Vivimos en un medio que controla, incluso,
anticipa nuestras acciones; los mass media, las redes sociales
y la informática en general, han construido un fino tejido de
conductas preestablecidas que corroen los cerebros y los cuerpos de
los individuos; vivimos presos de los aparatos normatizadores que nos
han llevado a un estado autónomo de alienación, de enajenación
del sentido de vida y del deseo de creatividad. Hay momentos, en que
el desarrollo automatizado de una actividad práctica o intelectual,
nos hace perder la visión o sentido de lo que hacemos; el mundo
que habitamos se ha convertido en un espacio escindido, generando un
desgarramiento que separa nuestra conciencia de esa realidad que buscamos
transformar. Vivimos alienados en un universo de conductas instrumentalizadas
que lejos de abrir nuevos horizontes los cierra, a veces con cierta
inocencia y otras con una brutalidad que cercena toda sensibilidad.
Somos seres espiritualmente atrofiados, padecemos de una fractura que
divide o fragmenta nuestro ser, nos movemos entre el arraigo o el desarraigo.
La práctica artística por sí sola no convoca a
una feliz realización de lo humano, puede sin proponérselo,
ser una actividad desprovista de la fuerza interior que nos lanza a
la vida, podría terminar siendo parte del universo de acciones
mecanizadas del mundo contemporáneo, de hecho, muchas obras han
pasado a formar parte de la iconografía publicitaria compartiendo
el mismo espacio con una hamburguesa o con un perfume. El objeto artístico
no es extraño al mundo alienado de los objetos que se trasmutan
en mercancía.
Contra estas formas deshumanizadas
de la existencia es que el arte debe revelarse como una alternativa
desalienante que reconstruya en el sujeto su identidad perdida; es así
como concibo y se percibe la actividad artística de Jorge Restrepo.
Sus performances son espacios interactivos que invitan a la reflexión
y a la transformación; son estrategias por donde la vida alcanza
plenitud y compromiso.
El trabajo artístico de Restrepo, desde sus comienzos figurativos
y expresionistas, pasando por sus retículas abstractas hasta
llegar a la acción performática, ha tenido como hilo conductor
la conexión con la vida: sus performances han explorado el mundo
de las emociones y los sentimientos, la memoria individual y colectiva,
las distintas formas del conocimiento, la experiencia sensorial y un
amplio campo de acciones interdisciplinarias basadas en la investigación
y la solidaridad de quienes participan en ellas. Restrepo ha indagado
las relaciones arte-ciencia y viceversa, en fin, su obra busca la comunicación,
la interacción y sobre todo, la reconciliación del espíritu
en un mundo de negaciones y arbitrariedades. La concepción artística
de Restrepo procura cimentarse en la condición humana.
‘Más allá de lo tangible’ (Fotos 1-3), una
exposición para ciegos, no significó una simple acción
estética o una ingeniosa forma de relacionar el arte con los
no videntes, eso sería demasiado programado, en realidad fue
‘un estar en el otro’, vivir el misterio del otro; el artista
generó una tensión problematizadora: el arte no lo percibe
quien lo ve sino el que lo siente, ¿quién es el ciego
entonces?
Lo que Restrepo
hace encuentra sentido no en la acción misma o en la producción
de un objeto, sino en la realización colectiva, es allí
donde la obra alcanza fuerza y perspectiva. Su obra es un hacer que
rehace, que sensibiliza, que comunica: que humaniza.
La producción del artista se encamina por
los senderos del trabajo que libera, ‘mi arte es un medio, una
excusa para estar con la gente’ dijo la última vez que
conversamos; pero estar con la gente desde la actividad artística
significa incidir desde el acto creador, es decir, desde la realización
plena e integradora de todas las potencialidades del ser; el acto creador
es el único capaz de superar la contradicción entre el
sujeto y el mundo exterior gobernado por el dinero, la explotación
del trabajo, la producción irracional de mercancías y
una industria cultural que transforma el llamado ‘tiempo libre’
en vulgar espectáculo: en evasión.
