• Déjenlo todo, láncense nuevamente a los
caminos. Manifiesto infrarrealista Roberto Bolaño
• Del valle de los caídos
La Mistral solo volvió finalmente al valle de su infancia, Huidobro
y Neruda iban y venían, De Rokha y Parra permanecieron prácticamente
con sus vidas en Chile, Gonzalo Rojas vivió su exilio y regresó
a la provincia. Casi todos partieron y regresaron. Raúl Ruíz,
un poeta del celuloide, volvió entre fados y amigos a su última
morada desde París, tras una larga estancia de película
en la ciudad de la luz y Europa. Claudio Arrauz, el pianista chillanejo,
virtuoso, residente en Europa y Estados Unidos, también retornó
a su patria chica al final de sus días. Rosamel del Valle regresó
de Nueva York y Díaz Casanueva, exiliado y diplomático,
lo hizo después de un largo tiempo. Las listas nunca están
completas y siempre son odiosas, pero el poeta Waldo Rojas lleva varias
décadas en París, al igual que Oliver Welden en Estados
Unidos y ahora en España desde hace más de 40 años.
Esa cantidad de años pueden ser toda una vida y más. (Conozco
que significa ese tiempo y esos años). Omar Lara volvió
de la tierra de Drácula y España, el novelista Germán
Marín de Barcelona, los poetas Armando Uribe y Efraín
Barquero, están en casa, venidos de Francia.
Sé que hay más revoloteando por el mundo, como el pintor
Raúl Sotomayor Sotelo en Francia. Dorfman se ha quedado en Estados
Unidos con visitas prolongadas al patio y Skármeta regresó
de distintos lugares. Gonzalo Millán dejó Canadá
y volvió a Santiago. Los exilios de los artistas chilenos, músicos,
entre otros, son escalonados en el tiempo de vida republicana y tiránica.
Esta es una lista arbitraria, trunca, coja, mutilada como todas, odiosa
y no faltaba más, la best seller Isabel Allende, en
California, zona gemela a Chile, pero muy distante. Algunos se quedaron
sin aire en la noche del exilio, el calendario, ni la nostalgia les
perdonó. Hubo flores quizás, lágrimas, recuerdos,
himnos, el gran testigo de la memoria, amigos, la bandera tal vez, deudos,
esas palabras de lo irrecuperable como una pieza de museo que nos fue
robada. Oscar Hahn se jubiló en Iowa City y volvió. Hubo
un momento en que casi todos nos fuimos. Jorge Teillier, Rolando Cárdenas
y su banda de sobrevivientes, se quedaron en el bar Unión Chica,
esperando el tren a Lautaro o un falucho hacia Punta Arenas. Murieron
en Chile con la bandera y las copas al tope. Dos pasajeros inmóviles
después del Golpe de Estado, y otros se sumaron también
a la diáspora alimentada por una República asesinada,
barranco abajo. Los poetas no son santos de devoción de ninguna
dictadura, su palabra inquietante irrita sus sensibles oídos.
Hernán Valdés, poeta y narrador, fue torturado en la parrilla
de Tejas Verdes, un campo de concentración militar, ubicado en
el puerto de San Antonio. (Hablé con su novia sueca en un pasaje
de Santiago y le dije: me voy. Por Dios, no va a quedar nadie, respondió).
Después, Valdés, se convirtió en diáspora
en Europa hasta el día de hoy, como el poeta Hernán Lavín
Cerda, pero en Mèxico. El Paco Lira Massi murió en extrañas
circunstancias en su exilio en París, a los 41 años de
edad. No se lo cargó la vida, sino la muerte asesina.
La memoria va registrando nombres,
situaciones, armando su propio mapa de las vivencias y recuerdos, a
muchos de los nombrados los conocí en distintas jornadas que
recorrieron la bohemia, poesía, pintura, recitales, cine, talleres,
teatro, música, fiestas, conmemoraciones, concentraciones políticas,
diálogos, reuniones, concursos, todo aquello que forma parte
del escenario literario y artístico y también de la política.
Hubo fotos de ocasión, recuerdos para la memoria y posteridad.
Lihn y Parra permanecieron en el “horroroso” Chile y el
autor de Poemas y antipoemas, aún se sobrevive al llegar
a los 103 años este septiembre, como un conjuro de aquellos tiempos.
