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Piranesi, teórico de la arquitectura y grabador del s.XVIII.
Leonardo Fidalgo Fontanet
10/09/2004


Giovanni Battista Piranesi. Una percepción sublime de la Antigüedad

A través de los grabados seleccionados de Giovanni Battista Piranesi se puede conocer la poética y el discurso particular de este artista y teórico, pero también sus diseños trasmiten una lectura muy difundida de los monumentos romanos en el siglo XVIII, en la que se combinan consideraciones matemáticas y científicas propias del Renacimiento, con una presentación de los edificios en toda su magnificencia y sublimidad, es decir, la percepción romántica de la Antigüedad. Ello dará pie a rebasar los márgenes de una lectura propiamente formal, para reflexionar sobre el trasfondo de la imagen, implicada de lleno en las controversias artísticas y arquitectónicas de su tiempo. En principio, parece que sólo bastaría con intuir las diferentes fórmulas estéticas de las que se vale Piranesi, puesto que la mera experiencia estética, la pura admiración sensorial, ya es suficiente para encandilar al espectador. Este aspecto ha sido el más valorado por la historiografía artística, ya que pese a no tener seguidores directos, Piranesi por su técnica gráfica y su concepción espacial, se adelanta a su tiempo. Sin embargo, obtendremos una visión más rica y completa conociendo la trama en la que se movía el artista. Plantear esta dualidad no es un problema actual, sino que Piranesi era muy conciente de ella.

Parece ser que existe un denominador común dentro del complejo trasfondo de las arquitecturas de Piranesi, y es el hecho de que no sólo se trataba de vistas, más o menos grandiosas o pintorescas de la arquitectura romana, de su magnificencia, sino del poder evocador y simbólico que sin duda tenían las ruinas, enfatizado por un nuevo orden compositivo. Para lograrlo no utilizó los elementos habituales de la geometría o simetría, tampoco se atuvo a las normas descritas en los tratados, ni tampoco le interesaba medir los restos de la Antigüedad. Le interesó representar "el drama" de la construcción, la trágica pérdida de un pasado grandioso; un pasado eminentemente romano del que exaltó su característica fundamental, las dimensiones (aunque también de la arquitectura etrusca y de la egipcia, antecesoras directas de aquella). Piranesi trazó una innovadora historia de la arquitectura romana, que no debía nada a la cultura griega, sino que procedía de otra tradición diferente, la herencia etrusca y de los pueblos itálicos. Por este motivo, Piranesi exaltará en sus grabados los sistemas arquitectónicos abovedados y de arquerías, heredados por el Imperio Romano directamente de los etruscos. Al igual que los romanos emplearon con gran libertad en sus edificios los ordenes arquitectónicos griegos, Piranesi selecciona, compone y magnifica con notable libertad los elementos del pasado que a él más le interesan para corroborar su discurso teórico sobre el verdadero origen de la arquitectura romana.

Otro punto definidor de la poética de Piranesi es su libertad e ingenio a la hora de crear con las formas. Muchas veces los sentidos desplazarán a la razón, aunque no la anulan al organizar los elementos, al distribuir las formas. La variedad de las soluciones antiguas y la reducción del ornamento a un problema de selección de formas, evidencian una práctica arquitectónica que niega cualquier sometimiento a normativas, que aún preservando algunos elementos de la tradición, optan por el libre uso de los medios disponibles, una actitud propia de un manierista del siglo XVI.

Camera sepolcrale

Piranesi llega a Roma en 1740 en el séquito del nuevo embajador veneciano ante el papa Benedicto XIV, Marco Foscarini. Son años de aprendizaje para el joven arquitecto veneciano: se forma en el oficio de grabador con Giusepe Vasi, un vedutista discípulo de Juvarra, y asume la influencia de la tradición escenográfica y los juegos de perspectiva de los Bibiena [Nota 1] o del propio Juvarra y, sobre todo, desde el principio, comienza sus minuciosos estudios de las ruinas romanas, tarea que ya no abandonará durante el resto de su vida.

