El frío en las calles de Nueva
York congela el pensamiento, envuelve todo en un aura de recogimiento.
La acostumbrada apertura despejada y espontánea en público
se transforma en clausura bajo prendas de abrigo cubiertos con todo
tipo de elementos que protegen de la menor exposición de la piel
al viento hiriente. Las actividades prosiguen sin cesar, pero las calles
se transforman en paso y circulación acelerada, aunque no dejan
de ofrecer peculiaridades y atractivos para la mirada atenta. Pero,
un aire de tensión domina entre mucha población. Se palpa
la infelicidad de muchos individuos con los que hay que interaccionar
inevitablemente entre compras y transporte. La tirantez y el desdén
predominan en la atención de los servicios en la ciudad. Todo
se sobrelleva, el frío y la descortesía, en esa exploración
artística de las posibilidades que este conglomerado urbano ofrece.
El conjunto de galerías y museos
continúa el ritmo que define la ciudad. Nada se estanca, y el
arte, de la mano de la miríada de artistas activos, sigue proporcionando
los canales de reflexión sobre la actividad vital de la sociedad.
Aunque no se puede generalizar una tendencia dominante con la amplitud
de expresiones en un ámbito donde se reúnen actitudes
culturales distantes, se pueden identificar en un recorrido por las
predominantes galerías de arte actual varios elementos unificadores
de las manifestaciones artísticas expuestas. Muchas de las obras
convergen en la disciplina de la fotografía con una carga de
contacto con la realidad, una voluntad figurativa, que cuestiona desde
los intereses del mercado del arte hasta la guerra contra el terrorismo
pasando por la indagación de lo cotidiano, con un toque de trascendencia
y belleza, inclinaciones por lo gótico contemporáneo.
La tecnología de las pantallas digitales planas, otra materialización
de la adoración de la mirada gótica hacia la luz, se extiende
como dispositivo para mostrar obras de video apuntando a la incorporación
objetual de estos monitores que constituyen por sí mismos una
atracción visual.
La misma figuración como voluntad se bifurca hacia las tendencias
de la desmaterialización del objeto pugnando por la representación
inmersa en lo cotidiano sin perder lo cautivante de lo artístico.
Las obras se mueven en esa delgada frontera donde algo deja de ser lo
que parece y puede ser otra cosa. La imagen de lo común desde
las disciplinas dominantes de la pintura y la fotografía, junto
a la recuperación de lo artesanal a través de instalaciones
o piezas individuales pernea en muchas expresiones. Una ciudad que destila
figuración en la abstracción de lo real-cotidiano.
Acercarse a
una actividad plástica tan densa como sucede en la ciudad de
Nueva York será ineludiblemente fragmentada; no se llega a abarcar
las múltiples situaciones plásticas limitados por el tiempo
y el espacio, pero aún así deja rastro de un determinado
aroma visual; esos elementos destacados que permanecen en la memoria
cuando pasa el tiempo de la visita y que serán el eje de la reflexión.
La particularidad del espacio y calles neoyorkinas ofrece incitaciones
visuales que se acercan a los parámetros del arte reafirmando
la creciente fusión entre arte y vida común. Quizás
una visión ajena al ámbito cotidiano de la ciudad selecciona
con acierto esos datos que proliferan, pero que resultan asimilados
para el que vive inserto entre ellos, y que no los extrae en su propio
ámbito. Así, desde el automóvil publicidad rodante
del teatro-restaurante Jekyll & Hyde hasta las agrupaciones objetuales
abandonadas, pasando por los habitantes locales con peculiares atuendos,
todos convocan la mirada.
Otro de los hechos que conmueven la
reflexión estética conduciendo el pensamiento acerca de
la desmaterialización del arte y el espacio humano es la presentación
en el Museo Guggenheim de una intervención de Tino Sehgal
que crea experiencias interactivas que resultan difíciles de
definirse inicialmente como obra de arte. No envuelven ni instrucciones
escritas, transformación de material o archivo de imágenes
(No se permiten, ni el artista realiza registros fotográficos)
y, sin embargo, son adquiridas por museos y galerías. Para el
50 aniversario del edificio del Museo, realizado por Frank Lloyd Wright,
creó una obra con una situación específica. Al
entrar al inmenso vacío del museo, el visitante se encontraba
con una pareja de bailarines desarrollando movimientos pausados y cadenciosos
con una fuerte carga erótica de disfrute sensual entre caricias
y entrelazamiento corporal..., nada más. El público no
cesaba de circular por la elipse ascendente del edificio no hallando
-por primera vez en su historia- ninguna obra de arte, sólo encontraba
al público mismo y el espacio arquitectónico que ahora
interactuaba como parte de la situación creada. La coreografía
de los bailarines se mantenía continua durante dos horas hasta
ser reemplazados por otros dos que ejecutaban la misma secuencia de
movimientos seductores de abrazos, besos y caricias extendiéndolas
entre posturas en pie y tendidos.
