Este periodo abarca los siglos V y
IV a.C. y en cada uno de ellos se avanza de una forma considerable:
• En la época clásica
los griegos reprodujeron la realidad, basándose en las proporciones
numéricas y aplicaron tres conceptos a las estatuas: la armonía
de proporciones, el principio de diartrosis y la postura del contraposto.
• Fijaron como modulo la cabeza y, a diferencia de los egipcios,
variaron el canon de belleza ideal del cuerpo humano con el transcurso
del tiempo: durante el siglo V la proporción armónica
fue de siete cabezas (Ej.: Doriforo, de Policleto), y en
el siglo IV se elevó a ocho (Ej.: Apoxyómenos,
de Lisipo).
• Concibieron el desnudo como un esqueleto perfecto, regido
por la movilidad de las articulaciones; este principio de la diartrosis
les hizo acentuar la división entre el tronco y las extremidades,
y dentro del torso marcaron nítidamente los pectorales, la
cintura y el pliegue inguinal.
• Rompieron con la ley de frontalidad al adoptar la postura
de contraposto, donde una pierna actúa de sostén y
la otra se flexiona, desnivelándose la línea recta
de las caderas.
S. V a.C.
Los Kuroi y Korai comienzan a ser mas realistas, casi desaparece el
hieratismo y la rigidez propias de la época arcaica. Las esculturas
del primer tercio del este siglo representan la transición que
desemboca en el periodo clásico pleno. Es conocida como la etapa
del Estilo Severo que durará hasta la época de Fidias.
Poco a poco van desapareciendo algunas de las características
propias del arcaismo: la escultura fue haciéndose cada vez más
naturalista, idealización de la figura humana, lo que trajo consigo
la ruptura del rígido frontalismo anterior, de modo que las figuras
adquieren posturas y movimientos hasta entonces desconocidos; se observa
un avance en el conocimiento anatómico, perdiendo la sonrisa
arcaica y acentuando la severidad de los rostros.
Los artistas de este periodo:
- Pitágoras de Samos es, con toda probabilidad,
el escultor del Auriga de Delfos, realizada
hacia el 474 a.C. Es una de las esculturas más importantes de
la plástica griega. Se trata de uno de los pocos originales que
conservamos de la escultura en metal, que en Grecia fue incluso más
importante que la elaborada sobre piedra o mármol. Formaba parte
de una cuadriga de bronce que ofreció a Delfos un príncipe
de Sicilia con motivo de la victoria obtenida por uno de sus carros.
La figura erguida, con la larga túnica y la actitud impasible,
recuerda mucho las esculturas arcaicas. Sin embargo, elementos como
la marcada frontalidad desaparece gracias a la introducción de
matices que dotan a la figura de una mayor tridimensionalidad: los pies
se sitúan oblicuamente respecto al cuerpo, el cual acentúa
levemente la torsión lateral, de acuerdo con los brazos y cabeza;
esta torsión se manifiesta en el juego de los pliegues de la
túnica, ceñidos en la cintura y sueltos en el torso, crean
un volumen que rompe con el hieratismo propio de épocas pasadas.
El rostro está de acuerdo con esa disposición corporal;
mantiene un gesto sereno en el que ha desaparecido la sonrisa arcaica,
para dar paso a una expresión centrada. Como en otras esculturas
del periodo, aparte del bronce, se han utilizado otros materiales nobles,
tanto en los ojos, elaborados con incrustaciones de piedras de color,
como en la diadema, que conserva restos de plata. El cobre utilizado
en los labios, confiriendo una mayor riqueza cromática.
- Kritios a quien
se le atribuye el grupo de los Tiranicidas
y el Efebo de la Acrópolis, rompiendo
con la clásica frontalidad arcaica.
- Mirón, extraordinario broncista.
