay toda una compleja maquinaria interna esperando un uso. Quizás las últimas corrientes que pretenden revivir la música de los siglos XVI, XVII y XVIII puedan aportar un atisbo de esperanza en este desolador panorama, pues si logramos que nuestros órganos sean de nuevo utilizados estaremos asegurando su conservación y, por tanto, alargándoles la vida, sin embargo, no debemos olvidar que para que se produzca esta revalorización hacen falta unos profesionales muy concretos, tanto organistas como maestros organeros y conservadores especializados en estos instrumentos. La escasa presencia de estos profesionales en la actualidad con la excesiva especialización que conllevan es, sin duda, otro de los factores a sumar a la gran problemática de estos grandiosos instrumentos.


El presente artículo forma parte de un estudio más amplio sobre el Órgano de la Catedral de Málaga, compuesto por tres partes, que en breve será publicado íntegramente:
- Breve Historia del Órgano de la Catedral de Málaga
- Los Órganos de D. Julián de la Orden: El gran proyecto final
- Última restauración y nuevas aportaciones


[Nota 1] Ibídem., pg. 68.

[Nota 2] Jorge Bosch modifica substancialmente el proyecto original de Antonio Soler el cual, lamentablemente, no se conserva para poder cotejarlos y conocer las aportaciones reales de Bosch. No obstante, estos cambios debieron ser sustanciales a juzgar por el precio del nuevo proyecto: 20.000 ducados.

[Nota 3] Los autores difieren en este punto, mientras que para el Dr. Martínez Solaesa (MARTÍNEZ SOLAESA, A., Op. cit., pg. 108, nota 8) no consta que se consultaran a los maestros sevillanos, hecho bastante extraño si tenemos en cuenta la cercanía geográfica y que en estos tiempos trabajaba en Sevilla D. José de Casas y Soler, maestro organero de El Escorial. Para el Padre Llordén sí que fueron consultados los maestros de Sevilla (LLORDÉN, A., Op. cit., pg. 20) así como para D. Miguel Bolea y Sintas (BOLEA Y SINTAS, M., Descripción Histórica que de la Catedral de Málaga hace su Canónigo Doctoral D. Miguel Bolea y Sintas..., Málaga, Universidad, 1998, pg.328).

[Nota 4] CAMACHO MARTÍNEZ, R., 'Los órganos de la Catedral de Málaga. Análisis estilístico y documental', Cuadernos de Arte, Granada, Universidad, 1984, pg.267.

[Nota 5] LLORDÉN, A., Op. cit., pg. 20.

[Nota 6] Citado por MARTÍNEZ SOLAESA, A., Op. cit., pg. 112.

[Nota 7] CAMACHO MARTÍNEZ, R., Op. cit., pg. 272, nota 29.

[Nota 8] Ibídem., pg. 268.

[Nota 9] BOLEA Y SINTAS, M., Op. cit., pp. 328-329.

[Nota 10] La Dra. Camacho Martínez apunta que el coste total de la obra ascendió a 61.000 ducados, equivalentes a 22.814.884 mrs. (CAMACHO MARTÍNEZ, R., Op. cit., pg. 277). Sin embargo, esta cantidad difiere de la que nos aporta el Dr. Martínez Solaesa de 57.041 ducados o 627.457 rls. y 10 mrs. (MARTÍNEZ SOLAESA, A., Op. cit., pg. 135). Sea como fuere, lo que debemos destacar es que, sin duda, la cantidad superó con creces a la inicial prevista por el Cabildo.

[Nota 11] GARCÍA DE LEÑA, Conversaciones históricas malagueñas o materiales de noticias seguras. Tomo IV, 1793, pg. 304 y MEDINA CONDE, Op. cit., pp. 116-117. Citado por MARTÍNEZ SOLAESA, A., Op. cit., pg. 140.

[Nota 12] BOLEA Y SINTAS, M., Op. cit., pg. 328 y LLORDÉN, A., Op. cit., pg. 20.

[Nota 13] MARTÍNEZ SOLAESA, A., Op. cit., pg. 142, nota 113.

[Nota 14] MARTÍNEZ SOLAESA, A., Órganos en la provincia de Málaga. Catalogación y estudio analítico,Sevilla, Centro de Documentación Musical de Andalucía, 1998, pg.116. 

[Nota 15] CAMACHO MARTÍNEZ, R., Op. cit., pg. 272.

[Nota 16] Este elemento se introduce en la organería del siglo XVIII conformando una imagen muy particular del órgano español. Ibídem., pg. 273.

[Nota 18] En el siguiente apartado, dedicado a los últimos descubrimientos a partir de una reciente restauración, veremos la excepcional calidad de los materiales empleados en los órganos así como la maestría de los artistas que trabajaron en ellos.

[Nota 19] RIPA, C., Nova Iconologia, Ed. de Lepido Faci, Roma, 1603, pg. 142.

[Nota 20] El caso de Málaga es particularmente rico ya que en su archivo catedralicio podemos encontrar cientos de partituras aún inéditas de los sucesivos maestros de capilla. Se trata de un gran legado musical a la espera de un estudio musicológico que lo revalorice y lo ponga al servicio de la sociedad como parte de su riquísimo patrimonio cultural. (Información facilitada por el Dr. Martínez Solaesa).