Un poema y unas rosas
Las rosas más delicadas
en mis manos recolecto
y sonríen encantadas
con su semblante perfecto.
Casi
saltan a mis dedos
de entre el espino más fiero
pues saben que yo las quiero
para darlas a tus dedos.
Buenas, suaves y bonitas,
como a ti, Dios las ha hecho,
perfumadas, pequeñitas
como el alma de tu pecho.
Mientras de Su Amor surgía
la primera rosa tierna
pensaba cuando la hacía
en ti, mi pequeña Reina.
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Paseando contigo
Camino del seminario
voy junto a ti de la mano
y el romero solitario
te ofrece su flor ufano.
Suspira la vinagreta:
‘Sin duda que yo luciera,
mejor que en esta meseta,
si esa novia me cogiera...’
Mariposa
nacarada
buscando néctar se agita,
no andaría equivocada
si lo busca en tu boquita.
Un pajarito en los cielos
sueña su más tierno nido
pues jugando entre sus vuelos
sobre tu pelo ha venido.
Rubia como el sol dorado
vas de blanco vestidita;
grita al verte la abejita:
' ¡qué margarita he hallado!'.
Y sé, de ti enamorado,
que es tu sonrisa soñada
lo más hermoso formado
por Quien creó de la nada.
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Cuando tú bailas
Que giras y que danzas,
y en cada movimiento,
destello de sol lanzas
al mudo firmamento.
Al verte bailar siento
que eres tan bonita
como una margarita
con pétalos al viento.
Tus brazos dos chorritos
de fuentes cristalinas
alzan al cielo benditos
tus dos palomas divinas
Al verte bailar sueño
abrazar tu cintura
y ser, con mi ternura,
de sus jardines dueño.
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Cómo eres
Campo de espigas granado
desde tus cumbres desciende
bucles de sol desgranado
que hasta tu rostro se enciende...
Una rosa que medita
y entre su pecho sagrado
un corazón que palpita
mimando un sueño dorado.
Así eres, bien amada, en tu alma ensimismada...
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Mujer Espiritual
Niña angélica que
eres
de Jesús tan bien amada,
qué dicha tener un alma
que toda orlada de flores
pueda feliz entregarla
ante ti, si así lo quieres.
Es tu mística belleza
que se ve y invisible,
perla celeste y pureza,
rayo de luz inasible,
del corazón pensamiento,
creación tan bien creada
que descubre el sentimiento
que en ti Dios tiene morada.
Dime, preciosa criatura,
cómo pudo hallar engarce
tan perfecto la ternura,
cómo tal milagro darse
cual el don de tu dulzura.
Dime si sabes, princesa,
por qué tus labios sabrosos
como delicada fresa, portan vocablos hermosos
y luz que de Dios no cesa,
cómo la gracia divina
que a tu corazón da gozos
parece rocío encima
de mil rosales frondosos...
Y si responder no quieres,
en tu sencillez mariana,
te diré cada mañana
sobre ti lo que ya sabes:
que Dios en tu alma pequeña
se complace entre sus flores
y la llena de primores
pues en amarla se empeña.
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A la Amada
Bella y celestial criatura,
fiel princesa inmaculada,
esencia olorosa y pura
de la flor más encarnada
Asombrado el sol encuentra
en tu cabello dorado
la luz que mejor sustenta
su lugar más apropiado
Y cuando allí generoso
estalla en tanta belleza
eres corderito hermoso
que feliz se despereza.
Esa cascada de oro
guarda en su seno tu faz
y custodia ese tesoro
de zafiros, rosa y paz.
Y
esa joya que describo
encarna en el cáliz bello,
esbelto, cálido y vivo
de tu dulcísimo cuello.
Más abajo, entre tu pecho,
palpita un corazón tierno
do la rosa de Dios lecho
y refugio halla en invierno.
A tu corazón quisiera
dar mi corazón entero
y ser recibido espera
por tu amor mi amor sincero
En esa cuna brillante
halla su Edén y juega
al escondite el Infante
Jesús, que su Amor te entrega.
