Enrique Brinkmann (Málaga, 1938)
presenta una muestra compuesta por óleos y dibujos realizados
en los últimos dos años. El pintor malagueño parece
no agotarse, no sólo en cuanto a producción, en esta ocasión
reúne nueve obras nuevas, que las enfrenta a dos piezas de momentos
muy distintos de su amplia carrera: Figura con un grupo de gente, un
dibujo a tinta china de 1962 (un dibujo que a modo de nostalgia, presenta
su gran personalidad como dibujante); y Agrupamientos (2005), un óleo
sobre tela metálica. Si no a su búsqueda de nuevas formas
de expresión, de huir de lo que le suena a repetición:
“El que estés diciendo algo que ya has dicho me crea mucha
inquietud, porque creo que eso no es propio del arte. Si uno no se sorprende,
no puede sorprender a los demás".
Pero esto lo consigue, porque sorprende,
y tanto que sorprende. Con una evolución plástica que
se dirige, dentro de la abstracción, a representaciones que bien
podríamos pensar que son lenguajes tecnológicos, relacionados
con el sonido o con la radiofonía. Estas nuevas obras, donde
dibuja tramas casi monocromas sobre las que despliega una sinfonía
de notas de color que desprenden luz desde el interior del lienzo.
La fuerza plástica vuelve a presidir la obra. Lo que antes era
tela metálica, ahora es una sutil cuadrícula dibujada,
difuminada al fondo de la obra, que subyace en casi todas las piezas
y le ayuda a ordenar el caos que tanto le atrae. Tal y como expresó
en la inauguración de esta muestra: “Todas mis obras surgen
de una forma un poco caótica y es entonces cuando comienza el
proceso creativo y me empeño en buscar el equilibrio. Trato de
ponerle un orden pero, casi siempre, lo vuelvo a desordenar. Construcción
y destrucción son dos constantes en mi trabajo, me gusta que
siempre estén presentes”.
La insólita conjunción de la superficie, los matices sin
término del color y la retícula ha convertido los cuadros
de este pintor malagueño en una membrana sensible especialmente
apta para registrar los flujos electrónicos o molares que cruzan
infatigablemente los espacios de nuestras ciencias y nuestras técnicas.
La trama, la materia y las líneas delgadas, casi como conexiones
neuronales, pueblan el universo idílico de Brinkmann como notas
de una partitura, quizá en recuerdo de las obras que creó
en los sesenta en Colonia para el compositor Cornelius Cardew, uno de
los colaboradores del grupo Fluxus.
El artista, que siempre ha alternado pintura, dibujo y grabado, estrena
formato en esta ocasión. Las manos (2014), 75 CD con dos dibujos
cada uno, en los que aúna obra y proceso creativo, presentados
en cajas de discos compactos. “Yo quería reivindicar el
uso de las manos en la ejecución de la tarea artística,
frente a otras formas de trabajar en las que solo intervienen los conceptos,
las ideas. Por eso cada caja tiene dos tintas y un CD con imágenes,
fotografías tomadas cada segundo con una cámara cenital,
en las que pueden verse mis manos dibujando precisamente esas tintas”,
explica Brinkmann.
Y aunque el
pintor malagueño utiliza la tinta regularmente, desde 2008, cuando
participó en Pekín en la 3ª Bienal Internacional
de Arte, la tiene más presente, quizá atraído por
la sutileza de la caligrafía del país asiático.
Neuroconexiones plásticas, sigue la senda de toda su
producción siempre ajena a modas y tendencias. Y aunque está
claro que no es una retrospectiva, “he querido incorporar esas
dos piezas anteriores, porque en mi obra no hay un estilo definido,
sino una coherencia. Son segmentos que se repiten y el dibujo está
siempre ahí”.
Enrique Brinkmann (España,
1938) funda en 1957 junto con otros pintores malagueños el Grupo
Picasso. Y realiza su primera exposición individual en la Sociedad
Económica de Amigos del País en Málaga.
En 1961 se marcha a Alemania, a la pequeña ciudad de Hilden Gabelung,
próxima a Düsseldorf. En Colonia tiene contactos con algunos
representantes del grupo Fluxus asistiendo a los primeros Happenings
de Vostell y haciendo amistad con el músico Cornelius Cardew.
Dos años más tarde, durante un viaje a Málaga conoce
al actor Anthony Quinn que le compra numerosas obras que forman parte
de su fundación. Ese mismo año el MoMA (NY) adquiere una
obra para su colección.
En 1966 regresa a Málaga. Participa en la exposición ‘Artistas
Gráficos Españoles’ en el Museo de Arte Moderno
de Johannesburgo y en años posteriores representa a España
en la IX y X Bienal de Sao Paulo así como en la I, III, IV, y
VI Exposición Internacional de Dibujo en Rijeka, Yugoslavia.
En 1977 obtiene un premio de pintura en el Festival Internacional de
Pintura de Cagnes-sur-Mer en Francia. Este mismo año y hasta
1979 es senador por la provincia de Málaga durante la Legislatura
Constituyente por el grupo Senado Democrático.
En 1992 instala otro taller en Madrid, alternando su tiempo entre Málaga
y Madrid. A partir del 2008, en que viaja a Pekín invitado por
la III Beijing Internacional Art Biennale, trabaja con regularidad en
China.El óleo dio paso a la pintura acrílica para conseguir
superficies planas, anónimas y brillantes, y ya en este momento,
la fotografía comenzó a tomar importancia, en principio
como método de trabajo, para llegar a independizarse en los collages
de fotos polaroid que realizó durante la década de 1980.
Asimismo, Hockney ha mostrado un interés incesante por introducir
las nuevas tecnologías en su obra, algo que continúa hasta
la actualidad.
Sus obras se encuentran en los museos
de arte contemporáneo más prestigiosos del mundocomo el
Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), la Albertina de Viena, ,
Museo de Arte Abstracto Español de Cuenca o el Reina Sofía
de Madrid.
Las Neuroconexiones plásticas
de Brinkmann
Galería Freijo de Madrid
Calle General Castaños 7, 1º Izda. 28004 Madrid, España
Desde el 9 marzo hasta el 29 de abril de 2017
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