Estas formas antiguas no son para Piranesi meros testimonios de otro tiempo, sino que su conocimiento sirve de referencia para intervenir en el presente. Ya en el siglo precedente Colber (ministro de Luis XIV) había estimulado los viajes que podían aportar noticias nuevas respecto al lenguaje arquitectónico. [Nota 2] El interés por el conocimiento de la Antigüedad y su aplicación en las artes llevó a la Academia Francesa a crear una sede en Roma (a partir de 1666). Algo significativo, pues desde su llegada a Roma, Piranesi se convierte en una especie de guía espiritual de los pensionados franceses en los recorridos por los restos arqueológicos de Roma. No sólo eso, sino que los grabados que acompañan a sus escritos impactarán a los artistas y arquitectos franceses; así los proyectos con reconstrucciones arqueológicas que los jóvenes pensionados estaban obligados a remitir periódicamente a la Academia se mostraban, a partir de los años cuarenta del siglo XVIII, cada vez más "afectados por este nuevo mal", tal y como lo veían los académicos parisinos. [Nota 3] Este nuevo mal era la nueva visión romántica.

De 1743 data la primera obra de Piranesi, Prima Parte di Architettura e Prospettiva, una recreación de ilusorios y teatrales ambientes supuestamente antiguos y romanos. En sus grabados es quizás donde más claramente se vea el influjo de los Bibiena (scena per angolo) y de las grandiosas reconstrucciones de Fischer von Erlach. Con este último, Piranesi comparte su concepción relativista de la historia y de la Antigüedad, que le lleva a reflexionar sobre el pasado desde las formas, unas formas que él ve reducidas al fragmento y que son el resorte que lleva al grabador a desbocar su imaginación; esto es, partir de lo concreto real para desembocar en un todo grandioso y liberado, es decir, la transición de lo objetivo a lo subjetivo.

Un grabado representativo de este tratado y de la poética piranesiana de estos años, es Camera sepolcrale, donde diferentes objetos legados por la Antigüedad se unen, combinan o transforman (a modo de collage), para crear un entorno completamente original y sublime. [Nota 4] Todos los elementos presentes tienen relación o aluden directamente a la muerte, a lo sacro o a la memoria en su más estricto sentido itálico: una esfinge, sobre ésta un sarcófago etrusco (recuerda al famoso de los Esposos de Caere, pero Piranesi sustituye las esculturas por cadáveres), en la parte inferior izquierda, mascarillas de difuntos (las imagines maiorum), al fondo una pirámide (inspirada en la romana de Caio Cestio), todo ello envuelto en un ambiente tétrico e inquietante, opresor por la acumulación de los sepulcros y por la invasión salvaje y desmedida de la naturaleza. Quizás el primer efecto de esta imagen sea el de las excesivas proporciones, aspecto en el cual juega un papel fundamental la presencia de personajes anónimos y empequeñecidos en exceso en relación al entorno en el que se mueven. Las acciones de estos personajes (algunos están profanando las tumbas, aludiendo claramente a las insistentes quejas de Piranesi sobre los expolios de los restos de Roma) introducen el factor tiempo en el grabado, a la vez que guían la mirada del espectador. Este recurso, desvirtuador y a la vez magnificador, propio de las vedute y los capricci, se convertirá casi en una constante en los grabados y vistas de Piranesi. [Nota 5]

Otro táctica pictórica de la que comúnmente se vale Piranesi es la introducción en el primer plano de la imagen de diferentes piezas y fragmentos romanos (etruscos o egipcios también) que impulsan la mirada del espectador hacia el fondo del grabado. Dentro de la compleja lectura de sus imágenes, estos restos parecen ser lo más realista, o por lo menos, verosímil del conjunto; son casi "retratos" de los hallazgos de las excavaciones. En este aspecto radica la originalidad de Piranesi, pues estamos hablando de un recurso eminentemente pictórico, propio de la pintura barroca del siglo anterior (sobre todo de los paisajistas franceses, como Claude Lorrain o Nicolás Poussin). Además, esa manipulación visual que se persigue no tendría el mismo efecto sino aparecieran estos elementos del primer término, bajo una tenebrosa penumbra, en el caso de Camera sepolcrale, que repele la mirada del espectador para que busque los rayos de luz que atraviesan las grandiosas ruinas. La luz del fondo no es en absoluto homogénea, sino que Piranesi la manipula arbitrariamente, aumentando las diferencias lumínicas y así, las zonas que deberían tener una iluminación más unitaria están atravesadas por contrastes. La línea de contacto entre luz y sombra más predominante es la diagonal, la más apropiada para crear un efecto de inestabilidad. Si la habilidad a la hora de manipular los efectos lumínicos lo adquiere Piranesi gracias a sus orígenes venecianos, los juegos diagonales que componen la imagen, demuestran su conocimiento de la tradición pictórica barroca y manierista.