Mientras tanto, externamente
al corazón que contemplo,
tus manos muy dulcemente
se cruzan formando un templo.
Es que en oración se halla
tu alma blanca y fragante
como lirio en la rocalla
ante amanecer radiante.
Entonces sé que he llegado
al centro de tu hermosura
de do mana lo encontrado
que he descrito sin premura.
La flor podrá marchitarse
más no la flor invisible,
que no puede nunca ajarse
lo que Dios hace posible.
Y así, mi niña adorada,
divina e incomparable
serás mi única amada
con amor insuperable.
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A tu retrato
Paso las horas mirando tu retrato,
paz para mis ojos que no pueden verte,
contemplo tu imagen divina e inerte
y sueño al mirarla el sueño más grato
Mil veces, Dios sabe, le digo te amo,
a ti, pues cobijas, corola de nardo,
la imagen amada que canta tu bardo,
del suave arco iris el más bello tramo
¿Cómo puedes, dime, guardar con
tal celo
reflejo tan puro de amor verdadero?
¿Eres tú retrato o bien, se sincero,
la puerta que abre sus hojas al Cielo?
Confiesa que eres corona de estrellas
que guarda en su seno a la más pequeña
dormida entre nubes y que con Dios sueña
que las gentes aman y mil cosas bellas.
¿Sonríes, acaso, soñando
que todos
comparten sus manos para darse amor?
¿o que, pese a guerras y de todos modos
los niños ya habitan un mundo mejor?
¿Sueñan tus ojos, feliz escenario,
que paz y justicia desbordan luceros
y alumbran el alma de hombres sinceros
que beben de ambas fielmente a diario?
Sueña y ama, pues, pequeño
y buen retrato
que tú si conoces el jardín perfecto
aquel que de Dios surge y es efecto,
del que tú manas, soñador regato.
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Un poema tiki-tí
(poema gracioso)
Sólo tomo una letra,
la vocal llamada ‘i’
y así la pluma perpetra
un poema ‘tiki-ti’
¡Qué bella sale la rima!
¡qué fácil se escribe así!
es de la lírica cima
un poema ‘tiki-ti’
Con mi amor por fiel motivo
quiero componerte aquí
este poema votivo
un poema ‘tikí-ti’
Porque de todas las flores
ninguna como tú vi
porque entre todos los seres
pienso sobre todo en ti,
es por eso que tú eres
un poema 'tiki-ti'
Porque tan sólo con verte
anhelo siento de ti,
porque en tu corazón hallaste
el poderme decir 'sí',
es por eso que aquí tienes
un poema 'tiki-ti'.
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A tu voz
Voz de plata repujada
de querubines electa,
arpa en oro cincelada,
música de Dios selecta
Cruzando
el espacio vibra
portando la Buena Nueva
que del pecado nos libra
como el calor donde nieva.
Fuerte clara y cantarina,
canto de bello canario,
voz de la calma marina,
campana santa, rosario,
que al alba devota trina...
Es tu voz tan apreciada
de golondrina que canta
melodía atesorada
en tu silencio que encanta.
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A la amada desconocida
Cómo expresar lo que siento ahora
que tú estás ausente de mi lado,
cómo decirte que mi alma añora
tu presencia, mi tenue ser amado.
Ilumina,
hazlo nuevamente,
mi espíritu que sueña por el tuyo,
y llega con dulzura, suavemente,
que Dios nos bendice con el Suyo.
Largos años te he estado esperando,
sin conocer tu rostro siquiera,
ahora que nos hemos encontrado
me
aniquila y devora tu ausencia.
El Dios de la Bondad Infinita,
que ha puesto en ti tanta belleza,
te dirá en tu mística perfecta
que mi alma amor cierto te profesa.
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A una mirada
Tus ojos amanecen navajas,
soy heliotropo a ese sol atado,
el ocaso llega si tu mirada bajas
y queda su encanto así eclipsado.
Alegría traen a mis tardes,
misteriosa luz desconocida
que ilumina el fuego que en ti arde
y hace amena esta cruel partida.
Entre metales fríos, grises vigas,
tardes largas, harto tediosas,
la luz del sol y del verano ligas
con esas miradas tan hermosas.