La gran tarea del arte es revertir el caos y el desorden que desintegran
al sujeto; compartimos un mundo en total confusión y desorientación,
inmoralidad y corrupción, desintegración y disgregación,
descomposición, inestabilidad y desequilibrio; contra esta demencia
colectiva habrá que reconstruir una nueva pedagogía de
la imagen que le dé nobleza y dignidad al ser humano, es en esta
perspectiva que ubico una obra como ‘Micelio’ (Fotos 4-6),
los objetivos de la acción performática concebida por
el artista son categóricos: a) Materializar la difusión
del espíritu en toda Colombia, en un momento en el que se busca
la construcción de la paz en un arduo camino; b) Hacer un ejercicio
de representación de la reconciliación entre los pueblos.
Restrepo explica que ‘los principios de esta obra, basados en
la estructura microscópica de un hongo, se han extrapolado a
la comprensión corporeizada de las redes humanas y todo lo que
éstas implican: cooperación, extensión, dinámica,
unión, interacción y muchos otros principios que hacen
posible la vida en el planeta y en el universo’. Como se observa,
los resultados estéticos que busca el artista, son la antítesis
de la ruina, socavación y banalidad que empobrecen a la humanidad
entera.
Toda la acción performática de Jorge Restrepo está
anclada en la necesidad de superar la contradicción que separa
al ser del mundo, sus performance son cultos a la comunión y
a la solidaridad; el trabajo colectivo en sus obras es una negación
del trabajo individual alienado que termina por ser un subproducto humano
del sistema. Sus motivos sobrepasan la contemplación, sus propuestas
son auténticas metáforas de la actividad social que realizan
hombres y mujeres; sus obras son piezas que problematizan la condición
individual y colectiva del sujeto; la acción artística
de Restrepo examina al sujeto en su doble condición de ser natural
y ser social; quizá esta relación sea la que justifique
la sistemática interacción entre ciencia y arte que ha
caracterizado su largo y sostenido trabajo artístico. Esta relación
entre ciencia y arte es el signo fundamental de su estética;
en ella define su concepción de ser humano. Cuando las exploraciones
científicas y artísticas de Restrepo entran a formar parte
de la matriz creativa, emerge el ser con toda su riqueza espiritual.
‘Caz
Caz’ (Fotos 7-12), es una obra que se sitúa en el campo
de la neurociencia y la antropología, son acciones que enfrentan
al sujeto participante con su génesis primitiva, comportamientos
que la civilización y la cultura han desarraigado de su contenido
vital, Restrepo nos enseña que el ser humano se desarrolló
entretejiendo actividades simples y complejas, sin embargo, el ritual
de la cultura moderna invisibiliza este proceso y nos convierte en seres
sin historia, por lo menos sin historia natural. Me detendré
un poco en este punto porque precisamente en estas relaciones cultura-naturaleza-humanismo
radica buena parte de las investigaciones estéticas de Restrepo.
La concepción del artista apunta a la disolución de los
dualismos yo-otro, mente-cuerpo, cultura-naturaleza, todo-parte, constructor-construido,
activo-pasivo. El artista apunta hacia una reformulación que
lo aleja de filósofos naturalistas como John Zerzan que dirige
su proyecto hacia la recuperación de una naturaleza primitiva
rechazando frontalmente el universo cultural; Restrepo no cae en la
trampa de este naturalismo conservador y reaccionario, su trabajo se
encamina hacia la recuperación humana de esta antigua contradicción
cuya versión moderna la podemos registrar en el dualismo cartesiano
cuerpo-alma. Las investigaciones y realizaciones performáticas
de Restrepo resuelven esta antítesis (naturaleza-cultura: ciencia-arte)
en el acto creador, éste activa la fusión entre razón
e imaginación, entre verdad científica y realidad artística,
así lo deja de manifiesto en la performance ‘Supremacía:
el saber como poder’ donde los fundamentos científicos
de la crítica sólo tienen sentido si el argumento es tocado
por el talento.
‘La maquila de Galeras’ (Fotos 13-15), fue una de las primeras
actividades performáticas que realizó el artista. Galeras
es una pequeña comunidad del Municipio de Güinope, ubicado
al sudoeste en el departamento El Paraíso, Honduras. La maquila
hace referencia a esa industria desarrollada con capitales volátiles
que van de país en país buscando mano de obra barata.