La composición del espacio de Camera seporcrale trasmite cierta contradicción si se analiza con detenimiento. Parece que las líneas de fuga de las cornisas no siguen un esquema coherente, esto es, racional o geométrico. En general, las líneas compositivas fugan arbitrariamente, no existe un punto de fuga unificador del espacio y el ritmo de las arcadas contribuye a dilatar el espacio, sobre todo teniendo en cuenta que el punto de vista es bajo. Piranesi está aplicando la scena per angolo, método escenográfico que consiste en superponer dos o más ejes de perspectiva. Igualmente, para favorecer el efecto óptico de amplitud y grandiosidad, Piranesi siempre evita que los puntos focales de las pirámides de perspectiva queden dentro de la escena, al quedar fuera del marco o perderse en un fondo confuso que tiende al infinito.

Asimismo, el pilar del primer plano (a la derecha), debería, teórica y tectónicamente, estar alineado con sus homólogos del centro y del fondo de la imagen. Sin embargo, su línea de impostas está extrañamente más baja, por lo que el arco de la parte superior derecha está creado a partir de un efecto visual, perspectívicamente incoherente. Sin embargo, esto no es más que un artificio puramente barroco y que ya había sido aplicado en la práctica arquitectónica por Borromini (en la iglesia del Colegio de Propaganda Fide) o por Guarino Guarini. Así, si en la manipulación tonal o de claroscuros, Piranesi nos mostraba su faceta plástica, de pintor-dibujante-grabador, ahora, en este detalle, está presente el Piranesi arquitecto.

A este respecto debemos apuntar que la postura de Piranesi es más la de un teórico (sin normas fijas) que la de un técnico. Es decir, para Piranesi la arquitectura no es el arte de la construcción, no consiste en edificar bien, operación que puede ejecutar un maestro de obras, sino que la concibe como una disciplina en la que deben primar las cualidades intelectuales (una postura que arranca del pleno Renacimiento, con Rafael y su círculo). La posición del arquitecto no está a pie de obra, sino que su campo de intervención está en las reflexiones teóricas, en las ideas. [Nota 6] En este aspecto Piranesi se muestra como heredero de la tratadística arquitectónica que complementaba la imagen con un texto explicativo de la misma (Serlio y Vignola codificaron este esquema, donde la presencia de la imagen desborda a un escueto texto). Parece ser que Piranesi se percató de la necesidad de introducir estas notas inferiores, que evitaban una lectura errónea o superficial del grabado, a partir de la tercera impresión de la primera edición de Prima Parte. [Nota 7] Sin embargo, este tipo de grabado, alejándose de sus antecedentes tratadistas, entronca de lleno con la tradición de los capricci, que no consiste en mostrar una acumulación de restos tal y como podían ser observados por sus contemporáneos, aquí las ruinas (en Camera sepolcrale de distintas civilizaciones, romana, estrusca y egipcia) son el punto de apoyo para la imaginación que está creando una "Nueva Roma".

Por ello, desde el punto de vista del espectador, la fuerza que irradia la imagen (impresión o experiencia estética) se impone a priori, frente a esta posible lectura más racional y meditada. Podemos afirmar que la tensión proviene del deseo de reflejar la inconmensurabilidad fragmentada (concilia ruinas a la vez inmensas y fragmentadas), el fragmento es inconmensurable: lo infinitamente pequeño y lo inmensamente grande. En este sentido, la clave de una lectura estética de los grabados de Piranesi, la encontramos en el empirismo inglés que, por estos años centrales del siglo XVIII, está sistematizando toda una corriente de pensamiento.

Por estos años Edmund Burke se cuestiona el porqué del placer y deleite que nos producen ciertas cosas "negativas" como el terror, lo absoluto, la inmensidad, la oscuridad, lo ilimitado, etc. Es aquel "asombro agradable" o la "deleitosa inquietud y espanto" de las que nos hablaba, años atrás, Addison. Burke por su parte, sostiene que la sublimidad artística se origina en el dominio de la ficción, el espectáculo o la representación, sinónimos de una misma idea que participa de una característica común: la distancia estética, condición imprescindible para que aquellas manifestaciones negativas se vuelvan positivas, es decir, que susciten una emoción o placer estético. A este respecto afirma: "El asombro es el efecto de lo sublime en su más alto grado: los efectos inferiores son la admiración, la reverencia y el respeto." Una impresión y efectos emocionales que invaden el ánimo del sujeto siempre y cuando no peligre su "conservación", es decir, no sea un peligro que afecte directamente a su supervivencia. [Nota 8]

Tal posicionamiento y valoración está enriqueciendo la experiencia estética ya que la subjetividad empieza a explorar campos desconocidos hasta ahora. [Nota 9] A su vez, se está favoreciendo la libertad creativa del artista que da sus primeros pasos guiado únicamente por la mirada intuitiva, denominador común del futuro proyecto romántico. Por ello, Piranesi parece que desea trasmitir con sus grabados la misma sensación que él ha experimentado ante los restos antiguos.