Su hermana Violeta, vivió el peor de los exilios: el interno,
hasta su muerte. La Habana, Estocolmo, París, Madrid, Buenos
Aires, el antiguo DF, Moscú, Berlín, Nueva York, Barcelona,
San José, Bogotá, Londres, Canberra, Berna, Toronto, Amsterdam,
Bucarest, Tennessee, Quebec, Lima, Caracas, Quito, Roma, Sao Paulo,
Panamá, y algunas provincias como Marsella, donde murió
Rimbaud, son las capitales, sitios de la diáspora chilena. Volodia
Teiltelboin, José Miguel Varas, Carlos Cerda, también
ingresaron a la diáspora en Moscú y la RDA.
Fueron muchas las capitales, las provincias, simples lugares, los cambios
geográficos del exilio, encuentros, desencuentros, la clandestinidad,
la conspiración, viajes, el insomnio, la palabra escrita, cartas,
discursos, películas, pinturas, música, las renuncias,
transformaciones, rupturas, lágrimas, abandono, frustraciones,
traiciones, la derrota, tiempos maravillosos, descubrimientos, luchas,
pasiones, olvidos, memoria, aventuras y desmemoria de una nueva y desconocida
vida. El asesinato de Letelier en Washington y del General Prats, militar
constitucionalista, y su esposa, en Buenos Aires, definió el
carácter criminal sin fronteras, ni límites, de la Junta
Militar. La diáspora como un asalto hacia lo desconocido. La
mayor diáspora fue la del 73, pero se mezclan otras muy propias
de la convivencia chilena fracturada. Así sucede un distanciamiento
que pareciera incierto al traspasar la cordillera y buscar otros lugares
de residencia.
Lucho Gatica, el gran bolerista, se fue a México y no volvió
más hace tantos años, que ya perdió su voz. Claudio
Giaconi, autor de La Difícil juventud, libro de cuentos
que marcó una época en Chile, se hizo humo por décadas
en NY y regresó al final de sus días a cumplir con su
residencia definitiva. Juvencio Valle permaneció en aparente
silencio hasta sus 99 años, cuando decidió abandonar este
mundo. Manuel Silva Acevedo se quedó hasta nuestros días
y escribió algunos libros memorables. (Lobos y Ovejas,
por ejemplo). Algunos se fueron a principios del siglo pasado, sin que
los echaran, solo porque les quedó chica la patria y otros, la
mayoría, fueron expulsados sin fecha de retorno, post 73.
• Hacia los profundos
peldaños del olvido
Carlos Droguett, un destacado novelista, se exilió y murió
en Suiza, nunca regresó. La muerte tiene Patas de Perro. Armando
Cassígoli, murió exiliado en México, pasó
mutilado por Panamá. Luis Sepúlveda, se exilió
en el mundo, lo navegó y ancló en Girón, España,
hasta nuestros días. Su esposa, Carmen Yañez, poeta, pasó
por el infierno de Villa Grimaldi, un campo de concentración,
tortura y exterminio. No sé si lo lei o soñé, que
Sepúlveda encontró a su mujer en un basurero después
de ser torturada. Víctor Jara, el popular cantante y dramaturgo,
fue asesinado brutalmente en el Estadio Chile. La lista es larga como
la propia geografía del país, no se requería ser
artista para sufrir alguna humillación por parte de las glorias
de Chile o aparecer en alguna esquina de la vida, impecablemente muerto.
(En cualquier parte del territorio nacional podría visitarte
la Caravana de la Muerte). También se torturaba en La Esmeralda,
el buque insigne de entrenamiento de los futuros marinos. Todo ya es
historia patria, conocida, escrita y sobre todo vivida. No son más
estas palabras que un guiño a la memoria, a veces, algo distraída.
Diáspora sobre la diáspora/anverso y reverso/una misma
moneda/rodando la vida y la muerte/en distintos puertos/Viajaron de
adentro hacia afuera/hacia más adentro/interior/exterior/asfixia
de estos años/sin nombre. (RG).
La cultura sí bajó los profundos peldaños
del olvido. Esta afirmación no es retórica. Ángel
Parra murió en París y no volvió ni siquiera a
su última morada. Que vivan los estudiantes, jardín de
mis alegrías.
• El apagón cultural
ELos cronistas de su tiempo, llamaron a este fenómeno que asoló
la cultura chilena y transformó a sus artistas en "eternos
viajeros" o topos locales: el Apagón cultural. Un gran contraste
con aquella época de la humanidad que se dio en llamar El siglo
de las luces y estos años no fueron más que tenebrosos
tiempos de tiniebla. En el siglo XVIII se pensaba que se podía
combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía.
Las luces se apagaron en Chile y bajó el telón como un
largo e interminable túnel. (Miles de ciudadanos, políticos
o no, fueron asesinados, desaparecidos, torturados, prohibidos ingresar
al país y la palabra estaba censurada, literalmente prohibida
si no era oficial.) Los bandos militares reemplazaron el pensamiento
y la escritura chilena. Al país se le caló la bayoneta
con todos sus filos y costados. Se quemaron y guillotinaron libros.