Es con respeto y sin codicia,
que veo la belleza de tus ojos
y ante tal primaveral primicia
plánteme sin duda yo de hinojos.
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Un Sueño
Había una vez un joven gorrión que viajaba buscando
el sentido de la vida. En su viaje encontró en primer lugar a
un ruiseñor y entabló conversación con él.
El gorrioncillo le dijo ‘Busco el sentido de la vida; ¿tu
lo conoces?’. El ruiseñor le invitó a hospedarse
con él y le dijo, ‘¡claro que sí!, todo el
mundo sabe que el objetivo de la vida es cantar bellas melodías
cada mañana, no hay nada mejor que eso’. Pero el joven
gorrión pensó con tristeza que él no sabía
cantar de esa manera, que apenas decía 'pío, pío',
así que ese no podía ser el sentido de su vida. De manera
que, agradeciendo la bondad de su anfitrión al darle posada,
decidió continuar su viaje.
Tras volar largo rato quedó prendado de la belleza de un pájaro
tropical y pensó ‘es tan bello que seguro que conoce el
secreto de la vida’. Entonces se acercó a él y se
hospedó en su casa. En cierto momento, conversando con el amable
pájaro le dijo el expuso el motivo de su viaje y de su búsqueda.
El pájaro multicolor le dijo: ‘Yo soy extranjero en estas
tierras, pero vivo para la belleza, para exhibir mis mil colores en
tus bosques; ese es el sentido de la vida’. El gorrioncillo pensó
que él era de un modesto tono pardo nada llamativo, y tan joven
que aun no le había salido el característico antifaz negro
de los gorriones; exhibir mil colores nunca podría ser el sentido
de su vida. De manera que agradeciendo la bondad de su anfitrión
al darle posada, continuó su viaje.
Tras mucho volar, oyó un vozarrón enorme que le llamaba:
‘eh, gorrioncillo, ¿a dónde vas?’. El gorrión
miraba hacia arriba esperando ver un cóndor o algún ave
gigantesca, pero la voz venía del suelo, de debajo de él,
y pertenecía a un lejano y descomunal pariente: un avestruz.
El gorrincillo pensó ‘es tan grande y fuerte que no hay
duda que debe saber el sentido de la vida’ y, contento, se aproximó
al gran pájaro. Rápidamente se simpatizaron y el avestruz
le dio hospedaje en su casa. Un día hablaron del sentido de la
vida y el avestruz le dijo: ‘está claro, el sentido de
la vida es medir dos metros y poner huevos enormes’. Era una declaración
sincera y bienintencionada, pero completamente fuera del alcance del
gorrión, el cual, agradeciendo la bondad de su anfitrión,
decidió continuar su viaje.
Voló y voló sin encontrar a nadie, hasta hallarse en una
enorme pradera. Estaba cansado y ya desesperaba de encontrar alguien
que tuviera la respuesta. Pensó que su viaje había sido
inútil. Entonces, el viento que soplaba entre las hierbas altas,
se compadeció de él y le habló con su voz ululante:
‘Gorrioncillo, el sentido de la vida, - lo has visto – lo
lleva cada uno consigo, lo encuentra en su interior de acuerdo con su
vocación. Pero hay algo que da pleno sentido, que va más
allá de la habilidad, de la belleza o de la fuerza, y que es
común a todos el poder hacerlo realidad. También está
en ti, como en todos tus anfitriones, y es lo que importa: la bondad,
la hospitalidad, la sencillez, la compasión..., es decir, el
Amor’. Entonces, el gorrioncillo comprendió que su viaje
no había sido inútil y que no hay nadie cuya vida no tenga
sentido. Y voló, muy alto, lleno de felicidad. Dispuesto a volver
entre los suyos para ser expresión de amor’
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Para
saber más
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DATOS DEL AUTOR:
Gabriel Wüldenmar Ortiz. Psicólogo,
teólogo, escritor de artículos y libros de ensayo, conferenciante,
invitado en programas de radio y TV, informático y técnico
en medioambiente.