Colonna Trajana

Piranesi diseñará a lo largo de toda su vida aproximadamente 135 vedute de los edificios de la Roma antigua y moderna, un verdadero catálogo sistemático de monumentos. [Nota 10] Las vedute, partiendo de una observación empírica, son las descripciones gráficas de la ciudad (recurre a la tabla de indicadores para identificar los edificios principales) en las que Piranesi continúa, en principio, el modo de hacer de su maestro Vasi, pero manifestando un marcado interés por los restos de la Antigua Roma (comienza a publicar y vender vistas de Roma a partir de 1745). La selección del punto de vista y la iluminación sobre el motivo de la veduta, configura el carácter de la estampa y evidencia un meditado acercamiento para potenciar las grandes dimensiones del monumento. Según palabras de Wittkower, Piranesi unía en sus vedute dos tradiciones que parecen totalmente incompatibles, las del Barroco y las interpretaciones topográficas del "paisaje arquitectónico". [Nota 11]

La calidad gráfica y expresiva de las aguafuertes de Piranesi suponen el cúlmen de la evolución de este género. Los orígenes de las vistas, como construcción visual intuitiva y con marcado sentido pictórico, frente el carácter cerrado o codificado del trazado de un proyecto en perspectiva, pueden remontarse a la Edad Media. En sus dibujos de arquitectura Villard de Honnecourt trató de copiar lo que veía en las grandes catedrales góticas, convirtiéndose en el primer antecedente de las perspectivas a ras de suelo. Las vistas arquitectónicas experimentaron un notable incremento durante el Renacimiento, sobre todo en relación con los levantamientos de los edificios de la Antigüedad, siendo los ejemplos más representativos los dibujos de arquitecturas romanas del Codex Escurialensis. [Nota 12] Pero estas vistas se regían por un carácter eminentemente documental, como instrumentos de estudio, sin ninguna pretensión de autonomía figurativa (esta es la característica más notable de los apuntes renacentistas). Algunos casos particulares superan la visión científica, como la vista interior del Panteon atribuida a Rafael, en el que se consigue una impresión espacial, gracias a una perspectiva forzada que envuelve al espectador.

En el siglo XVI destacaron en la documentación gráfica de los monumentos antiguos, Giovanni Antonio Dosio y sobre todo, Vincenzo Scamozzi, con su libro ilustrado, Discorsi sopra le antichitá di Roma. [Nota 13] Entre los siglos XVII y XVIII, asistimos a la codificación del género vedutista como tal, principalmente en una Venecia que comenzaba a asumir una imagen mítica y nostálgica de sí misma. Allí, sobresalió un grupo de artistas que alcanzaron un gran virtuosismo gráfico y en el que Luca Carlevaris ha sido considerado el primer iniciador (aunque ya contaba con los precedentes de Heintz y van Wittel). Sin embargo, el artista más conocido es Antonio Canal, "Canaletto", fecundo productor de dibujos, estampas y pinturas del género de vistas. El desarrollo de este nuevo género, a partir de unas fechas y lugares específicos, responde a la aparición de un nuevo público gracias a la moda de los viajes; los principales clientes de las vedute serán los ingleses ilustrados del Grand Tour, a los que podemos ver como el embrión del "turismo" moderno.
La función de estas estampas parece clara y así lo expresa Luigi Vagnetti:

"No cabe duda de que el vedutismo, tomado como fenómeno de dibujo en sí mismo, ha nacido y se ha desarrollado con finalidades eminentemente documentales y representativas cuando, faltando aún los instrumentos mecánicos que caracterizan el mundo actual, se sentía sin embargo un fuerte deseo de difundir el conocimiento de los monumentos más insignes del mundo civil, o se presentaba la oportunidad de conservar el recuerdo visual de las arquitecturas observadas y gozadas en determinadas ocasiones por quién tenía la posibilidad de viajar". [Nota 14]