La gente escribía en la clandestinidad. Los NN adquirieron carta
de ciudadanía y se transformaron en un lugar común. Las
fosas comunes reemplazaron la muerte natural. Las osamentas siguen vivas
en nuestra memoria. A cal y canto se enterró el silencio, la
osamenta madre de Chile.
Santiago no me hablaba/sus calles amarillas /no me reconocían/el
río inmundo se sabía cómplice/las estaciones pasaban
sin nombre/los días eran tramposos, cargados de azar/ y negra
peligrosidad./La tiranía movía su cola envenenada en los
parques/la ciudadanía era cada vez menos ciudadana/sin derecho
a nada/ y eso es nada. /La República, una pesadilla/para los
libros de historia/La realidad, la primera sospechosa/prefería
soñar despierta/ignorar las trompetas/bombos y platillos/la inútil
fanfarria/de los recién instalados/ padres de la patria/en sus
cuarteles/con sus cuerpos abotonados de muertos/en noches muertas de
Chile/Hacían gala de sus uniformes de gala/en esas fiestas donde
la muerte/salía al baile/y daba los primeros pasos/por los desaparecidos/al
ritmo de Lili Marleen/La memoria tendida en el piso/siente que le están
contando/los descuentos finales/de un periodo infame/una historia que
se repetía el plato/con las entrañas de Chile. (RG).
Por aquel septiembre del 73, el avión de Neruda se quedó
atascado en el último vuelo de la memoria hacia el exilio Mexicano
propuesto por el gobierno azteca para proteger al Vate de las amenazas
de la dictadura, lo que nunca sucedió por un vacilante Neruda
que encontró una extraña muerte en la clínica Santa
María, aún no dilucidada. En octubre sabremos como ocurrió
su muerte luego que científicos de Europa y Estados Unidos terminen
de examinar sus restos en búsqueda de lo que le ocasionó
la muerte: el cáncer a la próstata o un envenenamiento.
• La diáspora
como una mancha
La diáspora como una mancha se extendió, propagó,
irradió por el mundo con distinta suerte y destino. Se sobrevivió
como pudo y no dejó de describir el horroroso Chile (verso de
Enrique Lihn), biografiarse, relatar, pintar, cantar, poetizar, pensar,
reflexionar, denunciar en una palabra el escenario de la negación
del ser humano.
En este contexto de los 73 y post, un joven trotskista, anarco, que
se transformaría con los años en uno de los novelistas
más notables del habla española de finales del siglo XX
y comienzos del XXI, Roberto Bolaño, regresó sorpresivamente
en agosto de ese año a sumarse al proceso chileno. ¿Se
pintó de salvador de la patria el joven trotskista en un acto
de suprema ingenuidad? Con la excepción de los campos de concentración
de Pisagua, algunas matanzas memorables de norte a sur, históricas
de obreros, represiones diversas, los chilenos no sabíamos que
experimentaríamos una dictadura tan prolongada y feroz. (Pisagua,
pampa del Tamarugal, norte de Chile, antiguo puerto salitrero, campo
de concentración y exterminio de los gobiernos de González
Videla y Pinochet. El mar y el desierto, casi se pierde el país
en esa geografía inhóspita. La vida se hace sal y agua).
Bolaño, un aventurero nato, volvió al país-pasillo,
como le llama a Chile, poco antes del golpe, cuando tenía 20
años de edad, y quedó enredado en una de las tantas redadas,
del post 11 de septiembre, un lugar común de la infamia y que
asomaba esa primavera como un iceberg sangrante de América.
Atravesó América latina, pasó por Colombia, Panamá
y llegó a El Salvador, según cuenta y nunca escribió
acerca de esta experiencia por las selvas tropicales. Curiosamente Rimbaud
indicó con un dedo a Panamá en el mapa, con la intención
de viajar hasta el istmo, pero se desvió a Etiopía, África.
• Se fue al DF con la familia
El 68 se había ido de Chile con su familia al DF. Retornó
a Santiago y viajó al sur, a su regreso fue detenido en un autobús
por los militares que le retuvieron durante ocho días. Su acento
mexicano, pelo enmarañado, de chicoria, hicieron saltar las alarmas
de los soldados fascistas, que por esos días cortaban las melenas,
el pelo largo, con el filo de las bayonetas como los pantalones de la
mujeres. Fue confundido por un indiscutible y peligroso revolucionario.
