En el 323 a.C, moría Alejandro
Magno en Babilonia victima de la malaria. Era el príncipe más
poderoso del mundo antiguo. A falta de un heredero indiscutible los
principales generales del ejército se disputaron su estado. Con
la muerte de Alejandro y las guerras que enfrentaron a sus generales
la cultura griega se abrió a un nuevo periodo, el helenismo,
caracterizado por su enorme radio de acción y por el predominio
de las grandes monarquías.
En este nuevo mundo político, no tienen sitio los ideales de
armonía y medida de la Grecia clásica y son sustituidos
por nuevos valores, la cultura griega se universaliza, admitiendo las
aportaciones de los pueblos orientales con los que funde, surgiendo
así una cultura mixta, en la que se mezclan la tradición
clásica, el orientalismo (colosalismo y decorativismo) y una
nueva concepción de la vida, no basada ya en elevados ideales
sino en la búsqueda del goce de la misma.
A lo largo de tres siglos asistimos a una nueva civilización,
en la que se conjugan elementos griegos y orientales, convirtiéndose
el arte en factor de unión.
Con todo, las grandes creaciones del arte helenístico pertenecen
al campo de la escultura. Se ofrecen soluciones satisfactorias en el
orden técnico e iconográfico:
• Las esculturas pierden
el punto de vista frontal a favor de su visibilidad desde todos
los ángulos, con el propósito de que puedan erigirse
en el centro de una plaza y el observador las contemple desde cualquier
perspectiva.
• Hay un conocimiento perfecto de la anatomía
• Se resuelve también el problema de la torsión
del cuerpo, con figuras girando en espiral, y surgen grupos complejos
integrados por varios personajes. Se acentua el movimiento, el patetismo
y la tensión, el Pathos llenándose de escorzos
las composiciones
• El repertorio iconográfico se amplia y la nómina
de dioses es compatible con individuos de toda condición
social, desde el príncipe al esclavo, en un proceso de secularización
artística.
• Los temas principales surgen de la vida cotidiana, se representan
más aquellos que expresan el placer. Se pierde la seriedad
y los altos ideales de la etapa anterior; los placeres de la vida,
lo feo, lo grotesco y lo anecdótico ocupan su lugar
• Se cultivan las tres edades de la vida, la ternura de la
infancia, la plenitud d e la madurez y las carnes decrépitas
del anciano; los modelos pueden ser griegos o extranjeros, vestidos
o desnudos, y triunfa la alegoría.
En definitiva, se pierde el equilibrio
clásico en favor de una nueva sensibilidad, que se complace en
buscar más la realidad del individuo, que la perfección
física y prefiere la expresión dramática a la serenidad
espiritual y las actitudes violentas a las reposadas. Se introduce la
escultura griega en un cierto grado de Naturalismo, siempre matizado
por una cierta dosis de idealismo que impregna el espíritu griego.
Entre los artistas desaparecen las grandes individualidades
clásicas y desconocemos fecha y autor de muchas obras, es por
ello por lo que en este periodo se habla de las escuelas. En concreto,
cuatro grandes escuelas son las que alcanzan fama y prestigio: Atenas,
Alejandría, Pergamo y Rodas.
Escuela de Atenas
La ciudad de Atrenas, agobiada por la crisis económica y la pérdida
de su supremacía política, se centra en la clase cultural.
Cultiva el retrato de los intelectuales: el orador Demóstenes,
el poeta trágico Sófocles y el filósofo Epicuro.
Paralelamente, sus talleres escultóricos, integrados por los
discípulos y seguidores de Praxíteles, Escopas y Lisipo,
dan vida a la escuela neoatica, caracterizada por copiar y rejuvenecer
los modelos clásicos de los siglos V y IV.
Destaca el escultor Apolonio, con obras como el Torso Belvedere y el
Pugilista, de extremo realismo, mostrando el alejamiento helenístico
de los ideales clásicos de los siglos V y IV a.C. Este último,
El Púgil en reposo o Púgil
de las Termas es una escultura de bronce de 1,20 metros de altura.
Representa a un púgil sentado sobre una roca (imitación
moderna de la original, desaparecida) justo después de un combate,
que gira violentamente la cabeza. Lleva un taparrabos y unos guantes
formados por unas gruesas tiras de cuero que rodean los nudillos y dejan
libres los dedos. En el cuerpo no hay señales de ninguna herida,
pero la cara está llena de marcas de los golpes: tiene un corte
en la oreja, la nariz rota y toda la cara llena de cicatrices. Se trata
de un boxeador justo después de un combate
Su obra más representativa es El Espinario
(Niño de la espina). En ella vemos a un joven atleta sentado
secándose una espina del pie. Se trata de una escena cotidiana,
donde se observa unos tintes clásicos, aunque sigue un esquema
naturalista-realista propio de este periodo.