Otra de las exposiciones que, insertándose
en el espacio museístico gana la legitimación del arte,
a pesar de ser recriminada, es la retrospectiva del realizador de cine,
Tim Burton en el Museo de Arte Moderno. Su inquietud
artística le llevó a que su obra rebasara los límites
de la ilustración y la cinematografía fundiendo el entretenimiento
con la creación de mundos singulares donde lo adolescente y lo
adulto interaccionan entre sentimientos, cinismo y humor. Es la expresión
de un niño formado en una familia disfuncional que canalizó
su soledad, dolor y pena en dibujos que se convirtieron en películas
con protagonistas que triunfan o sucumben ante un mundo de reprimente
mediocridad. Más de 700 objetos raramente vistos se muestran
entre dibujos y esculturas que fueron germen de la realización
de sus películas inspirados en una cultura pop surrealista desarrollados
en sus 27 años de carrera (Durante 4 años trabajó
como animador en Disney). Su línea se acerca, sin pretensión
de configurarse como obra, a las creaciones de
Takashi
Murakami y Jeff
Koons ¿Todavía queda duda sobre si la ilustración
se concibe como obra de arte, cuando se le niega ese rango en base a
que su función es ser reproducida, o porque responde a una idea
comunicativa?
La impresión generalizada de que el arte
ha perdido contacto con la realidad anima a muchos artistas a tratar
asuntos reales. De ahí esa voluntad figurativa, esa intención
de realidad, que no está limitada a la existencia de elementos
reconocibles, sino que se extiende hasta la vivencia de la experiencia
y de los objetos.
Una de las muestras
que permanecen en la memoria después del recorrido por New York
es la de un artista mexicano, Gabriel Orozco, que se
orienta desde la actitud de plasmar vivencias: sus fotografías
son el vínculo comunicativo de la experiencia vivida. Un personaje
que se define a través del constante desplazamiento y en el desarrollo
de ideas plásticas nacidas desde la interacción con los
objetos que lo rodean.
Una caja de
zapatos vacía fue resultado de una operación de síntesis
recopilando objetos con intención exploratoria en ese esfuerzo
de estar en contacto con la realidad. Al reunir los objetos, utilizando
cajas de zapatos, se percató de lo interesante que era la caja
vacía... asimismo ocurrió con el acto de oprimir una masa
de barro con las manos; es observando y extrayendo de la realidad los
aspectos que pasan desapercibidos por donde destacan sus operaciones
plásticas. Su exposición -gracias a CONACULTA y Televisa-
en el Museo de Arte Moderno, donde resalta el esqueleto de la ballena
trasladado desde la Biblioteca Vasconcelos de México DF y una
amplia instalación de grabados, se muestra con una excelente
museografía resultando un buen acercamiento a la dinámica
del objeto y las estrategias de intervención y selección
que han impulsado la metodología de Gabriel Orozco.
El objeto también es recontextualizado por otro mexicano, Adolfo
Patiño, poco difundido y fallecido en 2005, que aparece en estos
días en la galería Ramis Barquet. Sus piezas, que siguen
la estética de las cajas de Joseph Cornell, son denominadas ‘Frames
of Reference’. A través de un conjunto de objetos encerrados
en cajas con forma cuadrangular o triangular aborda temas políticos
y autobiográficos con desinhibición y sátira elevando
la plástica al rango de poesía visual significativa.
La fuerza de voluntad figurativa y del deseo del arte de hablar sobre
la vida, lleva la fotografía a los terrenos de la belleza, siempre
en entredicho, que es de nuevo reclamada explorando temas de raza y
clase social a través de la fotografía de Erwin
Olaf un fotógrafo de publicidad comercial que desde
el fotoperiodismo y la imagen de estudio se ha impuesto en el arte por
sus controvertidas series. En la galería se muestran: Dawn &
Dusk, y Hotel. En Dawn & Dusk, los ámbitos luminosos y tenebrosos
forjan desde la idiosincrasia de la raza blanca y la negra la opuesta
visión de educación y vida. Con Hotel, la erótica
intimidad de la habitación de hotel crea el ámbito para
la pose fabricada de modelos sutilmente atractivos.