No pasó nada excepcional, volvió al DF. Con el tiempo
la leyenda creció, el mito de la prisión, que guardadas
las proporciones no tuvo ningún significado en el horroroso Chile.
Bolaño regresaría 25 años después nuevamente
al país que ya había vivido un infierno dantesco, con
una larga lista larga de cadáveres y desaparecidos. En una conversación
con el narrador chileno, Pedro Lemebel, editada en su libro Entre
paréntesis, cuenta que salió de Chile cuando tenía
20 años, pero en verdad lo hizo cuando contaba con 15 años.
¿Por qué se saltó ese quinquenio? Lemebel le reclamaba
su acento español. ¿Cómo pudiste perder el acento
chileno? Vargas Llosa, nacionalizado español y residente hace
años en España, habla un perfecto peruano a los 80 años.
También está en dudas, entre los mitos de Bolaño,
que conoció en El Salvador al poeta Roque Dalton y a sus asesinos.
Su agónica vida ya había escrito el mito, aunque él
lo había comenzado a forjar desde muy joven, al parecer.
• ¿A Neruda no le perdonó haber nacido?
Volvió cuando ya era reconocido con dos premios importantes por
una de sus novelas cumbres: Los Detectives Salvajes. En el
interín había desarrollado una visión crítica
de Chile y de sus escritores. Enfrentaba una suerte de pasado fantasma,
había vivido 15 años verdaderamente en Chile, y se formaría
como escritor en el DF. Mi tierra literaria por excelencia fue México,
dijo en una entrevista. Nacido en Santiago, nunca lo habitó y
deambuló con su familia por distintas ciudades, pueblos, la provincia
del centro y sur de Chile. Lector visceral, no terminó la secundaria,
y no dejó de escribir, leer y monologar sobre los escritores
chilenos hasta casi el final de sus días. Salvaba a unos pocos
narradores, poetas, especialmente Parra (su devoción) y Lihn,
mientras que a Neruda lo arrastraba al fango de la historia, rescatando
con alguna sutileza Residencia en la Tierra, considerada por
un poeta mexicano (José Emilio Pacheco) como la obra más
importante del surrealismo. Octavio Paz llegó a decir que Neruda
fue el mejor de su generación del habla hispana. Bolaño
lo estigmatizó en una de sus mejores obras: Nocturno de Chile,
que estuvo a punto de llamarse Tormenta de mierda.
Con su acento español, quizás Bolaño no se daba
cuenta que formaba parte de la diáspora chilena. No fue el único,
se manejaba con un lenguaje crítico y arbitrariamente borgeano,
con aciertos y desaciertos, como que el país no había
cambiado y de alguna manera desarrolló una obsesión por
Chile y una cierta "dependencia epistolar y búsqueda, afianzamiento
de su ser como escritor", a través de las cartas que intercambió
durante años, buscando su camino con escritores chilenos de distintas
épocas, como Lihn, Millàn y Waldo Rojas. Parra fue hasta
el final de sus días su mayor devoción literaria y "lo
presentó a España", país que no expresaba
ningún interés, ni encanto por el antipoeta y su obra.
Curiosamente en una entrevista del año 2000 advirtió que
los escritores chilenos solo se conocían en Chile, quizás
olvidó a Neruda y la Mistral, los premios nobeles. (A Parra una
periodista española le preguntó por la existencia de la
literatura chilena en plena dictadura y él respondió,
no se olvide que tenemos dos premios nobeles y los citó). Isabel
Allende, se transformaría en la más grande best seller
femenina del habla castellana hasta hoy día. (No estoy hablando
de literatura). Vicente Huidobro fue conocido en su tiempo por los surrealistas
y los pintores de Francia como los escritores de España. Estuvo
en la Guerra Civil, donde fue herido. Hoy sigue siendo un referente
latinoamericano.
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Para
saber más
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DATOS DEL AUTOR:
Rolando Gabrielli (Santiago de Chile, 1947).
Estudió Periodismo en la Universidad de Chile. Ejerció
hasta el 11 de septiembre de 1973 en su país. Fue Corresponsal
Extranjero en Colombia y Panamá (1975-79). Funcionario Internacional,
experto en la industria bananera, encargado de estrategias para los
ocho países de la región miembros de la UPEB, Editor de
la publicación científico-técnica y económica,
con circulación en 56 países, columnista de la revista
alemana D+C (1979-89). Escribe para varios periódicos panameños
como Analista Internacional y trabaja en el programa de la Unión
Europea-PNUD, Tips On Line, mercadeo de oportunidades empresariales
vía Internet. Asesor en estrategias empresariales, editor de
Suplementos especializados, ha trabajado y lo hace actualmente en marketing.