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Piranesi, teórico de la arquitectura y grabador del s.XVIII.
Leonardo Fidalgo Fontanet
15/09/2004


Carcere XVI

Las cárceles piranesianas conservan muchos de los rasgos de las vedute (puntos de vista, teatralidad, etc.), pero invierten el sentido pintoresco y gozoso propio de este género. De 1745 es la primera versión de las Carceri, obra en la que Piranesi se mostrará definitivamente como un prerromántico, no tanto por la temática (relativamente común en los decorados teatrales), sino por el uso que hace del aguafuerte, deudora en parte de los Scherzi di Fantasia y los Vari Capricci de Tiépolo, (con el que contactó Piranesi en su breve regreso a Venecia [Nota 1]) y por constituir uno de los momentos privilegiados de las contradicciones del Siglo de las Luces. Esta actitud emprende un camino evolutivo demostrando los progresos técnicos y la maduración intelectual de Piranesi. Así, con la segunda versión de las Carceri de 1761 (donde reelabora las imágenes anteriores y a la que pertenece Carcere XVI), se llega a un mundo pretendidamente irreal y desecho, con las alusiones más explícitas a la polémica arquitectónico-arqueológica, en la que Piranesi se encuentra a la cabeza de una de las posturas enfrentadas.

En las Carceri se rompe radicalmente con la unidad espacial que ya había sido enunciada en Prima Parte. Ahora el plano inmediato al espectador pierde precisión (Piranesi deja que el aguafuerte corroa la plancha durante más tiempo), la oscuridad lo inunda todo, el aire es denso y agobiante debido a la abigarrada concentración de elementos arquitectónicos, máquinas de torturas y objetos diversos. A pesar de las diferencias en las Carceri se mantiene la misma problemática que en Prima Parte: la tensión entre las grandes dimensiones, de confusa e infinita continuidad, y el fragmento. Para lo primero Burke expresa con palabras lo que Piranesi intuye en sus grabados: "no basta que un edificio sea grande sino permite que la imaginación continúe por propia iniciativa. El infinito que cuenta se obtiene por iteracción; a través de la repetición tiene que poner en movimiento una especie de principio de inercia perceptiva, una tendencia a continuar por el camino ya tomado".

Junto a ello, la iluminación espectral (se han perdido los nítidos perfiles entre luz y sombra) participa de esta terrorífica visión del mundo subterráneo, del mundo de tinieblas, donde todo es sufrimiento y muerte, turbación y desconcierto; todo ello participando de la categoría estética que por estas fechas está codificando el empirismo inglés, lo Sublime. Nuevamente la manipulación de las proporciones vienen a contradecir y superar la noción euclidiana del espacio, es además una manipulación tectónica de la arquitectura, ya que aparecen elementos incoherentes desde el punto de vista funcional: escaleras sin un claro destino, puentes y pasarelas intransitables, contrafuertes que, en vez de contrarrestar el peso de las arcadas parecen ser sujetados por las mismas, arcadas superpuestas y con almenas defensivas... Piranesi está siendo uno de los primeros en superar los cánones de la representación cifrados en el Renacimiento, ha superando la mimesis, pues la realidad (naturaleza) que él "imita" sólo existe en su mente, da forma a un orden imposible.

La segunda versión de la Carcere XVI (muy retocada con respecto a la primera de 1745) ilustra un espacio de tortura, que tras el velo formal del grabado, presenta toda una lección simbólica de la antigua justicia romana; incluye tres inscripciones [Nota 2]. La primera, ad terrorem increscentis audaciae, en una placa adosada a una columna con capitel egipcio del templo de Salomón (palmiforme), es una cita tomada de la Historia de Roma de Tito Livio, y aparece cuando el autor hablas de Ancus Marcius, el rey que construyó la primera cárcel de Roma. La segunda, infame sceivs s... ri infelici suspe, sobre el fuste de una columna sin capitel, también tomada de Tito Livio, cuando éste trata el episodio en que uno de los Horacios asesina a su hermana por haber llorado la muerte de un enemigo de Roma. Y la tercera, impietati et malis artibus, bajo las hornacinas que cobijan las cabezas de dos ajusticiados, alude a su castigo. [Nota 3]

La independencia arquitectónica de los romanos, por la que tenazmente luchaba Piranesi, es paralela a la del Derecho. No es una casualidad que el mismo año en que se publicaba este grabado, saliera a la luz Della Magnificenza ed Architettura de'Romani (1761), el más rotundo alegato en contra de la idea de la superioridad de la arquitectura griega, apoyado por todo tipo de argumentaciones tanto arquitectónicas y arqueológicas, como citas de autores clásicos.[Nota 4] Frente a las teorías de Ramsay, Le Roy o Winckelmann, Piranesi defenderá la independencia y la superioridad del genio romano sobre la arquitectura griega. Para ello, está propone un desarrollo alternativo al hecho histórico, pues para defender la cultura romana lleva a cabo una recuperación de la civilización etrusca. [Nota 5]