La actividad consistió en contratar un grupo de 14 mujeres para
pintar un enorme lienzo (9 metros de largo por 1,80 de altura) las mujeres
fueron puestas en planilla siguiendo los procedimientos administrativos
de la maquila y pintaron el lienzo siguiendo un patrón de instrucciones
preestablecido; Restrepo contextualizó a pequeña escala
la actividad productiva de las maquilas reales convertidas en verdaderos
campos de concentración para la explotación de mujeres.
El lugar de trabajo fue la escuela de la comunidad, quizá la
primera ironía construida con esta acción performática
haya sido el hecho de convertir la escuela en maquila, sobre todo ahora,
que bajo el modelo neoliberal se afirma que la educación técnica
profesional ha convertido en maquilas a los centros educativos que la
brindan. El otro aspecto a destacar en esta obra es la humanización
del trabajo productivo; la producción en serie ha desdibujado
las relaciones del sujeto que produce con el objeto producido; la producción
técnica ha cosificado al sujeto: el trabajo produce capital,
el objeto produce mercancía.
En el caso de ‘La maquila de
Galeras’ la producción serializada se interrumpe, las personas
toman el control del trabajo y no al contrario, su producción
es colectiva no individualizada, el producto final es una obra de arte
no un objeto de utilidad práctica, el patrono (productor) es
un artista no un capitán de la industria, la intención
del proceso productivo es estético no mercantil; esta cadena
de comparaciones tienen el propósito de demostrar que Restrepo,
utilizando los mismos canales del proceso productivo capitalista, nos
devuelve una cultura productiva humanizada. La acción artística
permite este desdoble real porque gracias a su pedagogía interna
(la articulación programática de la acción) podemos
reconstruir en términos humanos un proceso que desde la gran
revolución industrial ha fragmentado al trabajador. Con esta
obra Restrepo pone el acento en uno de los grandes y graves problemas
de la humanidad: la enajenación del proceso productivo y la robotización
de la cultura.
Puedo afirmar que el programa performático de Jorge Restrepo,
ejerce, en el mejor sentido, una práctica contracultural humanizante.
‘El mayoreo’ (Fotos 16-18), mercado popular ubicado en la
ciudad de Tegucigalpa, Honduras, nos ofrece una parodia que cuestiona
los espacios tradicionales de exhibición artística; la
obra llevó el museo a la calle, pero en realidad esto no es lo
novedoso, lo interesante es cómo el artista reproduce toda la
parafernalia de los museos y galerías dentro de un lugar que
es la negación del espacio tradicional de exhibición.
Las obras fueron expuestas dentro de los locales de venta, reunió
al personal administrativo del mercado y frente a ellos se dijeron las
palabras de inauguración, se brindó con jugo de fresa
parodiando el brindis tradicional de las inauguraciones light, se ubicó
a la entrada del mercado un banner anunciando la muestra. Como puede
observarse, no se trataba únicamente de ‘llevar el arte
al pueblo’, esa pretensión sería muy simple, lo
interesante es cómo Restrepo convierte un ‘no espacio’
en espacio artístico, estamos frente a una obra que cuestiona
la conducta normatizada, estandarizada y automatizada de la industria
cultural generada por el sistema globalizado. La acción artística
de Restrepo toma apuntes de lo existente para edificar una gramática
de respuesta a los aparatos ideológicos que dominan nuestra visión
del mundo, sus obras son una cultura del retorno a la humanidad perdida.
El proyecto ‘La Mancha’
[Nota
1] (Foto 19) nos ofrece una estrategia en la que la espontaneidad
y la intuición pueden conducirnos a conductas operativas perfectamente
razonadas. La propuesta performática del proyecto ‘Mancha’
ha evolucionado, hemos visto una mancha dialogar dese la teoría
de la forma y la interactividad; la hemos visto desplazarse hacia las
teorías del conocimiento y el aprendizaje, pero a su vez, esta
mancha ha dejado su expresiva huella en los campos de la sociología.