A pesar de que sus obras revelan todavía ciertos aires arcaizantes,
como el modo de esculpir los cabellos y la carencia de expresión
en los rostros, supo captar con maestría el movimiento. Realizó
casi con total seguridad dos de las obras más importantes de
la escultura griega: el Discóbolo,
que representa a un lanzador de disco en el mismo instante de lanzarlo
al aire. Todos los músculos del atleta se encuentran en tensión
y en movimiento mientras la cara se encuentra totalmente relajada, no
responde a la violencia del esfuerzo y permanece inalterable, pues está
impregnado de la Sofrosiné (la calma inmutable de los
dioses, expresión anímica del equilibrio y armonía
estética). Y el Grupo de Palas Atenea y Marsias, grupo escultórico
que realizó para la acrópolis de Atenas.
- Policleto quien
se preocupa por la consecución del canon ideal del hombre, esculpiendo
figuras armoniosas. Se convirtió en el teórico de la escultura.
Editó un libro, el Canon en el que explicaba la relación
armónica de unas partes del cuerpo con otras y con el conjunto.
Es el maestro supremo de la Symmetria (conmensurabilidad de
las partes). Instauró el canon de 7 cabezas, que se mantendrá
durante el resto del siglo. Sus temas preferidos fueron los atletas,
que presentó en diversas actitudes, dominadas todas por el desnudo.
El cabello lo trabajó sólo con fines ornamentales y no
naturalistas; los músculos de sus obras son muy acentuados, creando
fuertes contrastes de luz y sombra.
De sus obras hay que destacar el Doríforo,
o atleta portador de lanza, en el que se logra una armonía de
fuerzas contrapesadas, la pierna derecha, recta, que sostiene el peso
del cuerpo, se equilibra con el brazo izquierdo doblado, mientras que
la pierna izquierda doblada está equilibrada con el brazo derecho
recto. La rodilla derecha, más alta, la cadera izquierda más
baja y viceversa. La cabeza se vuelve a la derecha y torso y caderas
se desvían ligeramente a la izquierda, también se contraponen
movimiento y estabilidad. La figura aparece dando un paso, pero manteniendo
el equilibrio estático. Y el Diadumedos,
o atleta que ciñe la diadema del triunfo, que presenta el mismo
esquema, aunque presenta formas más sueltas.
El canon de la mujer lo plasma en su obra Amazona herida
realizando esta obra en una competición en la que ganó
a Fradmon, Crésilas y Fidias.
Otras obras a destacar de esta época
son el Trono Ludovisi, con la representación
del nacimiento de Afrodita y pionera en la llamada técnica de
los paños mojados (transparencia anatómica) y el Trono
de Boston. También los frontones del templo de
Afaia en Egina suponen un gran avance en la representación del
desnudo aunque se mantiene todavía la sonrisa arcaica o los frontones
del templo de Zeus en Olimpia con la centauromaquia. Todas estas obras
anónimas.
En plena época clásica,
destacamos a:
- Fidias, es el escultor que de manera más clara
alcanza el ideal de belleza clásica. Uno de sus mayores logros
fue el tratamiento dado a las vestiduras. Los abundantes y sinuosos
pliegues de los vestidos se pegan al cuerpo por lo que no impiden llevar
a cabo un profundo estudio de la anatomía de la figura.
Fidias es, sobre todo, el gran escultor de Palas, la diosa ateniense,
de la que hizo varias obras (Atenea Lemnia, Promacos...),
pero, sin duda, su gran obra fue la Atenea Partenos,
realizada para ser expuesta en el Partenon. La esculpió en oro
y marfil (crisoelefantina) y con los ojos de esmeralda, medía
más de 10 metros. No ha llegado hasta hoy en día y se
conoce su existencia gracia a las copias en mármol.
Pericles le encargó la dirección de los trabajos del Partenón.
Realizando toda la decoración escultórica. En su frontón
oriental, narra el nacimiento de Palas Atenea de la cabeza
de Zeus, en ellas puede observarse que las esculturas
no están concebidas de manera aislada, sino en bloque. El frontón
occidental lo ocupa la lucha entre Atenea y Poseidón por el dominio
de la ciudad de Atenas con gran estudio del movimiento.
El friso corrido, situado en el muro exterior de la cella, representa,
con viva policromía, la procesión de las Panateneas. Tiene
160 m. de extensión y 104 cm. de altura; en él aparecían
los dioses, jóvenes sobre briosos corceles, doncellas, animales
para el sacrificio, etc., hasta un total de 400 personajes.