Aunque la excesiva erudición del texto en Della Magnificenza revela signos de ayuda académica en su redacción, los ingeniosos ataques visuales en las láminas sobre Le Roy (y, en consecuencia, sobre Laugier) no pueden ser sino de Piranesi. [Nota 6] En la segunda impresión de la Carcere XVI, Piranesi coloca una columna dórica de fuste estriado y éntasis, aislada sobre un pedestal. Lo que resulta incongruente es su extraña descontextualización, ya que si fueran los restos de un templo aparecerían otras semejantes o por lo menos fragmentos de ellas. Conociendo el ambiente en el que Piranesi idea la estampa la explicación surge por sí sola: la columna dórica griega (sin basa) situada exenta, en medio de las tinieblas de la carcere romana, cuya arquitectura la desborda y sobrecoge, es todo un alegato sobre la suprema magnificenza itálica, frente a la delicadeza y elegancia de la arquitectura helena.

Piranesi, imbuido de lleno en este debate [Nota 7], tampoco compartía la idea de que la arquitectura fuera un arte de imitación y menos que su modelo pudiera ser la cabaña primitiva teorizada por Laugier y los teóricos racionalistas, y en esto coincidía con Winckelmann. Según Delfín Rodríguez: "frente a la exaltación conceptual, figurativa y moral del orden dórico griego (...), frente al primitivismo de este orden, entendido como el mejor ejemplo de la primera imitación en piedra de las columnas de madera de la cabaña primitiva, Piranesi intenta demostrar la mayor antigüedad del orden toscano de los etruscos, origen del resto de los ordenes, incluido los griegos, ya que esa arquitectura era heredera de otra tradición diferente de la clásica, la de la Biblia y de las Maravillas del Mundo".[Nota 8]
La influencia de Piranesi ha sido enorme. Creó una visión tópica de la Antigua Roma que aún hoy sigue estando vigente, en parte debido a la gran belleza de sus grabados a los que dedicó toda su vida. Pero también fue un verdadero arqueólogo que midió, estudió y documentó edificios, desarrollando nuevos métodos gráficos de descripción y exponiendo sin cesar, lámina tras lámina, una cantidad de detalles arquitectónicos que muy pocos artistas podían haber controlado. Cuando esta parte de su trabajo se separa de lo que es puramente imaginario y se combina con partes más sólidas de sus escritos, surge un notable historiador de la arquitectura y un teórico influyente. Se anticipó en gran medida a la valoración actual sobre el de la arquitectura de la Roma Imperial, y su enérgica defensa de sus propias teorías y nociones arquitectónicas es importante si queremos comprender las razones de su larga proyección.

TERCERA PARTE
(Leer primera parte)
(Leer segunda parte)



Nota 1
: SCOTT, J.: Piranesi, New York, 1975, cit. en ibid., p. 69.


Nota 2: Estas inscripciones complementan la interpretación del grabado. Como en Prima Parte, el texto es un recurso para que la temática no quede ambigua, pero en las Carceri el texto ha entrado sutilmente en la escena.


Nota 3: PERONA SÁNCHEZ, op. cit., p. 84.


Nota 4
: Este tratado que incluía treinta y ocho grabados ilustrativos de un extenso texto (en el combinaba el latín y el italiano), es una reflexión que surgió para debatir y polemizar el Dialogue on Taste (1755) de Allan Ramsay, pero sobre todo contra Les ruines des plus beaux monuments de la Grèce (1758) de David Le Roy.


Nota 5: Se ha visto cómo la admiración, casi veneración, de Piranesi por las obras etruscas y romanas debe mucho a sus orígenes como ingeniero hidráulico. Él mismo afirmará que la magnificenza no es una inútil frivolidad ornamental (refiriéndose a la arquitectura griega), sino una respuesta grandiosa a las necesidades concretas del pueblo: cloacas, acueductos, puentes, emisarios, etc. Véase CALATRAVA, Arquitectura y cultura en el Siglo de las Luces..., cit., pp.68-69.


Nota 6: La producción de esta lujosa obra debe mucho al entusiasta patrocinio y apoyo económico del papa Clemente XIII, a quien estaba dedicada. Esto permitió a Piranesi incluir varias láminas desplegables a fin de acomodar el mayor número de pruebas sobre el ingenio constructivo de los romanos; consultar WIEBENSON. D.: Los tratados de arquitectura. De Alberti a Ledoux, Madrid, Hermann Blume, 1988, p. 147.


Nota 7: Un debate que por su repercusión y alcance, es equiparable a la querell entre antiguos y modernos, entre académicos y coloristas, encabezada, a nivel teórico por Perrault y Roger de Piles.


Nota 8: RODRÍGUEZ RUIZ, op. cit., p. 94.



Bibliografía general

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Bibliografía específica


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