En medio de la preeminencia tecnológica,
la continuidad y recuperación de lo moderno como impulso emancipatorio
de las prácticas de producción simbólica se va
oponiendo a la hegemonía de lo postmoderno; una actitud postmoderna
-vacía de renovación- con inclinación homogénea
en lo visual, moda de la industria cultural, que ha perdido la actitud
controvertida y crítica inicial. Los artistas ahondan en estas
reflexiones buscando el desarrollo y el ‘progreso’ articulando
nuevas ideas bajo formas discursivas de conocidas disciplinas.
Una exposición de la galería Marlborough ‘Look Again’
(Mira otra vez) aborda artistas que actúan perturbando expectativas
del espectador sobre la obra de arte al encontrarla fuera de su contexto,
reapropiando, y subvirtiendo el significado del arte. Estas piezas reinterpretan
temas familiares o adoptan el estilo de maestros modernos difundiendo
esta crítica a la razón estética con artistas emergentes
y consolidados.
Y en esta recuperación de lo moderno, ‘Banners of persuasion’,
una muestra de la técnica de tapices de seda o lana hechos a
mano, desusada, asociada a la decoración y descartada por el
arte en esta era de la imagen electrónica y producción
mecánica, es replanteada con artistas renombrados componiendo
una panorámica interesante en la galería James Cohan.
Entre paisajes ficticios, abstracciones y conflictos del terrorismo,
raza y género los diferenciados estilos son volcados como historias
y relatos gráficos.
Asimismo, la cerámica es revalidada con la atención a
Viola Frey que, después de su obra en la galería Nancy
Hoffman, se abre su retrospectiva en el ‘Museum of Arts &
Design’. Ya fallecida, es conocida por la monumentalidad de sus
figuras vistiendo trajes de negocio y atuendos con una extraña
e imponente presencia física de innegable, feo e inquietante,
estilo caricaturesco.
La abstracción pictórica se reafirma en los últimos
años, con una distinguible dualidad propositiva: lo múltiple
orgánico o la formalización geométrica. Varias
galerías exploran las diversas opciones que el espectador aborda
como diálogo entre plástica y realidad como con William
Daniels que con piezas de pequeña escala instaladas en la monumental
galería Luhring Augustine, representa complejas composiciones
de color y forma partiendo de modelos fotografiados de papel aluminio
donde la luz reverbera en múltiples resplandores colorísticos.
Emulando la combinación ecléctica de los D`js musicales,
Martin Denker en la galería Bruce Silverstein crea gigantes e
intrincados collages de imágenes en una tónica pop volcando
sus experiencias vitales bajo un caótico estilo eminentemente
orgánico. Josh Dorman, en resonancia estilística, se inclina
a la combinación compositiva desde las formas naturales que se
entrelazan armónicamente con objetos artificiales que presenta
en la galería Mary Ryan desde una densa narrativa entre mapas,
objetos y paisajes.
Recurriendo a las composiciones geométricas abstractas derivadas
de la percepción del espacio arquitectónico, Christian
Hellmich, presenta en la galería Lemann Maupin una muestra contundente
donde el color se ensambla con aciertos de organización estética
bajo una dinámica de líneas y texturas.
Y en la óptica de Richard Diebenkorn, Frances Barth presenta
en la galería Sundaram Tagore campos de color fuertemente horizontales
desgranando vibrantes sinfonías de formas estratificadas, terrenos
de luminosidad y calma que obliga a la mirada a recorrerlos como secuencias
temporales.
New York, la figuración como voluntad que insiste en hablar de
la vida sin cejar su endiablado ritmo urbano que el arte prosigue apuntando
a una recuperación del proyecto modernista enraizado en la renovación
de las formas discursivas, proliferando la activa dispersión
crítica en la sociedad.
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Para
saber más
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DATOS
DEL AUTOR:
Ramón Almela (Lorca, Murcia, España,
1958). Doctorado en Artes Visuales por la Universidad Complutense de
Madrid. Tesis doctoral: ‘La Pictotridimensión. Proceso
Artístico Diferenciado’. Constatación en Nueva
York, 1989-90. Revalidado como ‘Ph.D. in Art’ por ‘World
Education Services’. Licenciado en Pintura, Facultad de Bellas
Artes de la Universidad Complutense de Madrid. Revalidado como ‘Bachelor´s
and Master´s Degree in Fine Arts and Art Education’
en 1992 por ‘World Education Services’. Título de
Profesor de Dibujo por la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando,
Madrid.