En las metopas, que suman un total
de 92 figuras, en ellas se relata la centauromaquia, la gigantomaquia,
la amazonomaquia y la guerra de Troya. Son figuras de relieve bastante
abultado sobre fondo liso, por lo que puede observarse con gran nitidez
la calidad del dinamismo, el movimiento, que adquiere efectos dramáticos
y una variada gama de expresiones, escorzos y disposiciones escénicas.
Por copias romanas conocemos la estatua de Atenea Prómacos
con casco y lanza de 15 metros altura; la Atenea
Lemnia, en bronce y ataviada con un simple peplo, así
como una estatua de Zeus de Olimpia.
-Calímacos, discípulo de Fidias, al que
se le han atribuido las cariátides del Erecteion
y Alcamenes con el Ares Borghese
S. IV a.C.:
Las guerras del Peloponeso entre Esparta y Atenas trajo consigo la derrota
de esta última y por consiguiente una transformación en
el arte. La escultura se va desligando de la arquitectura. La idealización
y la serenidad dieron paso a una necesidad de desvelar los sentimientos
y estados de ánimo de las figuras. Surge así una escultura
mucho más expresiva y acentuada. Nace el retrato realista en
contraposición al del arqueotipado del siglo anterior.
- Praxíteles da un aire psicológico a
sus obras, dotándolas de una profunda melancolía. Se caracteriza
por la sinuosidad de los perfiles, por la blandura de las formas, por
el arqueo del cuerpo, que realiza de un modo peculiar: mediante un gran
arco que arranca del pie y, pasando por la cadera, termina en la clavícula
opuesta (curva praxiteliana). Prefiere representar adolescentes, fue,
además, el escultor de la belleza femenina incluso sus figuras
masculinas son afeminadas. De su producción hay que destacar
el Hermes de Olimpia, que presenta a Hermes
sosteniendo en su brazo izquierdo al pequeño Dionisos. El Sátiro
escanciador, la Afrodita de Cnido
y, sobre todo, su gran obra, el Apolo Sauróctono
que representa a Apolo matando a una lagartija. La postura de Apolo
posee la característica curva praxiteliana, apoyando el peso
de su cuerpo sobre una de sus piernas y sobre el árbol.
- Scopas de Paros
intenta igualmente revelar los estados de ánimo aunque con un
carácter mucho más patético y atormentado. Su obra
es ejemplo de transición del clasicismo sosegado y equilibrado,
al mundo helenístico, donde predominará el sentimiento
desmesurado o pathos, alejado ya de la calma divina propia de los dioses
que se dio en el clasicismo (sofrosiné). De su producción
cabe destacar Ménade, conocida también como Ménade
danzante o Ménade furiosa
y representa a una de las ninfas que acompañaba o rendía
culto al dios griego Dionisos en el momento de danzar, de ahí
su postura "retorcida".
- Lisipo representa
la transición entre lo clásico y el helenismo. Impuso
un nuevo canon de belleza, en el que la cabeza suponía la octava
parte de la altura total del cuerpo, lo que proporcionaba una mayor
esbeltez. Deja atrás el frontalismo, de manera que sus esculturas
pueden verse desde distintos puntos. Su obra más conocida es
el Apoxiomeno, escultura que representa a
un atleta, de rostro cansado por el esfuerzo, en el momento de limpiarse,
con el estrígilo, el polvo mezclado con el sudor y el aceite
tras la competición.
Fue un maestro en el retrato regio.
Cultivó el llamado retrato de personalidad, ya que sus obras
reflejaban más el carácter del individuo que la función
que ostentaban. Este tipo de retrato se impuso plenamente en el helenismo.
Bibliografía
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- BOARDMAN, John.: Escultura griega del periodo clásico
tardío y la escultura en las colonias de ultramar, Barcelona,
Ediciones Destino, 2001.
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- CHARBONNEEAUX, J. Martin, R. Villard, F.: Col. El Universo de las
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- PIJOÁN, José.: Summa Artis. Historia del Arte, vol.
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