De esta manera hemos tenido los proyectos: ‘Mancha: una intervención
en el medio educativo’, ‘Mancha: punto de encuentro, punto
de reflexión’ (Foto 20), 'Mancha la palabra' y 'Manchas
de historia' (Foto 21). Sorprende la capacidad que tiene Restrepo para
recontextualizar una acción artística: instala significados
profundos a partir de acciones simples, valiéndose de medios
y recursos ingeniosos, de bajo perfil mediático, quién
podría pensar que una mancha podría decir tanto. Restrepo
construye significados allí donde la industria cultural controlada
por el poder es incapaz de percibir la vida
Convertir en una experiencia útil algo que comúnmente
es denostado, es la gran paradoja y la gran enseñanza del proyecto
‘Mancha’; precisamente, el concepto de utilidad en la estética
de Restrepo va en dirección opuesta a lo que el sistema ha instituido
como socialmente útil: una mancha, una piedra, semillas, guantes
o globos adquieren una gran sublimidad porque están pensados
para desentrañar las experiencias más profundas de la
vida; estos medios o recursos al ser despojados del guión utilitarista
o pomposo que les asignó la industria del consumo activan nuevos
significados y sentidos, se revelan en un estado superior de comunicación.
En la acción artística de Restrepo el valor de las cosas
no reside en su valor de uso, mucho menos en su valor de cambio, reside
en la resignificación que les otorga para poner en tensión
los grandes problemas de la existencia humana.
Su reciente
incursión en la estética del grafiti lo acerca al género
del ecologismo urbano, más que un mural, ‘Platea’
es una visión, un ir al espacio urbano para dotarlo de sentido
en un medio que refleja la anarquía de la producción:
nuestras ciudades son enormes depósitos de publicidad; barrios
enteros son el subproducto de un sistema que se sustenta en la injusticia.
Nuestras ciudades dejaron de ser espacios humanos, son plazas de consumo;
‘Platea’ es polvo lunar gravitando en la ciudad, es el deseo
de proyectar nuestra imagen en el universo, pared poesía, templo
de comunión entre el arte y la vida.
La intención de este artículo no es realizar un estudio
exhaustivo de la amplia producción del artista, sólo he
tomado aquellas piezas que refuerzan el argumento de este ensayo, sé
que muchas obras quedaron por fuera del análisis pero estratégicamente
se inscriben dentro de este proyecto humanizador que Restrepo viene
impulsando desde que decidió hacer del arte una de las actividades
centrales de su vida. No comparto para Restrepo el término ‘carrera
profesional’, suena banal, normatizado; tampoco se trata de un
oficio, por lo menos no lo es bajo la acepción que le otorga
la industria cultural; en Restrepo su opción por el arte es una
opción por la vida; lo suyo es una entrega, una búsqueda
de sí mismo en los demás, su propuesta es un encuentro,
un acto de comunión, una promesa, porque su arte está
construyendo permanentemente el anhelo, el deseo, la esperanza. El arte
de Restrepo no transita por los vectores de la fama, tampoco pretende
pasar inadvertido, sólo aspira alcanzar la dignidad de lo humano,
esa es su misión vital en un mundo donde campea la despersonalización
y la segregación. La estética de Jorge Restrepo ha decidido
instalarse en la herida del hombre, desde allí busca ser proyecto,
ser arte; desde esa herida convoca todo lo vivido.
Nota
1: Un proyecto que ha adelantado en equipo con Amadeus Alessandro
Longas, Andrés Mauricio Rojas, Gabriel Montero, Christine Brault,
Constanza Leal, Marcela Rosen, Ricardo Castro Guerra, Martín
Gubbins, Andrés C. Henríquez Ramírez, Gabriela
Barrera Leiva, Eduardo Fuentes Barra, Cristián Gatica Barra con
la fundamentación científica de Jorge Emiro Restrepo.
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Para
saber más
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DATOS
DEL AUTOR:
Carlos A. Lanza, Honduras. Curador y crítico
de arte. Licenciado en Pedagogía y Ciencias de la Educación,
Licenciado en Letras con especialidad en Literatura, Docente de la Escuela
Nacional de Bellas Artes de Tegucigalpa, Honduras. Escribe artículos
relacionados con educación y cultura. Ha dictado conferencias
sobre arte contemporáneo hondureño, reforma educativa
y educación artística en distintos países. Forma
parte de la Comisión Académica de la Escuela Nacional
de Bellas Artes, espacio desde el cual ha participado en la elaboración
de diversas propuestas para la transformación del currículum
artístico de esta institución. Es curador de muestras
de arte moderno y contemporáneo.