Escuela de Alejandría
Mostró complacencia por los temas cotidianos y alegóricos.
Representó toda una galería de tipos populares en terracota,
piedra o bronce, y simultáneamente desarrolló, en mármol,
personificaciones de ideas abstractas, como la Alegoría
del río Nilo. Definido como un anciano recostado
que lleva el cuerno de la abundancia y los símbolos de las tierras
que sus aguas fertilizan. Copia romana de un original helenístico,
Museo Vaticano. Según Lino, los 16 niños que rodean y
trepan por el cuerpo del Nilo, representan los 16 codos que podían
crecer las aguas del Nilo en la estación de inundación
de los campos (El codo es una medida de longitud equivalente a 44,16
cm).
Otro aspecto interesante lo constituyen
las figuras grotescas y los relieves con escenas alusivas al teatro,
influidos por la Nueva Comedia de Menandro. Enanos contrahechos, danzarinas,
pícaros, todo el hampa y también lo más humilde
de la sociedad alejandrina.
Escuela de Pergamo
Esta escuela se inclina por temas patéticos, de sentimientos
violentos.
Sus habitantes habían rechazado una incursión celtica
de galatas en el 228 a.C y el rey Atalo I decidió conmemorar
esta victoria con seis esculturas que se mostrarían en la plaza
publica. En el centro figuraba el Galo Ludovisi,
que acaba de matar a su mujer para librarla de la esclavitud y, mientras
sujeta el cadáver, gira la cabeza hacia su enemigo en actitud
desafiante, al tiempo que se suicida, hundiéndose la espada en
el pecho. A su alrededor se sitúan cuatro galatas moribundos,
tendidos en el suelo. Los bárbaros vencidos son tratados con
gran dignidad para exaltar el triunfo local. Por primera vez, impresionados
por el valor y la dignidad ante la muerte, de los guerreros bárbaros,
un escultor griego reproduce un modelo no helénico y lo representa
sin idealizarlo.
Posteriormente bajo el reinado de Eumenes II, se erigió el Altar
consagrado a Zeus y Atenea. Fue iniciado en el 180 a.C.
y narra, en grandes relieves la Gigantomaquia, la batalla que los dioses
del Olimpo sostuvieron con los gigantes, hijos de la tierra. Son altorrelieves
de más de 2 metros de altura que rodean el friso del altar con
más de 100 metros de longitud. Las esculturas salen del marco.
Escuela de Rodas
Esta escuela continúa con la vertiente dramática, profundizando
en la emoción del sufrimiento y acentuando el dolor. También
se caracteriza por su afán por representar obras monumentales.
Sus creaciones más famosas son los grupos del Toro
Farnesio, realizado por Apolonios y Tauriscos, representa
el momento en el que los hijos de Antíope deciden castigar a
Dirce, que había tratado cruelmente a su madre, arrastrándola
con un toro hasta morir, y del Laocoonte.
Esta última fue realizada hacia el año 50 d.C., por los
escultores Agesandro, Polydoro y Athenodoro para decorar la Domus Aurea
de Nerón. Representa el castigo que Apolo infringió al
sacerdote troyano Laocoonte y a sus hijos por haberle ofendido, enviando
dos serpientes que les asfixian. Se descubrió en 1506. Inspiró
a los artistas del manierismo la línea serpentiniana y los preceptistas
sacros aconsejaban a los pintores y escultores imitar la expresión
del Laooconte en el rostro del mártir cristiano, pues era el
viejo ejemplo de dolor: dolor fisíco por la tortura y el dolor
moral al contemplar como sus hijos están siendo victimas del
cruel destino que le sespera.
Otra gran obra de esta escuela es la
Victoria de Samotracia, obra de Pithókritos
de Rodas. Es una obra original, procedente del Santuario de Cabiros,
en Samotracia. Realizada en mármol, en bulto redondo. Se trata
de una Niké, elevada sobre la proa de un barco de piedra, formaba
parte de un espectacular conjunto escultórico. La obra presenta
las características del arte helenístico: complicación
compositiva, ilusionismo escenográfico, grandiosidad y ruptura
de la proporción clásica, realismo, ruptura del equilibrio,
gusto por el movimiento, la tensión dramática, sensualidad
y belleza. El autor se ha basado en modelos clásicos anteriores,
percibiéndose la influencia de Fidias en la técnica de
paños mojados, pero es más realista. La obra fue realizada
hacia el 190 a.C. y mide 2,45 m. de altura.
Bibliografía
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Para
saber más