Como se ha dicho más arriba, el periodo álgido de la producción vedutistica italiana llega a su cima con Piranesi durante la segunda mitad del siglo XVIII. Éste promociona en los grabados su propia obra. No por casualidad, sus residencias romanas, la primera situada en al via del Corso, frente a la Academia de Francia, y la segunda cerca de la iglesia de la Trinità dei Monti, están en el centro cosmopolita por excelencia de Roma, una situación privilegiada en contacto con los lugares frecuentados por los extranjeros. La incisión en sus publicaciones de un Catálogo de su obra, revela sus propósitos comerciales y de afán de difusión. Así, sus grabados en serie se dirigen a un mercado burgués, internacional y de importante poder adquisitivo; un público anónimo que garantiza económicamente su independencia a la vez que no influye de forma directa, como un comitente oficial, en el programa. [Nota 15]

A pesar de ello, se ha de admirar este vasto catálogo sobre los restos de la arquitectura romana como acertadamente expone Juan Calatrava, [Nota 16] con un sentido que trasciende la mera recopilación anticuaria y que, mostrando una verdadera poética de las ruinas, nos hace recordar las palabras de Diderot, para quien el anticuario era heredero de los fragmentos de la Antigüedad, mientras que el arqueólogo lo era de su espíritu. Ilustrar fielmente tal observación parece ser el cometido del personaje aderezado a la moda dieciochesca, que aparece rindiendo culto a la Colonna Trajana (en la parte inferior derecha), icono privilegiado de toda una civilización. No sería difícil identificar este personaje anónimo y esta actitud moral con un simbólico autorretrato del propio Piranesi.

SEGUNDA PARTE
(Leer primera parte)



Nota 1
: En Piranesi influirá sobre todo Giusepe Galli Bibiena (hijo de Fernandino, autor de Architettura Civile de 1711) autor de Architettura e prospetive (Hamburgo, 1740). De ambos autores asumirá Piranesi un recurso gráfico (más propio de la escenografía teatral) revolucionario: la schena per angolo; ver WITTKOWER, R.: Arte y arquitectura en Italia 1600-1750, Madrid, Cátedra, 1981, pp. 364-365.


Nota 2: PERONA SÁNCHEZ, op. cit., p. 37.


Nota 3: RODRÍGUEZ RUIZ, op. cit., p. 96; El tratado de M.J. Peyre, Oeuvers d'architeture (París, 1765), supuso, según Delfín Rodríguez, la conciliación entre el mundo de Piranesi y la aplicación proyectual de este tipo de grabados.


Nota 4: Addison fue uno de los primeros en tratar las categorías estéticas de lo pintoresco y lo sublime, que en él se identifican con lo novedoso u original y con lo grande, respectivamente. Así, vemos cómo, desde muy temprano la poética de Piranesi está imbuida de lleno en esta emergente postura estética.


Nota 5: Aunque este no es el caso, en la mayoría de los grabados de Prima Parte aparece un simbólico enfrentamiento o convivencia entre personajes vestidos a la romana con otros ataviados según la moda del momento. Generalmente "los antiguos" aparecen en el fondo de la escena, mientras que "los modernos", de mayor tamaño por el efecto perspectívico, aparecen como espectadores.


Nota 6: PERONA SÁNCHEZ, op. cit., p. 39.


Nota 7: ROBINSON, A.: Piranesi. Esrly Architectural Fantasies, cit. en ibid., p. 57.


Nota 8: BOZAL, op. cit., p. 53.


Nota 9: El temor o el miedo como sentimientos propios de la experiencia estético-artística no habían sido tratados seriamente hasta este siglo, a excepción de Aristóteles en su Poética, donde consideraba la afección catártica de estos sentimientos sobre el espectador.


Nota 10: CALATRAVA, op. cit., p. 8. Treinta y cuatro de estas vistas serán agrupadas para componer una edición aparte, Le Magnificenze di Roma (publicada en 1751).


Nota 11: WITTKOWER, op. cit., p. 364.


Nota 12: SAINZ, J.: El dibujo de arquitectura, Madrid, Nerea, 1990, p. 85.


Nota 13: Ibid., p. 86.


Nota 14: VAGNETTI, L.: Disegno e architettura, Vitali e Ghianda, Génova, 1958, cit. en SAINZ, op. cit., p. 88.


Nota 15: PERONA SÁNCHEZ, op. cit., p. 40.


Nota 16: CALATRAVA, op. cit., p. 9.